Cementerio de Artemisa

Cementerio de Artemisa
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Cementerio de Artemisa. Actualmente situado al N. O.de la  finca “Campo Hermoso”en la provincia Artemisa, en terrenos cedidos por el señor Fermín Goicochea, fue inaugurado con la defunción del niño Pablo López. Reúne todos los requisitos exigidos por los reglamentos de Sanidad Pública en relación con su topografía, naturaleza del terreno y orientación. 

Muertos y vivos

Desde los tiempos más remotos, las moradas de los muertos estuvieron siempre al lado de la de los vivos.
Entre los romanos, las inhumaciones se efectuaban en las casas de los familiares del muerto. Luego la ley de los decenviros obligó a quemar los cadáveres. Los primeros Concilios cristianos y los últimos sínodos establecieron prescripciones análogas para tal fin. Una de ellas consistía en enterrar los cadáveres de ciertas personas bajo los altares de las iglesias.

Enterramientos

Artemisa enterró sus primeros muertos en el cementerio de Puerta de la Güira y en los particulares que existían en algunas fincas destinadas a inhumar los esclavos fallecidos. En 1895 se ha conocido un cementerio de esta clase en la finca Neptuno y otro en la finca Lusé (Yauchay). Claro está que sin utilizar desde mucho antes.

Cementerio propio

Después lo hizo en el suyo propio, conocido hoy por Cementerio Viejo. En él se enterraba en fosas comunes y en nichos, simétricamente dispuestos y numerados, figurando, por su forma, varias series de hornos superpuestos y en bóvedas de ladrillos, practicadas en el espesor de los muros del fondo, para exclusivo uso de las familias acomodadas, pues su costo oscilaba entre 30 y l00 pesos.
Este cementerio fue clausurado el 28 de junio de 1911, siendo el último cadáver allí enterrado el de la joven suicida Carmen Vernier y Duarte, negra, de 21 años, por ser insuficiente para una población de 20 mil almas y por motivos, como ya hemos dicho, de salubridad pública, siendo cuatro años los necesarios para la destrucción de cadáveres, aparte la osamenta, como mínimo, y no permitiendo esa espera su poca capacidad, era inevitable el acumulamiento, que trae como consecuencia la saponificación de aquellos por saturamiento del suelo. Tanto el antiguo como el actual, son los cementerios propiedad de la iglesia artemiseña, la que hoy como ayer no permite enterrar en sagrado a ningún hereje muerto en descreimiento o suicida.

Motivo de inspiración

El afamado poeta matancero señor Isidoro Virgilio merino, al visitar por primera vez esta villa en junio de 1919, le inspiró la vista del clausurado cementerio, la siguiente composición.

El cementerio viejo

El cementerio abandonado
tiene un encanto singular,
para el espíritu angustiado
que solo anhela reposar,
Como es mi alma un cementerio
abandonado que hasta ayer
como un jardín monasterio
vió en vano plantas florecer,
algo le encuentra que le halaga,
dulce perfume que lo embriaga,
como grandioso bienhechor,
mullido tálamo propicio
que le entonara un epinicio
a las venturas del amor.

Las dos moradas

El cementerio inaugurado en 1820 hace tiempo que se clausuró por razones sanitarias, pues las moradas de los vivos han rodeado y pronto invadirán la de los muertos.
El cementerio viejo, sito en la manzana comprendida entre las calles de Peralejo, Mártires, Agramonte y Nueva, no está por completo abandonado gracias al celo de nuestro anterior Párroco Monseñor González Arocha que ha seguido desplegando delicadamente su sucesor el Padre Joaquín B. Cuervo.

Fuentes

  • Museo Municipal Artemisa " Manuel Isidro Méndez"
  • Biblioteca Municipal Artemisa
  • Sitio Web Municipal JCCE Artemisa