Cine negro

Cine negro
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Cine Negro. Término procedente del francés film noir. No hay una definición única ni unánime de lo que es el cine negro.

Definición

El término fue acuñado por el crítico Nino Frank en su artículo “Un nuevo género policiaco: la aventura criminal”, a propósito del estreno en Francia de una serie de películas estadounidenses que mostraban de un modo único el delito, en una forma más cercana a la psicología del criminal. Frank se refería a películas hechas en Hollywood entre 1943 y 1945. A pesar de la dificultad para definir al cine negro, existen ciertas características que son recurrentes: temas sombríos, vértigo, violencia, angustia, desesperación existencial, decadencia, obsesiones descontroladas. La dualidad no se da entre dos personajes sino que es interna, la lucha entre el bien y el mal está en el interior de cada personaje. Tampoco existe una división clara entre buenos y malos, generalmente los criminales son también gente de buenos modales y con puestos de poder importantes. La moral se corrompe y no hay vuelta atrás: en el laberinto de la angustia existencial no hay salida.

Influencias

Se puede encontrar una influencia más inmediata, al menos en cuanto a contenido y actitudes, en las novelas americanas de detectives de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. La popularidad y proliferación de estas películas también eran producto de la psicología del país en aquella época, que encontraba en estas obras la expresión de un negativismo y un nihilismo provocado pero reprimido por la Segunda Guerra Mundial e intensificado después por la Guerra Fría: el resultado fue una desconfianza general respecto a la naturaleza humana y las instituciones.

Actualmente se utiliza para describir un tipo determinado de película producido por los estudios de Hollywood en los últimos años de la década de los cuarenta y en la década de los cincuenta. Se suele considerar por algunos críticos como la primera película de este tipo a El halcón maltés, de John Huston, con Humphrey Bogart y Mary Astor, estrenada en 1941. Presenta un mundo urbano oscuro, brutal y violento, habitado por figuras sórdidas y neuróticas, y representado en un estilo que enfatiza los escenarios desolados, las sombras densas y los marcados contrastes entre luz y oscuridad. El término film noir deriva de roman noir, que significa «novela negra» y se utilizaba para describir la novela gótica inglesa del siglo XIX. El estilo de este tipo de película, especialmente sus escenarios e iluminación así como su tono sombrío y su atmósfera tensa, se considera en ocasiones derivado en parte del expresionismo alemán de los años veinte, especialmente de películas góticas como El gabinete del Doctor Caligari (Das Kabinett des Doktor Caligari, 1919), dirigida por Robert Wiene, y Nosferatu, el vampiro (Nosferatu, Eine Symphonie des Grauens, 1922), dirigida por F. W. Murnau, y en parte de las películas americanas de terror y de gángsteres de los años treinta, las cuales, a su vez, habían sido influidas por estas obras alemanas.

Estas películas no encajan globalmente en un grupo lo suficientemente compacto con temas, personajes, tramas y convenciones comunes para ser considerado un género fácilmente reconocible y específico. Más bien, se agrupan por sus actitudes cínicas comunes hacia una naturaleza humana corrupta y sórdida, una propensión a la brutalidad e, incluso, al sadismo, un matiz neurótico en los personajes, una atmósfera constante de tensión y violencia inminente, un énfasis en escenarios urbanos oscuros, sórdidos y malsanos y la oscuridad y las sombras de sus imágenes. Además de las películas ya mencionadas, El sueño eterno (The Big Sleep, 1945), dirigida por Howard Hawks, El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley, 1947), dirigida por Edmund Goulding, El beso de la muerte (Kiss of Death, 1947), dirigida por Henry Hathaway, y Al rojo vivo (White Heat, 1949), dirigida por Raoul Walsh, son ejemplos destacados de cine negro. El cine negro es considerado el género estadounidense por excelencia; muchos críticos afirman que ninguna otra sociedad pudo haber plasmado en la pantalla sentimientos como el miedo, la fatalidad y la traición que, de no haber sido por la habilidad de los directores que se aventuraron a realizar estas películas, hubieran sido cintas por demás forzadas y totalmente carentes de sentido que sólo hubiesen convencido a los espectadores más ingenuos.

Fuentes