Combate de Sabanilla
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Combate de Sabanilla. El 31 de enero de 1876 las tropas de Belisario Grave de Peralta atacaron, tomaron y saquearon el poblado de Las Cruces de Purnio. Luego acamparon en Sabanilla, pero fueron perseguidos y descubiertos por la tropas españolas. Aunque la tropa mambisa se dispersó, en unos minutos se invirtieron los papeles. Los que corrían imponiéndose a la manigua eran los españoles.
Sumario
Circunstancias que conllevaron al combate de Sabanilla
El 31 de enero de 1876 Belisario Grave de Peralta al frente de fuerzas de la brigada occidental de Holguín del Ejército Libertador Cubano atacó, tomó y saqueó el poblado de Las Cruces de Purnio. Este caserío está situado entre el poblado de San Andrés y la ciudad de Holguín en el norte del oriente cubano. La tropa mambisa, luego de la victoria, emprendió la retirada. Los soldados mostraban satisfacción por el botín obtenido, compuesto fundamentalmente por comida.
La tropa avanzó por la vereda del Guabino a Sabanilla, con sus macutos rebosantes de todo lo ocupado. Las bestias de la caballería convertidas en acémilas[1] con serones donde se podía encontrar desde un lío de ropa hasta un jamón o un par de zapatos. También llevaban vacas y bueyes cogidos en los potreros de las Cruces de Purnio y hasta una piara de puercos. Existen testimonios que muchos mambises se ataron a la cintura pollos y gallinas.
En el trayecto los mambises fueron dejando a la vera del camino, botellas de vino o aguardiente, restos de tabaco y comidas, error que pagarían caro, pues fueron huellas fácilmente encontradas por el enemigo.
La tropa mambisa decidió acampar en Sabanilla. Quizás debieron haberlo hecho en un lugar un poco más alejado de los poblados enemigos y haber tenido más cuidado con el rastro. Allí mataron y descueraron vacas, asaron puercos, hirvieron viandas. Continuaron consumiendo algunas botellas de vino o aguardiente de caña. Mientras esto ocurría en el campo mambí, la noticia llegó al poblado de San Andrés, por el humo del incendio o el aviso de algún voluntario, a las tropas españolas.
Por tal motivo fue organizada una tropa del ejército español para perseguir a los insurrectos. Reforzados hasta el número de 150 emprendieron la persecución. Entre ellos estaban los llamados guerrilleros, estos eran muchas veces campesinos cubanos e incluso antiguos mambises, famosos por su agresividad y conocimiento del terreno y las tácticas de los insurrectos, también por su crueldad. No hay peor enemigo que un renegado, que un traidor a una causa.
Desarrollo del combate de Sabanilla
Los exploradores de la fuerza española, guajiros de fino olfato, dieron con el descuidado rastro mambí. Emprendieron la persecución por los rastros muy bien marcados por el desorden impuesto por la inesperada abundancia. Los exploradores españoles siguieron las huellas dejadas. No fue difícil dar con el improvisado campamento mambí, pues este se había establecido no siguiendo la lógica de la buena disposición de una defensa ante un posible ataque. A esto se agregaba una borrachera común que hacía que la extrema vanguardia confundiera las conocidas veredas. Además la gente estaba cansada, con sueño por la noche de pelea. Los heridos quejosos reclamaban una cura.
La tropa hispana se acercó sigilosamente. El jolgorio, las risas, los cantos concluyeron por guiarlos hasta el campamento cubano de Sabanilla. La guardia mambisa estaba más preocupada en freír carne, absorta en el crepitar de la manteca caliente, en el burbujeo del agua que hierve un poco de viandas, que en otear caminos y bosques. La sorpresa fue total. No obstante, la huida de los mambises fue veloz. Incapaces de detener aquella turba furiosa que se le venía encima, cada uno escogió su vereda, su trillo, su pedazo de manigua y pronto el enemigo feroz fue una lejana retaguardia.
Aunque la tropa mambisa se dispersó, pronto logró reagruparse entorno a su jefe. Tuvieron 12 bajas, de ellas 3 mortales. La persecución terminó, los españoles regresaron al abandonado campamento mambí y saquearon todo lo que los mambises habían ocupado en Las Cruces. Pero, no lejos de allí, Belisario Grave de Peralta preparó el desquite, reunió a sus hombres e irrumpieron en el lugar para recuperar su botín.
Luego fue el caos, machetazos; disparos, aullidos. El oficial mambí Limbano Sánchez se adelantó a todos y penetró en la masa enemiga disparando y macheteando. Tal parecía que no se le podía herir. Su vista causó pavor. Sus manos preñadas de fusil y machete abrieron brechas de muerte. Para detenerlo en su carrera un español, que le quedó a sus espaldas, le disparó una y otra vez hasta que lo vio caer.
Resultados del combate de Sabanilla
En unos minutos se invirtieron los papeles. Los que corrían imponiéndose a la manigua eran los españoles, los hombres de la contraguerilla. Del lado mambí se reconocía la victoria contando los cuerpos macheteados, 19 en total, 11 fusiles Rémington capturados, buscando ávidos el parque de las cananas quitadas a los muertos.
El doctor Carrero, médico mambí, contaba también plomos, pero en este caso los que extraía del cuerpo de Limbano, que inexplicablemente había sobrevivido a la balacera. Así nació la leyenda de Limbano Sánchez. El combate de Sabanilla fue arrinconando en el olvido injustamente. Fue aquel un pequeño combate que sumado a otros muchos convirtió la contienda del 68 en un desgaste cotidiano del ejército enemigo. Pi y Margall al analizar aquella guerra inacabable afirmó que era “(…) una insurrección siempre moribunda, nunca muerta (…)”[2]
Referencias bibliográficas
Fuentes
- Fuente: M.Sc. José Abreu Cardet. Premio Nacional de Historia.
- Cué Badá, Juan Andrés: “Asalto e incendio de Yareniquén y Las Cruces”, en: Ahora, Holguín, 14 de Marzo de 1975.
- Fernández, Áurea Matilde: España y Cuba: Revolución burguesa y relaciones coloniales. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988.
- Archivo privado de Juan Andrés Cué Badá Santiago de Cuba.


