Entrada del General Máximo Gómez a Bejucal

Entrada del General Máximo Gómez a Bejucal
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Lugar:Bejucal
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba y Bandera de España España
Líderes:
Ejército Libertador

Entrada del General Máximo Gómez a Bejucal. Hecho que se produjo en esa localidad el 13 de enero de 1896, como parte de la Invasión a Occidente, ocasión en la que Máximo Gómez estableció su Estado Mayor en la casa de Francisco Campo Marqueti, amigo del Apóstol cubano, José Martí.

Antecedentes históricos

Tras el crecimiento y desarrollo de la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal fundada el 9 de mayo de 1714, así como el otorgamiento de jurisdicción compuesto por los partidos de Santo Cristo de La Salud, Quivicán, San Felipe, San Antonio de las Vegas, Batabanó y el ultramarino de Isla de Pinos, el régimen imperante decide a finales del siglo XVIII organizar una compañía de voluntarios representado por españoles o naturalizados con el objetivos de hacer prevalecer el orden. Con la aparición de bandoleros por la zona, las fugas de esclavos y el surgimiento de grupos conspirativos de ideas independentistas, propicia la creación en el año 1813 de una nueva Compañía de Voluntarios que sumada a la anterior son los encargados de la protección de la ciudad, así como el cuidado de la cárcel y la búsqueda o transportación de esclavos capturados.

Con el transcurso del tiempo en el año 1825 llega a esta localidad una compañía de Caballería Rural denominada "Fernando VII", compuesta por militares de oficio quienes se establecen en un improvisado cuartel ubicado en la casa de Don José Manuel Campos (calle 7 entre 22 y 24) quien la alquila por nueve pesos y siete reales. En marzo de 1853 según consta en Actas Capitulares, llega a la ciudad de Bejucal un contingente militar compuesto por el Regimiento de Infantería España y el Regimiento de Lanceros de Borbón quienes se establecen en cuarteles creados al efecto.

Inicio de la guerra

Con el inicio de la Guerra de Independencia el 10 de octubre de 1868, el régimen colonial aumenta el número de sus fuerzas militares con el objetivo de aplacar la insurrección desatada en las regiones Centrales y Orientales. Estas tropas recién llegadas de España eran ubicadas por un corto periodo de tiempo en numerosos pueblos y ciudades del Occidente del país con el fin de que se adaptaran al trópico. Bejucal fue una de esas ciudades que por las características de su entorno natural se convirtió en zona de aclimatación del ejército español, por lo que el trasiego de tropas militares era constante en el territorio, representada por diferentes unidades, Infantería, Caballería, Artillaría, Cuerpos de Voluntarios, Guardia Civil, Milicias Blancas y Milicias Disciplinarias de Color, todas bien entrenadas y con armamento y materiales de guerra suficiente para llevar a cabo una campaña militar.

Centro de Operaciones

Al producirse el levantamiento armado el 24 de febrero de 1895 y antes de una eminente invasión al occidente del país por parte de las fuerzas insurrectas, en numero de 24 entre regimientos y compañías son las tropas españolas que se establecen temporalmente en la ciudad de Bejucal, utilizando el territorio como centro de operaciones, estas fuerzas militares fueron identificadas como:

  • Regimiento de Caballeriza Pizarro No 30.
  • Regimiento de Caballería del Príncipe.
  • Regimiento de Caballería Expedicionarios de Borbón No 4.
  • Regimiento de Caballería Alfonso Trece.
  • Regimiento de Caballería de Voluntarios Alfonso Doce.
  • Regimiento de Infantería Isabel la Católica No 75.
  • Regimiento de Infantería España.
  • Regimiento de Infantería Numancia.
  • Regimiento de Infantería Albuela.
  • Regimiento de Infantería León No 38.
  • Batallón de Cazadores de Arapiles.
  • Batallón de Albuela No 26, Compañía Baleares.
  • Batallón de España No 46.
  • Batallón de Numancea No 74.
  • Batallón San Quintín No 7.
  • Batallón San Sunitel, séptimo Peninsular.
  • Batallón Lancerote Peninsular.
  • Batallón Provisional de La Habana.
  • Batallón Provisional de Canaria.
  • Batallón San Agustín 4ta compañía.
  • Batallón de San Antonio de las Vegas.
  • Batallón de Voluntarios Urbanos.
  • Batallón de Voluntarios de Cazadores.
  • Guerrilla de Infantería Local de Bejucal.

Además de concentrar numerosas tropas militares en esta localidad, la metrópolis orienta la creación de sistemas defensivos en toda la periferia, con el objetivo de evitar los ataques de fuerzas mambisas. Para ello fueron construido nueve fortines estilo Alfonso XIII, Guardados y España en toda la porción norte-noreste, en zonas con buena visibilidad y relativamente cerca uno de otros con un alcance de fuego efectivo, permitiendo controlar la entrada y salida de personas a la ciudad. En numerosas ocasiones la guarnición de estos fortines estaba representada por el Batallón de voluntarios Urbano o miembros de algún regimiento asentado en la localidad.

El recorrido de la columna invasora por los distintos pueblos de la provincia provoco numerosos alzamientos que hicieron posible el crecimiento de sus fuerzas. Por donde pasaban los mambises quedaba encendida la insurrección, acciones tras acciones eran libradas en todo el territorio habanero, el general Máximo Gómez con alrededor de 2000 hombres mantenía en jaque a las fuerzas coloniales, mientras que el general Antonio Maceo se dirigía hacia Pinar del Río.

Entrada del Generalísimo

Alrededor de las dos de la tarde del día 13 de enero de 1896 fuerzas compuestas por 2000 hombres a caballo y 200 infantes bajo las ordenes del Generalísimo llegan a las puertas de Bejucal por el antiguo camino de Beltrán donde son recibidos con fuertes descargas de fusilaría desde un fortín en construcción ubicado a unos 200 mt al sur de la ciudad. La vanguardia insurrecta en un audaz ataque se apodera del fortín, haciendo prisioneros a un Cabo y cinco soldados españoles que protegía el lugar, los que después de ser desarmados son puestos en libertad. El General en Jefe observando las características del lugar, ordena a los hermanos Vidal y Juan Elidio Ducasse que con la infantería avanzaran por todo el camino que va en dirección a la estación ferroviaria donde había un fuerte militar, el cual debía ser neutralizado. La orden fue cumplida de inmediato, el fortín fue atacado e incendiado haciendo prisioneros a ocho voluntarios. Terminada esta acción los hermanos Ducasse continúan su marcha por toda la calle Sacristía (hoy calle 7) rumbo a la plaza de la iglesia, mientras que el General Máximo Gómez al frente de la caballería avanza por todo el fondo del antiguo cementerio hasta llegar a la calle Hospital (hoy calle 18), donde se presenta la señorita Dolores Colón (Lola) quien se ofrece valientemente como abanderada y más tarde intermediaria entre las fuerzas cubanas y españolas con el objetivo de solicitar la rendición de la ciudad.

En la calle Hospital, el Generalísimo cabalga lentamente para encontrarse con los hermanos Ducasse en la calle Sacristía, sin esperarlo desde la fonda "La Bejucaleña" de Pita, le hacen un disparo de tercerola hiriendo a uno de sus soldados. Miembros de la escolta del general rompen la puerta de una casa dándole muerte a un soldado español escondido detrás de unos sacos de arroz, al mismo tiempo que se comienza a incendiar la fonda. Se dice que el autor del disparo fue un celador de apellido Cuadrado quien escapo por el fondo de la casa.

El general Gómez junto a sus oficiales continua por la calle Hospital hasta la calle Sacristía, tomando rumbo a la calle León (hoy calle 14) esquina Real (hoy calle 9) estableciendo su Estado Mayor en la casa del Dr. Francisco CamposMarquetti,patriota integro, amigo de Martí, quien le hace entrega al general de algunos medicamentos y otros útiles de guerra, además de curar a algunos heridos. Antonio Borma testigo de estos sucesos escribió:

«Bejucal apenas en media hora se convirtió en un hervidero, las humaredas y el detonar de los rifles crearon un gran alboroto entre los habitantes de la ciudad, los que corrían en todas direcciones buscando un lugar seguro. Alrededor de 60 soldados entre voluntarios y españoles huían desconcertados hacia el edificio de la cárcel situado frente a la Plaza de Armas, donde les hacían resistencia a las fuerzas cubanas[1]

Incendio de Bejucal

EL Generalísimo enterado de los acontecimientos ordena que se organice una comitiva para que se entreviste con el teniente Álvarez Toledo quien junto a miembros de la Guardia Civil y soldados españoles en número de sesenta se encontraban refugiados en la cárcel-ayuntamiento.

«Una señorita que valientemente se ofreció a ello fue con los soldados para traer la contestación del oficial español. Fue esta un insulto soez y grosero a la joven y un reto a nosotros[2]

Frente a la negativa de rendición y conociendo que comerciantes cuyos negocios estaban ubicados en áreas aledañas a la estación ferroviaria, le habían dando a las tropas mambisas bebidas y alimentos con jalapa, ordena inmediatamente incendiar la cárcel y establecimientos. Motivo por el cual el fuego comienza por la zona sur de la ciudad, siendo quemadas alrededor de tres casas. Esto demuestra una vez más el motivo del incendio y desmiente la teoría de algunos historiadores respecto a que el mismo se origino por los alrededores de la cárcel. Es importante señalar que esta actitud asumida por comerciantes bejucaleños se debe a su procedencia española, consecuentes con el régimen colonial. Joaquín Méndez Gispert, teniente de las fuerzas mambisas y natural de esta localidad, se dirige a su jefe inmediato para que interceda ante el general Gómez pidiéndole que retire la orden de incendiar la ciudad, alegando que el único sostén de numerosos hijos de ella son las fabricas de tabaco, señalando para la tabaquería de Don José Suárez en la cual ya comenzaba a arder el fuego, los Ducasse acuden con Gispert a entrevistarse con el general.

«mujeres y niños, ancianos, el pueblo pacifico todos rodeaban llorando y suplicando a nuestro jefe. Algunos de nosotros, vencidos por aquel conmovedor espectáculo también nos acercamos a él para suplicar que desistiera de su empeño, cuando un grupo de niños saliendo de un colegio, se adelanto suplicante y con las manecillas extendidas hacia el general…! Corneta toque llamada y marcha a la carrera ¡vamos de este pueblo y que nadie toque nada».[3]

Respecto a estos hechos el propio General Máximo Gómez escribió:

«Pronto se empezó a cumplir mi orden y ardían ya algunas casas cuando pase por frente de una escuela de niños, el maestro me salio al encuentro para suplicarme que detuviera la orden y salvar así al pueblo del incendio. Cuando aquel hombrecito me hablaba y veía yo por detrás, apiñados en la puerta, tantas cabecitas inocentes, las cuales me pedían clemencias, y ordene se suspendiera el incendio, lo cual fue tarea difícil, pero en cuyo trabajo obligaba yo a tomar parte a todo el mundo[...]»[4]

Bautizo de fuego

Comienzan a organizarse las tropas para emprender la retirada, José Julio Martínez y varios pobladores con baldes llenos de agua tratan de extinguir las potentes llamas que devoran las puertas de las fabricas en la calle Sacristía. Alrededor de las cuatro de la tarde ya se había marchado casi toda la columna mambisa por el camino del paradero, rumbo a la finca conocida como el Palmar de Valdés a una legua de Bejucal, donde establecen el campamento. En la retirada las fuerzas cubanas se llevan consigo numerosos caballos, armamentos y una considerable cantidad de balas. Ese día marcharon junto al Generalísimo cinco jóvenes de esta localidad recién incorporados a las filas del Ejercito Libertador, ellos se nombraron: Remigio Pedroso, Emilio Colón García, Jacobo Ortiz, Emilio Collazo y Juan Evangelista Delgado González.

A las seis de la mañana del día 14 de enero, el General Máximo Gómez ordena a sus tropas dirigirse nuevamente hacia Bejucal, donde había llegado por la noche procedente de la Habana una columna enemiga compuesta por 1000 hombres al mando del General Suárez Valdés, quien se encontraba reforzando todas las vías de acceso a la ciudad. Al hallarse cerca de la estación ferroviaria el General Gómez ordena que se haga fuego sobre el enemigo a modo de provocación.

«Cuando estuvimos a la vista del pueblo nos hicieron fuego el General en Jefe, que deseaba un desquite, tomo posiciones y me ordeno que enviase un oficial con veinte números de la escolta a tirotear y provocar al enemigo, con el objetivo de dar un combate donde el consideraba su derrota. Los españoles no aceptaron el reto, después de dos horas de esperar inútilmente, continuamos nuestra marcha [...]»[5]

Como alrededor de las dos de la tarde, las tropas mambisas marchaban rumbo a San Antonio de los Baños cuando son sorprendidos por fuerzas enemigas en la finca conocida como Las Piedras a una legua aproximadamente al sur de Bejucal.

«En aquel instante y al mismo tiempo, rompieron el fuego nuestros infantes y los españoles, estos avanzaron resueltamente, trabándose un combate corto pero muy rudo. Nuestra infantería se portó por encima de todo elogio y ponderación[6]

Transcurrido aproximadamente una hora y viendo el desarrollo de la acción, el General Máximo Gómez ordena continuar la marcha rumbo a San Antonio de los Baños. Ese día, en el combate de Las Piedras los reclutas bejucaleños tuvieron su bautizo de fuego, se cuenta que el joven Juan Delgado, combatió como uno de los más experimentados veteranos, concediéndole el permiso de entrevistarse con el General Gómez quien le autoriza operar por todo el territorio centro habanero.

Desmoronamiento del imperio colonial

Con respecto a la entrada del General Máximo Gómez a Bejucal, el Diario de la Marina con fecha 15 de enero de 1896 publicó:

«Hoy han llegado, al fin a las puertas de la Habana y aunque seguimos abrigando la convicción firmísima de que la completa ruina y definitivo anonamiento de los rebeldes están muy próximo, no por ello dejaremos de reconocer que la presente situación es insostenible porque nuestra dignidad padece y nuestros créditos se desmoronan y los restos de nuestra pasada opulencia se han de hundir en los abismos de la miseria y de la bancarrota si el núcleo de las fuerzas insurrectas comandadas por Máximo Gómez y Maceo, siguen paseándose en ruinosas y sangrientas correrías, desde Bejucal a los Palacios y desde Bahía Honda a la Güira, incendiando pueblos, paralizando y suspendiendo la circulación de los trenes.»[7]

Posterior a estos sucesos fuerzas militares reunidas en Bejucal ejecutan una serie de registros en varias viviendas, deteniendo a un buen numero de habitantes a los que acusan de infidentes o conspiradores. Incluso hasta los detenidos en la cárcel por delitos comunes en días anteriores a la llegada del general Máximo Gómez, fueron acusados de colaborar con los insurrectos. El odio y el desprecio hacia aquellos hombres que luchaban por una libertad verdadera no se podían ocultar, cada día era más evidente la victoria cubana y por ende el desmoronamiento de un obsoleto imperio colonial.

Referencias

Fuente