José Antonio Arbesú
|
José Antonio Arbesú Fraga (La Habana, 21 de junio de 1940 - La Habana, 26 de septiembre de 2020) fue un diplomático cubano.[3]
Síntesis biográfica
Entre 1989 y 1992, se desempeñó como jefe de la Sección de Intereses de Cuba en la ciudad de Wáshington DC (capital de Estados Unidos).[3]
En ese puesto fue precedido por Ramón Sánchez-Parodi Montoto, y fue sucedido por Alfonso Fraga.[2]
Arbesú fue responsable del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el que siempre mantuvo un apoyo incondicional a la lucha por la unidad latinoamericana y en la solidaridad con los pueblos en lucha.[3]
Desempeñó importantes funciones y responsabilidades, entre ellas las de jefe de la entonces Sección de Intereses de Cuba en Washington, e integró la delegación de Cuba en las negociaciones que llevaron a los acuerdos para la paz en el Sur de África.
Durante varios años estuvo al frente del Área América del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, donde dio continuidad a la labor fundacional del comandante Manuel Piñeiro, y patentizó su plena lealtad al comandante en jefe, Fidel Castro.[3]
Desde esas funciones Arbesú asumió delicadas misiones, principalmente, relacionadas con la política internacionalista de la Revolución de ayuda y apoyo a las fuerzas progresistas y a la lucha de los pueblos de nuestra América y de otras regiones del mundo.[4]
En esa y muchas otras tareas Arbesú dio muestras de gran agudeza política y de muy equilibrado desempeño. Fue un revolucionario íntegro, quien cumplió bien la obra de la vida, se ganó el aprecio de un sinnúmero de destacadas personalidades y líderes políticos y sociales de todo el hemisferio.[1]
Fallecimiento
Falleció en su ciudad natal, La Habana, el 26 de septiembre de 2020, a los 80 años, debido a un cáncer que sufrió durante varios años.[5]
Los deportados vascos y sus amigos y amigas le debemos mucho y siempre guardaremos presentes su solidaridad y sobre todo su amistad con nosotros. Se ha ido un gran hombre, discretamente, así como fue su vida. Arbesú nuestro amigo, Euskal Herria sabrá quién fuiste y tu ejemplo perdurará. Hasta siempre, amigo.
Fuentes
- ↑ 1,0 1,1 1,2 1,3 Krauss, Clifford (1990): «Washington at work. Snubbed, hamstrung, but ever so diplomatic: he's Castro's invisible man», artículo en inglés publicado el 5 de diciembre de 1990 en el sitio web del diario The New York Times (Nueva York).
Cómo funciona Washington: Desairado, paralizado, pero siempre tan diplomático: este es el hombre invisible de Fidel Castro
José Antonio Arbesú es el hombre de Fidel en Washington. En una capital donde la política y la sociedad se mezclan con la misma facilidad que los vinos, el señor Arbesú, jefe de la Sección de Intereses de Cuba, es tan discreto que se ha vuelto el diplomático invisible. No identificará a sus amigos, ni a los miembros del Congreso ni a los académicos que conozca.
Hacerlo ―dice― violaría la confianza que depositan sobre él. No dará la dirección de su lujosa casa en el pueblo de Chevy Chase (Maryland) ―12 km al noroeste de la ciudad de Washington―, porque, como dijo, «algunos ciudadanos del vecindario podrían enojarse por mi presencia».
«Afortunadamente nadie me reconoce» ―dijo el representante del presidente Castro, frunciendo los labios en una sonrisa de satisfacción―. Soy una especie de no persona. Soy el hombre que nunca estuvo ahí».
Esta invisibilidad lo sigue a todas partes. Aquí está, en el apogeo de su carrera y poderes profesionales, y no tiene diplomacia que hacer. El Gobierno de Estados Unidos afirma que, antes de que las dos naciones comiencen a hablar, está esperando al sucesor del presidente Castro.
«A veces me pregunto qué hace con su tiempo», dijo uno de los pocos funcionarios de la Administración que se ha reunido con Arbesú. Solo funcionarios de nivel medio se reúnen con él y luego solo ocasionalmente y sobre asuntos consulares y migratorios concretos.
Consejos no solicitados
Para empeorar las cosas, Arbesú dice que dondequiera que vaya, los estadounidenses le dicen lo que Cuba debería estar haciendo.
«Todos quieren darme consejos ―dijo―. En fiestas y reuniones, incluso en mi propia casa, las personas me dicen: “¿Por qué ustedes no hacen lo que están haciendo en la Unión Soviética?”. Una cosa es estar en desacuerdo, otra es ser condescendiente. Cuando la gente me pregunta: “¿A ustedes les ha funcionado bien el socialismo?”, yo les respondo: “¿A ustedes les ha funcionado bien el capitalismo?».
Arbesú se toma las humillaciones con calma. Él predice que a pesar de la creciente escasez, el racionamiento y la disminución del apoyo económico y político soviético, la Revolución cubana sobrevivirá después de uno o dos años difíciles. «El hecho de que la Guerra Fría haya terminado no significa que todo haya terminado para todos ―dijo―. Para nosotros no ha terminado».
Su baja posición en Washington ―agregó― está relacionada con la obsesión que experimenta el Gobierno de Estados Unidos contra Cuba, que dijo que solo podría explicar una persona entrenada como historiador o como psiquiatra.
El señor Arbesú, de 50 años, hijo de un abogado habanero de clase media, es un hombre elegante e inteligente que sabe desarmar con su estilo académico, su sonrisa amable y su ingenio punzante.
«Vine preparado para lo que no podía hacer», dijo con total naturalidad, sentado en un salón de su misión decorado con muebles estilo Imperio Francés, cortinas con volantes y retratos del Sr. Castro posando con boxeadores campeones y un equipo de baloncesto femenino.
Un manto sobre el pasado
Antes de llegar a Washington, en La Habana fue el segundo funcionario del Departamento de las Américas, la oficina del Partido Comunista de Cuba que manejaba las relaciones con los grupos guerrilleros y partidos comunistas latinoamericanos. Mientras sirvió allí, el departamento armó clandestinamente a rebeldes en gran parte de América Central y en Colombia y Chile, y él mismo viajó a Panamá en 1988 para asesorar al general Manuel Antonio Noriega sobre formas de resistir los esfuerzos de Estados Unidos para deponerlo. Arbesú, que también ha representado a su país en Indonesia, Egipto y Argelia, en conversaciones secretas con la administración Carter y en las negociaciones que llevaron a la independencia de Namibia, no comentará sobre los cargos de tráfico de armas del Departamento de las Américas. Dice poco más sobre sus actividades diplomáticas actuales, excepto para decir que casi todos los días está ocupado desde las 8:30 a. m. hasta bien entrada la noche, disipando la «desinformación» sobre su país imperante en Washington en encuentros con periodistas y gente de universidades y otras instituciones que moldean la opinión aquí.
«Explicaré las posiciones de mi país a quien quiera escucharme», dijo. Pocas personas influyentes lo hacen. Los funcionarios de la administración Bush lo desprecian casi por completo y los miembros del Congreso que se reunieron con él en un esfuerzo por mejorar las relaciones cuando llegó por primera vez en mayo de 1989 están concentrados en asuntos internacionales más urgentes. La mayoría en el Gobierno está esperando que el régimen cubano siga el ejemplo de Europa del Este y se derrumbe.
«El funcionario de más alto nivel que me recibe aquí es un subsecretario adjunto de Estado ―dijo Arbesú, refiriéndose a Michael G. Kozak―. Nunca tengo acceso a niveles superiores. Así funcionan aquí ―dijo, y señaló que los diplomáticos de Estados Unidos en La Habana pueden hablar con quien quieran, incluido Castro―: No me lo tomo como algo personal».
(Un raro momento llegó el 25 de noviembre cuando el subsecretario de Estado, Robert M. Kimmitt, lo llamó para consultar sobre la crisis del golfo Pérsico, y la posición que Cuba asumiría sobre la resolución de Irak como miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ni los funcionarios de los Estados Unidos comentarían sobre la reunión, excepto para decir que no se discutieron asuntos bilaterales).
Equilibrado, discreto y paciente
Wayne Smith, exjefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana que ve a Arbesú en ocasiones, dijo que el diplomático cubano «llegó en el peor momento posible. Aún así ―agregó Smith― siempre ha sido muy equilibrado, muy discreto y muy paciente». Según Arbesú, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos son incluso peores bajo la administración Bush que bajo el presidente Reagan, a pesar de que Cuba ha recorrido un largo camino para mejorar las relaciones al retirar la mayoría de sus fuerzas militares de Angola y Etiopía. «Washington siempre hace retroceder los postes de la portería ―afirmó―. Da la impresión de que este Gobierno cree que los problemas entre nuestros países fueron inventados por un grupo de personas en 1959 en Cuba, pero los problemas comenzaron mucho antes de eso» ―dijo―. Solía ser que la preocupación era que Cuba era una amenaza para la seguridad de Estados Unidos debido a su relación con la Unión Soviética. Pero la relación entre Estados Unidos y la Unión Soviética ha cambiado enormemente en los últimos años». A pesar de las proclamaciones de que la guerra fría ha terminado, la administración Bush se ha negado a levantar el embargo económico de 30 años o las restricciones que restringen la libertad de un estadounidense para desean viajar a Cuba de vacaciones. De hecho, Bush ha intensificado la presión con la apertura de Televisión Martí, una cadena destinada a llevar a los hogares cubanos una programación de noticias y asuntos públicos anticastristas.
Una receta para Estados Unidos
Arbesú dice que ―antes de que las relaciones puedan volverse completamente normales― Estados Unidos necesita poner fin a las transmisiones de Radio Martí y Televisión Martí, retirar el embargo económico y, finalmente, retirarse de su base naval en la bahía de Guantánamo. Pero dice que esos temas básicos nunca se abordan por completo en sus discusiones irregulares con funcionarios del Departamento de Estado. Incluso la placa de bronce afuera de la puerta de la Sección de Intereses ―la embajada de Cuba en la época de Batista―, es una distorsión del tiempo. Al igual que su visa oficial, que afirma que él y su misión están adscritos a la embajada de la República Socialista Checoslovaca. Chequia no solo ya no es socialista, sino que Praga ha cortado sus líneas de crédito a su antiguo aliado del bloque soviético, y ahora es líder en la campaña internacional para censurar a Cuba por la cuestión de los Derechos Humanos. Arbesú se encogió de hombros y dijo que debido a que Estados Unidos y Cuba no tenían relaciones formales, su embajada todavía estaba técnicamente vinculada a la embajada de Checoslovaquia, al igual que la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana está técnicamente vinculada a la embajada de Suiza.
La paciencia se aprende
A pesar de las limitaciones de su papel diplomático aquí, Arbesú dijo que le gustaba su trabajo. «Es un desafío, y cualquier cosa que sea un desafío me gusta. Después de trabajar en los Estados Unidos durante 17 años, aprendes a ser paciente. Si no, mejor cambias de trabajo». Aún así, la vida podría ser más fácil. Arbesú dijo que extraña a sus tres hijos adultos, dos de su primera esposa, de quien se divorció, y uno de su actual esposa, Julia, que trabaja en la Sección de Intereses como asistente personal. Los tres niños viven en Cuba y los reencuentros son poco frecuentes. Él y Julia encuentran impactantes la violencia y la pobreza de Washington ―dijo― y se quejó un poco de las reglas del Departamento de Estado que significan que debe informar cuándo y dónde viaja lejos del área metropolitana de Washington (aunque reconoce que los diplomáticos de Estados Unidos en Cuba deben someterse a inconvenientes similares). Pero Arbesú dijo que él y su esposa apreciaban el encanto sureño de Washington, los hermosos parques y museos, y el tráfico manejable, que según él supera las condiciones de manejo en La Habana. «Me ha interesado la cultura estadounidense desde que tenía cuatro años, cuando conocí a Mickey Mouse y al Pato Donald ―dijo, mostrando la afinidad por las cosas estadounidenses típicas de la relación de amor y odio de muchos cubanos con este país―. Y, por supuesto, estaban las películas, los westerns, las películas de aventuras y los musicales. Y la literatura, por supuesto, sobre todo Hemingway». Arbesú, un consumado pescador de aguas profundas, dijo que su personaje literario favorito era Santiago, el héroe pescador de la novela de Ernest Hemingway, El viejo y el mar:
«Capturó el marlín más grande del mundo, sólo para verlo devorado por los tiburones ―dijo―. Todos los personajes de Hemingway son perdedores de una forma u otra. Pero estas son personas que luchan. Espero ser un ganador. Al menos yo no soy un marlín».
José Antonio Arbesú Fraga
Nació: 21 de junio de 1940
Ciudad natal: La Habana
Educación: Maestría en Ciencias Políticas, Universidad de La Habana.
Aspectos destacados de su carrera:
• 1960, ingresó a la Cancillería cubana;
• 1960-61, agregado de la Embajada de Cuba en Indonesia;
• 1961-64, Jefe de Departamento y Subdirector para África del Norte y Medio Oriente, Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba;
• 1964-66, consejero de la Embajada de Cuba en la República Árabe Unida (la efímera fusión de Egipto y Siria);
• 1967-70, consejero de la Embajada de Cuba en Argelia;
• desde 1975 ha ocupado altos cargos en el Departamento de las Américas del Comité Central del Partido Comunista de Cuba;
• 1989, nombrado Jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos con rango de consejero.
Intereses: pesca de altura, leer historia y ficción.
Este artículo apareció impreso el 5 de diciembre de 1990, en la página 18 de la sección A de la edición nacional con el titular: WASHINGTON EN EL TRABAJO; Rechazado, torcido, pero siempre tan diplomático: es el hombre invisible de Castro.
Washington at work―Snubbed, hamstrung, but ever so diplomatic: he's Castro's invisible man.
Jose Antonio Arbesú is Fidel's man in Washington. In a capital where politics and society mix as easily as wine spritzers, Mr. Arbesú, the Chief of the Cuban Interests Section, is so discreet he is the invisible diplomat. He will not identify his friends, nor the members of Congress and academics he meets. To do so, he said, would violate their confidence. He won't give out the address of his upscale Chevy Chase, Md., home because, as he put it, "some citizens of the neighborhood might be angered by my presence." "Fortunately nobody recognizes me," the representative of President Castro said, pursing his lips into a self-contented grin. "I am a nonperson. I am the man who never was." This invisibility follows him everywhere. Here he is, at the height of his career and professional powers, and he has no diplomacy to do. The United States is waiting for the successor to President Castro before the two nations start talking.
"Sometimes I wonder what he does with his time," said one of the few Administration official who has met with Mr. Arbesú. Only middle-level officials meet with him and then only occasionally and on narrow consular and migration matters.
Some Unwanted Advice
To make matters worse, wherever he goes, Mr. Arbesú said, Americans tell him what Cuba ought to be doing. "Everyone wants to give me advice," he said. "People say at parties and meetings, even in my own house, 'Why don't you do what they are doing in the Soviet Union?' One thing is to disagree, another is to patronize." "When people ask me, 'Has socialism functioned well?' I ask them, 'Has capitalism functioned well?' "Mr. Arbesú takes the indignities in stride. He predicts that despite growing shortages, rationing and decreased Soviet economic and political support, the Cuban revolution will survive after one or two difficult years.
"The fact that the cold war is over does not mean it has ended for everybody," he said. "It has not ended for us." His low standing in Washington, he added, is connected to the United States obsession with Cuba, which he said only a person trained as a historian or as a psychiatrist could explain.
The 50-year-old son of a middle-class Havana lawyer, Mr. Arbesú is a graceful and intelligent man who knows how to disarm with a professorial style, a kindly smile and a dry wit. "I came prepared for what I couldn't do," he said matter of factly, sitting in a parlor of his mission decorated with French Empire style furniture, ruffled curtains and portraits of Mr. Castro posing with champion boxers and a women's basketball team.
A Cloak Over the Past
Before coming to Washington, he was the second-ranking official in the Americas Department in Havana, the Cuban Communist Party's bureau that handled relations with Latin American guerrilla groups and Communist parties. While he served there, the department clandestinely armed rebels throughout much of Central America and in Colombia and Chile, and he himself reportedly traveled to Panama in 1988 to advise Gen. Manuel Antonio Noriega on ways to resist United States efforts to depose him. Mr. Arbesú, who has also represented his country in Indonesia, Egypt and Algeria, in secret talks with the Carter Administration, and in negotiations that brought about the independence of Namibia, won't comment on charges of Americas Department arms trafficking. He says little more about his current diplomatic activities, except to say that he is busy from 8:30 A.M. until well into the night nearly every day, dispelling the "misinformation" about his country prevailing in Washington in meetings with journalists and people from universities and other institutions that mold opinion here. "I'll explain my country's positions to whoever will listen to me," he said. Few influential people do. Bush Administration officials almost totally snub him and members of Congress who met with him in efforts to improve relations when he first arrived in May 1989 are concentrating on more pressing international issues. Most on Capitol Hill are waiting for the Cuban regime to follow Eastern Europe's example and collapse. "The highest level official who receives me here is a Deputy Assistant Secretary of State," Mr. Arbesú said, referring to Michael G. Kozak. "I never get access to higher levels." "That's the way it is," he said, noting that United States diplomats in Havana can speak to anyone they like, including Mr. Castro, but adding, "I don't take it personally."
(A rare moment came on Nov. 25 when Under Secretary of State Robert M. Kimmitt called him in to consult on the Persian Gulf crisis and the position Cuba would take on the Iraq resolution as a member of the United Nations Security Council. Neither Cuban nor United States officials would comment on the meeting except to say bilateral matters were not discussed.)
Balanced, Low Key, Patient Wayne Smith, a former Chief of the United States Interests Section in Havana who sees Mr. Arbesú on occasion, said the Cuban diplomat "came at the worst possible time." "Still," Mr. Smith said, "he's always been very balanced, very low key and very patient." According to Mr. Arbesú, relations between Cuba and the United States are even worse under the Bush Administration than they were under President Reagan, even though Cuba has gone a long way to improve relations by withdrawing most of its military forces from Angola and Ethiopia.
He said Washington always "moves back the goal posts." "They believe the problems between our countries were invented by a group of people in 1959 in Cuba, but the problems began much much before that," he said. "It used to be that the concern was that Cuba was a threat to the security of the United States because of its relationship with the Soviet Union. But the relationship between the United States and the Soviet Union has changed tremendously in the last couple of years." Despite proclamations that the cold war has ended, the Bush Administration has refused to lift the 30-year-old economic embargo or restrictions on Americans who wish to travel to Cuba on vacation. Indeed, Mr. Bush has stepped up the pressure by opening Television Marti, a network intended to bring anti-Castro news and public affairs programming into Cuban homes.
A Prescription for the U.S.
Mr. Arbesú says the United States needs to end transmissions of Radio Marti and Television Marti, drop the economic embargo, and eventually withdraw from its naval base at Guantanamo Bay before relations can become fully normal. But he says those basic issues are never fully addressed in his irregular discussions with State Department officials. Even the bronze plaque outside the gate of the Interests Section, the Cuban Embassy in Batista's day, is a time warp. Like his official vita, it says that he and his mission are attached to the embassy of the Czechslovak Socialist Republic. Not only is Czechslovakia not socialist anymore, but Prague has cut its lines of credit to its former Soviet bloc ally and is now a leader in the international campaign to censure Cuba for its poor human rights record. Mr. Arbesú shrugged, saying that because the United States and Cuba did not have formal relations his embassy was still technically attached to the Czechoslovak Embassy, just as the United States Interests Section in Havana is technically attached to the Swiss Embassy.
You Learn to Be Patient
Despite the limitations of his diplomatic role here, Mr. Arbesú said he liked his job. "It's a challenge, and anything that is a challenge I like. After working on the United States for 17 years, you learn to be patient. If not, I better change my work." Still, life could be easier. Mr. Arbesú said he misses his three grown children, two by his first wife, whom he divorced, and one by his current wife, Julia, who works in the Interests Section as a personal aide. All three children live in Cuba and reunions are infrequent. He and Julia find Washington's violence and poverty shocking, he said, and he complained a bit about the State Department rules that mean he must report when and where he travels far outside Washington's metropolitan area (while acknowledging that United States diplomats in Cuba have to undergo similar inconveniences). But Mr. Arbesú said that he and his wife appreciated Washington's Southern charm, beautiful parks and museums, and the manageable traffic, which he noted beats the driving conditions in Havana.
"I have been interested in American culture since I was four years old, when I became acquainted with Mickey Mouse and Donald Duck," he said, displaying the affinity for things American typical of many Cubans' love-hate relation with this country. "And of course, there were the movies -- the westerns, the adventure films and the musicals. And the literature, of course -- Hemingway most of all." Mr. Arbesú, who is an accomplished deep-sea angler, said his favorite literary character was Santiago, the fisherman hero in Ernest Hemingway's novella "The Old Man and the Sea." "He caught the biggest marlin in the world, only to see it eaten by the sharks," he said. "All Hemingway's characters are losers in one way or another. But these are people who fight. I hope I will be a winner. At least I am not a marlin."
Jose Antonio Arbesú Fraga
Born: June 21, 1940
Hometown: Havana
Education: Master's degree in Political Science, University of Havana.
• Career Highlights:
• 1960, joined the Cuban Foreign Ministry;
• 1960-61, attache to the Cuban Embassy in Indonesia;
• 1961-64, Department Chief and Assistant Director for North Africa and Middle East, Cuban Foreign Ministry;
• 1964-66, counselor to the Cuban Embassy in the United Arab Republic (the short-lived merger of Egypt and Syria);
• 1967-70, counselor to the Cuban Embassy in Algeria; since 1975 has held senior positions in the Americas Department of the Cuban Communist Party Central Committee;
• 1989, appointed Chief of the Cuban Interests Section in the United States with the rank of counselor.
• Interests: Deep-sea fishing; reading history and fiction.
A version of this article appears in print on Dec. 5, 1990, Section A, Page 18 of the National edition with the headline: WASHINGTON AT WORK; Snubbed, Hamstrung, but Ever So Diplomatic: He's Castro's Invisible Man. - ↑ 2,0 2,1 Maury Guerrero, Miguel (2010): «Presentan libro sobre guerra imperialista contra Nicaragua», artículo publicado el 15 de abril de 2010 en el sitio web del diario Granma (La Habana). Afirma que el diplomático Alfonso Fraga es secretario general de la OSPAAL (Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina).
- ↑ 3,0 3,1 3,2 3,3 «Falleció en La Habana diplomático cubano José Antonio Arbesú Fraga», artículo publicado el 27 de septiembre de 2020 en el sitio web Cuba Debate (La Habana).
- ↑ «Falleció en La Habana diplomático cubano José Antonio Arbesú Fraga», artículo publicado el 27 de septiembre de 2020 en el sitio web del Partido Comunista Argentino (Buenos Aires).
- ↑ «Fallece de cáncer el funcionario cubano José Antonio Arbesú Fraga. Formó parte de la delegación cubana que contribuyó a las negociaciones de la paz en el Sur de África después de la guerra de Angola», artículo publicado el 27 de septiembre de 2020 en el sitio web Al Día Florida (Miami).
- ↑ «Fallece el diplomático cubano José Antonio Arbesú Fraga, solidario con los deportados vascos. El diplomático cubano José Antonio Arbesú Fraga ha fallecido, según informan los medios del país caribeño. Desde Euskal Herria se destaca su compromiso internacionalista, especialmente su solidaridad con los deportados políticos», artículo publicado el 28 de septiembre de 2020 en el sitio web NAIZ (País Vasco).
- «José Antonio Arbesú», artículo en inglés publicado en el sitio web Wikipedia