Josef Allerberger

Josef Allerberger
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NombreJosef "Sepp" Allerberger
Años de servicio19431945
LealtadTercer Reich
Servicio/ramaWehrmacht
CondecoracionesCruz de Hierro
Participó enSegunda Guerra Mundial

Nacimiento24 de diciembre de 1924
Wals, Bandera de Austria Austria
Fallecimiento2 de marzo de 2010
Wals, Bandera de Austria Austria

Josef Allerberger. Fue un francotirador austríaco da la Wehrmacht durante a Segunda Guerra Mundial.

Síntesis biográfica

Hijo del carpintero de la localidad, su niñez y adolescencia transcurrió con normalidad, sin reseña de interés, sólo su particular carácter. A los dieciocho años, trabajaba en el negocio de su padre, y seguramente hubiera trabajado el resto de su vida, si no fuera primero, por la anexión de Austria a Alemania, y segundo, por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, lo que cambió su apacible estilo de vida.

Carrera militar

En diciembre de 1942, fue reclutado para la Wehrmacht, ya que Alemania necesitaba soldados para sus múltiples frentes. Tras la instrucción de seis meses en Mittenwald, en julio de 1943 fue enviado al Frente del Este en el 2º batallón del 144º regimiento de la 3ª División de Montaña (Gebirgsjäger), donde conocería y haría amistad personal con otro austríaco como él, Mattäus Hetzenauer (futuro "sniper", con 345 bajas contabilizadas), coincidiendo más adelante en más de una acción los dos juntos. En principio, fue destinado como servidor de ametralladora, lo que parecía que indicaba que podría pasar el resto de la guerra como un simple soldado de infantería, hasta que un incidente cambió de forma radical su destino.

Durante las batallas intensas que se vivieron en Stávropol, que comenzaron en agosto de 1942 y concluyeron en enero de 1943 (él entraría a la mitad de la campaña), fuer herido en una mano por la artillería rusa, siendo evacuado al hospital de campaña. Estuvo de baja catorce días, y mientras tanto, fue asignado a la armería de la división, donde le llamó la atención, entre las armas abandonadas por los rusos en el campo de batalla o capturadas, un rifle con mira telescópica, un Mosin Nagant 91/30, de 3.5 aumentos y de cerrojo. Nos cuenta él mismo su impresión, extraído de su libro autobiográfico:

«Por supuesto, era una señal del destino que entre las armas de ese tipo, me encontrara con un fusil de francotirador ruso. Nada más verlo, me apresuré a preguntarle al sargento de armas si era posible practicar con él.»

Allerberger comenzó a practicar, hizo varias dianas en el campo de tiro y hacía blanco prácticamente siempre, lo que llamó la atención de los oficiales. Le hicieron varias pruebas, se dieron cuenta de que no eran producto de la casualidad, ya que demostraba que tenía un talento bruto para el disparo de precisión. De todas formas, las necesidades del frente hizo que volviera al mismo, pero se llevó el rifle, causando 27 muertos, entre ellos varios oficiales. Estos éxitos llamó otra vez la atención de los oficiales, y fue enviado a la escuela de tiradores de Seetaleralpe, un campamento militar de una extensión de 30 kilómetros de largo por unos 12 de ancho, cerca de Seetaler, en Los Alpes. Comenzó de inmediato su formación y entrenamiento para convertirse en un letal tirador, empezando a utilizar un fusil alemán Máuser K98 equipado con un visor de 6 aumentos. Nueve meses más tarde, tras finalizar su instrucción, fue enviado al frente, ya como tirador de campo. Utilizaba varios modelos de fusil, entre ellos un Gewehr 43, y modificó el K98 de recarga manual, muy lento, pero más fiable para disparar con precisión que el modelo automático, e incluso armas soviéticas, siendo letal en distancias de hasta 500 metros. Allerberger explica en sus memorias los principios fundamentales que llevaba a rajatabla, y que le llevó a tantos éxitos:

Elección de la posición ideal para el disparo, la capacidad para salir de dicha posición con rapidez y seguridad, tener otra posición en caso de que la primera no pudiera ser utilizada, varias vías de escape, abatir un blanco de un sólo disparo, máximo dos, si se falla, dejarlo, el camuflaje, esencial y por supuesto, unido a una sangre fría, coraje, precaución y saber elegir el blanco adecuado.

No de los métodos favoritos que utilizaba para camuflarse era un paraguas, suena raro pero muy práctico. Pegaba en el paraguas todo tipo de ramas, hojas, hierbas, o lo que fuera preciso, luego lo abría y se parapetaba detrás de él o subido a un árbol, y de esta manera tan simple, era invisible en el entorno y del enemigo incluso a corta distancia. Los paraguas que utilizaba se hicieron famosos en Alemania y en las entrevistas que concedió, manifestaba que eran muy fáciles de llevar a cuestas. Otra de las cuestiones en las que sobresalía era tener una mentalidad fuerte por su macabro trabajo, ya que la psicología es fundamental para poder asesinar a una persona de manera fría y metódica. Pero el mismo no tuvo más remedio que emplear tácticas brutales para poder seguir con vida o rechazar las no menos brutales oleadas del enemigo. Según su experiencia, en combate real sólo el 90% de los disparos eran factibles entre distancia de entre 150 metros a 500 metros, para más de 800 metros era casi un milagro acertar, aunque él lo consiguiera el algunas ocasiones, pero dándose una serie de factores encadenados.

Nos cita un ejemplo en su libro:

«Yo no prestaba atención a las primeras filas de enemigos que se abalanzaban a la carga contra nuestras posiciones, pobremente defendidas, sino a los soldados que avanzaban detrás de dichas líneas. Les disparaba al estómago, caían al suelo dando espantosos gritos. Sus compañeros que marchaban en retaguardia sentían pánico al ver a sus camaradas caídos en el suelo desangrándose, mientras las primeras líneas, al escuchar los alaridos a sus espaldas, perdían el ímpetu de la carga y solían detenerse. Entonces disparaba a la primera línea de soldados enemigos a la cabeza o al corazón. En ese momento el miedo se apoderaba de los rusos y sólo deseaban huir lo más rápido posible, abandonando a veces incluso a los heridos. Así he detenido cargas soviéticas, aunque los gritos de los heridos eran espantosos y me acompañarán para siempre. Es el horror de la guerra y mi alma en ese momento era de piedra, amoldada a las circunstancias terribles que me tocaron vivir. Además, sabía de sobra lo que nos esperaba a los soldados alemanes que caíamos prisioneros de los rusos. Eso me hacía tener menos piedad de ellos.»

En 1944, el comandante de su regimiento le recompensó con unas merecidas vacaciones, empleando este tiempo en seguir formándose, y debido a su fama, el Ministerio de Propaganda publicó varias fotografías en los medios de comunicación, obligándose a realizar diversa charlas, entrevistas, conferencias y atender la numerosa correspondencia de jóvenes alemanas. No pudo ausentarse más del frente, ya que las necesidades de la guerra cada vez eran más difíciles, marchando de nuevo al Frente del Este, aumentando su particular cuenta de objetivos, pero la guerra estaba ya perdida, y al igual que otros francotiradores, Allerberger tuvo cuidado en no caer prisionero de los rusos, sabía que por su condición no iba a ser tratado con humanidad, todo lo contrario, encarcelado en un gulag o fusilado. Con otros soldados y oficiales, estuvo vagando en los bosques de Prialpiyskih, hasta que terminó la guerra. Con mucha precaución, consiguió llegar a su región, y retomó el negocio de su padre

Muerte

Falleció el 3 de marzo de 2010 en la ciudad de Salzburgo (Austria). En ese momento, el francotirador alemán tenía 85 años.

Memorias

En el año del 2005, escribió un libro autobiográfico, Sniper on the Eastern Front: The Memoirs of Sepp Allerberger, Knight's Cross.

Fuentes