La aguja de zurcir (cuento infantil)

La aguja de zurcir
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Cuento para niños pequeños
Autor(a)(es)(as)Hans Christian Andersen
GéneroCuento

La aguja de zurcir. Cuento para niños mayores de diez años, sobre una aguja de zurcir que se creía que era de coser y debían tratarla con mucho cuidado.

Datos del autor

Hans Christian Andersen nació en Odense y vivió una infancia de pobreza y abandono, criado en el taller de zapatero del padre, quien fallece en 1816 de una enfermedad que contrajo entre los años 1812 y 1814 cuando sirvió como soldado en las guerras de Napoleón y la madre trabajaba de lavandera. Hans Christian contaba sólo once años, por lo que no pudo completar sus estudios.

En 1819, a los catorce años, Hans Christian Andersen viajó a Copenhague en pos del sueño de triunfar como dramaturgo. Trabajó para Jonas Collin, director del Teatro Real, quien se convierte en su tutor y le paga sus estudios. Viajó por Europa, Asia y África y escribió muchas obras de teatro, novelas y libros de viaje.

Durante su estancia en el Reino Unido, Andersen entabló amistad con Charles Dickens, cuyo poderoso realismo, al parecer, fue uno de los factores que le ayudaron a encontrar el equilibrio entre realidad y fantasía, en un estilo que tuvo su más lograda expresión en una larga serie de cuentos. Inspirándose en tradiciones populares y narraciones mitológicas extraídas de fuentes alemanas y griegas, así como de experiencias particulares, entre 1835 y 1872 escribió 168 cuentos protagonizados por personajes de la vida diaria, héroes míticos, animales y objetos animados. Dirigidas en principio al público infantil, aunque admiten sin duda la lectura a otros niveles, los cuentos de Andersen se desarrollan en un escenario donde la fantasía forma parte natural de la realidad y las peripecias del mundo se reflejan en historias que, no exentas de un peculiar sentido del humor, tratan de los sentimientos y el espíritu humanos.

Personajes

Aguja de zurcir y la cocinera

Cuento

Érase una vez una aguja de zurcir tan fina y puntiaguda que se creía ser una aguja de coser.

-Fijos en lo que haceís y manejadme con cuidado -decía a los dedos que la manejaban-. No me dejéin caer, que si voy al suelo será difícil encontrarme. ¡Soy tan fina!

-¡Vamos, vamos, que no hay para tanto! -dijeron los dedos.

-Mirad, aquí llego yo con mi séquito -prosiguió la aguja, arrastrando tras desí una larga hebra, pero sin nudo.

Los dedos apuntaron la aguja a la zapatilla de la cocinera, que se disponían a coser.

-¡Qué trabajo más ordinario! -exclamó la aguja-. No es para mí. ¡Me rompo, me rompo!

Y se rompió

-¿No os lo dije? -suspiró la víctima-. ¡Soy demasiado fina!

-Ya no sirve para nada -pensaron los dedos; pero seguían sujetándola, mientras la cocinera le aplicaba una gota de lacre y luego era clavada en la pechera de la blusa.

-¡Toma! ¡Ahora soy un prendedor! -dijo la aguja, vanidosa-. Bien sabía yo que con el tiempo haría carrera. Cuando una vale, un día u otro se lo reconocen.

Y se río para sus adentros. Y se quedó allí tan orgullosa como si fuese en coche, y miraba a su alrededor.

-¿Puedo tomarme la libertad de preguntarle, con el debido respeto, si acaso es usted de oro? -inquirió el alfiler, vecino suyo-. Tiene usted un porte majestuoso, y cabeza propia, aunque pequeña.

Al oír esto, la aguja se irguió con tanto orgullo, que se soltó de la tela y cayó en el vertedero, en el que la cocinera estaba lavando.

-Ahora me voy de viaje -dijo la aguja-. ¡Con tal que no me pierda!

Pero es el caso que se perdió.

-Este mundo no está hecho para mí -pensó, ya en el arroyo de la calle-. Soy demasiado fina. Pero tengo conciencia de mi valer, y esto siempre es una pequeña satisfacción-. Y mantuvo su actitud, sin perder el buen humor.

Fuentes

http://www.cuentoscortos.com/cuentos-clasicos/la-aguja-de-zurcir

https://www.ecured.cu/Hans_Christian_Andersen