La edematose-fibrosclerotica panniculopatia

La edematose-fibrosclerotica panniculopatia
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Celulitis1.jpg
Clasificación:Celulitis
Región más común:Gluteos

Concepto

La edematose-fibrosclerotica panniculopatia, popularmente conocida como celulitis, es un trastorno que afecta a la piel y a los tejidos subcutáneos. Consiste en la acumulación de tejido adiposo, que forma nódulos de grasa, agua y toxinas, localizándose preferentemente a nivel de la mitad inferior del cuerpo (glúteos, caderas, muslos). Puede presentarse de manera aislada o asociada a sobrepeso. La piel está compuesta por tres capas de grasa, y la celulitis se desarrolla en la capa más superficial, que se denomina hipodermis. En ella se produce una alteración de la circulación que origina un aumento de las células adiposas, con el consiguiente crecimiento del tejido graso y el engrosamiento de las paredes laterales, que forman una especie de hoyuelos.

Incidencia de la celulitis

Se estima que un 90% de las mujeres padecen celulitis. La diferencia entre hombres y mujeres se basa en que las mujeres son capaces de almacenar mayor cantidad de grasa porque esta se organiza en cámaras verticales, mientras que en el caso de los hombres la grasa se distribuye en unidades pequeñas y diagonales, de manera que no pueden acumular tanta grasa, lo que evita la formación de celulitis (aunque también se dan casos de hombres que la tienen). Se estima que cerca de un 90% de las mujeres padecen celulitis En ciertas épocas de la vida de una mujer existe mayor propensión a desarrollar celulitis. Estas son la pubertad, el embarazo y la premenopausia. También hay una predisposición racial, ya que las mujeres asiáticas casi nunca la padecen. Por el contrario, durante el período de lactancia materna se favorece la desaparición de la celulitis, e incluso se previene su aparición.


Tipos de celulitis

La celulitis puede ser generalizada o estar localizada:

Con respecto a la celulitis generalizada solamente afecta a mujeres obesas que tienen una alimentación desequilibrada. En la pubertad comienzan a aparecer los primeros síntomas de celulitis, problema que va aumentando con la edad hasta que llega a producir cambios estéticos importantes como la formación de hoyuelos en el abdomen, las caderas, los glúteos y los muslos. Este tipo de celulitis suele aparecer entre los 16 y los 20 años y, en algunos casos, hasta los 35 años.

La celulitis localizada es una de las más complicadas, porque no sólo se trata de una cuestión estética, sino que también ocasiona dolores internos. De hecho, en muchos casos la paciente tiene una sensación de pesadez que se denomina “síndrome de las piernas cansadas”. En casos graves, se aprecia un edema importante y la persona afectada puede llegar a tener dificultades para desplazarse.

La celulitis se suele desarrollar preferentemente en los tríceps, la parte inferior de la espalda, el abdomen, las nalgas, e incluso en los brazos.

Tipos de celulitis por grados

Existen diferentes grados de celulitis, lo que se aprecia con facilidad al pellizcar las zonas en las que suele predominar la celulitis, ya que al hacerlo se puede observar que el tipo de lesión varía desde pequeñas irregularidades en la piel en forma de hoyuelos, hasta zonas de la piel con una gran hinchazón que, además, resultan dolorosas al ejercer presión sobre ellas. En los peores casos se pueden producir incluso calambres.

  • La celulitis comienza por ser lo que se denomina celulitis edematosa, que se suele localizar en las piernas. No es una celulitis dolorosa ni se asocia a flacidez, y se caracteriza por una retención de líquidos y por presentar piel de naranja, que se observa al comprimir la piel, ya que a simple vista no es posible percibirlo. Este tipo de celulitis la padecen sobre todo las mujeres adolescentes.
  • La celulitis blanda es frecuente en personas sedentarias, cuya actividad física es nula. También es posible encontrarla en personas que realizaron alguna actividad física en el pasado y posteriormente la dejaron. También es habitual que aparezca en aquellas personas que han variado su peso en un breve periodo de tiempo. Esta forma de celulitis es más problemática ya que, además de la mencionada piel de naranja, pueden presentarse otros síntomas asociados como mareos e hipotensión, nerviosismo, insomnio y fatiga constante.
  • El tipo más grave de celulitis es la celulitis dura, que se caracteriza por la presencia de un tejido muy fibroso que rodea a máculas de grasa de diversos tamaños. Suele ser dolorosa y se asocia sobre todo con una alimentación deficiente (con pocos nutrientes) y una piel poco oxigenada.


Causas de la celulitis

Las causas de la celulitis son multifactoriales. Entre ellas se pueden citar el abuso de tabaco, el consumo de alcohol y café, una mala alimentación, el exceso de peso, y la falta de ejercicio, como detonantes para el inicio de la celulitis. En cuando al posible carácter hereditario de este trastorno, no puede afirmarse que la celulitis tenga esta condición, pero sí es cierto que la mayoría de las mujeres que sufren esta patología presentan antecedentes en su familia. Ciertas alteraciones como tener los pies planos o una columna que presenta una curva a nivel lumbar, pueden favorecer la aparición de celulitis. Igualmente, el uso de prendas de vestir demasiado ajustadas, que dificultan el retorno venoso, así como el sedentarismo, pueden empeorar la celulitis. Padecer alguna alteración hepática o renal también es un factor a tener en cuenta, ya que este tipo de trastornos favorecen la acumulación de deshechos y de residuos tóxicos. Las insuficiencias venosas, las varices y otros problemas circulatorios locales contribuyen a la aparición de celulitis al crear un problema en la microcirculación.

Tratamiento y prevención de la celulitis

Para tratar la celulitis es importante tener una buena alimentación y realizar ejercicio, además de seguir los consejos que detallamos en el apartado de prevención. Es preciso llevar una dieta saludable, baja en grasas, e ingerir abundantes líquidos. La sal se debe tomar con moderación, al igual que es aconsejable evitar los embutidos y pescados salados, e incluir en la dieta frutas y condimentos naturales (limón, ajo, perejil, hierbas aromáticas). Además, para evitar grandes empachos es conveniente consumir alimentos que sacien y resulten beneficiosos para el organismo, como el tomate, el repollo, la lechuga, las naranjas y limones, los huevos cocidos, los guisantes, las judías verdes, los espárragos, las setas y los mejillones. En cuanto al ejercicio físico, lo ideal sería trabajar aquellas zonas que son propensas a la acumulación de grasas (abdomen, glúteos, tríceps). Aparte de estas medidas básicas existen una serie de tratamientos que pueden mejorar el problema de la celulitis:

  • Cremas anticelulíticas: deben contener sustancias que estén involucradas en la microcirculación, el tejido graso y el tejido conectivo. Es muy importante que se apliquen correctamente realizando un masaje ascendente y circular sobre las zonas afectadas.
  • La cumarina, ruscus, flavonoides y rutina son utilizadas en las celulitis edematosas y blandas. En este tipo de celulitis es aconsejable el uso de estas sustancias drenantes, en forma de geles fríos.
  • La carnitina, extracto de alcachofa y cafeína son sustancias reductoras. Las cremas reductoras con efecto calórico son efectivas en aquellas celulitis con gran componente graso. Aunque hay que evitar su uso en personas cuya piel presente una gran flacidez, en aquellas que padezcan una celulitis edematosa, y también en el caso de que tengan alterado el retorno venoso.
  • Masajes: tienen que ser aplicados por profesionales, con constancia, para obtener buenos resultados, especialmente en el caso de la celulitis edematosa.
  • Existen también algunos tratamientos orales que contienen fórmulas similares a las de las cremas.

Tratamientos médicos para la celulitis

Dentro de los tratamientos médicos para combatir la celulitis existen varias alternativas:

  • Liposucción: va dirigida a eliminar la celulitis localizada. Se realiza un examen previo de la calidad de la piel para evitar problemas posteriores como el efecto de 'chapa ondulada', que puede aparecer si la intervención se ha realizado sobre piel poco flexible. La intervención en sí consiste en introducir una cánula en la zona afectada y aspirar la grasa profunda.
  • Lipoescultura ultrasónica: a través de ondas de alta frecuencia se produce la licuación de las células grasas. Tras esto, se eliminan con una succión a baja presión. Es un método mejor para aquellas zonas flácidas como los brazos, la cara interna de los muslos y el abdomen de mujeres mayores.
  • Endermología: se trata de un masaje mecánico que efectúa el método de “pliegue, enrollada, desenrollada”. Esta técnica se aplica sobre todo en la celulitis localizada y la piel de naranja.
  • Electrolipólisis: técnica utilizada para celulitis localizada en mujeres delgadas. A través de hasta cuatro tipos diferentes de corrientes eléctricas, según su frecuencia y potencia, se consigue quemar la grasa, eliminar las toxinas, y tonificar de nuevo los músculos de la piel. Son necesarias unas dos sesiones por semana durante cinco semanas.
  • Mesoterapia: se administran microinyecciones indoloras de medicación en dosis bajas. Son efectivas para el tratamiento de la celulitis localizada.
  • Ozonoterapia: la ozonoterapia tiene muchos efectos beneficiosos no solo como tratamiento de la celulitis. Es oxigenante, revitalizante, antioxidante, inmunomodulador, regenerador, antiálgico, antiinflamatorio y germicida.

Prevención de la celulitis

Manteniendo hábitos saludables es más difícil desarrollar celulitis. Estas medidas preventivas son:

  • Dejar de fumar, evitar el café, el alcohol, los alimentos refinados, fritos y altos en grasas, la ingesta excesiva de sal y el déficit de fibra en la dieta.
  • Beber dos litros diarios de agua.
  • Hacer ejercicio. Correr o caminar es muy recomendable.
  • Evitar el uso de prendas de vestir que se ajusten demasiado al cuerpo, el calzado con tacones altos y las malas posturas.
  • Controlar el estrés.
  • Tener cuidado con el consumo de anticonceptivos, ya que favorecen la retención de líquidos.


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