No hay que llorar
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No hay que llorar es una obra literaria que aborda el tema del período especial en Cuba, con énfasis en los primeros cinco años los cuales fueron los más difíciles para el país.
Sinopsis
Este libro es un documento valioso para muchos, desde quienes aspiran solo a disfrutar, sentir, conmoverse con la anécdota, hasta quienes buscan desentrañar explicaciones que sobrepasen cifras, conceptos y estructuraciones y, de ser posible, el anecdotario mismo. Y es, además, un libro que llama a la evocación, a la memoria incómoda que vamos ocultando en los desvanes, postergándola, con el secreto deseo de que se volatilice. Cada lector encontrará en esta obra los elementos que por sí mismo sea capaz de rescatar, a pasos y ritmos diferentes, a diferente calibre de mirilla.
Es un libro disímil, donde los juicios contrapuntean, acaso sin proponérselo. Como aprendimos de José Martí, las circunstancias difíciles, extremas, definirán el valor de las personas. De ahí que cada uno con sus resultados de definición haga de su testimonio carta de presentación tras la terrible, dura, contingente circunstancia histórica del llamado Período Especial.
Sobre la obra declaró el autor, Arístides Vega Chapú:
Datos del libro
Editorial: Ediciones La Memoria
Año de publicación: 2011
Cantidad de páginas: 150
ISBN: 978-99-713-87-6
Datos del autor
Arístides Vega Chapú (Santa Clara, 1962) es poeta, narrador y promotor cultural. Labora en el Centro provincial del libro y la literatura de Villa Clara. Ha publicado más de diez libros de poemas, y tres novelas, dos de ellas para jóvenes. Ha obtenido varios premios literarios. Posee la Distinción por la Cultura Nacional.
Criterios sobre la obra
Celia Medina Llanusa, escritora y periodista cubana:
Laidi Fernández de Juan, escritora y periodista cubana:
Mildred de la Torre Molina, Escritora, Doctora en Ciencias Históricas, investigadora auxiliar del Instituto de Historia de Cuba y profesora auxiliar de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana:
Como suele suceder, hay testimonios de mayor valía intelectual, donde lo trágico cotidiano se imbrica con la lógica del mundo concreto vivido. Ello se evidencia en quienes no dejaron de soñar, crear y apostar por el futuro. Así se expresaron Virgilio López Lemus, Arturo Arango, Guillermo Vidal, Aitana Alberti, Lourdes González, Laura Ruiz, Alberto Edel Morales, Enid Vian, Ricardo Riverón y Lina de Feria. Por supuesto, la verdad dicha desde el sufrimiento es digna de tenerse en cuenta si de construcción de una época o período se trata.
El hilo conductor del libro se muestra progresivamente en la medida en que sus actores hilvanan lo común para todos a través de la conducta individual. De esa forma resultan observables los multioficios ejercidos, junto a los recursos espirituales, para sostener la precaria supervivencia. Esta última se convirtió en la meta de cada día. No hubo diferencias clasistas y sectoriales. La sociedad se mostró dolorosamente equitativa, al menos para quienes dependían de sus propios medios económicos y vivían permanentemente en Cuba.
El libro de Arístides Vega no da cabida al olvido. Para ser más exactos y precisos, sus testimoniantes, entre los que se encuentra él, fortalecen el recuerdo.”Rafael González Escalona, intelectual cubano:
Sin embargo, existen una Cuba compuesta por millones de personas no tan jóvenes como yo, quienes vivieron esos sombríos días con una intensidad quizás solo equiparable a la efervescencia de la primera década de la Revolución, tal vez porque en ambos se jugaba la vida los destinos de la nación. Por ellos, por la mágica victoria de salir adelante cuando todos los presagios nos eran adversos, era necesario un libro como “No hay que llorar” (Ediciones La Memoria, 2011). Obra imperativa e impostergable la de Arístides Vega Chapú, que nos muestra las cicatrices (no del todo curadas en muchos casos) dejadas en escritores y artistas por esa realidad avasalladora que nos sumergió en la más profunda confusión, apenas comenzados los años noventa.
Oscuridad, duro, hambre, esperanza; son palabras que se repiten una y otra vez a lo largo de este rosario de anécdotas y cuentos que dibujan el contradictorio lienzo que fue nuestra nación durante el Período Especial. Muy acertadamente, Arístides Vega hilvana 36 testimonios (si contamos el prólogo de Jorge Ángel Hernández) recogidos desde diversos rincones del mundo, coincidentes unos, en las antípodas otros, y que desde las más variadas posturas y en acto de absoluta franqueza ilustran cómo se pudo sobrevivir sin nada de lo que parecía elemental hasta entonces, degustando gato por liebre –si se tenía esa suerte- o vendiéndolo todo para llegar al día siguiente.”Jorge Ángel Hernández Pérez, Poeta, narrador y ensayista cubano, prologuista del libro:
Cuba regresó a una especie de sociedad primitiva en el Período Especial. Los testimonios, de acuerdo con el estilo y los propósitos de alteridad, se refieren al diario objetivo de la subsistencia, aun en medio de sus profesiones entradas en la postmodernidad. Una sociedad que, en efecto, había logrado transformar el país y que quedaba, de golpe, ante una insospechada nada. Pero ese estatuto primitivo cubano se ve signado, una y otra vez, por la responsabilidad con la familia; no una familia sagrada, sino vital, existencial. Los sobrevivientes se declaran incluso dispuestos a rendirse por sí mismos; su familia, sin embargo, los impele, los obliga a postergar barreras éticas, a convertirse en héroes y heroínas que camuflan su mérito.
Las estrategias de sobrevida se desarrollan entonces en grupos familiares, con mecanismos que la propia sociedad transformada va incorporando como suyos. A veces, y sin proponérselo, los testimoniantes dan fe de los innobles valores de la especulación comercial, al tiempo que confiesan haber dependido de ella para alimentarse al menos ese día. Dos elementos signan sus deseos: alimento y cultura. Ambos pasan, cada vez, por las funciones sociales del trabajo. La mayoría, al detenerse en las vicisitudes, revelan la incompatibilidad del escritor con la maquinaria racional y productiva del capitalista.
Se hallan, pues, testimonios directos, brotes de recuerdos que no buscan asiento literario y, además, relatos literarios que dan fe de esas terribles circunstancias de Período Especial. Y textos de acusación, de culpabilidad, de angustias y de fe. Perfectas reacciones humanas que intentan resarcirse del golpe de desgracia.
Aunque hay menos testimonios de escritoras, casi todos son básicos a la hora de entender la fuerza natural del cubano —en neutro, es decir, en ambos géneros— para esas circunstancias. Desde su trascendido rol de soporte familiar, de lleno en la apuesta por emanciparse, estas mujeres demuestran su capacidad de sostener familia, amigos, costumbres, relaciones y oficios, su ánimo de resarcir cualquier agresión que la vida les depare y, con ello, su propia honestidad para el razonamiento, para reconocer los más entrañables valores del espíritu humano.”Fuentes
- Departamento de Investigación Biblioteca Municipal Ricardo Cabrero de Nuevitas
- Centropablo: No hay que llorar
- La Jiribilla: Presentación del libro No hay que llorar
- Carta por el libro necesario: No hay que llorar
- Trabajadores: Presentan libro sobre el Periodo Especial
- UNEAC: DESDE LA ANGUSTIA HASTA LA ESPERANZA
- Cubadebate: Crónicas de otros años duros