Personajes populares de Florencia

Personajes populares de Florencia
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Concepto:En la provincia de Ciego de Ávila han existido un grupo de personajes denominados populares en distintas épocas, específicamente en el territorio de Florencia.

Personajes populares de Florencia. En la provincia de Ciego de Ávila han existido un grupo de personajes denominados populares en distintas épocas, específicamente en el territorio de Florencia.

Descripción

Hay referencias de varios personajes que constituyeron tipos en el pueblo, de ellos nos ofrecieron pocos datos, generalmente nos hablaron de que eran muy ocurrentes, simpáticos y que” chocaban” con todo el mundo, todos correspondientes a los años 40 y 50.

Pepe el largo

Era un isleño muy alto, de ahí el nombre, que se dedicaba a cargar maletas a los viajeros que llegaban al pueblo o que iban a tomar el tren.

Miguel Sánchez

Le decían el prendero porque se dedicaba a vender anillos, cadenas, aretes, pulsos, gargantillas y de todo tipo de prendas que existieran. Era conocido como “el rey de las mentiras”por su costumbre de exagerar las cosas y su facilidad para inventar cuentos, muy originales y graciosos, de cosas que le han ocurrido o que había visto.

Relámpago

A sí lo recuerdan, era un “pordiosero” por su aspecto físico y su apariencia personal, siempre andaba sucio y despeinado y tenía una quebradura en un testículo que lo hacía horrible, sin embargo incursionaba en la venta y compra de ganado.

Modelo

Murió a mediado de los años ochenta. Vino a Florencia con el circo Modelo, por eso su nombre, y se quedó para siempre aquí .Tenia muchas ocurrencias, pero lo que más llamaba la atención de el era un gran conocimiento que tenía de la ciudad de La Habana, de la cual enumeraba todos sus cines y explicaba la ubicación exacta de cada uno, con el nombre de la calle y del barrio. Fue pelotero, pitcher, de reconocido prestigio en la zona.

Francisco Blesa

Fue muy conocido por estas tierras, era un curro que se había asentado en Cuba, profesor de gramática, según se decía, que siempre andaba deambulando de un lugar a otro seguido por más de una decena de perros a los cuales veneraba, y los defendía de cualquier ofensa. Los muchachos le tenían miedo y cuando lo veían le gritaban:”Blesa, corta cabeza, córtamela a mí que la tengo más tiesa”. Era pacifico y usaba un gran machete. Generalmente andaba por los montes y por las zonas del campo. Murió en un Hogar de ancianos a finales de los años 70 o principios de los 80.

Pancho Mesa

Se caracteriza por meterse con las mujeres sobre todo con las que tuviera los senos grandes. Los muchachos le gritaban “Pancho El Burro, Cajeta, Ojo de Buey” y él respondía con fuego de piedras e improperios. Vivía por los alrededores de Tamarindo pero andaba por todas la localidades del municipio. Se dice que él no quería que lo llevarán para el Hogar de Ancianos, que solo lo lograron diciéndole que iría para Miami, y que ahora se niega a “Volver para Cuba” porque allá la está pasando muy bien.

Juché

Es natural de Abras Grandes, medio loco, de habla muy enredada y cansona y de pocas relaciones sociales. Tenia un aspecto físico horrible, cabeza puntiaguda, cara muy fea con ojos saltones, camina ligeramente inclinado hacia adelante y con pasos largos. Es irritable, por lo que en ocasiones se vuelve muy agresivo. Acostumbra a vestir ropa militar y casco de constructor. De adolecente hacia ceremonias en las lomas para enterrar lagartijos (Para el callizcos) donde se pasaba horas enteras sonando rejas de arado y emitiendo gritos. Llegaba a formar cementerios de lagartijo, que el mismo mataba, con crucecitas y flores y los cuidaba celosamente.

Picadillo

Su verdadero nombre es Cervilio Cárdenas, actualmente tiene unos 75 años y se encuentra internado en un Hogar de Ancianos. Últimamente deambulaba por las calles como un demente, se caracterizaba por poseer un gran vigor, hacia mandados y cualquier trabajo que se le encomendara, “cuando le convenía”. Cuando los muchachos lo veían le gritaban varios apodos “Picadillo, Chirrón, Zaradelia” y el reaccionaba con gran ferocidad, lanzando piedras y gritando ofensas.

Se decía que cuando llegaba a otro pueblo exclamaba que ahí si se sentía bien porque nadie le llamaba Picadillo, lo cual provocaba que inmediatamente se lo dijeran. Esto dio origen a una frase popular, algunas veces escuchadas: Ser como Picadillo, recogida en esta monografía en la parte dedicada al habla popular.

El Chivo Pepe

El chivo Pepe fue para Florencia lo que el burro Perico para Santa Clara: Un símbolo de la bondad, la humildad y el patriotismo. Su existencia se enmarca entre la década de 1950 y principios de año de 1960. Se cuenta que era como ver a este curioso animal deambular por las calles del pueblo, ganándose el cariño y la simpatía de muchos y el regaño y escobazos de otros.

Había perdido a su dueño un adolescente que murió repentinamente y desde entonces estuvo de casa en casa dependiendo de la caridad de sus moradores, quienes generalmente le ofrecían panes, galletas, dulces y otros tipos de chucherías que el engullía sin reparos, así como papeles, cartones y otros desperdicios, lamía los cristales de las vidrieras donde se exhibían golosinas y a muchos Florencianos les robó el pan, que en aquellos tiempos los vendedores colocaban desde muy temprano en puntillas que sus clientes situaban en los portales de sus viviendas.

Cargó carretillas de leña y otro tipo de mandados y sobre su lomo cabalgaron decenas de pequeños jinetes. Cuentan que en el año 1958, en momentos que la represión militar acometía fuertes castigos contra los opositores de Batista, un grupo de Florencianos con claras ideas fidelistas lo pintaron con los colores de la bandera del 26 de Julio y le colgaron un cartel el pescuezo con una consigna revolucionaria y lo hicieron caminar por las calles del pueblo, lo cual produjo gran aceptación en sus habitantes, se dice que un policía lo ató y llevó al cuartel donde le arrancó el cartelón y le quitó la pintura. Este hecho quedó registrado en unas decimas que posteriormente hiciera el investigador local Pablo Fernández Fadraga, las cuales dicen así:

Es preciso recorda un hecho que sucedió en nuestro pueblo y mostro una hazaña singular. la figura principal que inspiro esta mención fue un chivo cuya acción aquí por todos recordaba fue por tiempos comentada en toda la población, el simpático caprino mascota de nuestro pueblo se convirtió sin quererlo en luchador clandestino, el que andaba en el camino, parques y calles diariamente transformándose de repente por la acción muy brillante de pacifico rumiante en combatiente elocuente. Una mañana fue echado el animal a la calle con un letrero en detalle a su pescuezo colgado el cartel por el mostrado llenó al pueblo de emoción, por la lucha y la razón en genuina rebeldía, pues en letras rojas decía, “Viva la Revolución”. Un policía que esto vio pasmado, casi alelado mirando hacia todos lados al bravo Pepe prendió y un viajante que observo el desenlace a su vista de la escena imprevista argumento sin desdén en este pueblo también hasta el chivo es fidelista.

Ya muy viejo murió Pepe fue sepultado con todos los honores que el mereciera, en el mismo lugar en que su madre lo trajera al mundo.

Monteagudo

Fue un personaje popular de la zona de Abras Grandes. Era tremendamente feo, blanco lechoso, visco de los dos ojos, su nariz era muy ñata y tenía la cabeza relativamente grande y redonda. Además tenía un problema que lo hacía caminar con las rodillas viradas hacia adentro. Siempre andaba en chaquetones y con la ropa en mal estado. Era excesivamente comelón. Constantemente deambulaba de un lugar a otro y como la gente sabía de su manía de tragar a donde quiera que llegara la gente le preguntaba si ya había comido a lo que él siempre respondía que no para que lo invitaran a la mesa. En una ocasión en que estaba muy lleno paso por un potro donde había unos carneros sueltos y uno de ellos comenzó a fajarle y por poco lo mata.

El iba mucho a la casa de su tío Venancio donde siempre le servían un plato de comida que engullía con rapidez, pero si escuchaba que en la casa el isleño Juan García, vecino de su tío tocaba el fotuto para llamar a sus partidarios a almorzar, soltaba el plato y salía corriendo para allá. Cuando llegaba, la dueña de la casa le decía que se arrimara a la mesa, que había llegado a buena hora a lo que el respondía invariablemente: “Más vale llegar a tiempo que a cada rato”. Un día después de haber almorzado en la casa de Juan Bravo, llegó a la de su tío Venancio donde le regalaron una mano de plátanos medios verdes para que los maduraran pero se puso a conversar con su abuelo, quien era medio sordo y se los comió todos. Al poco rato comenzó a sentir dolores de estómago y falta de aire. Sus quejidos fueron en aumento hasta que su abuelo pudo percatarse de lo que sucedía. Entonces el viejo, sorprendido, le sugirió a Monteagudo que se orinara en la mano y oliera un poco de orine y que se pasara otro tanto por el estómago. Hecho el remedio se sintió mejor; a partir de entonces se le recomendaba a las personas que veía padeciendo de ingestión.

Un día llegó a casa de Rosenda González y cuando ella le preguntó si ya había comido le contestó: “Las ganas doña Rosenda”, frase que se hizo popular en la zona para responder negativamente cuando alguna persona se le interrogaba sobre la satisfacción de algún deseo.

Un día fue hallado muerto en el cafetal de su casa. El acostumbraba a cantar mientras recogía café, esa vez a su madre le resultó extraño aquel silencio y mandó a otro de sus hijos a que le diera una vuelta. Cuando llegó lo encontró tumbado en el suelo, muerto y embarrado de excrementos, según se cuenta murió por una indigestión que sufrió al devorar una mano de plátanos burros maduros que le habían regalado, para luego comer en su casa extravagantemente, como si hubiera pasado el día en ayuno. ¡So Monteagudo!, se les hoye decir a ciertos hablantes de esa zona cuando se refiere al alguna persona de apetito exagerado.

Fuente

  • Monografía Historia de la Cultura del Municio de Florencia. R. Martínez Martínez, 1997.)