Piedad (Película)

Piedad
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Drama | Bandera de Corea del Sur Corea del Sur
104 min
Estreno2012
GuiónKim Ki-duk
DirectorKim Ki-duk
Dirección de FotografíaJo Yeong-jik
ProductoraNext Entertainment World / Finecut
PaisBandera de Corea del Sur Corea del Sur

Piedad (Filme). Filme del surcoreano Kim Ki-duk sobre el intento de redención de un pequeño delincuente que descubre su parte más humana en una sociedad corrompida por el dinero, ganó el León de Oro a la mejor película del festival de Venecia.

Sinopsis

Drama centrado en dos personajes, un cobrador de préstamos solitario y sin escrúpulos (Lee Jung-Jin) y una mujer (Jo Min-Su) que se presenta un día pidiéndole disculpas por haberle abandonado, asegurando que es su madre biológica.

Reparto

Lee Jung-Jin

Jo Min-Su

Woo Gi-hong

Kang Eun-jin

Jo Jae-ryong

Lee Myung-ja

Heo Joon-seok

Kwon Se-in

Song Moon-soo

Kim Beum-joon

Son Jong-hak

Jin Yong-uk

Kim Seo-hyun

Premios

2012: Festival de Venecia: León de Oro - Mejor película

2012: Satellite Awards: Mejor película extranjera (ex-aequo). 3 nominaciones

Críticas

Te meto un palo que t'avío

Para comprender mejor Pietà es necesario explayarse en la polémica figura del surcoreano Kim Ki-duk, un director autodidacta que fue aprendiendo el oficio a base de rodar películas. Kim se inició en el mundo del celuloide con Crocodile, claramente inspirada en Los Amantes del Pont-Neuf (la obra más lograda del francés Leos Carax), de la que el coreano siempre se ha declarado un ferviente admirador (también suele mencionar a Jean Luc Godard como otra fuente de inspiración). La filmografía del coreano está compuesta por 18 películas, que se encarga de recordarnos de un modo casi bochornoso en un cartel en los créditos iniciales de Pietà, rodadas a un trepidante ritmo (hubo un año en el que casi rivalizó con el incombustible Takashi Miike, en el que llegó a firmar 3 películas). Su interés por mostrar personajes tan marginales y traumatizados le conviertirían en un director algo inaccesible para el gran público durante su primera etapa y parte de la segunda.

En la primera mitad de Pietà da la sensación que estemos ante una de sus primerizas películas antes citadas, pero en este caso aderezadas con el buen hacer visual adquirido durante su prolífica carrera como cineasta. El director coreano retorna claramente a esos amateurs primeros trabajos, que se caracterizaban por un uso de la violencia extrema (con un acompañamiento musical más amateur y chirriante si cabe), no exenta de pequeños hallazgos visuales, que más adelante serían la base de su imaginería a partir de La Isla (Seom), la película que marcaría un salto de calidad definitivo en su estilo y que le dio a conocer internacionalmente en el ámbito festivalero europeo. Años después, en su periodo más exitoso en cuanto a aceptación popular (primavera,verano… y Hierro 3), suavizaría esa violencia y el aspecto visual y poético predominaría claramente sobre el resto.

Tomando su nombre de la escultura de Miguel Ángel de María sosteniendo el cuerpo de Cristo (símbolo del amor materno-filial), Pietà es una alegoría religiosa en la que el director coreano sigue las hazañas de un personaje sin escrúpulos que se dedica a cobrar préstamos. La primera impresión que tenemos de Kang-do, en la cama dándose placer a sí mismo de una manera muy animal mientras duerme, unido a su crueldad hacia los trabajadores aterrorizados que visita, a los que mutila sin ningún remordimiento para poder conseguir dinero del seguro médico, nos deja a las claras la catadura moral del personaje. Se trata de un ser solitario que trabaja para un prestamista, cuyo cometido es cobrar los intereses a los desesperados deudores, todos ellos trabajadores en una situación de precariedad económica absoluta.

Ki-duk nos obsequia con un drama urbano sobre las perversiones a las que nos lleva el cada vez más despiadado capitalismo y sus traumáticas consecuencias sobre las relaciones humanas, en un retrato sobre una sociedad cuyo único motor que lo mueve todo es el ansiado dinero. El coreano retrata sin concesión alguna las miserias humanas dentro de la crisis económica galopante que nos está tocando sufrir, en el marco de una historia de odio y de venganza llevados al límite, tan excesiva y desmedida, que sólo un autor con la capacidad narrativa y visual del director de Hierro 3 es capaz de intentarlo y salir vivo del envite.

La dirección de Kim en “Pietà” destaca por la capacidad que tiene de narrar una historia aparentemente inverosímil (como sucede en la mayoría de las premisas del coreano en su larga carrera), absolutamente cruel y triste, sin que el artificio argumental influya en el extraño vínculo emocional que se establece con la audiencia. El film nos plantea múltiples cuestiones y reflexiones, además de colocarnos en situaciones asfixiantes, que durante la primera parte del film pueden resultar casi grotescas e insoportables para los más despistados, pero que se antojan necesarias para enfatizar la catarsis a la que se verá avocado este torturador, y la ciega compasión que su madre siente por él.

Cuando bien avanzado el metraje llega el acertado giro argumental, la obra adquiere un tono más sutil. Es aquí cuando nos remite al Ki-duk más sugerente de sus trabajos más acertados, un lirismo que aquí, sin embargo, se muestra con cuentagotas, y que aunque en su última etapa (El Arco,Time, Breath, y muy especialmente Dream) seguía mostrándose resultón, se percibía bastante forzado e impostado, abusando reiterativamente de los auto-homenajes. Además de su sello incorruptible, parece como si Ki-duk hubiese tomado nota del estilo más comercial de sus compatriotas Park-Chan-wook y Bong Joon-ho en la trilogía de la venganza y Mother respectivamente, logrando un thriller que funciona incluso como entretenimiento a pesar de su extrema crudeza.

El director coreano siempre se ha sentido un incomprendido en su Corea natal, su film más exitoso en taquilla llegaría de la mano de Bad Guy, seguramente debido a la presencia de un actor muy popular en su país por aquel entonces. Da la sensación que en Pietà haya querido asegurar su cartera dando el papel protagonista a Lee Jung-Jin, también muy popular en Corea, un interpetre bastante alejado del cine de autor. El actor coreano sale claramente derrotado del duelo interpretativo ante la inmensa Jo Min-Su, que se como la pantalla desde su primera aparición, pero mantiene el tipo decentemente para ser un actor de estas características.

Pietà es con toda seguridad la mejor obra de Kim Ki-duk desde Hierro 3, aunque no llega al nivel de sus mejores trabajos, que da la sensación de que supusieron su zenit como autor. No obstante, tras su descafeinada última etapa y las nefastas críticas de Amén, su anterior y repudiado trabajo (el único del coreano que un servidor no ha tenido el placer de visionar) supone un atisbo de esperanza para la recuperación definitiva de uno de los autores más personales que ha dado el cine en el presente siglo.

Perturbadora

Es una alegría para mi encontrar otra película de esas que te provocan algo en ti que no es habitual. En este caso sin duda es incomodidad, si el oxímoron me es permitido, una placentera incomodidad.

¿Para qué es el cine sino para lograr en nosotros emociones? Y no hablo de aquellas películas que hacen uso de recursos básicos, fáciles para lograr esto (el mejor ejemplo de esto son algunas películas "gore" que sólo hacen uso del impacto visual, dejando de lado todo el resto de lo que compone al cine).

Considero que este es un film elaborado, donde se intenta lograr una belleza visual necesaria cuando de cine se trata, y sobre todo, con una historia y momentos que lograrán en nosotros un sentimiento de perturbación abrumador. Creo que son recursos completamente válidos para que entendamos a los personajes, y el dolor que ellos atraviesan, y como nuestros actos y personalidad son fruto de nuestras vivencias pasadas.

Es cierto que existen escenas donde no es claro porque los personajes actúan de esa manera, donde parecen un poco forzadas las respuestas a momentos por demás dramáticos, pero realmente creo que son escasos y no tienen mucho peso en el balance general.

Una buena película que creo vale la pena ver.

Kim Ki-Duk bautiza la crisis económica

Pietà tiene una historia interesante fuera de la pantalla.

Kim Ki-Duk se inspira en la Piedad de Miguel Ángel para concebir una historia que muestre el mayor de los dolores.

Tras su presentación en Venecia, buena parte de la crítica dispara contra el egocentrismo exacerbado del autor de Arirang, mientras que muchos otros la encumbran como su mejor obra desde Hierro 3.

En una Mostra de perfil menor que otros años, el director coreano gana el preciado galardón. Pero lo hace sin haberse cambiado de ropa, con el calzado gastado, como si fuera a volver de inmediato al Chungcheong en que malviven la madre, el hijo y los lisiados de su película. Días después sabríamos que, si las normas no lo hubiesen impedido, el jurado presidido por Michael Mann habría concedido a The Master un imposible tercer premio con forma de león de oro.

Me extrañaría que Kim Ki-Duk vea a estas alturas la estatuilla como una cura de humildad.

La historia de Pietà también es interesante dentro de la pantalla:

No debes perdértela, pero

El otro día vi Pietà, que ha recibido críticas variadas y un León de Oro en Venecia. A punto estuve de dejarla después de 20 o 25 minutos de gran violencia inexplicada, que culminan en una sorpendente violación...

El caso es que insistí un poco más y ya todo fue quedando más claro...

Pietà plantea situaciones de individualismo salvaje y muestra cómo la crueldad arraiga en el ser humano que vive desde su infancia inmerso en el desamor. Por otra parte nos muestra una sociedad dividida entre afortunados y miserables. Los segundos son los que se nos muestran, pero también para éstos el dinero es casi siempre el talismán en el que depositan su confianza; débil talismán por el cual prácticamente todos sufren y algunos mueren.

La venganza también juega un papel importante y probablemente sea el único sentimiento que genera reacciones más duras, emfermizas y persistentes que las que provoca el dinero o su ausencia.

Pietà es una película sangrienta, pero a veces tierna, con un ritmo magistral (una vez superados los primeros minutos) y con interpretaciones que van de lo inexpresivo a lo inolvidable.

Diría que no debes perdértela... pero si no eres aficionado a este tipo de cine, te puedes llevar una desagradable impresión y dejar la película a medias.

No es creíble pero es intensa

Una cinta que de entrada cuenta con varios de los elementos comunes en el cine coreano empezando por el protagonista cuya ocupación parece ser la más popular de ese país, además del contexto social miserable en una trama tensa con bastante violencia, personajes retorcidos y situaciones que rayan en lo bizarro, con la virtud de mantener siempre una intensidad dramática bastante bien lograda, todo esto, característico de los dramas de aquella latitud, que en este caso resultan muy efectivos a pesar de las varias escenas poco creíbles y las actitudes a veces incoherentes o poco convincentes de los personajes, además de la poca justificación para algunos de los momentos que reflejan miseria, violencia y contenido sexual, aspecto que podría ser muy molesto para algunos pero que abona mucho a la intensidad. Un elemento que si bien no de merita a la película aunque tampoco se justifica es el manejo de la cámara, que a menudo tiembla, se tambalea y se mueve como si de un error de filmación se tratara, aunque es un aspecto poco importante. La historia es peculiar y originalidad, con algunos detalles poco claros. Se recomienda sin esperar algo demasiado realista, al menos es muy entretenida.

Fuentes

  • Artículo Piedad. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 2 de febrero del 2013.
  • Artículo Piedad. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 2 de febrero del 2013.
  • Artículo Piedad. Disponible en: www.abc.com.py/espectaculos/, visitado el 2 de febrero del 2013.