Piort Lavrov

Piotr Lávrovich Lavrov
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Participa en la Comuna de París y en la Primera Internacional, actúa junto a Marx y Engels

Piotr Lávrovich Lavrov. Uno de los militantes y teóricos destacados del populismo revolucionario. A finales de los años cincuenta y comienzos de la siguiente década se une a Chernishevski, participa en la organización Zemliá y Volia, se pone en contacto con Herzen y Ogariov y publica en Golosá iz poesías contra el gobierno. En 1870, se evade del confinamiento y llega al extranjero, donde despliega una intensa actividad revolucionaria. participa en la Comuna de París y en la primera Internacional, actúa junto a Marx y Engels, dirige ediciones populistas y asiste al Primer Congreso de la Segunda Internacional.

Concepciones filosóficas de Lavrov

Las concepciones filosóficas de Lavrov se insertan principalmente en el contexto de un antropologismo enriquecido por las ideas del evolucionismo y la doctrina mecanicista del mundo y limitado por concesiones esenciales al positivismo en cuestiones del conocimiento. Según este autor, la naturaleza, el mundo exterior, existen objetivamente.

Lavrov reconoce los méritos de los exponentes del materialismo vulgar Buchner, Vogt y Moleschott por tomar la materia como punto de partida, pero los critica al identificar la conciencia y la materia, comparar la actividad del cerebro con la del hígado, subvalorar el papel de la conciencia e introducir los conceptos de fuerza química”, “fuerza eléctrica”, “fuerza pensante” que son a su entender, “refugios de la ignorancia” dignos de la vieja metafísica. Pero no menos erróneamente que los materialistas vulgares a quienes critica, sitúa entre esos conceptos metafísicos el concepto filosófico de la materia.

Tenemos fundamento real para entender que lo externo existe independientemente de nuestro pensamiento, que por el contrario, nuestra conciencia es producto de procesos externos, que lo externo existía mucho antes de comenzar el proceso de nuestra conciencia y existirá mucho después de ella.”

Crítica al positivismo

Este autor es uno de los primeros rusos que presenta la interpretación materialista del positivismo, especialmente la idea de la evolución de la naturaleza orgánica; critica la doctrina positivista de Kavelin acerca del libre albedrío, el elemento religioso en la filosofía de Comte, la índole reaccionaria de los ideales políticos de los positivistas, el que estos pensadores rehuyeran la solución de los problemas prácticos que la vida plantea a la Filosofía.

La insuficiencia de este principio – escribe Lavrov – confiere al positivismo ese carácter empírico a consecuencia del cual no puede responder sino con efugios a las cuestiones fundamentales respecto a su método y su derecho a existir…En virtud de ello se limita a formular demandas a una futura filosofía, sin que él mismo ofrezca esa filosofía. En virtud de ello, los positivistas no saben qué adoptar ante las cuestiones prácticas.”

Al mismo tiempo, Lavrov acepta de modo acrítico la tesis agnóstica de los positivistas según la cual no podemos conocer la esencia de las cosas y no conocemos más que los fenómenos. Esta concesión al positivismo le hace acreedor a la crítica de los demócratas revolucionarios. Engels la critica los planteamientos metodológicos tendentes a conjugar teorías heterogéneas.

Tres aspectos de su doctrina filosófica

Lavrov intenta erigir su propio sistema, en el cual la filosofía de la naturaleza examina el mundo externo, la filosofía del espíritu, el mundo interno, el mundo espiritual del hombre, y la filosofía de la historia, la actividad de los individuos, los altos principios morales. En esta línea expone su doctrina filosófica bajo tres aspectos: la filosofía en el conocimiento, la filosofía en la creación y la filosofía en la vida.

La “filosofía en el conocimiento” Se basa en el empirismo, abarca y agrupa hechos concretos, les confiere unidad rigurosa, forma de ciencia, pone al descubierto el nexo y la repetición en la naturaleza. Ahora bien, la filosofía no puede limitarse al empirismo y al registro de los hechos, trasciende de modo natural a un nuevo estado cualitativo. La “filosofía de la creación” Incluye la crítica, la cual está llamada a completar la creatividad, a ayudar a vencer la inmovilidad y la rutina. A través de la crítica pasa la filosofía al grado superior, la “filosofía en la vida”, cuyo contenido esencial es la elaboración de los ideales morales superiores y la lucha por aplicarlos en la vida práctica.

La filosofía en el conocimiento – escribe el autor – es alinear todos los datos en u sistema conmensurado, comprender todo lo existente como único, es la unidad en la comprensión. La filosofía en la creación es introducir la comprensión del mundo y de la vida en la actividad creadora, encarnar en la imagen, en la forma conmensurada la unidad comprendida de todo lo existente, es la unidad de pensamiento y forma. La filosofía en la vida es la apercepción de la actividad cotidiana, el introducir en nuestra actuación la comprensión de todo lo existente como único, el encarnar la unidad comprendida de todo lo existente en el ideal práctico, es la unidad de pensamiento y acción.”

Ideas sociológicas de Lavrov

En las “Cartas sobre historia” (1868-1869) y en otras obras centra su atención en los problemas del progreso histórico que, a su entender, está determinado por el grado de desarrollo de la convivencia humana, de los principios morales de la fraternidad, el colectivismo y la solidaridad. En este terreno elabora su método subjetivo en la sociología. Según Lavrov, en la naturaleza imperan leyes objetivas y los naturalistas utilizan el método objetivo para investigar la naturaleza. Mientras que, por el contrario, el la sociedad no rigen leyes objetivas, en ella actúan individuos que piensan con sentido crítico, emiten valoraciones subjetivas acerca del progreso histórico y cada vez plantean ante sí y ante la sociedad unos o otros fines e ideales morales que determinan el nivel de progreso de la vida social. Estos fines e ideales son siempre subjetivos, y las luchas que se riñen son precisamente para alcanzarlos.

Como resultado, deduce Lavrov, en la sociología, a diferencia de las ciencias naturales, reina el método subjetivo. Como se observa, para el autor el progreso histórico de la sociedad se reduce a valoraciones subjetivas de los sucesos desde el punto de vista de los ideales morales de los individuos de pensamiento crítico. La concepción de este autor es idealista subjetiva y metafísica. Ignora las leyes del desarrollo social y habla de la sociedad en general, del Estado en general, del progreso y del individuo en general. En las mencionadas cartas condena los males sociales y la opresión del hombre por el hombre, las querellas nacionales y las guerras, expone la idea de la deuda de la intelectualidad ante el pueblo que padece todas las durezas de la vida y crea las condiciones para que actúen los individuos de pensamiento crítico y puedan propagar los altos ideales morales. En esta misma obra expresa Lavrov el problema de la formación del partido de los hombres de pensamiento crítico y la difusión de las ideas socialistas entre el pueblo. Todo esto respondía a las demandas de los populistas revolucionarios, que poco después comenzarían su “peregrinación al pueblo”.

El movimiento obrero de Occidente, la labor de la Primera Internacional, la Comuna de París, la lectura de Marx y Engels ejercen gran influencia sobre Lavrov. Prueba de ello son sus obras “La revolución social y las tareas de la moralidad” (1884), “El elemento estatal en la futura sociedad” (1875-1876), “La Comuna de París (1875) y otros textos en los que enfoca los problemas de la moral en unidad con las tareas de la revolución social. El centro de estas obras es el problema de la moralidad socialista, que contrapone a la moralidad feudal y burguesa. Para el autor, los principios supremos de la “moralidad socialista” son la “fraternidad”, “el trabajo de todos en bien de todos”, “la cooperación universal para el desarrollo universal”, proclamados por el “socialismo científico”. Estos principios pueden ser realizados en el terreno de los intereses económicos fundamentales, sobre la base del desarrollo industrial, a través de una revolución social que debe llevar a cabo la clase de los obreros, que es portadora de los nuevos ideales. La clase de los obreros industriales debe estar pertrechada con una sola teoría del socialismo obrero internacional y una organización como la Internacional, debe tener su partido de la revolución social, buscar aliados y determinar quiénes son los compañeros transitorios de la revolución. Al criticar a los anarquistas, Lavrov señala la necesidad de instituir un nuevo Estado y utilizarlo para afianzar la victoria del socialismo obrero. Tales son en términos generales las concepciones de Lavrov en los problemas de la revolución social y la moralidad en los países europeos desarrollados.

Respecto a Rusia Lavrov elabora la doctrina populista. En ella idealiza la comunidad campesina, en la cual ve un socialismo embrionario, se opone al desarrollo del capitalismo en el campo, subvalora el papel de la clase obrera de Rusia y considera que en este país no han madurado todavía las premisas históricas para el proletariado industrial y el partido socialdemócrata, sin negar por ello su significación en el futuro.

Los revolucionarios rusos – dice Lavrov – no eluden ninguna tarea del socialismo científico: esperan pese a todo que el triunfo del pueblo venga de la iniciativa popular, de la penetración de los principios del trabajo colectivo y de la propiedad colectiva en las masas obreras, que son las únicas que pueden llevar a cabo la revolución social en Rusia y en los demás países.”
V. I. Lenin

Lenin critica las utopías subjetivas y las desviaciones de Lavrov, su doctrina populista, al tiempo que valora altamente sus convicciones revolucionarias, su lucha contra la autocracia, su propaganda de las ideas revolucionarias y le llama “un veterano de la teoría revolucionaria.”

Enlaces externos

Fuentes

  • Historia de la Filosofía. Tomo I. Historia de la Filosofía Premarxista. Segunda Edición. Ed. Progreso Moscú. 1983. Cap. II. Pág. 444.
  • P. L. Lavrov. Filosofía y sociología. t. I. Pág. 571.