Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-01-12

Un cambio a medida de Washington

Página 12. 7 de enero de 2016. Argen Por Juan Manuel Karg*

La vertiginosa agenda inicial de Mauricio Macri, que contempló decenas de DNU a fin de dejar sin efecto importantes políticas del kirchnerismo –como la ley de medios– también tiene su correlato en el área de las relaciones internacionales. La vuelta de un presidente argentino al Foro Económico Mundial de Davos así lo demuestra, visto y considerando que los tres antecesores directos en ese ámbito (Menem, De la Rúa y Duhalde) no fueron precisamente gobernantes que hayan planteado una diferenciación respecto a Washington y el FMI, como si lo hicieran los Kirchner. Más bien, fueron dirigentes que cumplieron al pie de la norma las exigencias de los organismos multilaterales de crédito para endeudar al país, en un círculo defectuoso que lamentablemente la Argentina parece dispuesta a retomar.

¿Está mal ir a Davos per se? No. Dilma y Lula lo han hecho, por ejemplo, visto y considerando el peso de la economía brasileña en el mundo contemporáneo. Pero ambos se cansaron de plantear allí la urgencia de la reforma del sistema financiero internacional. Y antes de viajar concurrían al Foro Social Mundial de Porto Alegre, mostrando un apego a otras instancias de participación internacional. Es decir: no iban a Davos a acatar, sino a intentar influir dentro de un movimiento de países emergentes, que luego configuraron los Brics, mostrando una alternativa a estas propias instancias. Esto en Macri es impensable, por su formación, pero sobre todo por su orientación ideológica y su marco de alianzas, proclive a aceptar condicionamientos externos.

Una particularidad más en este sentido: a la par de la confirmación del viaje a Suiza, nada ha dicho (ni él ni la Cancillería argentina) en relación a la próxima cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se realizará el 27 de enero en Quito, Ecuador. Esto se relaciona con un dato evidente para cualquier persona que siga el ámbito de las relaciones regionales: ni Unasur ni Celac han sido organismos que el actual presidente haya mencionado en alguna ocasión en público. No forman parte de su consideración.

En esto Macri se diferencia de otros dirigentes conservadores de la región, que contemplan que en la Celac se puede dar una “unidad en la diversidad”: Juan Manuel Santos (Colombia), Enrique Peña Nieto (México), Ollanta Humala (Perú), y hasta en su momento Sebastián Piñera (Chile) tuvieron participaciones en las diversas reuniones que la Celac. Piñera llegó a presidir la misma, y hasta tuvo que cederle la presidencia pro témpore a Raúl Castro, más allá de que indudablemente el “bloque posneoliberal” ha tenido una nítida conducción de este proceso integracionista. El propio Santos, por su parte, cumplió un destacado rol dentro de Unasur a través de su cancillería, antecedente que Macri tampoco parece tomar en consideración.

En relación a estos cambios en la política exterior argentina, en las últimas horas se conoció una noticia que debe ser analizada puntillosamente: Obama parece dispuesto a visitar Buenos Aires tras el viaje que hará a Perú en noviembre próximo, según da a conocer The New York Times. ¿Cuál es el objetivo del viaje a Lima del saliente presidente norteamericano? Su participación en la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, instancia que impulsa el recientemente firmado TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica). Detrás del TPP hay un objetivo bien concreto, planificado durante la presidencia de George W. Bush: aumentar la influencia norteamericana en la región asiática, a expensas de la no participación de China –la segunda economía del mundo– en este tipo de acuerdos comerciales.

¿Qué busca en concreto EEUU? Que China no defina las reglas del comercio internacional. ¿Qué significará en concreto el TPP? Que los Estados tengan obligaciones, y las corporaciones derechos, como bien lo demuestra el lobby de la industria farmacéutica contra la elaboración de medicamentos genéricos.

Entonces, ¿es casual que Obama planifique venir a la Argentina luego de este viaje, siendo que antes –y desvinculado de este acuerdo– viajará a Cuba (deshielo) y Colombia (paz), según informa el propio NYT? La respuesta es no. Macri ya se ha mostrado favorable a “flexibilizar” el Mercosur para converger con la Alianza del Pacífico (de la que sí habló, siempre elogioso, a diferencia de Unasur y Celac). Por ende, la visita de Obama podría tener un condimento especial para Argentina: sería la piedra fundacional para intentar sumar a un actor clave de la economía regional al TPP. EEUU sabe que no será sencillo, puesto que todo acuerdo comercial del país debe pasar por el Mercosur; sin embargo, buscará romper definitivamente la sólida unidad que hasta 2015 tuvo el eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas (buscando asimismo formar un nuevo triángulo: Buenos Aires-Asunción-Montevideo).

Este último punto tiene relación, asimismo, con un cambio vertiginoso en relación a los Brics: Argentina ha pasado de pedir el ingreso al bloque –tal como hizo Cristina Fernández ante el propio Lula meses atrás– a decir que revisará los acuerdos firmados con China, entre los cuales están dos importantes represas en el sur del país. Paradójicamente, a sólo diez años de haberle dicho “no” a Bush en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata –donde Néstor Kirchner ofició de anfitrión– la política exterior argentina sufre una ciclotimia veloz que la puede llevar nuevamente a negociar su participación en un nuevo tratado de libre comercio con hegemonía de la primera economía del mundo. Como se ve, un “cambio” a medida de Washington.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

*Politólogo argentino de la Universidad de Buenos Aires; analista internacional.

El Congreso de Estados Unidos da su brazo a torcer y aprueba la reforma de cuotas del FMI

RussiaToday. 3 de enero de 2016 . Rusia Por Ariel Noyola Rodríguez*

Aparentemente el año 2015 marca el inicio de la revolución en el interior del FMI. Primero se avaló la inclusión del yuan en los DEG, la canasta de divisas creada en 1969 para servir de suplemento de las reservas oficiales de los países miembros. Y ahora, gracias a la aprobación del Congreso de Estados Unidos, el FMI podrá implementar finalmente la reforma del sistema de cuotas de representación, con lo cual, China y otras potencias emergentes ganarán peso en la toma de decisiones, mientras que los países del continente europeo perderán relevancia. No obstante, todavía es prematuro concluir que se trata de una transformación radical en la correlación de fuerzas dentro del FMI: Estados Unidos seguirá manteniendo su poder de veto.

Estados Unidos parece haber comprendido por fin que para conservar su liderazgo global resulta más contraproducente desconocer el creciente protagonismo de China y otras potencias emergentes, que compartir responsabilidades en la gestión de las finanzas internacionales. Por esa razón, y muy a su pesar, Washington no ha tenido otra alternativa que otorgar importantes concesiones a sus adversarios a través del Fondo Monetario Internacional (FMI).

En un primer momento, la última semana de noviembre, el FMI adoptó la decisión de incorporar el yuan en los Derechos Especiales de Giro (DEG, ‘SpecialDrawingRights’), la canasta de divisas que creó a finales de la década de 1960 para complementar las reservas oficiales de sus miembros. Aunque en el interior del Fondo varios funcionarios estadounidenses se opusieron desde un principio, al final de cuentas Pekín se comprometió a seguir avanzando en la liberalización de su sector financiero.

Hasta la fecha el Banco Popular de China ha firmado cerca de cuarenta acuerdos bilaterales de permuta de divisas (‘currency swaps’). Este año los bancos centrales de Surinam, Sudáfrica y Chile comenzaron a promover entre las empresas de sus países el abandono del dólar. De modo creciente, el yuan suplanta a la divisa norteamericana en la facturación de los intercambios comerciales del gigante asiático.

Esta estrategia ha permitido que el yuan sea hoy la segunda moneda más utilizada en el financiamiento comercial y la cuarta en los pagos transfronterizos, según los datos de la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT, por sus siglas en ingles). Y más temprano que tarde la moneda china será plenamente convertible, es decir, intercambiada libremente en el mercado sin ningún tipo de restricción.

Es así como los dirigentes del Partido Comunista [de China] consiguieron echar abajo las suspicacias de la directora ejecutiva del FMI, Christine Lagarde: a partir del próximo 1º de octubre de 2016 el yuan se convertirá en la tercera divisa más relevante en la composición de los DEG. La “moneda del pueblo” (‘renminbi’) tendrá un peso mayor dentro de la canasta del FMI en comparación con el yen japonés y la libra esterlina, aunque se ubicará todavía por debajo del dólar y el euro.

Y en un segundo momento, el pasado viernes 18 de diciembre, el Congreso de Estados Unidos dio luz verde para que el FMI implemente la reforma del sistema de cuotas de representación. Sin lugar a dudas, es el cambio más importante dentro del FMI desde 1944, el año en que se construyeron los acuerdos de Bretton Woods. El nuevo reparto de cuotas significa, además, un gran respiro para el Fondo en términos de legitimidad.

Es que después del colapso económico de 2008 se puso en evidencia que el FMI no contaba con los recursos suficientes para hacer frente a las crisis liquidez. Ningún país que se dijera soberano tenía intenciones de solicitar su ayuda. El FMI se desprestigió por completo tras su actuación en las crisis de deuda de América Latina y del Sudeste asiático: había demostrado que operaba como el brazo armado del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, y no como un fondo multilateral encargado de estabilizar las balanzas de pagos de sus adherentes.

Por ello, Dominique Strauss-Kahn, quien se desempeñó como director gerente del FMI entre 2007 y 2011, convenció a los países emergentes de realizar nuevos depósitos a cambio de incrementar sus cuotas. El Directorio Ejecutivo del FMI avaló la propuesta el año 2010 en el marco de la XIV Revisión General de cuotas.

Luego se presentó la iniciativa de reforma ante la Junta de Gobernadores (integrada por la totalidad de los miembros), para someterse por último a la aprobación de los parlamentos nacionales. Y entonces el Gobierno de Estados Unidos hizo valer su poder de veto. Es que para que una decisión sea acreditada por el Fondo necesita una mayoría del 85% de la votación, y Estados Unidos por sí solo contaba con 16.7% del total.

Pero hace unos días, tras cinco años de ferviente oposición de parte del Congreso norteamericano la inercia finalmente se rompió. La reforma del sistema de cuotas será una realidad. Los recursos a disposición del FMI se duplican, se elevarán a 659,670 millones de dólares. Cabe destacar que la cuota que se asigna a un país determina el nivel máximo de sus compromisos financieros frente al FMI y su número de votos en la institución, y es un factor que determina su acceso al financiamiento del FMI

El avance más importante corresponde a China, cuya derecho de voto pasará de 3.8 a 6%, con lo cual, será el tercer país con más poder, únicamente por detrás de Estados Unidos y Japón. Brasil sube cuatro posiciones, mientras que India y Rusia lograron entrar en la lista de los diez más influyentes. En cambio, las asignaciones de Europa cayeron. A excepción de la cuota de España, que pasará de 1.68 a 2%, Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido disminuirán su participación.

“Las reformas incrementan significativamente los principales recursos del FMI y nos permiten desplegar una respuesta más eficaz ante las crisis, a la vez que mejoran la estructura de gobierno institucional al reflejar mejor el creciente papel que desempeñan los países emergentes y en desarrollo dinámicos en la economía mundial”, apuntó Lagarde en un comunicado de prensa.

Con todo, lamentablemente Estados Unidos conservará su poder de veto: su derecho de voto disminuirá únicamente dos décimas, de 16.7 a 16.5%. Hasta ahora todo parece indicar que los dirigentes de Pekín no desean confrontar la dominación de Estados Unidos en el seno del FMI, institución que a más de setenta años de ponerse marcha, se mantiene como el “prestamista de última instancia” más importante en escala mundial tomando en cuenta el volumen de recursos que maneja.

La disputa entre China y Estados Unidos es solamente tangencial. Pekín ha buscado incrementar su influencia financiera a través de sus poderosos bancos estatales (China Development Bank, China Ex-Im Bank, ICBC, Bank of China, etc.), y a través de los bancos regionales de desarrollo en los que participa: el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), el Banco de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés) y el banco de los BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

Tanto en Asia-Pacífico, África, como en América Latina y el Caribe, no hay duda de que China compite cara a cara con el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo respaldados por Washington (Banco Asiático de Desarrollo, Banco Africano de Desarrollo, Banco Interamericano de Desarrollo, etc.) en el financiamiento de proyectos de infraestructura y extracción de materias primas (‘commodities’).

Sin embargo, los mecanismos de cooperación financiera impulsados por Pekín que proveen liquidez a los países en coyunturas críticas (problemas de liquidez), tales como la Iniciativa ChiangMai (integrada por China, Japón, Corea del Sur y diez economías de la ASEAN) y el Acuerdo de Reservas de Contingencia de los BRICS (también conocido como el “mini-FMI”) poseen escasos recursos monetarios, operan en dólares [9], y además dependen del aval del FMI para otorgar préstamos a partir de cierto límite.

Por lo tanto, si bien es una excelente noticia para el mundo que China y otros países con elevadas tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) hayan conseguido ver incrementada su participación en el FMI y tener dos puestos más entre los veinticuatro del Directorio Ejecutivo, Estados Unidos seguirá ejerciendo una dominación aplastante.

Si Washington no está de acuerdo en algún detalle, por mínimo que sea, podrá vetar cualquier propuesta de los países emergentes gracias a su poder de veto. Es indudable que en algún momento, China deberá ejercer presión para evitar que un solo país escriba las reglas del juego, tiempo al tiempo…

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

*Economista mexicano, columnista de la revista de opinión Contralínea. Es publicado con frecuencia en medios alternativos.

Ucrania bajo la injerencia del FMI se hunde en la recesión

Tercera Información. 23 de diciembre de 2015. España Por JérômeDuval* Cerca de dos años después de la caída del gobierno de Yanukóvich, el FMI se ha convertido en el guía de una política económica marcada por la crisis.

Parece que no importara que la política del FMI que se disemina por el mundo provoque caos social como en Grecia o en cualquier otro país, puesto que el objetivo es siempre el mismo: reforzar el capital privado a expensas de los bienes y servicios sociales. Y el FMI, cuya sede está en Washington, sigue en Ucrania a pesar de ser una institución tan despreciada por su fuerte implicación en la ola de las desastrosas privatizaciones en Europa del Este, durante la transición postcomunista a comienzos de los 90. Desde el inicio de la crisis, en noviembre de 2008, Ucrania figura entre los primeros países europeos que cayó en la ratonera del FMI, después de Islandia, Georgia y Hungría.

Debido a un poderoso movimiento insurreccional que llevó a la destitución del presidente ucraniano VíktorYanukóvich, el nuevo Gobierno transitorio, establecido el 27 de febrero de 2014, ofreció al FMI la oportunidad de administrar una severa cura de austeridad al pueblo ucraniano. Sin siquiera esperar a las elecciones, se desarrollaron unas opacas negociaciones con ese Gobierno no elegido, que desembocaron en la adopción de políticas ultraliberales a cambio de un préstamo del FMI.

Para el actual primer ministro ArseniIatseniuk, no existiría ninguna alternativa a las órdenes del FMI. Ya en octubre de 2008, cuando era presidente del Parlamento, Iatseniuk declaraba respecto al programa del FMI: “No tenemos otra elección. No es una cuestión política, es una cuestión vital para la actividad del país”. Cinco años y medio más tarde, en marzo de 2014, ArseniIatseniuk, convertido en primer ministro del Gobierno transitorio, afirmó con respecto a un inminente programa de austeridad del FMI: “El Gobierno aceptará todas las condiciones fijadas por el FMI, porque no tenemos otra elección”.

Con el nuevo Gobierno del oligarca y multimillonario Petro Poroshenko, investido presidente de Ucrania en junio de 2014 con la promesa de poner fin a la guerra en tres meses, pocos cambios se pueden esperar, ya que mantiene a ArseniIatseniuk en las funciones de primer ministro. Ucrania continúa su ruta dentro del monorraíl liberal de las políticas de austeridad dictadas por el FMI. A los ojos del poder establecido y cualquiera que sea el precio a pagar, no hay ninguna otra opción válida. Reinando, por lo tanto, el famoso dogma de Margaret Thatcher, “Thereis no alternative”.

Sin embargo, todos los indicadores económicos del país, que está bajo el yugo de la institución acreedora, se vuelven rojos. La deuda pública del Estado aumentó más de dos veces en menos de dos años, y pasó de 480.000 de grivnas (UAH) el 31 de diciembre de 2013 a 1.185 millones el 30 de abril de 2015. El producto interior bruto (PIB) sufrió una caída del 6,8% en 2014 (pasó de 180.000 millones de dólares en 2013 a 130.000 millones en 2014).

En 2015, el PIB por habitante alcanzó al de Sudán, cerca de 2.100 dólares. El país vio cómo sus reservas en divisas se hundieron a menos de la mitad (-63%) en 2014 –estaban bajo el umbral de 10.000 millones de dólares por primera vez en diez años– con el fin de mantener la moneda nacional, la grivna, que tuvo una fuerte caída con respecto al dólar, y financiar así ocho meses de campaña contra los rebeldes prorrusos en el este del país –conflicto que ya produjo más de 8.000 muertos en 18 meses–.

Reestructuración de la deuda y sumisión

Después de cinco meses de negociaciones, los principales acreedores privados de Ucrania, reunidos en un comité liderado por el fondo de inversiones Franklin Templeton, obtuvieron un acuerdo con Kiev para reestructurar la deuda. El acuerdo conseguido a fines de agosto de 2015 prevé una disminución del 20% de la deuda pública en manos del sector privado (que alcanza los 18.000 millones de dólares), o sea cerca de 3.600 millones de dólares, y un alargamiento de cuatro años del plazo de reembolso de 11.500 millones de dólares.

Franklin Templeton, que posee cerca de 6.500 millones de dólares en títulos (un tercio de las euro-obligaciones ucranianas), firmó un contrato con el fondo de inversiones Blackstone que aconsejará a ese grupo de acreedores privados durante esas negociaciones.

Blackstone, responsable en España de especulaciones inmobiliarias y de expulsiones de viviendas por falta de pago, también es bien conocido en Grecia, ya que aconsejaba a acreedores privados en 2012.

Este fondo de inversiones difunde sus consejos a los mismos acreedores privados frente a otros países deudores como Ucrania. Por otro lado, Ucrania, como Grecia hace unos años, está representada por el banco Lazard durante esas negociaciones de la deuda. En otras palabras, Ucrania se encuentra arrinconada entre los mismos actores ávidos de beneficios que hundieron a Grecia en una crisis sin precedentes: por un lado, Lazard que aconsejó –indudablemente muy mal– a Grecia y por el otro, el fondo de inversión Blackstone, que representó tan bien a los acreedores en Grecia. ¿Con los mismos, comenzamos de nuevo?

El secretario del Tesoro estadounidense, Jack Lew, dio la bienvenida al acuerdo que “ayudará a mejorar las finanzas públicas ucranianas y proveer a las autoridades de un margen de maniobra para ejecutar su ambicioso programa de reformas (…) apoyado de todo corazón por Estados Unidos”. No se puede ser más claro en cuanto a la voluntad del FMI y de su accionista mayoritario, Estados Unidos: el alivio de la deuda, ridículo con respecto a los futuros nuevos préstamos, sólo permite proseguir los reembolsos con intereses y la aplicación de medidas capitalistas. Si a los oligarcas les va bien, por el contrario, el pueblo ucraniano no ha conseguido salir de la crisis.

La deuda con Rusia

Por otra parte, Rusia, que rechazó participar en la reestructuración de la deuda privada liderada por Franklin Templeton, exige el pago de 3.000 millones de dólares –que constituye el primer tramo desembolsado en 2013, de un acuerdo de préstamos de 15.000 millones de dólares concedido por Putin al expresidente Yanukóvich) que vencen el 20 de diciembre de 2015. Pero Rusia, que no tiene derecho a veto en el FMI –solamente tiene el 2,39% de derechos de voto en el FMI– no lo tendrá fácil para que se la escuche por sobre esas euro–obligaciones sometidas a la ley británica.

El FMI desea urgentemente modificar sus propias reglas con el fin de poder proseguir con su plan de ayuda a Ucrania aunque ésta no reembolse su deuda con Moscú. En efecto, según sus propios estatutos, la institución no está autorizada a prestar a un país miembro que se encuentre en cesación de pagos de su deuda (default). El FMI controlado desde su creación por Estados Unidos, exige una liberalización desmesurada de Ucrania, incluso si tal cosa se parezca más a un descenso a los infiernos.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

*Investigador belga. Miembro del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) y de la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD).

Ucrania en manos de oligarcas y financieros

Tercera Información. 4 de enero de 2016. España Por JérômeDuval*

En un país de paradojas extremas, los cambios van deprisa. Más allá del símbolo que supone que se derribe una estatua de Lenin en Odessa en el marco de las leyes de “desovietización” para reemplazarla por otra… del héroe de StarWars, DarthVader (!), merece la pena sumergirse en el laboratorio de un capitalismo desenfrenado que nos ofrece Ucrania.

Siguiendo la famosa conversación telefónica pirateada entre Olivia Nuland, subsecretaria de Estado estadounidense para Europa y Eurasia de Obama, y el embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt, el nuevo presidente ucraniano Petro Poroshenko, en relación estrecha con George Soros, prosigue su acercamiento a EE UU y sectores empresariales, a expensas del pueblo ucraniano, que se hunde en la miseria bajo políticas de austeridad asesinas.

El millonario Poroshenko toma el poder

El 25 de mayo de 2014 tuvieron finalmente lugar las elecciones presidenciales, marcadas por una abstención de más del 40%, que llevaron al poder al millonario y hombre de negocios Petro Poroshenko. Él es uno de los más importantes sponsors y organizadores de la revolución naranja y habría también apoyado financieramente el movimiento EuroMaidán. El nuevo hombre de Estado ha construido su fortuna aprovechándose de la ola de privatizaciones entre 1996 y 1998, durante la cual compró numerosas empresas públicas de pastelería, que fusionó con el grupo Roshen, en referencia a su nombre de familia.

Exdirector del banco central ucraniano (2007-2012), después ministro de Economía del gobierno Azarov en 2012, Petro Poroshenko aplica una política ultraliberal.

El acuerdo de librecomercio, firmado por Kiev con la UE, debería entrar en vigor en enero de 2016 y otro con Canadá está a punto de cerrarse. En 2014, según la revista Forbes, su fortuna estaba estimada en 1.600 millones de dólares (cerca de 1.500 millones de euros), lo que le coloca entre los hombres más ricos del país. Poroshenko encabeza un imperio que comprende el astillero naval y de armamento LeninskaKuznya, compañías de taxis, empresas constructoras de automóviles, así como medios de comunicación, sobre todo con la cadena de televisión Canal 5 (5 Kanal).

Un nuevo gobierno de oligarcas y financieros

Bajo el gobierno Poroshenko se ha constituido un Ministerio de la Política de Información. El día de su aprobación, el 2 de diciembre de 2014, unos 40 periodistas desplegaron pancartas que decían “Hola, Gran Hermano” delante del Parlamento, haciendo así referencia a la agencia del Ministerio de la Verdad en la novela 1984, de George Orwell. Este ministerio de la propaganda que, para colmo, recuerda también algunos aspectos del antiguo régimen comunista tan criticado por el gobierno ucraniano, está dirigido por YuriyStets, el productor del Canal 5, propiedad del presidente Poroshenko.

La creación de este ministerio se produce poco tiempo después de la publicación de informes por parte de numerosos periodistas ucranianos y grupos de defensa de los derechos humanos, sobre eventuales crímenes de guerra cometidos en el este de Ucrania por las milicias nacionalistas fascistas, así como por las fuerzas separatistas apoyadas por Rusia.

El presidente Poroshenko aprobó la ciudadanía ucraniana por decreto a tres personalidades extranjeras inmediatamente convertidas en ministros.

Tras haber trabajado para Hansabank en Estonia, en el fondo de inversión sueco East Capital en 2002, haber sido miembro del Consejo de Administración de OAO Federal Hydrogeneration Company, AivarasAbromavicius tuvo que abandonar la nacionalidad lituana para ser ministro de Economía y Comercio en Ucrania. Mientras que habla con fluidez ruso, lituano, estonio e inglés, asegura no comprender más que el 85% de lo que se dice en ucraniano en el Parlamento.

Después de haber hecho su carrera en el departamento de Estado de EEUU en Washington, trabajado en la embajada estadounidense en Ucrania de 1992 a 1995, fundado la sociedad de inversión Horizon Capital, Natalie Jaresko se convirtió en ministra de Finanzas de Ucrania. Sin dejar de mantener la nacionalidad estadounidense, recibió la nacionalidad ucraniana el día de su nombramiento, el 2 de diciembre de 2014. El 16 de septiembre de 2015, firmó un acuerdo de préstamo de 500 millones de dólares con el Banco Mundial.

Demostrando que un ministro puede ejercer sucesivamente en varios países, Alexander Kvitashvili fue nombrado nuevo ministro de Sanidad, puesto que ocupó en su país, Georgia, durante dos años (2008-2010).

Pero eso no es todo. Señalado por diferentes procedimientos judiciales, especialmente por abuso de poder y malversación de dinero público (ha sido acusado de haber malversado cerca de cinco millones de dólares del presupuesto), el amigo de George W. Bush (incluso la carretera que conecta el aeropuerto con la capital Tbilisi fue renombrada “George Bush Street” en 2005, tras la visita del presidente estadounidense a Georgia), patrocinador del movimiento EuroMaiden y expresidente de Georgia, MijeílSaakashvili, se convirtió en el gobernador de la región de Odessa en mayo de 2015, tras haber rechazado ser viceprimer ministro.

Respondiendo a una petición de Poroshenko de unirse a su equipo en el verano de 2014, MijeílSaakashvili vivía entonces en Nueva York, inmune a las diligencias judiciales mientras era objeto de una investigación penal en su país. Para obtener ese cargo, tuvo que abandonar la ciudadanía georgiana para obtener la nacionalidad ucraniana. No se había dado el caso hasta entonces que un expresidente abandone su propio país para ejercer un cargo político en el extranjero. Él mismo declaró estar en Ucrania para hacer la guerra contra Putin: “Detesto a Vladimir Putin. Estoy en Ucrania porque es la guerra, el destino de mi vida se decide aquí”.

El puesto clave del ministro de Energía lo ostenta VolodymyrDemchyschyn. Antes de ocupar su puesto de ministro, era director del fondo de inversión Investment Capital Ukraine. Ha ejercido como vicepresidente de ING Bank Ukraine y fue economista jefe de la sociedad Ernst & Young en Kiev (2003-2006). Es el perfil perfecto para llevar a cabo el aumento de tarifas y la privatización del sector energético.

ArsenAvakov, incluido en 2012 en la lista de la Interpol por haber transferido ilegalmente 55 hectáreas de terreno cerca de Pisochyn en la región de Kharkiv, donde ejercía como gobernador (entre 2005 y 2010), sigue a la cabeza del Ministerio del Interior. DmytroIaroch, líder nazi del movimiento Sector de Derecha (PravySektor), fue nombrado consejero en el Ministerio de Defensa en abril, encargado sobre todo de facilitar la integración de los batallones de voluntarios del Sector Derecho en el seno del ejército.

El nuevo gobierno del oligarca Poroshenko, fuertemente ligado a la extrema derecha y a la OTAN, no parece querer tomar el camino del apaciguamiento de la región. A la vista de sus nombramientos, la injerencia de los sectores empresariales en las decisiones políticas y económicas parece evidente y el fenómeno de las puertas giratorias entre el mundo financiero y los puestos claves del poder, flagrante.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

*Investigador belga. Miembro del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) y de la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD).