Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-03-08

Estados Unidos pone a prueba el poder del TTIP

RED VOLTAIRE.org 28 de febrero de 2016 FRANCIA

Alerta sobre el funcionamiento de la Comisión Europea como un Estado continental de grandes consorcios financieros, que paulatinamente sustituye a los Estados nacionales. Esto también es gobernanza (NR)

Eberhard Hamer*

El economista alemán Eberhard Hamer presenta en la publicación suiza Zeit Fragen una faceta raramente mencionada del «Escándalo VW», ampliamente publicitado desde septiembre de 2015, luego de la denuncia presentada contra el gigante automovilístico alemán por la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) estadounidense y la investigación abierta por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

EL VICEPRESIDENTE DE Estados Unidos, Joe Biden, ha comparado con la OTAN eso que los estadounidenses y sus empresas transnacionales prefieren llamar «Acuerdo de Libre Comercio» (TTIP).

Este acuerdo apunta a someter Europa al predominio económico de Estados Unidos y los intereses de ese país. Consta de una faceta interna y de otra externa:

• Hace mucho tiempo que la pandilla reunida en Bruselas alrededor de Jean-Claude Juncker se esfuerza por desmantelar los Estados-Naciones europeos y por acabar con el poder de sus Parlamentos como medio de garantizar el poder dominante de la Comisión Europea. Es por esa razón que el buró político de Bruselas negocia en secreto únicamente con Estados Unidos, excluyendo a los Estados-Naciones. Esto contradice la cláusula de subsidiaridad y de soberanía de la Unión Europea. Pero el programa principal de Juncker es la centralización, aplicada durante la crisis financiera y partiendo de la unión de la competencia económica, pasando por la unión de la responsabilidad, y posteriormente del endeudamiento, para llegar a la unión financiera.

Cuando la Unión Europea intervino recientemente en Polonia contra la destitución de agentes estadounidenses presentes en la radiodifusión nacional polaca, pudo comprobarse que Bruselas no tolera opiniones divergentes de parte de los gobiernos o de los Parlamentos, ni que se limite la influencia de Estados Unidos en Europa.

• Hacia el exterior, el TTIP sirve –en beneficio de la economía de Estados Unidos (y de la OTAN)– para intensificar la guerra económica contra Rusia (sanciones, guerra del petróleo, guerra de monedas). Según la doctrina Brzezinski, Estados Unidos sólo puede mantener su posición de potencia mundial si controla Europa, y no puede dominar Europa sin controlar Alemania. Pero tiene que controlar Alemania no sólo en el plano político –en el sentido de los atlantistas– sino también en el plano económico: la mayoría de las empresas del DAX se hallan bajo tutela estadounidense.

Ahora hay que fusionar todo eso, con el TTIP, en un espacio económico común euro-atlántico, contrario a Rusia.

La toma del poder económico y jurídico en Europa a través del TTIP se acompaña de ataques contra bastiones económicos, ante todo alemanes, que todavía no están bajo administración estadounidense. Y le ha llegado el turno a Volkswagen.

General Motors trató por dos veces de comprar el «gran pastel VW» con ayuda de créditos ilimitados provenientes de la Fed. La primera vez, la familia Porsche se le adelantó. La segunda, General Motors fracasó con su denuncia contra el derecho de veto de la Baja Sajonia. En este momento, General Motors trata por tercera vez de provocar una depreciación de Volkswagen recurriendo a autoridades y abogados mandatados en Estados Unidos por esa gran transnacional estadounidense, siendo su objetivo comprar el gigante automovilístico alemán a precio de rebaja.

Si VW tratara de hacer lo mismo en Estados Unidos, el gobierno estadounidense intervendría de inmediato invocando el interés del país y la seguridad nacional. El verdadero «Escándalo VW» es que el gobierno alemán no defiende a Volkswagen y se siente más comprometido con Estados Unidos que con los 100.000 empleados de VW.

Si toleramos que Estados Unidos destruya Volkswagen para favorecer a sus competidores estadounidenses Ford y Opel (pertenecientes ambos a General Motors), Alemania perderá uno de los faros de su industria, cuya luz va mucho más allá de las fronteras alemanas. Comenzamos así a comprender lo que Estados Unidos hará contra las demás grandes empresas alemanas, utilizando para ello el derecho estadounidense impuesto en suelo alemán a través del TTIP.

No es por lo tanto sorprendente que un gobierno que se calla ante la destrucción de VW, se muestre tolerante –e incluso favorezca activamente– con la toma del poder de las transnacionales estadounidenses sobre la economía alemana [con el TTIP]. Los alemanes no tendrían ninguna posibilidad de aplicar en Estados Unidos una guerra destructiva, como la que Estados Unidos está librando contra Volkswagen, y ningún gobierno estadounidense, ni el Congreso de ese país, toleraría tal cosa.

Esto demuestra el verdadero valor de un acuerdo entre una potencia (Estados Unidos) y un impotente (la Unión Europea), acuerdo concluido entre un poder global y funcionarios que él mismo controla (la Comisión Europea). Además, los funcionarios de la organización patronal representan los intereses de las transnacionales en contra de la gran mayoría de sus miembros, que son empresas pequeñas y medianas (PME).

La naturaleza de la toma del poder económico en Europa por parte de Estados Unidos aparece perfectamente ilustrada en el itinerario y la agenda del presidente estadounidense Barack Obama, quien inaugurará con Angela Merkel la Feria de Hanover para «alinear la política y la economía con el TTIP».

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Economista y ensayista alemán.


La Unión Europea ante la encrucijada: mirar hacia el Este u Oeste

LA HAINE.org 26 de febrero de 2016 ESPAÑA

Toda la campaña twitter tendiente a denigrar a los refugiados está organizada desde EEUU, y se dirige contra Ángela Merkel para imponer a Europa el TTIP

Wim Dierckxsens*

EN 2016 ESTÁ en juego la sobrevivencia del petrodólar. Para muchos autores la pregunta ya no es si sobrevive o será reemplazado, sino cuándo sucederá y que lo reemplazará. Rusia y China bien saben que Occidente y especialmente EEUU está en bancarrota y saben que está quedando sin oro para respaldar una moneda internacional futura. Lo nuevo es que desde diciembre de 2015, con la alza de las tasas de interés por la Reserva Federal, el mismo capital financiero globalizado y con su sede en Wall Street está buscando acabar con el propio dólar.

Hay una pirámide invertida de crédito que ha logrado mantener el esquema Ponzi a flota hasta la fecha. Todos estos nuevos créditos mantienen a flote el sistema mientras la deuda pueda incrementarse. Los nuevos acreedores quieren participar en la ganancia supuestamente producida por la economía real. Sin embargo, los nuevos créditos no se invierten desde 2008 en la economía real. Los títulos para participar en las ganancias sociales van de esta forma en aumento al tiempo que cada vez menos se generen dichas ganancias socialmente en la economía real.

Fue posible sostener la pirámide invertida de crédito fue posible sostener hasta fines de 2015 con tasas de interés a la baja hasta llegar a ser negativas. Con tasas de interés negativas, se alivian las obligaciones de pago por tomar crédito y pueden tornarse hasta negativas. De esta forma la pirámide invertida de crédito pudo crecer sin cesar hasta fines de 2015. Es el ciudadano común quien recibe intereses cada vez más bajos hasta llegar a negativas.

Sin embargo al continuar con tasas de interés cava vez más negativas, mayor número de actores cuestionan ese sistema y pierden interés en recibir interese negativos para sus depósitos. Seguir hacia abajo con la tasa de interés tiene entonces un límite.

Al alzar las tasas de interés en diciembre de 2015, las obligaciones de pago que implique la pirámide invertida de crédito van en aumento y se pone en peligro inminente la capacidad de pago de cada vez más deudores, incluyendo a las grandes corporaciones y sobre todo aquellas en sectores donde los precios de los productos está en picada, como la industria petrolera. La bancarrota del sistema financiero no solo está a la vista, sino la misma es provocada por los intereses del capital financiero globalizado mejor representado en Wall Street y la City de Londres.

Lo que quiere evitar a toda costa Wall Street es ser acusado haber provocado este colapso financiero y monetario y buscan un culpable. Durante el Foro Económico Mundial en Davos, fines de enero de 2016, George Soros, un especulador mundial por excelencia y con su capital alineado con los intereses de Wall Street, afirmó que la economía china tenía delante un aterrizaje rudo ya que su crecimiento económica estaba en picada y su deuda sería ya insostenible, hecho que habría provocado la fuga de capital hacia el exterior de casi un billón de dólares, fuga que probablemente él mismo provocó (Vea, Alessandro Bruno, Economic Collapse: This Is Keeping George Soros Up At Night , 28 de enero de 2016, alternative-news-network.net).

Es preciso saber que en la primera mitad del año 2015 la bolsa de valores de China subió de manera dramática, revelando el accionar de capital especulativo. En la segunda mitad de ese año esta burbuja se vino hacia abajo por las mismas fuerzas especulativas pero el mercado bursátil revelaba cifras positivas al tomar en cuenta los 12 meses del año. Asimismo Soros afirmó que China recurrió a la política de devaluaciones del Yuan para estimular sus exportaciones, hecho que él interpretaba como una incapacidad de China para fomentar el crecimiento doméstico del país. La baja en la tasa de crecimiento de China sería el responsable de la contracción económica en el mundo entero. La lectura es que China ha de aparecer como el país responsable del caos económico venidero.

Los mismos comentarios de Soros revelan que él está especulando contra el Yuan y otras monedas asiáticas. El actual ataque de Soros al Yuan y las monedas asiáticas podrá resultar en su contrario Después del colapso del Baht de Tailandia en 1997, que provocó el mismo especulador multimillonario, es muy probable que las manipulaciones de Soros no obtendrán el objetivo buscado, sino ante las amenazas de desestabilización podrán los países de Eurasia verse empujados a lograr una mayor cooperación monetaria en toda la región. (Vea, “Op-ed: Think twice before declaring war on Chinese currency, ”People’s Daily, January 27, 2016).

Con el colapso de una pirámide invertido en deudas básicamente expresadas en dólares se produce también una crisis letal del dólar. Es preciso para Wall Street que la alternativa al dólar sea una nueva moneda manejada por el Estado Global dirigido por los mismos grandes banqueros que de hecho han llevado el sistema al colapso. En términos económicos la culpa se procura proyectar a China y los países emergentes y en términos geopolíticos y militares se proyecta atribuir el caos venidero a Rusia.

Rusia y China son un obstáculo en este proyecto al pretender impulsar un mundo multipolar con liderazgo de China y Rusia y con el yuan como moneda internacional de primera línea.

Un jugador clave en este conflicto geopolítico es la Unión Europea. Con el conflicto en Ucrania generado por EEUU, los intereses financieros globalizados de Wall Street y la City de Londres procuran forzar el alineamiento de la UE con el proyecto de un Estado Global y evitar que la UE se identifique y compromete con el proyecto Euroasiático ampliado bajo el liderazgo de China y Rusia.

La UE está cada vez más inclinada a tomar parte en el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII) creado en 2015 con mucha participación de la banca europea como un proyecto keynesiano de China para construir la llamada “nueva ruta de la seda”, que integraría Eurasia incluyendo a la Unión Europea.

Al mismo tiempo se observa en Europa mayor reticencia de firmar la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP por sus siglas en inglés). La cortina de humo que rodea esas negociaciones no logra esconder los importantes enfrentamientos que tiene que ver con el estatus de los tribunales privados de arbitraje estadounidenses en el sistema judicial europeo. Las transnacionales norteamericanas en particular están presionando para que las grandes consorcios puedan emprender acciones jurídicas contra los Estados europeos ante tribunales de arbitraje de carácter privado en caso que dichos Estados toman decisiones que pueden afectar sus intereses (ganancias).

Lo anterior no es nada diferente a lo que establece el Tratado Trans-Pacífico (TTP). Sin embargo, en el caso del TTIP no son países periféricos que pierdan su soberanía, sino los propios países europeos inclusive la potencia económica dentro de la Unión Europea: Alemania. Esto representa para los Estados europeos en general y a Alemania en particular, un motivo de no alineamiento con el TTIP ni con la OTAN.

Desde marzo de 2014, durante la reunificación entre Crimea y Rusia posterior al golpe de estado en Ucrania generado por la OTAN, Ángela Merkel, como canciller de Alemania se vio entre la espada y la pared. Sometida a intensas presiones de Washington, tuvo que participar en una escalada de sanciones contra Rusia. El objetivo obviamente era evitar a toda costa que Alemania y con ello la UE no virasen la cara hacia Eurasia. Ahí, sin embargo, están los mayores intereses económicos de Alemania.

No es extraño entonces que los grandes industriales y las fuerzas políticas en Alemania se muestran cada vez más reticentes al mantenimiento de dichas sanciones. Las consecuencias desastrosas no son tanto para Rusia sino sobre todo para la economía alemana. No es de extrañar que hasta los dos principales partidos políticos alemanes, que componen actualmente la coalición en el gobierno estén protestando enérgicamente contra ese tipo de negociaciones en el marco del TTIP. Hubo incluso una gigantesca manifestación pública contra el TTIP en Berlín, en octubre de 2015.

La complicada decisión ante la encrucijada (alinearse con los intereses de Wall Street o más bien con las de Eurasia) genera indecisión ya que las dos opciones son geopolíticamente totalmente opuestas. Las implicaciones geopolíticas no excluyen el plano militar y no por nada EEUU está estacionando sus ´defensas´ militares cerca de la frontera con Rusia. No es solamente para ´defenderse´ de una amenaza rusa, sino también para defenderse de la posibilidad que Alemania decida alinearse con el bloque Eurasiático. La cancillería alemana está haciendo un juego muy fino para mantener la soberanía europea y solo sobre los temas secundarios se somete formalmente a las exigencias de Estados Unidos. El alineamiento de Alemania y con ello probablemente de toda la UE con el proyecto Euroasiático significaría el fin de las aspiraciones de poder crear un Estado Global. Lo anterior no deja de ser preocupación fundamental de las fuerzas financieras globalistas, pero incluso el capital financiero más nacionalista, ultraconservador y con fuertes inversiones en el complejo industrial y militar en EEUU, está en la misma línea.

Es interesante que el mismo George Soros, concedió al semanario económico Wirtschafts Woche una explícita entrevista donde criticaba la política europea de la señora Merkel, más estricta hacia los refugiados, sugiriendo incluso que «eso podría costarle su puesto de canciller». Simultáneamente, el hashtag #ArrestMerkel y el eslogan «Merkel tiene que irse» aparecían en Twitter y circulaban de manera masiva desde la costa occidental de EEUU. En un estudio de 19.000 tweets originales, un estudio realizado por Vladimir Shalak concluía que el gran éxodo hacia Europa había sido organizado e impulsado artificialmente por actores de la costa occidental de EEUU (Vea, Andrey Fomin, ¿Quién está interesado en deshacerse de Angela Merkel?, www.voltairenet.org, 2 de febrero de 2016).

Es más, la violencia durante la Noche Vieja provocada en numerosas ciudades de Alemania, (como Colonia) por la última gran oleada de inmigrantes alimentó una intensa campaña vía Twitter contra la señora Ángela Merkel. El estudio señalado revela que la máxima actividad de estos militantes de Twitter corresponde al horario diurno de la costa oeste de Estados Unidos, o sea, en una zona donde es 9 horas más temprano que en Alemania. Toda la campaña twitter tendiente a denigrar a los refugiados estaba y está organizada por agentes y robots con base en la costa occidental de Estados Unidos. La campaña se dirige en contra de Ángela Merkel con el objetivo político de sacarla de su cargo como canciller de Alemania e imponer a Europa el TTPI (Andrey Fomín, Ob.cit.).

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Sociólogo y economista holandés residente en Centroamérica desde 1971. Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Nimega – Holanda.


Refugiados, xenofobia, identidades y lucha de clases

EL MERCURIO DIGITAL.net 1 de marzo de 2016 ESPAÑA

Miguel Urbán*

HOY MÁS QUE nunca, a Europa le sangran las fronteras y le brotan las alambradas. Y es que la UE está respondiendo a la mayor crisis de refugiados de su historia (y al que posiblemente sea su mayor desafío en décadas) levantando muros, instalando centros de internamiento masivo, y recortando derechos y libertades a nativos y migrantes.

Muros construidos no solo con concertinas, sino sobre el miedo al otro, a lo desconocido, y que agrandan la brecha entre ellos y nosotros. Muros tras los que se refuerzan los repliegues identitarios y los nacionalismos excluyentes. Muros que reavivan antiguos fantasmas que hoy, de nuevo, recorren Europa. Los mismos fantasmas contra los que, supuestamente, aquel sueño europeo se levantó hace décadas.

Los cadáveres de los náufragos de las pateras, los muertos en los desiertos y las vallas fronterizas son la expresión de otra forma de racismo: la xenofobia institucional. Un racismo de guante blanco, anónimo, legal y poco visible pero constante, que sitúa una frontera entre los que deben ser protegidos y los que pueden o efectivamente resultan excluidos de cualquier protección.

Una degradación de la seguridad jurídica y policial organizada con el objetivo de quebrar al migrante, para que se dé la vuelta o para que termine entrando sin derechos ni garantías, generando así una mano de obra dócil, amenazada y fácilmente explotable gracias a unas políticas públicas que vulneran sus derechos y les vuelve vulnerables.

Una estrategia de exclusión de la ciudadanía plena que busca fragilizar a un colectivo, el migrante, para contribuir así a fragmentar aún más a toda la población. Es una operación consustancial a la guerra entre los pobres, a la lucha de clases de los últimos contra los penúltimos, donde prima la competencia entre autóctonos y foráneos por acceder a recursos cada vez más escasos: el trabajo, y las prestaciones y servicios de bienestar social.

Desde las instituciones europeas y los partidos del establishment son recurrentes las llamadas de alerta ante el auge de actitudes racistas y organizaciones xenófobas. Sin embargo estas instituciones y partidos, en lugar de plantear propuestas, medidas o políticas para combatir los discursos xenófobos y excluyentes, están aceptando el terreno de confrontación que propone la extrema derecha, y asumen buena parte de sus postulados. En última instancia, normalizan ese discurso y legitiman el espacio político que conjuntamente van generando.

Es lo que en Francia se conoce desde hace años como “lepenización de los espíritus” y que hoy recorre casi toda Europa. Solo tenemos que comprobar cómo las instituciones y gobiernos de la UE han endurecido tanto sus declaraciones como las leyes de migración y asilo ante la crisis humanitaria de los refugiados. Especialmente conocidos son los casos de países de tránsito como Hungría o de acogida como Dinamarca, pero lamentablemente no son los únicos.

Pero ni la xenofobia institucional ni esta operación de exclusión de matriz económica son los únicos caldos en los que se cultiva la xenofobia política y social que hoy vemos brotar por toda Europa. Cabe señalar también los esfuerzos permanentes por estigmatizar a la población migrante, presentándola social e institucionalmente como un problema de orden público. De esta forma se facilita la xenofobia institucional y se pretenden justificar las leyes y medidas regresivas, pero también se abre la puerta a la retórica del populismo punitivo, como hemos podido comprobar en los casos de la expulsión de roms en Francia o en campamentos como los de Calais.

Una situación (recordémoslo: fabricada políticamente, que no cae del cielo cual fenómeno meteorológico) que normaliza el discurso de la extrema derecha y le otorga una audiencia de masas, especialmente entre sectores de la clase obrera y de las clases medias duramente golpeadas por la crisis económica.

Pero no todo el mérito es de quienes contribuyen a sembrar: hay que reconocer que los nuevos partidos post, neofascistas y populistas xenófobos están aprendiendo rápidamente a recoger estos frutos. Capitalizan políticamente la cuestión migratoria y la crisis humanitaria de los refugiados, cargando la culpa de cualquier malestar social a estos “otros”, supuestamente portadores de una alteridad irreductible y que, además, compiten a la baja en un mercado laboral en crisis.

Como escribía Vicenç Navarro hace unos años en este mismo medio, “hay que entender que es racista no el más ignorante, sino el más inseguro. Es precisamente esta inseguridad lo que explica el gran crecimiento de la derecha y ultraderecha en Europa.” En este sentido, ante la inseguridad por la competencia laboral, la pérdida de derechos y prestaciones sociales, se exacerba la utilización del aparato represivo y penal como herramienta principal para resolver los problemas de (in)seguridad social.

Paralelamente, la pobreza también se construye como enemigo, pero el objetivo no es tanto acabar con la pobreza como acabar con los pobres. De esta forma, hemos pasado de atender la pobreza desde la extensión del Estado social a combatirla desde la profundización de un Estado policial que estigmatiza y criminaliza a las personas empobrecidas. Ante la imposibilidad de solucionar la inseguridad derivada de las políticas de ajuste y austeridad, de la precarización del mercado laboral y de la pérdida de derechos y prestaciones sociales, se problematizan fenómenos sociales como la migración o la pobreza. Y se proponen resolverlo con “mano dura”: más policía, más cámaras de seguridad, más reclusos en las cárceles. La UE está hoy en guerra contra la inmigración y contra los pobres en general, fomentan una guerra entre pobres que canaliza el malestar social en su eslabón más débil (el migrante, el extranjero o simplemente el “otro”), eximiendo así a las élites políticas y económicas responsables del expolio.

Ante esta inseguridad social, la extrema derecha con reclamo identitario configura la imagen de un peligro potencial para la integridad de la comunidad nacional. Un recurso, por cierto, reiteradamente utilizado a lo largo de la historia para fortalecer la cohesión y asegurar el consenso social. Una estrategia que aporta no solo un enemigo sobre el que dirigir el malestar, sino también una propuesta en positivo: reconquistar la identidad como comunidad, salvaguardar el concepto agregativo “nosotros”.

Una movilización que supera así la inmediatez de la protesta y de la reacción frente al malestar coyuntural a través de un proyecto de largo aliento: reconstruir una identidad amenazada. Amenazada por peligros que se construyen y renuevan permanentemente, convirtiéndose así en identidades “predatorias”.

Vemos pues cómo se conforma un populismo de exclusión y carácter diferencialista que apela explícitamente a la discriminación de sectores sociales según su origen o pertenencia cultural, y que va entrando de tal forma en el tuétano de la sociedad que contribuye a justificar su expulsión, de manera más o menos explícita, de la comunidad. Una restricción al concepto de pertenencia “nacional” o “europea” que ataca directamente el concepto de protección jurídica en relación a la pertenencia a la comunidad, que llega incluso a la exclusión legal y sienta las bases programáticas de la xenofobia política del siglo XXI.

Pero frente a la xenofobia institucional, el auge de movimientos racistas y los recortes de derechos y libertades, existe otra Europa en marcha desde abajo: propuestas políticas como la de las Ciudades Refugio o los innumerables ejemplos de redes de auto-organización, apoyo mutuo y solidaridad ciudadana con las personas refugiadas y migrantes que nos demuestran que no solo otra Europa es posible, sino también y sobre todo que hoy la propia idea de Europa y del proyecto europeo está en disputa.

Que el campo de batalla se esté desviando cada vez más hacia las identidades y las pertenencias muestra, por un lado, que a día de hoy existe una disyuntiva real entre luchas xenófobas y lucha de clases y que, en esa disputa por determinar el campo de batalla, por el momento vamos perdiendo. De nosotros depende cambiar la situación. Y eso pasa, también, por disputar Europa.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Activista y político español. Diplomado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado en varias ONG y en la redacción de la revista Viento Sur.