Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-04-15

La sociedad de la transparencia en la geopolítica del dinero

REBELIÓN 11 de abril de 2016 ESPAÑA

Lidia Fagale*

"Transparencia y verdad no son idénticas. Esta última es una negatividad en cuanto se pone e impone declarando falso todo lo otro. Más información o una acumulación de información por sí sola no es ninguna verdad. Le falta la dirección, a saber, el sentido. Precisamente por la falta de la negatividad de lo verdadero se llega a una pululación y masificación de lo positivo. La hiperinformación y masificación y la hipercomunicación dan testimonio de la falta de verdad, e incluso de la falta de ser. Más información, más comunicación no elimina la fundamental imprecisión de todo. Más bien la agrava." "La sociedad de la transparencia". Byung-Chul Han

EN UN MUNDO que se plantea políticas de “transparencia” de vez en cuando y al ritmo de la geoestrategia global del dinero, opaca y tergiversa la verdad.

Los millones de documentos que dan cuenta de la existencia de empresas off shore y algunos de los nombres revelados por el Consorcio Internacional Periodistas y el diario alemán Süddeutsche Zeitung, han generado un cúmulo de información que no constituye por sí sola ninguna verdad. Le falta dirección, darle “sentido” adoptando la clave de interpretación del filosofo coreano alemán, Byung-Chul Han, en su pequeño y didáctico libro La Sociedad de la Transparencia que he citado deliberadamente al comienzo de este artículo.

Algunos medios y sus periodistas, sean o no del establishment, no han colaborado en esto, o sólo lo han hecho parcialmente, a la hora de aportar categorías de comprensión que permitan saltar de la oscura transparencia informativa a un escalón más próximo a la claridad siempre imprecisa de la verdad. No se trata de ser crípticos frente a hechos reales y concretos. Es que se impone cada vez más sospechar de la sobreabundancia informativa y su dinámica demoledora que tritura el tiempo de la reflexión y todo atisbo que nos lleve a revelar el verdadero fin de todo esto.

Por otro lado ha quedado claro que cada país y, de acuerdo al sector que tiene una clara posición dominante en sus estructuras mediáticas y que conforman la dirección de la hegemonía cultural, ha encontrado en el baúl de estos documentos la materia prima para denostar, salpicar, ensalzar, ocultar o manipular “a piachere” de acuerdo a la aspiración y al escenario local.

Mientras el sistema económico sigue impoluto y ajeno a todo reproche y condena, así como los principales factores de poder real que lo sostienen, las políticas domésticas juegan su guerrita política en la última división de este partido que abreva en las cuevas del imperio y claro, también de sus tentáculos y representantes nacionales. Hasta ahora, quienes se arriesgaron a tirar un poco de la cuerda y que pusieron bajo sospecha las verdaderas intenciones de la difusión de los Panamá Papers han advertido quienes son las Fundaciones u ONG que financian al Consorcio de Periodistas. [i] Este puede ser un dato, pero no suficiente, aunque nos oriente a conocer qué sector o sectores están interesados en lavar la cara al sistema, corregir supuestamente “sus desvíos” y anteponerse a posibles ataques públicos. La organización Wikileaks destacó que el gobierno estadounidense y el especulador devenido en filántropo, George Soros, financiaron a una de las instituciones involucradas, Open Society, la fundación dirigida por Soros que financia a gran parte de las ONG de derechos humanos y libertad de expresión en el mundo, también está registrada como uno de los donantes del Proyecto de Reportajes sobre Crimen Organizado y Corrupción.

No hace mucho, varios gobiernos en el mundo y en especial en Latinoamérica, críticos de Estados Unidos, acusaron a Usaid de financiar a grupos civiles y fuerzas políticas opositoras, en todos los casos dichas acusaciones fueron ciertas, de acuerdo a los datos aportados por comunicadores alternativos y a las investigaciones encaradas por algunos estamentos judiciales.

El vocero del Departamento de Estado, Mark Toner, reconoció hoy que la Usaid, la principal agencia que financia en el exterior del país proyectos de desarrollo (¿?), ayudó al Proyecto de reportajes sobre crimen organizado y corrupción, el programa del Comité para la Protección de Periodistas que colaboró en la investigación mundial desatada por millones de documentos financieros filtrados.

En tanto, algunos medios han vociferado en un tono didáctico moralista su condena a “la corrupción”, como un mal que es actuado por “algunos individuos” y en clave de “fenómeno indeseado” dentro del sistema de las democracias actuales. Está claro que un funcionario, un presidente, no puede y no debe verse envuelto en hechos que se insertan en escenarios donde confluyen los negocios sucios de la clase económica y política mundial y a la vez evadir impuestos de los capitales colocados en los paraísos fiscales. Sin embargo, la condena queda en la inconducta y falta de ética del funcionario que se esconde del fisco estatal de su país, sin que esto colabore en darle otra vuelta a la llave que nos abre la puerta del corazón del sistema hacia su verdadera naturaleza.

En esta versión mediática más benévola "la trapisonda económica" torna “transparente” la información, mientras oculta la verdad, o una de las verdades más esenciales del sistema económico global. Tras el crack financiero de 2008, el control sobre los paraísos fiscales fue literalmente derrotado. La fuerza del capital se antepuso, incluso a las medidas adoptadas por la OCDE.

La situación amerita, claro está, de que esos individuos, funcionarios o representantes del empresariado local o internacional sean juzgados, de ser posible, por una justicia autónoma de los intereses económicos y políticos que están en juego, algo que escasea en un mundo donde millones de habitantes pagan con hambre y muerte los voluminosos capitales que se lavan en los paraísos fiscales al ser privados por parte de Estados con doble moral, de salud, educación, alimentación y trabajo bajo argumentos que nunca dan cuenta de que su recaudación fiscal, entre otros factores no menos importantes, está saqueada por empresas multinacionales y multimillonarios que evaden sus obligaciones.

Existen datos fehacientes de cómo debido a la evasión fiscal, los gobiernos no logran recaudar un tributo óptimo de las multinacionales y los multimillonarios, por lo que suelen optar por recortar en inversión pública, destinada a políticas sociales, o por subir los impuestos a los sectores más desfavorecidos, agravando las desigualdades.

Al ritmo de la dinámica de la crisis mundial desatada en 2008 la voraz especulación financiera ha buscado salvarse al amparo de “negocios” donde el lavado de dinero mueve la economía mundial de este Siglo, con el tráfico de armas, narcotráfico, tráfico de órganos, la trata de personas y los derivados de las guerras, como, por ejemplo, el de los refugiados políticos o los dineros destinados a la supuesta reconstrucción y ayuda a los países a los que acaban de demoler con objetivos nunca declarados, más bien inventados.

El terrorismo y también sus negocios asociados (dinero para logística y armamento, entre otros) encuentran en los paraísos fiscales amparo para su protección y crecimiento.

La mafiatización de la economía es un proceso inherente a la naturaleza del propio capitalismo donde la corrupción (por evasión fiscal o lavado de dinero proveniente de la economía negra) es consustancial con su objetivo: mayor acumulación, mayor lucro a corto plazo. Lo que trae aparejado enormes e irreparables desgracias sociales.

Hoy, los conglomerados multinacionales están en pie de guerra contra las políticas proteccionistas que intentan implementar algunos gobiernos, que les dieron otrora vía libre omitiendo los controles necesarios. Esto nos permitiría subir un escalón más y romper el límite que parece imponernos la superabundancia informativa en la lógica de la supuesta transparencia total.

En este tablero de ajedrez las piezas bailan al ritmo de una trituradora de alta velocidad. El capitalismo se devora a sí mismo y de vez en cuando aplica alguna política correctiva para no perder toda su capacidad de socialización, si es que algo le queda. Hoy, esta guerra que se hace más visible a partir de la difusión de los Panamá Papers parece encaminarse a mostrar como los estados capitalistas necesitan al haber tocado fondo y devorados por su propia política repatriar el capital hacia el interior de sus fronteras y de paso “tocar” a representantes que pueden ocupar cargos de mayor o menor porte en países donde necesitan un mayor alineamiento a las políticas de la gran potencia.

Para algunos este escándalo mediático será olvidado sin consecuencias reales para los que figuran en los documentos. Para otros, la investigación periodística llevará a cambios políticos reales en algunos países. También están quienes sostienen que la cobertura tendenciosa de la revelación hará que futuras filtraciones similares no tengan impacto ni la confianza del público. Un dato, bastante revelador, podría orientarnos mejor sobre las verdaderas razones de esta movida: La ausencia de empresarios y multinacionales de los EEUU, la cuna de todas las mafias, en los denominados Panamá Papers y la ostensible manipulación de algunos conglomerados mediáticos (que también participan como grupos económicos de esta modalidad, colocando activos en el exterior) que han centrado su atención en forma ostensible en uno de los principales enemigos de la potencia norteamericana, Vladimir Putin.

Hoy, en el centro de la escena, más allá de sus reiteradas desmentidas. Algunos analistas sostienen que EEUU está reafirmando su propaganda hostil contra sus enemigos, tales como Rusia, China, Venezuela o Siria, para así seguir apostando por la desestabilización de aquellos gobiernos no alineados a las directrices de Washington.

Al mismo tiempo sostienen que toda esta operación mediática es una maniobra de "shock" para que los grandes capitales se vean obligados a trasladar sus capitales a Estados Unidos y tratar de reactivar de este modo su maltrecha economía. Una jugada a escala internacional que aún está por verse si logra su cometido.

Este elemento podría colaborar a nuestra construcción de la verdad verdadera. No olvidemos que en la dinámica de la geopolítica actual, la posibilidad de una tercera guerra es un dato que no debe ni puede pasar inadvertido. Y la difusión de estos papeles que muestra una parte importante de la mugre de la alfombra global imperialista-capitalista y su mafia económica es también utilizada para descalificar oponentes o ponderar aliados. Además de intentar con el uso de estos datos, poner más de rodillas a Gobiernos que ya lo están o se resisten dignamente a los intentos que por distintas vías, tienen por objetivo no dejar un solo rastro de un proyecto político independiente del Imperio.

El ajuste no es solo económico es también político.

Un escenario rico para analizar es la actual situación de algunos países de Latinoamérica donde las denuncias de casos de corrupción –sin perjuicio de la veracidad o no de los hechos y de su tangible manipulación en los relatos mediáticos- están sirviendo para pulverizar lo poco que ha quedado de los modelos económicos implementados tras el consenso de Washington que rompieron en parte con la agenda neoliberal, al aplicar políticas distributivas que habían sacado a vastos sectores de la población de la pobreza y el hambre. Es el caso de Brasil y fundamentalmente de Venezuela. Con este último país terminarían de liquidar la aspiración independentista que encarnó Hugo Chávez y que se irradió peligrosamente hacia el resto del territorio latinoamericano, con explícitos sentimientos antimperialistas.

En el caso de Argentina, aunque suene inimaginable, se trata de alinear mejor a la actual gestión que recibió con bombos y platillos al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y que en 100 días aplicó políticas cuyos precedentes se pueden encontrar en el terrorismo de Estado y en el terrorismo económico durante la década del 90. Sin embargo, falta más. Hay otra agenda más a la derecha de la pantalla del televisor, aunque nos parezca inimaginable. El tratamiento mediático benévolo que tuvo el tema en torno a la vinculación del presidente Macri con dos empresas offshore, no se contradice con la beligerancia que tuvo y tiene el tratamiento mediático de otros casos de corrupción de funcionarios públicos o empresarios allegados a la gestión anterior. Y esto encuentra su explicación en el cambio político que dio un giro por una opción conservadora con el consenso y el voto de una ciudadanía que aspiraba a una alternancia política y a la militancia a favor de las políticas conservadoras del nuevo mandatario por parte de los grandes conglomerados mediáticos.

En tanto, la respuesta “displicente”, “desprendida de toda responsabilidad” del presidente Macri no parece estar en línea con la guerra declarada a los paraísos fiscales, por lo menos a algunos, del presidente Barack Obama.

El mandatario norteamericano ha desatado una verdadera guerra al proponer modificar la legislación impositiva de su país y limitar así las operaciones de las multinacionales estadounidenses en el extranjero, apuntando a limitar su presencia en los paraísos fiscales. Y esto habla mucho de las garantías que pretende el gobierno de los Estados Unidos para sus negocios en nuestras tierras. Además, entre bueyes no hay corneadas. Tampoco mexicaneadas.

Esta política que viene fracasando, incluso en la principal potencia del mundo, trata de impedir que esas empresas paguen menos impuestos y así recuperar para las arcas públicas más de US$ 210.000 millones en los próximos 10 años, según cálculos de analistas citados por The Wall Street Journal, que asegura que en los últimos años las empresas estadounidenses han depositado US$ 700.000 millones en bancos del exterior, muchos de ellos en paraísos fiscales.

Está claro, que esta es una de las batallas de la que ya se avizora su más contundente derrota. Porque lo que no podemos desconocer es la génesis y configuración de la nueva delincuencia organizada y del fenómeno del lavado de capitales, donde se destacan: la globalización de los "delitos de comercio ilícito" que conllevan la generación de inmensos beneficios; el proceso de desregularización y globalización producido en el sistema financiero, el cual ha favorecido el lavado de los beneficios forjados por estos delitos; y allanando el camino para el fraude fiscal. Un fenómeno complejo que, a su vez, es empleado por empresas, sociedades y particulares de todo el mundo y que surge, en gran medida, al inicio del fin de las trabas a la circulación de capitales muy bien aprovechado por las multinacionales de gran envergadura.

Ambas realidades conviven, incluso en el entramado del escenario global se establecen puentes de conexión cuando la política imperial así lo requiere.

Retomemos. La nueva propuesta de Obama no fue bien recibida por empresas como la farmacéutica Pfizer, Oracle y Microsoft, la multinacional Johnson & Johnson y el conglomerado General Electric, que ya han empezado a presionar a los legisladores 'amigos' para bloquear la iniciativa de Obama.

Entre los argumentos que plantean las multinacionales estadounidenses es que de aprobarse la reforma no podrían seguir compitiendo de igual a igual con sus rivales extranjeros, muchos de los cuales están exentos de pagar impuestos en sus respectivos países por las operaciones que realizan en el exterior. Además son los que manejan realmente la política de la gran potencia. Mientras el Estado Capitalista está en guerra consigo mismo, necesita recursos para otros frentes de guerra.

En la nueva geopolítica mundial y, fundamentalmente a partir de la crisis del 2008, crecieron exponencialmente los paraísos fiscales. Son 77 repartidos en distintos puntos de este mundo.

Un ejemplo: está ubicado en las Islas Caimán, tiene 350.000 habitantes y un territorio de unos 700 Km cuadrados, del que buena parte son islotes deshabitados. Allí están instalados 584 bancos y opera un total de 2200 fondos especulativos y fondos de pensiones. En total, manejan entre 500.000 millones y 2 billones de dólares, que es tanto como el doble del PIB de España y hay domiciliadas y en activo unas 44.000 empresas.

Ya en la última cumbre del G-20 y, recientemente, Barack Obama, los estados capitalistas dieron la voz de alarma de cómo el capitalismo se devora a sí mismo. La guerra es entre aliados entrañables, socios de perrerías varias. Pero el crimen nunca es perfecto.

Los estados atravesados por una furibunda e interminable crisis económica, no pueden seguir prescindiendo de los ciudadanos para renovar o sostener su andamiaje político. Hay que dales algo de comida, algo de trabajo, aunque sea precario, para seguir resistiendo el ajuste que recae sobre millones de seres humanos.

Ahora, las condiciones que el propio Estado Capitalista creó necesita que quienes otrora aprendieron la lección y se titularon en la universidad de la especulación financiera vuelvan a casa y devuelvan en impuestos lo que acumularon. La iniciativa incluye claros beneficios que incluso no alcanzan a cubrir las expectativas de acumulación de riqueza y competencia de esas multinacionales. Se trata de Capitalismo versus Capitalismo. La dirección política e ideológica que se le imprime al tratamiento informativo en cada país y a nivel internacional mostrando y ocultando juega también su partido de ajedrez en los arrabales de la periferia capitalista y en los actores que protagonizan la política domestica.

Los Panama Papers como decía mi abuela, sirven para un barrido como para un fregado. Depende de la dirección político-ideológica que le imprimamos al velo de la abundancia informativa que en este caso, sobrepasa 11 millones de documentos y solo conocemos un par de líneas.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Periodista argentina. Secretaria general adjunta de la UTPBA. Responsable del Observatorio de Medios.

En los largos años de embargos y agresiones, Ernest Hemingway ha sido el lazo entre Cuba y Estados Unidos

PÁGINA 12 10 de abril de 2016 ARGENTINA

Todos vienen porque todos quieren ver a Papá

El mito de Ernest Hemingway ha sido y es tan poderoso que sigue intacto en esta Habana que se reconfigura en el siglo XXI. Hasta el coctel daiquirí, inventado en Cuba en el siglo XIX, es el más consumido en Estados Unidos y parte del mundo.

Eduardo Febbro*

TODA LA GENTE viene a ver a Papá. Antes de atravesar la puerta se olvidaron de lo que eran y una vez adentro ya no se acuerdan de lo que desean ser. Circundan el espacio donde toca la orquesta y van hasta el rincón donde está Papá. Lo abrazan, lo besan, lo acarician, se sacan fotos con él. La gente se pelea por estar a su lado, por pegar sus mejillas a las suyas, por tocar con sus manos esa figura de ojos entrecerrados, capturada para siempre en la inmortalidad romántica de una resaca tranquila, o de una borrachera naciente. Nunca sabremos.

El magnetismo de Papá Hemingway –así lo llaman los cubanos– sus libros, sus historias, verdaderas o falsas, la estatua que lo fijó en el tiempo en este rincón de uno de los bares más celebres del mundo, el Floridita, la música endiablada de la orquesta y los reconfortantes daiquiris provocan un estado de levitación física y espiritual del cual Papá Hemingway es el centro.

En todos estos años de embargos y agresiones, Ernest Hemingway ha sido el lazo entre Cuba y Estados Unidos. Su leyenda fue, a su manera, una forma de relación entre la Isla y los continentes. Los mitos despliegan sus alas y nos envuelven en la eternidad de su vuelo. El de Ernest Hemingway ha sido y es tan poderoso que sigue intacto en esta Habana que se reconfigura en el siglo XXI. Hasta el cóctel daiquiri, inventado en Cuba en el siglo XIX, es el más consumido en Estados Unidos y parte del mundo.

Un abogado norteamericano, oriundo de Florida, “de la Isla del Tesoro” según precisa, llora a lágrima tendida mientras se apoya en la estatua de Hemingway. “Hubiese querido ser escritor”, confiesa rodeado por un guardaespaldas costarricense y un miembro de la seguridad cubana que impide que la gente se acerque a Papá Hemingway. Adentro del Floridita hay un ambiente de algarabía humana volcánica y contagiosa. Chinos, coreanos, argentinos, alemanes, norteamericanos, ingleses, singapurenses, mexicanos, italianos, franceses o canadienses celebran una fiesta sin motivo. Aplauden, bailan como pueden sobre el compás de los tambores ejecutados por dos bellas cubanas, se abren paso a codazos para conseguir un ángulo y tomar una foto de la estatua de Papá Hemingway acodado a la barra, justo delante de la foto donde está Hemingway con Fidel Castro tomada el día en que el escritor norteamericano le entregó a Fidel el premio al mejor pescador.

Hay algo conmovedoramente humano en esta isla mundo que subyuga y atraviesa todas las corazas. El planeta entero ha venido y continúa viniendo aquí. Cuba no es una isla, sino un continente isla de un magnetismo frondoso. Cuba embriaga, con o sin Revolución. “Bienvenido al mundo sin Monsanto”, dice con tanto orgullo como insolencia Roberto, un joven habanero que alquila por minutos su tablet y el acceso a internet en la calle 23. Es cierto, aquí no están ni Monsanto, ni internet en todas las calles, ni McDonald’s, ni avisos con mujeres pomposas que venden cepillos de dientes, ni publicidades de perfumes con seres andróginos, ni la marca de la manzana, ni todas esas agujas con las cuales el liberalismo tienta o inventa falsos deseos. Casi no hay nada de lo que hay en el liberalismo mundial, y en muchos casos faltan cosas esenciales. Puede, de pronto, ser un inconveniente, pero las más de las veces es una salvación.

El liberalismo continental ha levantado tribunas en torno a Cuba para presenciar la agonía del socialismo cubano. Es mal conocer la historia de Cuba, y a los cubanos. “No somos un pueblo de pescadores adormecidos que espera la redención capitalista, sino una sociedad cabalmente consciente de los defectos que quiere corregir y de los horrores que no quiere importar”, precisa con una amplia sonrisa provocativa Iván, otro joven habanero que se está estrenando en las nuevas formas de comercio que se abren paulatinamente en medio de cierta confusión. Eso se respira en cada calle, en cada hora: una suerte de fiereza orgullosa, de frontera soberana cuya entereza precede la Revolución.

Por algo un aventurero como Hemingway puso sus raíces en la Isla cuando llegó en la primavera de 1928 con su segunda mujer, Pauline Pfeiffer, a bordo del barco Orita, proveniente del puerto francés de La Rochelle. Había venido a pescar el espadón, pero lo embrujó la magia de aquella Habana. Pasó dos días y regresó unos años después para instalarse primero en la habitación 511 del hotel Ambos Mundos. Casi como hoy, salsa, son, rumba, chachachá o boleros salpicaban las noches habaneras. “El Hotel Ambos Mundos es un buen sitio para escribir”, contó Hemingway sobre su vida en aquellos tiempos en los que, en Cuba, escribía Por quién doblan las campanas. El hotel y la habitación son hoy una suerte de patrimonio cultural de Cuba. Hemingway presintió lo que cualquier turista o candidato a inversor percibe en La Habana: hay un ingrediente poderoso e inasible, una energía orgullosa, un humor que sabe hacerles frente a todas las contingencias y una lectura de la historia nacional permanentemente reactualizada. “Lo más lindo que tenemos en este país es nuestra historia”, dice Iván.

Ahí está esa historia, o esas historias, para demostrarlo. La de la Revolución, para empezar, que no es un “episodio” o un “golpecito” sino el resultado de una construcción histórica y colectiva. La prensa esclava del relato liberal o de la restauración conservadora que se rearmó en América Latina con el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya usa el término “revolución” con un significado burlón, maldito o peyorativo. Estén o no con ella, la Revolución es para los cubanos como la democracia para los franceses: es una pertenencia, una reformulación de su realidad.

Quien sueñe con ver a los cubanos arrodillados ante las sucursales que, tal vez, los imperios abrirán algún día en la isla está perdido. En La Habana se siente la potencia del ansia por las transformaciones, al mismo tiempo que la decisión de no ceder más allá de lo que la dignidad dicta.

La literatura fundacional de Cuba lo cuenta todo. Como el Martín Fierro argentino, Cuba tiene su poema épico, “El espejo de paciencia”, escrito en 1608 por Silvestre de Balboa. La obra narra un hecho ocurrido en el Puerto de Manzanillo, cuando el obispo de Cuba, Don Juan de las Cabezas Altamirano, fue secuestrado por un pirata francés, Gilberto Girón. El pirata buscaba extorsionar a la comunidad a cambio de la libertad del obispo. Pero los cubanos dijeron que no y decidieron atacar a los piratas durante la transacción por el rescate. En la pelea perdieron los piratas y el obispo fue salvado por el esclavo Salvador Golomón.

Quizás, cuando vengan en masa los nuevos piratas del capitalismo, ese soberanismo radical que define la cubanidad interceda a favor de la Isla. Algunos signos de piratería ya surgen aquí o allá, en los sectores restaurados de La Habana Vieja, sobre todo en la calle Obispo, cuyo lujo, aunque modesto, contrasta con la pobreza de otras zonas del centro. Esta arteria peatonal intenta parecerse a esas horrendas hermanas llenas de comercios contaminantes tan comunes en las capitales donde manda el liberalismo parlamentario.

Pero la Cuba de los sueños que subyugó a Hemingway siempre acecha con su magia implícita. En la misma calle Obispo hay un restaurant de los que parecen imposibles: La Lluvia de Oro. De afuera, parece común, adentro vive lo extraordinario. La orquesta de músicos vestidos con una camiseta verde encendió la sala llena de cubanos auténticos mezclados con algunos turistas que no resisten la llama del ritmo. Todos bailan entremezclados. A un lado de la orquesta, un hombre blanco, vestido con pantalones cortos, mocasines, medias blancas y una camiseta verde, toca su trombón acompañando la orquesta. El hombre, muy entrado en años, parece poseído por la felicidad. Su trombón suena al unísono de la orquesta, hermanado con ella, su fisionomía no. Es un turista, alemán o del Norte de Europa, a quien la magia de una noche y de su gente le permitió realizar su sueño: tocar la salsa endiablada junto a una orquesta cubana.

La gente sigue peleándose para llegar a donde está Papá Hemingway. Se acaba de ir Barack Obama y también pasaron los Rolling Stones. Se siente en las entrañas que algo cambiará y de esa intuición surge algo igualmente potente: Cuba respira el futuro, sea cual fuere el perfil de la Revolución. Tantas cosas les hicieron, los arrinconaron, los bloquearon, los agredieron, los humillaron, los privaron de todo como Occidente no lo hizo con ninguna de las más aborrecibles dictaduras de la historia: les vendió armas, productos y hasta tecnologías para espiar a sus ciudadanos.

A Cuba le embargaron hasta el arroz. Y sin embargo, están de pie, y como no se rindieron elegirán plenamente su futuro. Cuba es un espejo en el que nos podemos mirar. Un espejo de paciencia y de resistencia. En La Habana sobran los símbolos y los relatos mitológicos, y también falta de todo. Falta internet, pero sobra la humanidad. A la hora en que el resto del mundo se encierra en sus casas y sus pantallas y sus smartphones, La Habana sale a la calle en ese preciso instante encantado del atardecer.

La Habana corre a reunirse en el Malecón, frente al mar. Miles y miles de personas se hablan y se codean a lo largo de kilómetros y kilómetros de un paisaje que mira al mar, al futuro, al no miedo. Aquí no hay miedo.

Europa tiembla ante la amenaza de que la cultura musulmana reemplace a la europea. En México, la gente tiene un complejo de inferioridad ante Estados Unidos. En Argentina le tienen miedo a Telesur. Los cubanos no le tienen miedo al imperio. Hay, como se dice en voz baja, una “guerra incruenta”. Iván conduce su auto a lo largo del Malecón poblado de humanidad. Entre mar, atardecer y chispas de multitud, desliza una frase de la sabiduría local: “De todas formas, esta guerra contra el imperio nunca se va a terminar. Porque si se acaba, no vamos a saber qué hacer...”. En la radio suena la voz del cantante y poeta Polo Montañés: “Para qué sufrir, para qué llorar, si me queda un mundo todavía por delante”.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Periodista argentino. Corresponsal de Página 12.

Retos turísticos inesperados para Cuba

POR ESTO.net 8 de abril de 2016 MÉXICO

Manuel E. Yepe*

PARA CUBA, 2016 está siendo un año extremadamente tenso en su industria del turismo. La isla se vio obligada a encarar un cúmulo de retos derivados de la necesidad de responder a una demanda sorpresivamente elevada de visitantes por efecto de la coincidencia de una serie de factores que convirtieron al país en vedette absoluta de la industria del ocio en el Caribe y destino “de moda” a escala mundial, con la visita sucesiva de un buen número de celebridades diversas, incluyendo la del Presidente de Estados Unidos con su familia, que concitó una inmensa publicidad.

Paradójicamente, la gigantesca campaña contra Cuba que ha mantenido el gobierno estadounidense con apoyo de todos los recursos de sus agencias de espionaje y subversión, con la abierta complicidad de sus satélites del capitalismo en todo el mundo durante siete décadas -reconocida como la más intensa, prolongada y costosa campaña difamatoria contra cualquier nación en la historia del planeta- contribuyó a la intensificación de la curiosidad mundial por conocer ese pequeño país y su pueblo tan persistente y decidido a darse su propio destino pese a un contexto mundial tan hostil.

Factor básico del éxito repentino ha sido, obviamente, el desarrollo sostenido de la industria del turismo diseñado por el gobierno cubano desde hace algo más de una veintena de años a fin de hacer frente a los efectos del aún vigente bloqueo económico impuesto por Estados Unidos a Cuba, agravado por la desaparición de la Unión Soviética, bastión solidario en el terreno económico de la resistencia de los cubanos frente a los embates de la política imperialista de Washington.

A fines de diciembre de 2015 se conoció que, en el curso de ese año, el total de visitantes a Cuba había superado la cifra de tres millones y medio, por mucho la más alta en la historia del país, con un crecimiento respecto al año anterior que igualmente constituía record histórico.

Este resultado se obtuvo no obstante el hecho de que Cuba sigue siendo el único país del mundo adonde los ciudadanos de Estados Unidos, que son la cantera natural y tradicional de los visitantes a la isla por razones tanto geográficas como históricas, han tenido prohibido por el gobierno estadounidense, desde hace medio siglo, viajar como turistas.

Es cierto que esta prohibición comenzó a presentar fracturas cuando Estados Unidos proclamó una política que llamó de “pueblo a pueblo” porque su objetivo era permitir a ciertas categorías de ciudadanos suyos visitar a Cuba en el supuesto que con ello estimularía el éxodo de cubanos de su país al conocer las “bondades del capitalismo”.

Cuba aceptó el reto, aun conociendo sus torcidos propósitos, con la certeza de que ello daría oportunidad para desmontar –por conducto de esos viajeros excepcionalmente autorizados- las falsedades de la gran campaña de desinformación sobre Cuba y hacer de esa política “pueblo a pueblo” un boomerang contra sus promotores en Washington, como así resultó en efecto.

Este crecimiento repentino de las llegadas internacionales no se ha debido sólo al incremento de los visitantes norteamericanos –excepcionalmente autorizados por Washington a hacerlo mediante permisos especiales previstos para doce categorías de ciudadanos de Estados Unidos. Además de cierta flexibilización en la aplicación de estos requisitos a tenor del anuncio de la visita oficial de Obama a Cuba, también se han registrado importantes crecimientos de viajeros procedentes de Canadá, Europa, Asia y América Latina.

Pero el fenómeno de la aceptación del producto turístico cubano de manera tan amplia ha traído consigo muchas evidencias de carencias en la infraestructura del sector en la isla, tanto en capacidad hotelera como en transporte y distribución de alimentos, calidad de los servicios, carencia de algunos abastecimientos imprescindibles para el desenvolvimiento de una industria que demanda muchos servicios singulares para sujetos que son consumidores muy exigentes.

Según Zane Kerby, presidente de la Sociedad Americana de Agentes de Viajes (Asta, por sus siglas en inglés) “al menos dos millones de estadounidenses más podrían visitar Cuba en 2017, si finalmente el Congreso vota por levantar las restricciones vigentes. Para manejar este incremento en un sector que justamente se identifica como locomotora de la economía y ahora se enfrenta a nuevos retos derivados del complejo escenario internacional, La Habana y Washington han decidido restablecer sus nexos diplomáticos no obstante la persistencia de sus grandes diferencias políticas y de principios.

El repentino incremento del número de turistas (o equivalentes) a recibir los servicios ha estado afectando la infraestructura turística de Cuba, que se encuentra al tope de su capacidad según reconoce un informe divulgado por el grupo The Havana Consulting Group, con sede en Miami, según el cual el impacto no solo ha sido en la capacidad de hospedaje, sino que también ha golpeado a la logística, el transporte, la distribución de alimentos y demás insumos que se requieren para la atención de cientos de miles de viajeros.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.