Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-04-19

Los cambios de Obama y los del VII Congreso

La Pupila Insomne 14 de abril del 2016 Cuba

Iroel Sánchez

EL PASADO MARTES asistí a un debate en el espacio La UH caliente, organizado por la Federación Estudiantil Universitaria de la Universidad de La Habana que trató sobre el discurso de Barack Obama en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Entre las muchas intervenciones que se sucedieron durante más de tres horas y media, una joven dijo: “Obama llamó a los negros en Cuba a animarse pero olvidó que tenía frente a él a Lazo”.

Lazo, para más señas, es Esteban Lazo, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento), es de esos a los que Roberto Fernández Retamar describe en su poema “Usted tenía razón, Tallet, somos hombres en transición” como “negros nocturnos, azules a veces, escogidos y purificados a través de pruebas horribles, de modo que solo los mejores sobrevivieron y son realmente la única raza superior del planeta”.

Esteban Lazo nació en el pueblecito matancero de La Isabel, donde cursó hasta el 5to grado en una escuela rural, no pudo continuar estudiando por tener que dedicarse a las labores del campo para ayudar a su familia, al triunfar la Revolución tenía 14 años y comenzó a trabajar en un molino arrocero y luego en un secadero de arroz, alternando con el trabajo agrícola. Como muchos cubanos pertenecientes a su generación, que suele llamarse la “segunda de la Revolución”, Lazo se superó, se hizo Licenciado en Economía, y participó en las tareas del momento como la Campaña de Alfabetización, las Milicias Nacionales y las movilizaciones militares y agrícolas.

Como parte de los dirigentes del país, y representante de esa generación, Lazo es delegado al VII Congreso del Partido en el que tanto Washington, como la prensa que le es afín dentro y fuera de Cuba, muestra un interés inusitado.

A juzgar por lo que dijo en el Gran Teatro, hubo muchas personas que Obama no vio en Cuba aunque las tuvo delante. A la propia Alicia Alonso, símbolo de la relación cultural entre cubanos y norteamericanos, muestra inequívoca del talento nacional y la vocación de servicio a los demás con reconocimiento universal, el Presidente de EEUU prefirió ignorarla en sus palabras para elogiar, en cambio, a iconos de Miami. Más difícil es pedirle entonces que comprendiera la representatividad y alcance de una organización como el Partido Comunista de Cuba. Un estudio de Rafael Hernández sobre Demografía política e institucionalidad señala:

“Según las cifras del censo, la composición del total de la población por colores es de 65 por ciento de blancos, 10 de negros y 25 de mulatos. A partir de los mismos criterios censales, en las filas de la militancia de base del PCC hay 65 por ciento de blancos, 16,5 de negros y 18,5 de mestizos.

“En el Buró Político hay dos negros y dos mestizos, lo que equivale a 26,66 por ciento. En el Comité Central del PCC, el 68.4 por ciento son blancos; el 16,6 negros y el 14,9 mestizos, con tres puntos de diferencia respecto a la proporción en las filas de base. En el Secretariado, una tercera parte son no blancos (un negro y una mulata, entre los seis).

“La composición de color de la piel entre los dirigentes provinciales del PCC en la actualidad es de 4 mulatos, equivalente a la cuarta parte. Esta cifra está por debajo de su presencia entre los 614 diputados a la ANPP, donde los no blancos llegan al 37,09 por ciento, superior a la cifra del censo para el conjunto de la población”*

Apunta Rafael más adelante:

“por cada 4,5 cubanos que realizan actividad laboral, hay un militante. Pero si se incluye a toda la población (trabajadores, amas de casa, estudiantes, jubilados), 13 por ciento de miembros del PCC sigue siendo una cota muy alta. Tomando en cuenta que esta cifra no equivale al total de simpatizantes socialistas y votantes, sino solo a los miembros activos de estas organizaciones políticas, esta refleja una base superior a la de la mayoría de los partidos políticos en el mundo.

“Más significativa que la masividad es el grado de representatividad sociodemográfica de las filas del PCC, que la aproxima a la de esa población adulta cubana actual.”*

Todo eso, aunque que cada regulación, vieja o nueva aprobada por Washington, impone restricciones a los militantes del PCC hasta para alojar viajeros norteamericanos en Cuba, en una especie de macartismo del Siglo XXI.

Aunque se ha insistido en que este Congreso será el último en que participe la llamada generación histórica, la que protagonizó la lucha insurreccional contra la dictadura que apoyó Washington en Cuba, se ha pasado por alto que la edad promedio de los delegados al evento es de 48 años y que mayoritariamente pertenecen a una generación que sufrió y sufre el bloqueo, protagonizó la lucha por lucha por el regreso a la Isla del niño Elián González y la liberación de los Cinco luchadores antiterroristas que permanecieron en prisiones norteamericanas durante quince años, la tercera parte de ellos bajo la administración Obama, y que aun habiendo presenciado el esfuerzo que el primer presidente afronorteamericano de EEUU empleó durante su visita en borrar la imagen del enemigo, tienen frescos en su memoria esos acontecimientos, así como cuentan con la cultura suficiente para saber que el capitalismo que le toca a Cuba, a pesar de las bonitas palabras del Presidente, no es el de Suiza sino el de Centroamérica.

Igualmente, aunque varios delegados al VII Congreso representan la gestión no estatal, la mayoría proceden de sectores sobre los que la política de EEUU mantiene el cerco y la persecución. Días antes del paso de Obama por La Habana la secretaria de Comercio de Obama, la multimillonaria Penny Pritzker, había preguntado al ministro cubano de Comercio Exterior, entonces de visita en Washington, por “los cambios” –palabra que Obama repitió catorce veces en el Gran Teatro- “que se pueden considerar en el próximo congreso del Partido”, y las presiones estadounidenses sobre el sector estatal de la economía cubana, además de los estímulos hacia el sector privado, parecen dirigidas a impulsarlos en la dirección que históricamente EEUU ha deseado: la restauración del capitalismo neocolonial en Cuba.

Hay una agenda de cambios que el pueblo cubano debatió y apoyó convocado por el Partido Comunista, cuya implementación será evaluada críticamente por los delegados al VII Congreso. Sin embargo, por su extracción social, sus experiencias de vida y el añadido de haber podido ver al Presidente de EEUU desplegar en Cuba sus herramientas de seducción, es de suponer que los delegados al VII Congreso del Partido serán aun menos proclives ahora que antes de la visita del inquilino de la Casa Blanca a complacer lo que Washington desea que ocurra en la Isla y más decididos a potenciar las conexiones con el socialismo de los tres frentes internos que –según las palabras de Obama en el Gran Teatro- se quieren usar como caballos de troya: los jóvenes, las tecnologías de la información y las comunicaciones y el cuentapropismo.

Selección de internet: Aida MIrabal

  • Periodista y editor cubano. Trabaja en la Oficina para la informatización de la sociedad cubana. Fue presidente del Instituto Cubano del Libro. Autor del blog La pupila insomne.


El entorno internacional del VII Congreso del PCC

PROGRESO SEMANAL.us 14 de abril de 2016 EEUU

Jesús Arboleda*

PRÓXIMAMENTE TENDRÁ LUGAR el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba y a nadie escapa su importancia. Es el último que estará presidido por la generación histórica de la Revolución Cubana y aunque tendrá que evaluar los resultados de las transformaciones acordadas en el pasado Congreso, su principal reto radica en satisfacer las expectativas respecto a la proyección futura del país. En este contexto, adquiere especial relevancia el análisis de coyuntura internacional en que tendrá que desenvolverse y sus perspectivas.

El VI Congreso, celebrado en el año 2011, se caracterizó por la institucionalización de los cambios del modelo económico cubano y conllevó la articulación de un consenso, que implicó una amplia discusión popular respecto a sus principales documentos. De esta manera, se intentó adecuar la economía del país a sus propias necesidades internas, superar deficiencias económicas y políticas que fueron crudamente criticadas, mejorar la inserción de Cuba en el mercado internacional y avanzar hacia la integración con el resto de los países latinoamericanos.

El momento indicaba una coyuntura particularmente favorable para estos propósitos. La victoria de Hugo Chávez en Venezuela doce años antes, sobre todo su consolidación progresiva, a partir de la victoria contra el intento de de golpe de Estado en 2002, fue el origen de profundas transformaciones en el entorno político latinoamericano.

A través de los movimientos sociales, accedieron a la presidencia de sus países Evo Morales y Rafael Correa. A ello se sumaba la presencia de Inacio Lula Da Silva, en Brasil; Néstor Kirchner y Cristina Fernández, en Argentina; el gobierno del Frente Amplio en Uruguay y el sandinista en Nicaragua, así como un consenso muy generalizado hacia la integración latinoamericana, en un momento económicamente muy favorable para la región, como resultado del aumento de los precios de las materias primas.

Es en la década previa al congreso cubano que resulta descartada la idea de la creación del Área de Libre de Comercio para las Américas (Alca), promovida por Estados Unidos, y surgen o se fortalecen otros bloques regionales independientes, como la Unión de Naciones del Sur (Unasur), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el más abarcador de todos, al que están integrados todos los países del hemisferio, excepto Estados Unidos y Canadá.

De esta manera, en muy breve tiempo, Cuba se veía plenamente insertada en un entorno regional del que había sido excluida como resultado de la política norteamericana y, particularmente, los acuerdos económicos con Venezuela permitieron llenar en parte el vacío que significó la desaparición de la URSS y el campo socialista en Europa Oriental.

A mejorar el entorno económico y político del país también contribuyó la potente emergencia de China en la región, las relaciones con Rusia y Canadá, el fortalecimiento de los vínculos con países tercermundistas que mejoraban significativamente su situación, como Vietnam y Angola, incluso el interés de capitales provenientes de diversos países europeos, todo lo cual completó un marco de relaciones internacionales muy amplio, a pesar de que el bloqueo norteamericano continuaba siendo un inmenso obstáculo para su funcionamiento.

Apenas dos años antes de celebrarse el VI Congreso, asumía Barack Obama la presidencia de Estados Unidos. Llegó al poder en medio de una crisis económica que amenazaba todo el funcionamiento del sistema y el descrédito internacional resultante de la “guerra contra el terrorismo”, durante el mandato de George W. Bush. Su discurso, su personalidad, incluso su condición de primer presidente afroamericano en la historia de ese país, despertó enormes expectativas en todo el mundo, especialmente en América Latina, donde anunció “un nuevo comienzo” de las relaciones con la región.

Aunque en el caso de Cuba inicialmente solo adoptó medidas que venían a enmendar las decisiones más impopulares de la administración Bush. Su simple presencia atenuó los aspectos más agresivos de la política precedente y generó la esperanza de avanzar en un mejoramiento de las relaciones entre los dos países. Aspecto que el propio presidente Raúl Castro resaltó en su discurso ante el Congreso, cuando dijo:

“Reiteramos la disposición al diálogo y asumiremos el desafío de sostener una relación normal con Estados Unidos, en la que podamos convivir de manera civilizada con nuestras diferencias, sobre la base del respeto mutuo y la no injerencia en los asuntos internos”.

Demoró tres años que esta posibilidad se concretara, la mitad de los cuales se emplearon en negociaciones secretas, hasta que el 17 de diciembre de 2014 fue anunciado por ambos presidentes el inicio de un proceso encaminado hacia la normalización de las relaciones entre los dos países.

Sin duda, una de las razones que condicionó la decisión de Obama, fue la posición unánime de América Latina y el Caribe, exigiendo la participación de Cuba en la VII Cumbre de las Américas, a celebrarse en Panamá en 2015.

En esos momentos, América Latina presentaba una posición internacional bastante homogénea, con predominio de los gobiernos populares progresistas, y el propio presidente Obama declaró que Estados Unidos se encontraba aislado en la región, como consecuencia de la política hacia Cuba.

Este escenario ha cambiado bruscamente en los últimos meses. La crisis económica, resultado de la caída en picada de los precios del petróleo y las materias primas en general, tornó sumamente difícil el mantenimiento de las políticas sociales que servían de base a los gobiernos progresistas, afectando su propia existencia.

La muerte de Hugo Chávez complicó la situación interna venezolana, hasta la pérdida de la mayoría parlamentaria en las últimas elecciones. La derecha también ganó las elecciones presidenciales en Argentina y Dilma Rousseff enfrenta la posibilidad de un golpe parlamentario en Brasil. Incluso Evo y Correa, a pesar de todavía contar con altos márgenes de popularidad, han tenido que enfrentar contratiempos y derrotas. Todo lo cual afecta el consenso integracionista, requerido de voluntad política, dada la escasa complementariedad de las economías latinoamericanas y su dependencia de los mercados extrarregionales.

Estados Unidos no ha sido ajeno a este proceso, ya sea patrocinando a las fuerzas de la derecha, promoviendo acuerdos de libre comercio bilaterales o multilaterales, sobre todo en el área del Pacífico, y recomponiendo su influencia política en la región, gracias a la emergencia de gobiernos que le resultan afines.

Este es el escenario adverso en América Latina que tendrá que enfrentar el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba. A su favor influyen los avances en las relaciones con Estados Unidos, los cuales, paradójicamente, no se han visto afectados por los retrocesos progresistas en la región, lo que demuestra que la nueva política hacia Cuba responde a factores objetivos de difícil reversibilidad.

Más importante aún, el nuevo entorno de las relaciones con Estados Unidos abre espacios a las relaciones económicas internacionales de Cuba, lo cual se aprecia en los recientes acuerdos con la Unión Europea y el creciente interés de inversionistas extranjeros, incluso norteamericanos, en el mercado cubano.

Nada de esto implica que se ha llegado a una solución de las contradicciones sistémicas presentes en las relaciones con Estados Unidos, ni los retos que constituye para la propia conducción del socialismo cubano, las características de un entorno internacional regido por la globalización del capitalismo, bajo la preeminencia de la hegemonía norteamericana.

El éxito del próximo Congreso dependerá en buena medida en establecer las pautas que deben orientar la política cubana en este contexto, así como en su capacidad para reforzar el consenso interno, en las condiciones que impone este complejo escenario internacional.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Doctor en Ciencias Históricas, profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales.


La sociedad corrupta

REBELIÓN 9 de abril del 2016 ESPAÑA

Los Papeles de Panamá son solo la punta del iceberg

José López*

LAS FILTRACIONES DE los llamados Papeles de Panamá demuestran, una vez más, el nivel de corrupción generalizado del sistema mundial actual. La corrupción campa a sus anchas por todos los rincones del planeta. No está uniformemente distribuida, en unos sitios hay más que en otros, pero de lo que no cabe duda es que es algo intrínseco al propio capitalismo global. Probablemente, a medida que pase el tiempo, se verá la verdadera dimensión del problema. Sin embargo, cada uno de nosotros, ciudadanos corrientes, puede también llegar a significativas conclusiones simplemente observando lo que pasa a su alrededor.

Basta con analizar un poco lo que uno vive día a día para darse cuenta, al menos en sus líneas generales, de la sociedad en que vivimos. Porque, por ejemplo, cuando uno paga por algo y no recibe la correspondiente factura está de alguna manera contribuyendo a la sociedad corrupta de la que forma parte. Indudablemente, hay grados. Desde el punto de vista cuantitativo, no es lo mismo no pedir una factura para ahorrarse unos pocos euros que crear una sociedad fantasma en paraísos fiscales para evitar el pago de millones de euros en impuestos. Pero desde el punto de vista cualitativo no hay tanta diferencia. En el momento en que nosotros mismos nos corrompemos, o hacemos la vista gorda, contribuimos a la sociedad corrupta.

El gran problema, según lo veo yo, no es tanto el volumen que alcanza la corrupción en nuestros tiempos, sino la mentalidad que tiene mucha gente de tolerar la corrupción, o incluso participar en ella, aunque solo sea con un pequeño grano de arena. Y es que en verdad la sociedad entera está corrupta. No se trata solo de unas ramas podridas, todo el árbol lo está, incluso sus raíces. La solución, por tanto, no consiste solo en podar las ramas del árbol, sino en cambiarlo. La solución solo puede consistir en una revolución mundial que implante un nuevo sistema que se rija por unas nuevas reglas, radicalmente distintas. No hay evolución sin revolución.

Porque no se trata de un problema de unas cuantas manzanas podridas, el cesto entero lo está. Casi todos estamos, en mayor o menor medida, corruptos. Y es que si no olvidamos en qué consiste en verdad el capitalismo, nos daremos cuenta de que este sistema se basa en que unos pocos se apropien de gran parte de la riqueza generada por la sociedad en su conjunto.

No es solo corrupción lo que hacen algunos con el dinero público, sino también la apropiación de la mayor parte de la riqueza generada en las empresas privadas por sus dueños y sus ejecutivos. También es corrupción que los directivos de las empresas se suban los sueldos escandalosamente al mismo tiempo que los empleados ven año tras año disminuir los suyos, al mismo tiempo que se producen despidos masivos, incluso cuando las empresas van bien. Y es que el capitalismo es esencialmente la dictadura económica ejercida por los dueños de los medios de producción y sus cómplices.

La corrupción masiva es un síntoma inequívoco de la escasa democracia que tenemos. Una democracia política bajo mínimos, aparente, cuyo principal fin es evitar que la democracia llegue al centro de gravedad de la sociedad: la economía.

Y es que la democracia consiste, entre otras muchas cosas, en la transparencia, en que quienes ostenten cargos de responsabilidad (en cualquier grupo social, sea éste un país o una empresa) respondan por sus actos, además de ser elegidos por los gestionados, además de poder ser revocados,... Cuando no hay transparencia, cuando quienes gestionan la riqueza generada por cierto grupo humano hacen lo que les da la gana, sin ningún control, o con un control muy escaso, entonces surge inevitablemente la corrupción.

Si ya vamos viendo poco a poco la corrupción que se produce en el ámbito de lo público, ¿podemos imaginarnos la corrupción que habrá en las empresas privadas, donde la opacidad es absoluta?

Nos escandalizamos cuando nos roban el dinero público, que proviene de nuestros impuestos, pero nos olvidamos del dinero que nos roban a los trabajadores en las empresas. Porque pagar un sueldo miserable es también robar. Porque despedir a un trabajador simplemente para aumentar la rentabilidad de la empresa, es decir, de sus propietarios, es robarle la posibilidad de ganarse el sustento.

Uno de los grandes problemas que tenemos los ciudadanos de a pie está en nuestras mentes. Nos han comido el coco para aceptar, consciente o inconscientemente, el orden establecido. Nos parece normal que unos pocos acumulen riqueza porque nos parece normal que esos pocos posean las “máquinas” generadoras de riqueza. Nos parece normal que debamos obedecer sin rechistar las órdenes que vienen de arriba en las empresas, donde pasamos gran parte de nuestras vidas.

Pero luego, incongruentemente, nos quejamos de las desigualdades, de que nos exploten cada vez más, de que nos despidan,... No entendemos cómo todo va degenerando a nuestro alrededor. Y es que nos olvidamos de la raíz de los problemas. El sistema está podrido de raíz porque no es realmente democrático. Por esto hace falta ser radical, en cuanto a que hay que ir a la raíz del problema. ¡Ah, pero es que nos han metido en la cabeza la idea de que “radical” es algo demoníaco! Y esto lo han hecho quienes atentan radicalmente contra la más elemental lógica y ética. Parece que es “radical” plantear la redistribución de la riqueza, pero no que unos pocos acumulen tanta como países enteros.

La solución a la corrupción, a las desigualdades sociales, a la pobreza, a la inestabilidad permanente,…, es la democracia real. Esta no caerá del cielo. Deberemos, los ciudadanos corrientes, los trabajadores, luchar por ella. La Revolución será un largo y complejo proceso, cuyo éxito nunca está garantizado. Y para ello deberemos, en primer lugar, cuestionar el sistema establecido, incluso nuestros prejuicios, que tanto se han esmerado las élites mediante el control de los grandes medios de “comunicación” y la “educación” en incrustar en nuestros cerebros.

Para liberarnos deberemos cortar las cadenas mentales que nos atan a un sistema que nos oprime, pero que también contribuimos a que exista, por activa o por pasiva. La corrupción está también en nuestras mentes. No somos todos igualmente responsables, pero nadie está totalmente libre de culpa.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Autor de diversos artículos, publicados todos ellos en múltiples medios de la prensa alternativa y disponibles en su blog para su libre descarga y distribución.