Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-05-10

Raíces de la crisis y de la gran recesión

LA JORNADA.unam.mx 4 de mayo del 2016 MÉXICO

Alejandro Nadal*

En un artículo reciente, el economista en jefe del Fondo Monetario Internacional, Maurice Obstfeld, confiesa que el panorama económico global le parece difícil de entender. El funcionario examina las causas y efectos del colapso en los precios del petróleo y pregunta: ¿por qué los bajos precios del crudo no han sido un estímulo para la economía mundial? Su respuesta y análisis son evidencia de los limitados alcances de la teoría económica convencional para entender la crisis y la dinámica macroeconómica del capitalismo contemporáneo.

A partir de junio del 2014 el precio de petróleo sufrió una caída de más de 60% (unos 70 dólares estadounidenses). Pero en ese lapso se siguió frenando el crecimiento de las principales economías del planeta. Obstfeld señala que esa combinación (precios de crudo a la baja y estancamiento) ha confundido a los economistas del FMI.

En el pasado los cambios bruscos en el precio del crudo siempre han tenido efectos contracíclicos: cuando hay incrementos en esos precios, el crecimiento se frena y viceversa. Según Obstfeld los precios bajos debieran conducir a menores costos de producción y mayores niveles de actividad, mayor contratación de fuerza de trabajo y menor inflación.

Lo que sucede es que los economistas del FMI se quedaron con las explicaciones superficiales de la "estanflación", es decir, de la coexistencia de estancamiento con inflación, que marcó la década de los años 1970. La tesis estándar sobre aquél episodio es que los altos precios del crudo se tradujeron en altos costos de producción, reducción del nivel de actividad y altos precios para cubrir los costos crecientes.

Por eso los economistas del Fondo siempre han pensado que una reducción en el precio del principal insumo energético debería estar actuando como un poderoso estímulo económico. Y sin embargo, la reducción de precio coincide con la actual fase de lento crecimiento. Pregunta Obstfeld: ¿cómo es eso posible?

La explicación la encuentra en el límite cero de la tasa de interés. Hoy los bancos centrales ya no pueden reducir más la tasa de interés (aunque Obstfeld prefiere ignorar el tema de la tasa de interés negativa) y la reducción en la inflación debido a la disminución de costos de producción tiene un efecto inesperado porque provoca un aumento en términos reales de la tasa de interés. Según Obstfeld eso comprime la inversión y la demanda y contrarresta el efecto de la disminución de costos. De manera simétrica, dice Obstfeld, el aumento de precios del petróleo podría tener un efecto expansivo al reducir la tasa real de interés.

En pocas palabras, para los economistas del FMI el nuevo villano es el límite cero de la tasa de interés. Esto estaría provocando el efecto "perverso" de que el descenso en los precios de crudo no actúa como un estímulo para la actividad económica. Y si los bajos precios de petróleo persisten podríamos ver un tsunami de quiebras en las empresas petroleras que apostaron a que los precios altos se mantendrían por largo tiempo, lo que podría dislocar todavía más al sector financiero. Obstfeld concluye que se necesita un apoyo a la demanda (vía la política fiscal), además de introducir más reformas estructurales (el tema de siempre en el FMI).

Son muchos los economistas que insisten hoy en las dificultades que entraña el límite cero de la tasa de interés. Lo cierto es que después de siete años de tasas de interés cercanas a ese límite la economía mundial no solo no puede recuperarse de la crisis, sino que parece querer instalarse en un estancamiento secular. Como dice Thomas Palley, ahora resulta que el problema de las economías capitalistas es el del límite cero de la tasa de interés, como si todos los problemas estructurales del capitalismo no tuvieran nada que ver con el estancamiento.

En realidad, esta discusión ignora un punto fundamental: las economías capitalistas caminan por un sendero de contracción inexorable de su ritmo de crecimiento desde hace ya varias décadas. Esto es algo que se puede comprobar fácilmente con cualquier serie de datos. Lo más importante es que este proceso ha venido acompañado de una tendencia a la baja en las tasas de rentabilidad sobre el capital invertido. Los estudios de Michael Roberts, Andrew Kliman y Peter Jones, por ejemplo, revelan que la tasa de ganancia (calculada a costos históricos) pasó de 45%, su nivel más alto en 1948, a 32% en 2011. Esta tendencia histórica a la baja ha tenido un efecto importante sobre la inversión porque en una economía capitalista el factor determinante clave de la inversión es la rentabilidad. Y esto es lo que explica la tendencia inexorable hacia el estancamiento.

Desde esta perspectiva, ni la inestabilidad financiera ni la desigualdad o el subconsumo son lo que explica la crisis de 2008. Y si bien la deflación y la austeridad son factores importantes detrás de la extensión de la gran recesión, la crisis y su profundidad se explican por las contradicciones intrínsecas del capitalismo. Sin duda el régimen neoliberal ha intensificado algunas de estas contradicciones, pero las raíces de la crisis son más profundas.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Economista mexicano. Publica habitualmente en La Jornada y en la revista Sin Permiso.


Cuando la campaña de Bernie Sanders desencadena una cosmogonía social y política norteamericana

REBELIÓN.org 4 de mayo del 2016 ESPAÑA

Yorgos Mitralias*

El espectáculo de un candidato a la investidura del Partido Demócrata que se planta delante de un piquete de huelga y toma la palabra para apoyar la lucha de los huelguistas es lo suficientemente raro como para que no pase inadvertido incluso por los medios de Estados Unidos. Esto pasó el lunes 11 de abril en Times Square, Nueva York, el piquete de huelga era de 40 mil trabajadores del gigante de las telecomunicaciones Verizon, en huelga para obtener el convenio colectivo rechazado obstinadamente por la patronal y el candidato era -evidentemente- Bernie Sanders.

¿Golpe de propaganda electoral? ¿demagogia? ¿"populismo”? Nada de eso, simplemente coherencia y continuidad con una vida pasada al lado de los trabajadores. Por cierto, la última vez que Sanders había hecho exactamente lo mismo fue hace solamente unos meses, el pasado mes de octubre en otro piquete de huelga, también en Manhattan…

Pasa que la izquierda europea -que brilla por su indiferencia hacia lo que pasa en EEUU- ignora estos hechos, sin embargo tanto los trabajadores como la patronal norteamericanos los conocen muy bien. Por eso el presidente de Verizon, Lowell McAdam, se apresuró a atacar violentamente a Bernie Sanders, calificándole de “ignorante”, de estar “fuera de la realidad” y de “despreciable“.

Por el contrario, los huelguistas de Verizon aclamaron a Bernie y su gran sindicato CWA decidió apoyar su candidatura calificándole incluso de… “¡campeón de los intereses de la clase obrera”! De hecho, no por casualidad Bernie Sanders terminó su discurso a los huelguistas con esta frase lapidaria: “De parte de cada obrero en América, en nombre de todos aquellos que sufren las mismas presiones, os doy las gracias por lo que estáis haciendo. ¡Venceremos!”.

El mismo día, otro gran sindicato, local esta vez, el de los trabajadores de los transportes de Nueva York (Transit Workers Union-Local 100), decidía apoyar a Bernie Sanders, para disgusto del Partido Demócrata de Nueva York, que consideraba a este sindicato su feudo. La decisión de los líderes sindicales fue prácticamente unánime (42-1) y es sintomática de los grandes cambios que la campaña de Sanders está produciendo en el seno de la clase obrera norteamericana y de su movimiento sindical. Pero la adhesión de 40 mil miembros del TWU al campo de Sanders adquiere una importancia aún mayor si pensamos que se trata, en su gran mayoría, de trabajadores afroamericanos y latinos, de los que se esperaba que siguieran casi ciegamente las directrices del Partido Demócrata y… del clan de los Clinton.

Diez días antes, el tono del encuentro organizado en Chicago por la red sindical Labor for Bernie, que reivindica más de 12 mil miembros, entre ellos cinco grandes sindicatos nacionales y 90 uniones sindicales locales, lo daba la declaración introductoria siguiente: “Trabajamos para ver a Sanders conseguir la investidura del Partido Demócrata.

Pero no nos quedamos ahí. Vamos más lejos construyendo un movimiento de democracia en este país”. La frase, clara, fue pronunciada por Larry Cohen, antiguo presidente del sindicato (600 mil miembros) Communications Workers of America, el mayor sindicato de los trabajadores de las comunicaciones y los medios de EEUU. Detalle muy significativo: Larry Cohen también es “Consejero Superior” de Bernie Sanders.

Este encuentro sindical de Chicago nunca ha escondido que más allá de su contribución a la campaña de Bernie Sanders, su objetivo era construir un movimiento obrero independiente capaz de regenerar si no de refundar el movimiento obrero norteamericano sobre las bases de clase. No es casualidad entonces que se titulara Labor for Bernie and beyond, es decir “Trabajadores por Bernie y más allá”. Por cierto, dice mucho de su orientación política y social la propuesta que se debatió sobre los “cinco principios” en torno a los cuales debería construirse esta “nueva fuerza por una economía democrática”:

  • La lucha contra la desigualdad económica
  • El combate contra las discriminaciones de raza, género y orientación sexual
  • La oposición a la economía de guerra permanente y a la política exterior militarizada
  • La lucha contra el cambio climático global
  • La defensa del derecho de organizar con el movimiento obrero protagonista en la promoción de los intereses de la clase obrera

Merece la pena destacar también el hecho de que la red Labor for Bernie decidiera organizar, junto con otras organizaciones y movimiento sociales, una gran Asamblea Popular en Chicago el 17 de junio, mientras que su ponente Larry Cohen anunció que la batalla final por la investidura en la Convención del Partido Demócrata en julio, se libraría tanto en el interior como en el exterior de la sala del congreso, ya que ¡la Convención estaría “asediada” por el mayor número posible de partidarios de Sanders!

El hecho es que no se trata ya de una intención sino más bien de una decisión de transformar la campaña electoral del senador de Vermont en un proceso de construcción de un movimiento obrero independiente y de masas. Manifiestamente, se trata aquí de un desarrollo extraordinario de importancia histórica.

Pero eso no es todo, porque nos encontramos ahora ante la multiplicación de iniciativas similares que vienen del interior de la campaña de Sanders y la puesta en marcha de procesos de construcción de movimientos independientes sectoriales o incluso del tan esperado “tercer partido” que romperá el bipartidismo tradicional americano. Como por ejemplo, la iniciativa de la red de los Berniecrats de lanzar un proceso de construcción de una enorme lista de candidatos alternativos e independientes a todas las elecciones, con la condición de que esos candidatos se comprometan a apoyar y defender públicamente el programa de Bernie Sanders.

Este proceso parece progresar sensiblemente y evidentemente, entra ya en colisión con el bipartidismo tradicional, y más inmediatamente con el Partido Demócrata, puesto que ¡su dinámica le empuja hacia la construcción de un (tercer) gran partido que presentará a sus propios candidatos a todas las escalas de la vida pública norteamericana!…

Dado que esta marcha hacia el movimiento de masas independiente y radical se combina con la reciente serie de victorias aplastantes de Bernie Sanders y que el despegue de su popularidad sobre el fondo de inmensas multitudes que participan en sus mítines electorales acalorados, no podemos extrañarnos ni de la gran inquietud -incluso del pánico- del establishment americano, ni de la irritación manifiesta de una Hillary Clinton que endurece brutalmente sus ataques a Bernie Sanders.

Como se puede esperar, esta situación agudiza ulteriormente la cólera de los millones de partidarios de Sanders, acelera ulteriormente su liberación de la trampa del bipartidismo y evidentemente, contribuye ulteriormente a su radicalización. Una de sus consecuencias es que los “consensos” interclasistas tradicionales así como sus célebres representantes más o menos “progresistas” se llevan a cabo rápidamente y ven caer sus máscaras en tiempo récord. He ahí por qué el premio Nobel de economía Paul Krugman, conocido en Grecia como gran defensor del pueblo griego frente a sus verdugos, es en USA un adversario encarnizado de Sanders y uno de los principales apoyos de Hillary Clinton, utilizando incluso una argumentación que no difiere gran cosa de la de… los acreedores de Grecia.

Y he ahí también por qué los grandes medios americanos por excelencia liberales como el Times de Nueva York, el Washington Post o la CNN abandonan sus buenas maneras y utilizan todos los medios, incluso los más innobles, para neutralizar la amenaza mortal llamada Bernie Sanders.

Frente a esos desarrollos que consideramos sin duda históricos, se esperaría que toda la izquierda internacional echara las campanas al vuelo y se movilizara para expresar con actos su solidaridad y su apoyo. Sin embargo, ¡no pasa absolutamente nada! Salvo algunas excepciones, que no por casualidad se encuentran todas en esta América Latina que sabe mucho del imperialismo norteamericano, la izquierda europea sigue totalmente pasiva e indiferente, mostrándose incapaz de tomar la medida tanto de la dinámica del “fenómeno” como de sus consecuencias políticas y sociales.

Y sin embargo, aunque muy importante y prometedor, ni el gran y tan radical movimiento de la juventud y de los asalariados que se está desarrollando estas últimas semanas en Francia, ni la gran y muy prometedora crisis que tiene como epicentro a esta Cataluña cada vez más radicalizada, no se pueden comparar con los eventos que están teniendo lugar actualmente en el corazón de la superpotencia mundial. Eventos que, como hemos escrito hace un mes, ¡pueden cambiar el curso de la historia!

Nuestra conclusión es inapelable: la izquierda europea tiene hoy el deber de movilizarse para apoyar con actos y con todas sus fuerzas el movimiento de masas sin precedentes que se está construyendo en EEUU. Tanto porque, en estos tiempos tan adversos, este movimiento representa la mayor esperanza para los de abajo, para la humanidad y para el planeta, como porque la izquierda europea tiene mucho que aprender y todo que ganar aliándose a él.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Periodista griego

Jóvenes en Estados Unidos rechazan el capitalismo

POR ESTO.net 4 de mayo del 2016 MÉXICO

Manuel E. Yepe*

Una muy reciente encuesta realizada por la elitista, aunque prestigiosa, Universidad de Harvard, en Massachusetts, indica que la mayoría de los jóvenes estadounidenses rechaza los principios básicos de la economía de Estados Unidos y que no se consideran a sí mismos compatibles con el capitalismo.

Es este un dato de la mayor importancia política, razonando que desde el fin de la Guerra Fría toda la propaganda interna y hacia el exterior de Estados Unidos ha tenido como objetivo fundamental la formación de una conciencia orientada al libre mercado y a la protección del capital, con desdeño de los fines sociales del Estado.

De hecho, en su política exterior, Washington confunde los términos “capitalismo” y “democracia” a tal extremo que casi nunca utilizan el primero. Sus aliados en el capitalismo son democracias y los que no aceptan su hegemonía global no lo son, así de sencillo.

La pesquisa de la Universidad de Harvard, que encuestó a jóvenes estadounidenses de entre 18 y 29 años de edad, reveló que el 51% de ellos no apoya al capitalismo contra el 42% que si lo apoya.

Según los encuestadores, la mayoría que dijo no sentirse compatible con el capitalismo se centra en los vaivenes del libre mercado. “El capitalismo puede significar diferentes cosas para diferentes personas, y la generación más nueva de votantes está frustrada con el status quo, en términos generales”.

Zach Lustbader, uno de los principales expertos de Harvard en la conducción de la encuesta, ha dicho que “capitalismo” no tiene hoy en Estados Unidos el mismo significado que antes. A los que crecieron durante la Guerra Fría, les inculcaron que capitalismo era un arma propagandística para liberar a la Unión Soviética y a otros regímenes totalitarios. Pero para otras generaciones más recientes el capitalismo ha significado una crisis financiera constante de la que la economía global aún no se ha recuperado. Aunque la información de los resultados de la encuesta que ofrece Amy Cavenaile en The Washington Post el 24 de abril de 2016, no aclara cuáles otros sistemas socio-económicos preferirían los jóvenes como alternativa, se indica que el 33% de ellos elegiría el socialismo. La encuesta tiene un margen de error de 2.4 puntos porcentuales.

Un posterior estudio que incluyó a personas de todas las edades reveló que entre estadounidenses algo mayores también existe escepticismo acerca del capitalismo. Solo entre encuestados de menos de 50 años de edad hubo una mayoría a favor del capitalismo.

Aunque estos resultados son sorprendentes, Harvard los compara con otros estudios recientes sobre cómo piensan los estadounidenses sobre el capitalismo y el socialismo. En 2011, por ejemplo, el Centro de Investigación Pew encontró que en personas de 18 a 29 años de edad existía frustración con el sistema de libre mercado.

En ese sondeo se constató que el 46% de la ciudadanía tenía puntos de vista positivos acerca del capitalismo, y 47% tenía opiniones negativas. En relación al socialismo, por el contrario, 49% de los jóvenes en la encuesta de Pew tenían opiniones positivas, y solo el 43% tenían opiniones negativas.

La encuesta Harvard encontró una mayor influencia de las ideas capitalistas en los jóvenes estadounidenses ante preguntas específicas sobre la mejor manera de organizar la economía. Solo el 27% cree que el gobierno debe jugar un papel importante en la regulación de la economía, un 30% cree que el gobierno debe desempeñar un sustancial papel para reducir la desigualdad de ingresos y el 26 % dijo que el aporte gubernamental es una manera eficaz para impulsar el crecimiento económico.

Pero el 48% aceptó que “tener seguro de salud es un derecho para todas las personas”. Y un 47% estuvo de acuerdo con la declaración de que “las necesidades básicas, como alimento y vivienda, son derechos que el gobierno debe proporcionar a aquellos que no pueden pagarlos”.

Se ha considerado que la campaña de Bernie Sanders por la candidatura presidencial del Partido Demócrata ha constituido un factor significativo en los cambios que ahora se aprecian.

Sorprendió grandemente el hecho de que tanta gente joven se sintiera movilizada por el verbo de un aspirante de tan avanzada edad.

La profunda significación política de lo que ahora las encuestas están demostrando en la juventud estadounidense no es algo de poca monta y por el contrario pudiera ser el preludio de los grandes cambios a escala mundial que la humanidad tanto necesita.


Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Periodista cubano especializado en política internacional