Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-05-11

Militares, café y peloteros cubanos en USA: Cuba no admite injerencias

LA TARDE SE MUEVE 6 de mayo del 2016 EEUU

Edmundo García*

Una noticia reciente ha provocado una gran algazara en Miami, sobre todo en los desesperados canales de radio y televisión de la política anticubana, que ya están tocando fondo por falta de contenido en estos nuevos tiempos de positividad, de cosecha de relaciones. Tiempo de “recoger lo sombrado”. Como dice Eva Golinger, estos periodistas plegados al dinero no son ni siquiera malos periodistas; han cambiado de profesión, son manipuladores.

La información que les desquicia es que se dio a conocer que oficiales del Ministerio del Interior de Cuba, del Minint, un Coronel y dos Tenientes Coroneles, visitaron bases en Cayo Hueso y en el sur de la Florida. Estaban cumplimentando una invitación oficial hecha por el Comando Sur de Estados Unidos, con sede en Miami, con el objetivo de tratar temas vinculados a la seguridad nacional de ambos países; como son la lucha contra el narcotráfico, la seguridad de fronteras, la respuesta a la piratería y otras acciones violentas, etc. Es algo que sigue naturalmente a los pasos dados en el proceso hacia la normalización de relaciones, y que ha tenido sus antecedentes.

Las razones de este tipo de diálogo entre autoridades de Cuba y Estados Unidos fueron pasadas por alto por la prensa derechista de Miami, que empezó a atacar a los oficiales del Minint con el lenguaje turbio e irrespetuoso de siempre.

Coincidentemente con esto la prensa local publicó unas declaraciones del jefe del Comando Sur donde hacía referencia a las relaciones que tiene Cuba con países que no son del agrado de Estados Unidos como China, Rusia e Irán; lo que se interpretó por los tendenciosos de siempre como un intento de condicionar las relaciones bilaterales a que Cuba se distancie de los referidos países, lo que sería una inaceptable injerencia en la soberanía cubana y su independencia en la concepción de su política exterior.

Hay que entender que Cuba es un país soberano, que a la vez respeta la soberanía de otros países. Cuba tiene relaciones con Estados Unidos y no le critica, y menos le pide que rompa, con países muy adinerados pero de muy poco prestigio internacional, donde aún se lapidan mujeres y se les reprime en sus derechos, como es el caso de Arabia Saudita. Por si fuera poco un país que ha apoyado a personas que ejercieron la violencia contra ciudadanos y ciudades norteamericanas.

Hay que reconocer, aunque no les guste a algunos, que las relaciones con Rusia y China han sido importantes para Cuba precisamente en los momentos en que EEUU, con toda la torpeza de que es capaz en geopolítica, le bloqueó el comercio y las finanzas.

La independencia y la soberanía de la política exterior cubana es precisamente lo que le ha permitido tener el respeto de las demás naciones y cosechar éxitos a nivel internacional.

Sobre política exterior Raúl fue muy claro en el informe central al VII Congreso del Partido. El Presidente cubano citó un párrafo de la Constitución de la República de Cuba donde se establece que “las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera”.

En cuanto a su proyección internacional, Raúl reiteró que Cuba seguirá siendo consecuente “en el ejercicio de su política exterior, comprometida con las causas justas, la defensa de la autodeterminación de los pueblos y el tradicional apoyo a países hermanos”.

Pero así como la injerencia extranjera es inadmisible para Cuba en política exterior; también lo es en cuestiones vinculadas a la marcha de la economía, sus reformas y actualizaciones. A esto se refiere la declaración de la ANAP publicada recientemente en el periódico Granma, donde se renuncia o pospone la exportación de café a Estados Unidos dada la exigencia del Departamento del Tesoro, a través de su Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), de que solo podría entrar a territorio norteamericano aquel café producido por cooperativas que puedan probar que no tiene nexos con el Estado cubano. Un “control de calidad” muy atípico, pues no le importa si el café es robusto, si está bien tostado, si no tiene adulterantes o contaminantes, nada de eso, lo único que le interesa es que no esté “mezclado” con el Estado cubano.

Cosa además imposible. ¿Cómo puede una cooperativa cubana, o de cualquier otro país, no tener relaciones de algún tipo con el Estado? Al final siempre se tienen vínculos con lo estatal. Una cooperativa no puede sobrevivir totalmente al margen de la estructura estatal, a no ser que tenga petróleo; y ni siquiera así porque luego querría exportarlo y solicitaría una licencia, que por supuesto otorga el Estado.

Las exigencias de Estados Unidos para que cooperativas cubanas le exporten café, prácticamente estarían buscando empujar a los productores al delito y la mentira. Esta condición injerencista, muy bien respondida por la ANAP, es del mismo tipo que la que pretende la organización de Grandes Ligas, que estaría dispuesta a permitir el contrato de jugadores residentes en la isla, pero les prohíbe pagar impuestos al Estado cubano. Como en los casos anteriores, ni el Inder ni la Comisión Nacional de Béisbol aceptan este otro intento de pasar por encima de la soberanía nacional cubana.

Las autoridades norteamericanas deberían ser más profesionales y conocer mejor a Cuba. Y no lanzar públicamente propuestas que son prematuras y dependen de otras normas prohibitivas que no están bajo el dominio de OFAC. A veces es mejor quedarse callado y no provocar suspicacias innecesarias. Quien quiera relaciones con Cuba primero debe estudiar las leyes cubanas; es mejor esto que prejuiciar a la opinión pública en contra de algo que en fin de cuentas aún no tiene condiciones para ser implementado.

Como expresé en el programa “La tarde se mueve” de ayer jueves (https://soundcloud.com/ltsm/0505201...), las ambiciones de Estados Unidos de mandar sobre Cuba son históricas; se pueden encontrar en varios documentos, entre ellos en la Carta de Thomas Jefferson al presidente James Monroe del 24 de octubre del 1823, donde le dice: “Pero tenemos que preguntarnos una cuestión. ¿Deseamos adquirir para nuestra confederación una o más de las provincias españolas? Yo confieso honestamente, que siempre he mirado a Cuba como la adición más interesante que podría hacerse a nuestro sistema de Estados. El control que, junto con Florida, esta isla nos daría sobre el Golfo de México, y los países e istmos que la rodean, así como todas esas aguas que fluyen ahí, llenaría la medida de nuestro bienestar político.”

Y ya que cité a nuestro programa, quiero terminar con la nota de un oyente de Miami leída en “La tarde se mueve” este jueves, donde dice: “¿Querrán que las personas siembren café en un cuarto como hacen aquí con la marihuana y que lo traigan poquito a poco en un bolso cuando vengan de visita?”. A lo mejor así se podría importar en Estados Unidos un café que no tenga relación alguna con el Estado cubano. Y ni tanto, porque la entrada por el aeropuerto significaría que se ha pagado visa y pasaporte a las autoridades migratorias de Cuba.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Periodista y locutor cubano en Miami, EEUU; conductor del programa alternativo La tarde se mueve.


TTIP, la “Otan económica”

RED VOLTAIRE 5 de mayo del 2016 FRANCIA

El geógrafo Manlio Dinucci propone en este artículo una lectura coherente de la estrategia de Washington, que incluye el TTIP, el derrocamiento del régimen ucraniano, las guerras contra Libia y Siria, la ola de migrantes desde Turquía y el despliegue militar de la Otan a las puertas de Rusia y su redespliegue en Europa

Manlio Dinucci*

La ciudadanía, los parlamentos, los gobiernos, Estados enteros se ven despojados de toda autoridad sobre sus opciones económicas, puestas en manos de organismos controlados por transnacionales y grupos financieros que violan los derechos de los trabajadores, las exigencias de la protección del medioambiente y las exigencias de la seguridad en materia de alimentación, destruyendo a la vez los servicios públicos y los bienes de la comunidad. Es por eso que hay que rechazar la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, siglas en inglés) [1], que Estados Unidos y la Unión Europea están negociando en el mayor secreto.

A las razones anteriormente mencionadas se unen además otras, de las que nadie habla prácticamente nunca: las razones de carácter geopolítico y geoestratégico, que revelan la existencia de un proyecto mucho más amplio y amenazante.

El propio embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea insiste en que «hay esenciales razones geoestratégicas para concluir ese acuerdo».

Esas razones tienen mucho que ver con lo que indica el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos cuando prevé que «como consecuencia del declive de Occidente y del ascenso de Asia, de aquí al 2030 los Estados en vías de desarrollo habrán sobrepasado a los Estados desarrollados». Es por eso que Hillary Clinton define la asociación entre Estados Unidos y la Unión Europea como «un objetivo estratégico importante de nuestra alianza transatlántica», proyectando una «Otan económica» que se integraría a la Otan política y militar.

Es claro el proyecto de Washington: llevar la Otan a una fase superior, creando un bloque político, económico y militar EEUU/UE, siempre bajo las órdenes de Estados Unidos, que –junto con Israel, las monarquías del Golfo y otros países– se opone al área euroasiática en ascenso –ascenso basado en la cooperación entre Rusia, China– al igual que a los países del grupo Brics [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica], a Irán y a cualquier otro Estado que se sustraiga a la dominación de Occidente.

El primer paso hacia la realización de ese proyecto fue la creación de una fractura entre la Unión Europea y Rusia. En julio del 2013, se abrieron en Washington las negociaciones sobre el TTIP, cuyo avance encuentra muchas dificultades debido a la existencia de intereses contrastantes entre Estados Unidos y las mayores potencias europeas, a las que Rusia ofrece ventajosos acuerdos comerciales. Seis meses más tarde, en enero-febrero del 2014, el putsch de la plaza Maidan, organizado en Ucrania por Estados Unidos y la Otan, inicia la reacción en cadena (ataques contra los rusos de Ucrania, separación de Crimea y regreso de esa península a Rusia, inicio del proceso de sanciones y contrasanciones) que reinstala en Europa un clima de guerra fría.

Al mismo tiempo, los países miembros de la Unión Europea se ven sometidos a la presión de flujos migratorios provocados por las guerras desatadas por Estados Unidos y la Otan (contra Libia y Siria), guerras en las que participaron esos países europeos, y por los ataques terroristas del Emirato Islámico (surgido de esas mismas guerras).

En esta Europa dividida por «muros de contención» de los flujos migratorios, donde actualmente se propaga la sicosis por el estado de sitio, Estados Unidos está iniciando la mayor operación militar desde el fin de la guerra fría, con el despliegue en las fronteras con Rusia de cazabombarderos y navíos de guerra capaces de portar armas nucleares.

Bajo el mando de Estados Unidos, la Otan –que cuenta entre sus miembros 22 de los 28 países miembros de la Unión Europea– intensifica la realización de ejercicios militares (más de 300 en el 2015), principalmente en el frente oriental. Todo ello favorece el proyecto de Washington tendiente a la creación de un bloque político, económico y militar EEUU-UE. Ese proyecto goza del respaldo incondicional de Italia, así como el de los países de Europa oriental, más cercanos a Estados Unidos que a la Unión Europea.

Las mayores potencias europeas, principalmente Francia y Alemania, todavía están negociando. Pero mientras tanto van integrándose cada vez más a la Otan.

El Parlamento francés adoptó, el 7 de abril del 2016, un protocolo que autoriza la instalación de centros de mando y de bases de la Otan en suelo francés, algo que Francia había rechazado en 1966.

Y Alemania, según reporta Der Spiegel, está dispuesta a enviar tropas a Lituania para reforzar el despliegue de la Otan en los países bálticos, vecinos de Rusia. Alemania –lo informa Der Spiegel– se prepara también para instalar una base aérea en Turquía, donde ya operan varios aviones de guerra Tornado alemanes, oficialmente contra el Emirato Islámico, fortaleciendo así el despliegue de la Otan en esta zona de primera importancia estratégica.

La creciente integración de Francia y Alemania a la Otan, bajo el mando estadounidense, indica que, ante los intereses divergentes (en particular sobre las costosas sanciones económicas contra Rusia), están prevaleciendo las «razones geoestratégicas» del TTIP.

Nota: [1] Además de las siglas TTIP, este proyecto también se designa a menudo como TAFTA, siglas –también en inglés y correspondientes a Transatlantic Free Trade Area, o sea “Área de Libre Comercio Transatlántico”.


Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Geógrafo y politólogo italiano


Desastroso programa de armas nucleares de Obama

DEMOCRACY NOW! 15 de abril del 2016 EEUU

Amy Goodman* y Denis Moynihan**

“Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Estas son las palabras del texto sagrado hinduista Bhagavad-Gita que surcaron el pensamiento del hombre a quien se atribuye la creación de la primera bomba atómica, J. Robert Oppenheimer, cuando la primera explosión nuclear de la historia encendió el oscuro cielo en Trinity, desierto de Nuevo México, sitio donde se llevó a cabo la prueba, el 16 de julio del 1945.

Semanas después, las bombas atómicas lanzadas primero sobre Hiroshima y luego sobre Nagasaki provocaron la muerte a cientos de miles de personas y empujaron al mundo hacia la era atómica. A partir de ese momento, la humanidad ha tenido que vivir con la horrenda perspectiva de una guerra nuclear y la posibilidad de una aniquilación masiva.

La creencia popular es que la probabilidad de que estas armas no convencionales sean utilizadas ha disminuido desde el fin de la denominada Guerra Fría. Sin embargo, esa percepción se ha visto desafiada recientemente, especialmente desde que el presidente Barack Obama anunció un programa de 30 años de duración por un valor de un billón de dólares que tiene por objetivo modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos.

El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, visitó el Museo y Memorial de la Paz de Hiroshima y se convirtió así en el primero en ejercicio que visita el lugar. Kerry se encontraba en Japón para participar de una reunión del G7. En las declaraciones públicas que realizó desde el museo, Kerry no pidió disculpas por los ataques nucleares, pero sí afirmó: “[El museo] es un recordatorio de lo profunda que es la obligación que tiene cada uno de los que participamos en el quehacer público, en realidad, de la obligación que tiene cada persona que ocupe una posición de responsabilidad, de trabajar por la paz, de crear y procurar un mundo libre de armas nucleares”.

A pesar de esas nobles palabras, el presidente Obama lanzó lo que la Alianza para la responsabilidad nuclear (Ana, por sus siglas en inglés) calificó como “un desastroso programa de un billón de dólares”. Así se titula un reciente informe sobre el ambicioso plan de Obama para modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos.

Marylia Kelley es una de las autoras del informe y se desempeña como directora ejecutiva de la organización Comunidades de Tri-Valley contra un medioambiente radioactivo (Tri-Valley Care´s, por sus siglas en inglés), una organización que trabaja en asociación con la Alianza para la responsabilidad nuclear. Sobre la visita de Kerry a Hiroshima, Kelley dijo en el noticiero de Democracy Now!: “Kerry fue con las manos vacías. Estados Unidos tiene que ir con un plan concreto que tenga por objetivo reducir su propio programa de armamento nuclear. En lo que respecta a armas nucleares, no se puede predicar la abstinencia desde la barra principal de un bar. Estados Unidos está comenzando una nueva carrera armamentista nuclear, porque los otros Estados que poseen armas nucleares, cuando ven nuestro 'programa de modernización' obviamente están empezando el suyo propio. Esto tiene que terminar”.

Marylia Kelley vive en Livermore, California, sede de uno de los laboratorios nacionales del Gobierno de Estados Unidos dedicado al desarrollo y fabricación de bombas nucleares.

El presidente Obama pronunció su primer discurso sobre el arsenal nuclear de Estados Unidos el 5 de abril del 2009 en Praga. En esa ocasión, expresó: “Hoy en día, la Guerra Fría ha desaparecido pero miles de aquellas armas no. En un extraño giro de la historia, ha disminuido la amenaza de una guerra nuclear mundial, pero el riesgo de un ataque nuclear ha aumentado. Hoy en día hay más países han adquirido armamento de este tipo. Las pruebas continúan y el mercado negro de secretos nucleares y materiales nucleares abunda”.

Al igual que su promesa de cerrar la prisión de Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo, su promesa de que Estados Unidos avance hacia el desarme nuclear parece haber sido abandonada. A las organizaciones de base que integran la Alianza para la Responsabilidad Nuclear les gustaría que Obama realizara un viaje histórico a Hiroshima, como el primer Presidente de Estados Unidos en ejercicio que lo hace. Marylia Kelley sostuvo: “Si Obama fuera a Hiroshima, tendría que aprovechar la visita como una oportunidad, no para pronunciar promesas y palabras vacías acerca de un futuro mundo libre de armas nucleares, sino para realizar propuestas concretas acerca de la forma en que Estados Unidos va a dar pasos en esa dirección y la forma en que vamos a cambiar de rumbo, porque en este preciso momento, avanzamos a pasos agigantados en la dirección opuesta".

Los debates de la actual campaña presidencial estadounidenses casi no han incluido el tema del arsenal nuclear de Estados Unidos y todos los gastos, desechos nucleares e inmensos peligros que constantemente representa.

En una asamblea pública celebrada en New Hampshire al día siguiente de haber lanzado su campaña a fines de mayo de 2015, se le preguntó al senador Bernie Sanders acerca del programa de actualización del arsenal nuclear de EEUU y respondió “Todo eso tiene que ver con nuestras prioridades como país. ¿Quiénes somos como pueblo? ¿El Congreso escucha al complejo militar industrial que nunca ha visto una guerra que le desagrade o escucha a las personas de este país que están sufriendo?”.

En 1946, un año después de Trinity, de Hiroshima y de Nagasaki, Albert Einstein, que formuló la teoría de la relatividad que dio a luz a la bomba atómica, hizo al mundo una advertencia que sigue vigente al día de hoy: “El poder desencadenado del átomo lo ha cambiado todo, excepto nuestra forma de pensar y, por lo tanto, vamos a la deriva hacia una catástrofe sin precedentes”.


Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Locutora, periodista, columnista y escritora progresista estadounidense. Conductora de Democracy Now!
    • Director de Difusión de Democracy Now!


La política exterior de Estados Unidos

RED VOLTAIRE 9 de mayo del 2016 FRANCIA

Como puede verse en Siria, donde hombres entrenados por el Pentágono luchan contra hombres entrenados por la CIA, la política exterior de Estados Unidos es a menudo contradictoria. Esa política es, sin embargo, perfectamente coherente en dos aspectos: separar a la Unión Europea de Rusia, creando así una fractura en el continente europeo, y dividir el Extremo Oriente separando a la Asean de China. ¿Qué justifica esa política exterior? ¿Es posible anticiparla?

Thierry Meyssan*

Para explicar y por ende prever la política exterior de Estados Unidos, se ha recurrido durante más de un siglo a la oposición entre aislacionistas e intervencionistas. Los primeros se situaban en la línea de los «Padres peregrinos» que huyeron de la vieja Europa para construir un mundo nuevo. Los segundos, conforme a la tradición de algunos de los «Padres fundadores», no solo pretendían conquistar la independencia de Estados Unidos sino además tratar de continuar por sí mismos el proyecto del Imperio Británico.

Hoy en día, esa diferencia ha dejado de tener sentido porque se ha hecho imposible para cualquier país vivir aislado de los demás, aún tratándose de uno tan grande como Estados Unidos. Aunque en ese país es muy común que cada político tilde a sus adversarios de aislacionistas, ningún político estadounidense –exceptuando a Ron Paul– defiende hoy en día esa tendencia.

El debate actual se desarrolla entre los partidarios de la guerra perpetua y los adeptos de un uso de la fuerza más mesurado. Según los trabajos de los profesores Martin Gilens y Benjamin I. Page, la política actual de Estados Unidos la decide un conjunto de grupos de intereses, independientemente de la voluntad de los ciudadanos. Se justifica, por tanto, ver en ese debate la influencia, de un lado, del complejo militar-industrial, que domina la economía estadounidense y cuyo interés es proseguir la «guerra sin fin», y, del otro lado, la influencia de las llamadas compañías de peaje (como las empresas de software, de la alta tecnología y del entretenimiento), cuya producción es ciertamente más virtual que real pero que perciben sus dividendos precisamente en todos los lugares del mundo donde reina la paz.

Este análisis del debate deja de lado la cuestión del acceso a las materias primas y a las fuentes de energía, tema dominante en los siglos XIX y XX pero que ha perdido relieve hoy en día, aunque sin desaparecer por ello totalmente.

Desde el surgimiento de la «Doctrina Carter», que elevó a la categoría de tema de «seguridad nacional» el acceso a los hidrocarburos de lo que hoy ha dado en designarse como el «Medio Oriente ampliado», hemos visto a Washington crear el CentCom, enviar al Golfo más de medio millón de hombres y reclamar el control de toda la región. Es importante recordar que, convencido de la inminencia del «pico petrolero», Dick Cheney decidió la preparación de las «primaveras árabes» y las guerras contra todos los Estados de la región que no estaban bajo el control de Washington. Pero esa política perdió su razón de ser mientras se aplicaba ya que, además de comenzar a producir gas y petróleo de esquistos, Estados Unidos logró el control de los hidrocarburos del Golfo de México.

Por consiguiente, para los años venideros, Estados Unidos no solo habrá abandonado el «Medio Oriente ampliado» sino que hay además grandes posibilidades de que decida iniciar una gran guerra contra Venezuela, la única potencia de nivel intermedio capaz de rivalizar con la explotación estadounidense de los hidrocarburos del Golfo de México, y hacerla peligrar.

En su serie de entrevistas con The Atlantic, el presidente Obama trató de explicar su doctrina. Para ello respondió amplia y repetitivamente a quienes lo acusan de haber tomado decisiones contradictorias y de haberse mostrado débil, principalmente después de la cuestión de la «línea roja» en Siria.

Obama había declarado, en efecto, que el uso de armas químicas era una línea roja que no podía violarse. Pero, cuando su Administración afirmó que la República Árabe Siria había utilizado armas químicas contra su propia población, Obama se negó a desatar una nueva guerra. Dejando de lado el hecho de saber si aquella acusación era o no justificada, el Presidente subrayó que Estados Unidos no tenía ningún interés en arriesgar las vidas de sus soldados en aquel conflicto y que él había optado por preservar las fuerzas para poder disponer de ellas ante verdaderas amenazas para los intereses nacionales. Esa forma de prudencia constituiría la «Doctrina Obama».

¿Cuáles son, entonces, esas verdaderas amenazas? El Presidente no lo dice. Lo más que podemos hacer es tener en cuenta los trabajos del US National Intelligence Council y los anteriores señalamientos sobre el poder de los grupos de interés. Se ve entonces que Estados Unidos ha abandonado la «Doctrina G. W. Bush» posterior al 11 de septiembre del 2001 –doctrina de dominación global– para regresar a la doctrina de Bush padre: la de la excelencia comercial. Al terminar la guerra fría, por falta de combatientes, la época se dedicará únicamente a competir en el terreno económico dentro de un sistema capitalista desreglamentado.

Es, por cierto, para garantizar el fin de la época de los conflictos ideológicos que el presidente Obama se acerca a Cuba e Irán. Era para él indispensable apagar la oposición de esos dos Estados revolucionarios, los únicos que cuestionan no solo la supremacía estadounidense sino también las reglas del juego internacional.

La mala fe que Estados Unidos está demostrando en cuanto a la aplicación efectiva del acuerdo 5+1 es prueba simplemente de que no existe la supuesta preocupación de Washington sobre el desarrollo nuclear iraní y que lo único que realmente le interesa es limitar lo más posible el alcance de la revolución iniciada por el ayatola Khomeiny.

Es en este contexto que asistimos a un regreso de la «Doctrina Wolfowitz», según la cual Estados Unidos tiene que hacer todo lo posible por evitar el surgimiento de un nuevo competidor… empezando por la Unión Europea. Esa estrategia parecía haber sido objeto de cierta modificación en el sentido en que Washington veía con más temor el despertar de China.

Se habló entonces del «giro hacia el Extremo Oriente», que consiste en retirar las tropas estadounidenses presentes en el Medio Oriente ampliado y reposicionarlas de manera que fuese posible controlar esta otra región y contener a la vez la potencia china. Si bien el Pentágono renunció al delirio neoconservador que preconizaba la destrucción de China, sí espera, en cambio, encerrar a Pekín en un papel exclusivamente económico y alejarlo de toda influencia política fuera de sus propias fronteras.

Sin embargo, lo que hoy estamos viendo es lo contrario del «giro hacia el Extremo Oriente». Cierto es que Estados Unidos ha reforzado ligeramente su presencia en el Pacífico, pero lo que realmente ha hecho es implantarse militarmente en Europa central. Mientras continúan las guerras en Palestina y en Yemen, así como en Siria e Irak, y las armas van a comenzar a tronar nuevamente en Libia, un nuevo conflicto se ha iniciado en Ucrania. Hay, sin embargo, dos maneras de interpretar esta evolución.

Se puede considerar, por un lado, que el despliegue militar en la frontera rusa y la respuesta militar que ese despliegue suscita de parte de Moscú en realidad no amenazan la paz. Iniciar un conflicto en esa zona parece a la vez demasiado peligroso y absolutamente innecesario. Eso indica que la guerra en Ucrania no está dirigida contra Rusia sino que se trata solamente de la fabricación artificial de una seudoamenaza rusa hacia Europa, con su secuela de sanciones y contrasanciones, lo cual permite a Estados Unidos presentarse como «protector» a los ojos de sus crédulos aliados.

Por otro lado, puede considerarse que el porvenir económico de Estados Unidos se basa en el control que ejerce sobre los intercambios internacionales y, por consiguiente, sobre la garantía del transporte marítimo. Por el contrario, el desarrollo de Rusia y China exige que esos países se liberen de la tutela estadounidense y que sean capaces de dotarse de rutas comerciales continentales. En eso consiste el proyecto del presidente chino Xi Jinping, con la construcción de dos rutas de la seda, una que sigue su antiguo trayecto, a través del Asia Central, Pakistán, Irán y Siria hasta el Mediterráneo, y otra que pasa por Rusia hasta alcanzar Alemania. Esas dos rutas están actualmente interrumpidas, en el Levante por el Emirato Islámico y por Ucrania en Europa.

La cuestión del transporte marítimo era el eje de la estrategia estadounidense al principio del siglo XXI, con el respaldo a los piratas del Cuerno de África, estrategia que llega a su fin cuando Moscú y Pekín envían a esa región sus propios navíos de guerra. Sin embargo, aunque China ha logrado que Egipto multiplique por dos las posibilidades de tránsito por el canal de Suez, el acceso por el estrecho de Bab el-Mandeb se mantiene oficialmente controlado por intermedio de Yibutí y, extraoficialmente, por al-Qaeda a través del Emirato Islámico de Mukalla.

Al control de las rutas comerciales es necesario agregar el control de los intercambios financieros. Es por eso que la justicia estadounidense ha emitido una serie de reglas que viene tratando de imponer poco a poco a los bancos del mundo entero. Pero, también en ese ámbito Rusia resiste y crea su propio sistema swift, mientras que China rechaza la conversión de su moneda en dólares para no verse sometida a las reglas estadounidenses.

De ser exacto este análisis, las guerras en Siria, Irak y Ucrania se detendrán únicamente cuando Rusia y China hayan logrado garantizar la seguridad de alguna otra ruta comercial hasta Europa Occidental. En ese sentido, son visibles los esfuerzos que realiza Estados Unidos para atraer a Bielorrusia, después de haberla combatido durante tanto tiempo, lo cual es una manera de tratar de extender el muro de contención ucraniano y de garantizar una hermética separación entre el oeste y el este de Europa.

Según esa perspectiva, las negociaciones comerciales que Estados Unidos viene realizando con la Unión Europea (TTIP [1]) y con la Asean (TPP [2]) no tienen como objetivo fortalecer los intercambios entre las partes sino, por el contrario, excluir de los mercados a Rusia y China. Es, por cierto, de manera completamente estúpida que europeos y asiáticos se concentran en esas negociaciones sobre la cuestión de las normas de producción, cuando lo primero que tendrían que hacer es exigir la incorporación de rusos y chinos.

Una última enseñanza que podemos sacar de las declaraciones del presidente Obama a The Atlantic es que Estados Unidos tiene intenciones de actualizar sus alianzas, de adaptarlas a su nueva doctrina estratégica. Por ejemplo, el apoyo a la familia real de Arabia Saudita, que prevaleció durante la época en que el petróleo venía del Medio Oriente, carece ahora de utilidad y se ha convertido incluso en una carga. Otro ejemplo, la «relación especial» con el Reino Unido –que incluyó desde el control de los océanos (con la Carta Atlántica) hasta el intento de imponer un mundo unipolar (mediante la guerra de Irak), tampoco resulta hoy especialmente interesante, así que habrá que revisarla. Tampoco debe olvidarse en todo eso el costoso respaldo a Israel, que también ha dejado de ser útil en el Medio Oriente y que solo podrá mantenerse si Tel Aviv se muestra útil en otras regiones del mundo.

Estas observaciones no corresponden a la actual campaña presidencial estadounidense, en la que se oponen, de un lado, el complejo militar-industrial y la ideología WASP, representados ambos por Hillary Clinton, y, del otro lado, la industria llamada “de peaje” y el pacto social del «sueño americano», representados en la figura de Donald Trump. La violencia de esta campaña es prueba de la necesidad de un proceso de reequilibrio entre esas fuerzas después de la supremacía indiscutida del belicismo reinante desde 1995.

Cuando gane el bando que Trump representa, veremos resolverse las guerras, pero se ejercerá una enorme presión en materia de pagos de licencias y derechos de autor. Si esa victoria tardara en llegar, Estados Unidos tendría que enfrentar la sublevación de una población profundamente descontenta e incluso motines. Se haría entonces particularmente difícil prever la política exterior de Estados Unidos.

Notas:

[1] También designado como TAFTA o ATCI. [2] siglas en inglés del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, otro tratado de libre comercio propuesto por Estados Unidos y muy similar al ya mencionado TTIP, propuesto a la Unión Europea, y al Alca o Área de Libre Comercio para las Américas, ya rechazado por los Estados de Latinoamérica.


Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Periodista y activista político francés