Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-05-25

Un puñado de parlamentarios contra Dilma, presidenta elegida con 54 millones de votos

EL MERCURIO DIGITAL 20 de mayo del 2016 ESPAÑA

Lo que sucede en Brasil reitera con elocuencia, a pesar de la retórica de Obama y sus tanques pensantes, que existe la lucha de clases y esta es feroz. Igual pasa en Argentina, Venezuela, Paraguay y Honduras. Con Cuba no ha sido, no es ni será distinto. Los explotadores no renuncian nunca al monopolio del poder político y el ejercicio de su dictadura sobre los trabajadores porque de eso dependen para seguir enriqueciéndose. No hay centro que valga. Ni siquiera admiten compartir cuotas de poder. (NR)

Aída García Naranjo Morales*

En Brasil se ha cometido un golpe parlamentario contra Dilma Rouseff, contra el Partido de los Trabajadores, contra el pueblo y en contra de la democracia de las urnas que votó por ella como Presidenta, siendo ella la mujer que ha recibido más votos en el mundo: 54 millones de votos. Fue la primera mujer electa a la presidencia de Brasil, elección que ganó con el 56% de los votos en el 2011 iniciando así su primer mandato.

El 1° de enero del 2015 me tocó acudir a su asunción de mando en Brasilia y ser testigo del masivo apoyo a Rousseff, con motivo de su reelección para un segundo mandato.

Con el golpe parlamentario, por el voto de 55 senadores, 69% de un total de 81, quienes votaron por el juicio político a la legítima presidenta de Brasil, lo que se busca es desmantelar las reformas impulsadas por el PT y bloquear los procesos de integración de nuestra patria grande, que es Unasur, y a las asociaciones multilaterales que, como el Mercosur, Aladi, Celac y los Brics; representan una apuesta de los pueblos por un mundo multipolar, diferente a una hegemonía unilateral. El reto de nuestras naciones es fortalecer la unidad en la diversidad, en una perspectiva convergente.

Dilma es símbolo de la renovación y ella está a la cabeza de este impulso integrador, frente al cual hoy la restauración conservadora busca imponerse en nuestro continente y quiere truncar. Pero nuestros pueblos rechazarán este golpe en el mundo entero a diferencia de las autocracias, que pretenden regresar a una región que hoy es diferente porque cuenta con valores e intereses comunes como el respeto por la democracia, la paz y los derechos humanos.

Dilma y Brasil representan un mayor protagonismo latinoamericano en momentos en que están en pugna cambios muy fuertes en la arena internacional y debemos apostar por construir una agenda democrática y de respeto a la voluntad popular, que contribuya al desarrollo de América Latina y al bienestar de nuestros pueblos.

La reacción internacional no se ha hecho esperar y el Secretario General de la ONU manifestó tener confianza en que las autoridades del país honrarán los procesos democráticos. Por su parte el Secretario General de Unasur señaló que una destitución de Rousseff significaría una ruptura del orden democrático en Brasil,

Los corruptos, es decir, un puñado en el Congreso, querían asaltar ilegalmente el poder que no pudieron obtener en las urnas en las tres últimas elecciones en que ganó el PT, procesos que más bien dieron el triunfo masivo a Dilma en las elecciones realizadas en Brasil en el 2014. El mandato de presidenta reelecta por el voto popular debía extenderse hasta diciembre del 2018 y ahora ha sido suspendida por 180 días, tiempo en el cual será sometida a un juicio político.

América se ubica entre el temor y la indignación, como titularon varios periódicos, dado que el gigante Brasil está en la mira del mundo por su frágil situación política, con una población que no encuentra en esta medida una solución a la crisis actual. El continente se mostró hoy temeroso por la inestabilidad que esta decisión parlamentaria podría generar en la región.

Solo serán necesarios los votos de 54 senadores para que proceda la destitución de Dilma, quien ha sido elegida por 54 millones de ciudadanos.

Dilma debe volver, luego de este arbitrario proceso, para culminar su mandato de elección legítima, democrática y popular.

Rechazamos el gabinete patriarcal de 100 % de varones designado por Michel Temer, quien luego de asumir la presidencia interina designó a 21 de sus ministros, todos hombres, un gabinete cien por ciento masculino, símbolo de una propuesta excluyente, autoritaria y antidemocrática que no considera a las mujeres brasileras en su derecho a la participación política en los altos cargos de poder decisorio, ni a la población negra de Brasil, todos son hombres blancos.

A ello hay que dejar señalado que algunos nuevos ministros del gabinete son negociadores, no están libres de escándalos en la escena política y tres de ellos están implicados en la pesquisa por corrupción al interior de Petrobras, añadiendo con ello una dosis de impunidad en parte del actual equipo gobernante.

Rechazamos el cierre de los ministerios de las Mujeres, Igualdad Racial y Derechos Humanos; de Cultura, de Comunicaciones y el de Desarrollo Agrario; hecho que atenta contra los derechos de brasileños y brasileñas y pone en peligro conquistas sociales que han sacado de la pobreza a millones de brasileros. Esto pone en riesgo las conquistas políticas, sociales y ciudadanas de la última década y media en el gigante sudamericano. Es grave el primer anuncio del gobierno del despido masivo y sin precedentes de funcionarios públicos.

Lo que no es bueno para la democracia, no será bueno para las mujeres ni las mayorías en el Brasil. ¡Dilma y el PT volverán, convertidos en millones!

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Exministra de la Mujer, exembajadora de Perú en Uruguay y representante permanente de Perú ante MERCOSUR y ALADI.

El TTIP es incluso peor de lo que aparenta

EL MERCURIO DIGITAL 3 de mayo del 2016 ESPAÑA

Vicenç Navarro*

El pensamiento neoliberal hoy es el dominante a ambos lados del Atlántico Norte. Tanto las ramas ejecutivas como las legislativas del Estado federal de EEUU, así como la rama ejecutiva (el Consejo Europeo), administrativa (la Comisión Europea) y legislativa (el Parlamento Europeo) del establishment europeo y también del Estado federal alemán (que domina en general el gobierno de la Eurozona) están controladas por partidos políticos, llámense conservadores, liberales, o incluso socialdemócratas (en realidad, socioliberales), que están todos ellos imbuidos de la ideología liberal.

Y un elemento clave de tal ideología es que para salir de la crisis en la que todavía estamos (tanto en EEUU como en Europa) los países tienen que ser más competitivos, siguiendo la huella del modelo alemán, basado en las exportaciones, siendo estas el eje del estímulo de la economía alemana. Esta visión ha alcanzado los niveles de dogma, y como tal se reproduce a base de fe en lugar de evidencia científica.

Esta fe ha llevado a que se hayan firmado gran número de contratos bilaterales entre la UE y otros países, así como entre EEUU y otros tantos países. En este mensaje, el estímulo del comercio es la solución a la crisis económica que tenemos. Y ahora el reto mayor –según el pensamiento neoliberal- es aprobar la joya de la corona, la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (el TTIP en sus siglas en inglés). Tal tratado se promueve como elemento clave de la recuperación económica, pues facilitaría la recuperación de las tasas de crecimiento económico que Europa solía tener, con la consiguiente creación de empleo.

Según la Comisión de Comercio del Parlamento Europeo, “el TTIP podría impulsar la contribución de la industria al PIB europeo, pasando de un 15% a un 20% del PIB en el año 2020, al facilitar la entrada en el mercado estadounidense de pequeñas y medianas empresas, pudiendo tener acceso a un mercado potencial (entre la UE y EEUU) de 850 millones de consumidores”. Es así como se presenta tal tratado por parte del pensamiento hegemónico neoliberal que domina los establishments político-mediáticos a ambos lados del Atlántico Norte.

El elemento central del TTIP (como lo ha sido en tratados anteriores, como NAFTA –entre Canadá, EEUU y México-) es no solo la reducción de aranceles (ya de por sí muy bajos) entre los dos continentes, sino también la homogeneización a ambos lados del Atlántico Norte de las regulaciones en las áreas de actividad económica, que incluyen agricultura, seguridad alimentaria, productos manufacturados y técnicos, servicios (incluyendo servicios financieros), protección de la propiedad intelectual e intervenciones públicas (entre otras), que afectan a la actividad económica privada de cada país.

El secreto como característica del proceso de elaboración de tal tratado

Una característica de la preparación de este tratado es el secretismo que envuelve el proceso, secretismo que, paradójicamente, es defendido por el equipo que prepara tal tratado por la necesidad de proteger a ese equipo de la influencia de los lobbies de las empresas afectadas por dicho tratado. Utilizo la expresión “paradójicamente” porque la evidencia muestra claramente que es precisamente al revés. El secreto favorece a los lobbies, que sí que saben lo que se está tramando, habiendo redactado gran parte de los tratados. Los que no saben su contenido son los ciudadanos y sus representantes de cada uno de los países.

Ello ha quedado claro a partir del último 1º de mayo, cuando Greenpeace de Holanda publicó 248 páginas de los documentos secretos que muestran que la realidad sobre tal tratado es incluso peor que lo que los grupos escépticos habían señalado. Greenpeace Netherlands hizo un gran servicio a las poblaciones a los dos lados del Atlántico Norte al recibir y publicar tales papeles, que contienen los elementos más importantes de los borradores de tal tratado. Lo que esas páginas muestran es el ataque frontal a las medidas de protección del ciudadano que los gobiernos y los movimientos sociales (desde las asociaciones ecologistas a los sindicatos) habían ido consiguiendo a lo largo de estos años en los países de la UE. En breves palabras, lo que estos papeles muestran es que:

Las reglas aprobadas para proteger el medioambiente han desaparecido en tal tratado. Reglas tan sencillas (y a la vez tan importantes) como el derecho de los países a proteger la vida humana, la vida animal y la vida vegetal, han desaparecido. El bien conocido Principio de Precaución vigente en la legislación europea permite a los Estados prohibir o limitar la distribución de productos o la introducción de sustancias que pudieran causar daño a la salud humana o a la vida animal y vegetal, incluso en el caso de que la comunidad científica no haya dictaminado de una manera definitiva su efecto nocivo. Este principio es distinto (en realidad, opuesto) al vigente en EEUU, donde el Estado no puede intervenir hasta que no se haya probado definitivamente la nocividad de la sustancia o de los productos.

El TTIP adopta el principio vigente en EEUU, desprotegiendo al ciudadano consumidor, trabajador o residente en un territorio. Dejaría de ser práctica común en la UE, entre otras cosas, que se escribiera el etiquetado en los productos alimenticios, por ejemplo, notificando al consumidor que se trata de productos transgénicos. Y así, un largo etcétera.

Las reglas aprobadas para proteger a la población frente al cambio climático (como la necesidad de mantener un incremento de la temperatura por debajo de 1,5 grados, tal como se aprobó en la Conferencia de París sobre el clima) no aparecen por ninguna parte en el TTIP. Y sí, en cambio, aparecen normas para eliminar las reglas que obstaculizan y/o frenan la importación de fuentes de energía altamente productoras de CO2.

El debilitamiento del poder público en su potestad de proteger al ciudadano

El tratado debilita el papel de los Estados para regular nuevas sustancias que puedan tener consecuencias desconocidas pero preocupantes, como, por ejemplo, la introducción de productos químicos que puedan afectar la producción hormonal en seres vivos.

Da gran protagonismo al mundo empresarial privado para que participe en la elaboración de cualquier nueva norma o regla que se establezca, señalando (en los papeles que no estaban destinados a conocerse) el rol que muchas empresas ya han tenido en la elaboración de tales normas. La persona que dirige el área de comercio de la Comisión Europea ha respondido, cínica y antidemocráticamente, a las protestas de asociaciones cívicas diciendo que “la Comisión no recibe su mandato de la población europea” (ver el artículo de Thomas Fazi TTIP: We were right all along (TTIP: Nosotros estábamos solos), Social Europe Journal, 6.5.16).

Abre la puerta a un proceso constantemente litigioso, en el que cualquier empresa que considere que las regulaciones existentes en un país afectan negativamente sus intereses, puede llevar al Estado en el que existen tales regulaciones a los tribunales, controlados por agentes próximos al mundo empresarial, que paga a tales agentes.

Frente a la enorme crítica sobre la composición y financiación de estos tribunales, estas han variado algo, pero no lo suficiente, porque el tribunal estará todavía sesgado a favor de que las empresas inicien el litigio, pues a mayores litigios, mayores los ingresos de tales tribunales. De ahí que el nuevo cambio en la composición de dichos tribunales, que estarán formados por jueces en lugar de árbitros legales, no resuelva el problema del sesgo de tales tribunales a favor de las empresas, estimulando que favorezcan la actitud litigiosa, en la cual el Estado puede perder muchos millones de euros.

La necesaria defensa de la democracia

En resumidas cuentas, este tratado es un intento descarado de las grandes transnacionales de controlar las economías y las sociedades. Ello explica la enorme oposición que está generando tal tratado. El porcentaje que se opone a él ha pasado de ser en Alemania del 25% en 2014 al 45% en 2015. Un tanto igual en otros países. En Francia, el 54% de la población vive en localidades que se han declarado “TTIP free” (Libres de TTIP), es decir, que no quieren que el TTIP se aplique en su territorio.

Y el gobierno francés ha señalado su oposición a tal tratado. Lo que es lamentable es que en el Parlamento Europeo, donde los conservadores y liberales tienen mayoría, la oposición al TTIP sea muy débil. Y lo que es todavía peor es que los socialdemócratas, como síntoma de su neoliberalización, apoyan también tal tratado.

En EEUU la oposición de las clases populares explica el gran éxito del candidato republicano Trump y del demócrata Sanders, y el cambio de actitud de la candidata demócrata Clinton que, de apoyarlo, ha pasado a oponerse al TTIP. En España, el PP, el PSOE, C’s y Convergència lo apoyan, mostrando una vez más que las fuerzas políticas que hacen gala de su nacionalismo y amor a la soberanía nacional son las primeras en apoyar tratados que eliminarían tal soberanía.

Es necesario que se recuperen las soberanías populares que frenen una globalización que beneficia única y exclusivamente a las empresas transnacionales cuyos beneficios están basados en la pérdida de derechos laborales y sociales que la población había adquirido.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Médico, sociólogo y politólogo español, experto en economía política y políticas públicas


Crisis y mutaciones del capitalismo

LA JORNADA 18 de mayo del 2016 MÉXICO

Alejandro Nadal*

La crisis global que explota en 2007 no es un pequeño tropiezo en la historia del capital. Es un terremoto de magnitud inusitada que alterará las formas de organizar la producción y el consumo para siempre. Las transformaciones que le están asociadas tocan las estructuras del Estado y de la plataforma de acumulación de riqueza que han caracterizado el movimiento del capital desde hace más de 200 años.

El anterior podría parecer un enunciado aventurado. Después de todo, la historia que nos cuentan los economistas tradicionales, en sus diversos colores, desde los más conservadores hasta los que visten el ropaje del llamado "keynesiano", la crisis no es más que el resultado de una desafortunada combinación de eventos, casi un accidente.

Para los conservadores la crisis se genera por errores en el manejo de la política económica. Por ejemplo, en Estados Unidos este grupo sostiene que fueron las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac (patrocinadas por el gobierno) las que precipitaron la crisis de las hipotecas sub-prime. Y aunque los datos desmienten esta tesis, el dogma del mal gobierno se perpetúa. El corolario es que no hay nada malo con el capitalismo.

Para los "keynesianos" y acompañantes, la raíz de la crisis se encuentra en una deficiente demanda agregada. Por ejemplo, economistas como Brad Delong y Joseph Stiglitz sostienen de manera explícita desde 2009 que la débil demanda agregada global es la causa fundamental de la crisis.

Los argumentos en contra de la austeridad fiscal van en la misma dirección. Las ganancias de los capitalistas dependen entonces de que los trabajadores gasten más. El estancamiento de los salarios es nocivo para el proceso de inversiones y cuando eso sucede el Estado debe entrar al quite estimulando la demanda. En la parte baja del ciclo económico, cuando las familias ahorran más y gastan menos, los keynesianos sostienen que el gobierno debe gastar más. La austeridad agrava el problema de la deficiente demanda agregada.

Pero la falta de confianza es otro problema: con la incertidumbre los agentes prefieren no despegarse de su dinero. Por eso se necesitó una postura heterodoxa en materia de política monetaria. Pero como no ha dado el resultado esperado, la interpretación keynesiana es que esa postura no ha restaurado el crecimiento porque se llegó al límite de "tasas de interés cero".

Olvidan que el mismo keynes manifestó serias dudas sobre la efectividad de una política monetaria no convencional. La incertidumbre sobre el futuro devenir de la economía, señaló en su Teoría general en 1936, será el factor determinante y no habrá política monetaria que la pueda cambiar. De todos modos los economistas keynesianos y algunos neoclásicos que les acompañan en una parte del razonamiento insisten en la necesidad de mantener una política de flexibilidad monetaria no convencional.

Muchos llegan hasta el grado de proponer que se autorice el despegue del "helicóptero monetario". Esta es una vieja idea que implica inyectar el influjo de dinero directamente al público, como manera de incentivar la demanda agregada. Por ejemplo, en una versión extrema esto implicaría acreditarle directamente en sus cuentas a la población una cierta cantidad de dinero. Pero después del festín de sobrendeudamiento que acompañó a la crisis, lo más probable es que los agentes busquen usar ese dinero "extra" para pagar deudas y no para irse de compras.

Frente a la narrativa de la deficiencia de la demanda agregada comienza a surgir una interpretación distinta basada en los datos sobre el desempeño de las economías capitalistas en los últimos 50 años. Varios investigadores han demostrado que en los casos de las fuertes recesiones de 1974-75 y 1980-82 en Estados Unidos, la relación salarios reales/tasa de ganancia se mantuvo en niveles altos. Es decir, la recesión no habría sido provocada por una caída de los salarios con respecto a la tasa de ganancia, sino al contrario. El trabajo de referencia es de Guglielmo Carchedi y Michael Roberts, y su conclusión choca de frente con la interpretación sobre las raíces de la crisis que ya se ha convertido en una especie de narrativa dominante.

Lo anterior no significa que la demanda agregada no ha sido deficiente. Es un hecho que el crecimiento de los salarios reales se estancó desde principios de la década de los años 1970. Pero hay una pregunta que el análisis convencional prefiere ignorar: ¿por qué dejaron de crecer los salarios a partir de esos años? La hipótesis más fuerte es que la caída en la tasa de ganancia que experimentó el capital desde los años 60 llevó a una ofensiva en contra del trabajo. Eso se tradujo en una acometida en contra de sindicatos y en un endurecimiento anti salarial.

Pero todavía queda otra pregunta fundamental. ¿Por qué cayó la tasa de ganancia? Esta es la interrogante más importante, la Robert Heilbroner consideraría esencial para abordar una reflexión sobre la lógica del capitalismo y las mutaciones que vendrán en el futuro cercano. Regresaremos sobre este tema.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Economista mexicano, doctor en Economía, profesor e investigador de economía en el Centro de Estudios Económicos del Colegio de México


Colapso del GOP

PROGRESO SEMANAL 11 de mayo del 2016 EEUU

Max J. Castro**

Los republicanos están corriendo como pollos sin cabeza, tratando de encontrar la manera de reaccionar a la impresionante toma de control de su Partido por Donald Trump.

Miembros del Congreso y otros líderes republicanos han estado tratando de encontrar más posiciones de las que describe el Kama Sutra. No pueden sentirse cómodos en ninguna de ellas.

Durante meses, los republicanos habían estado en negación profunda. No, Trump no podía ser el candidato presidencial de su partido. Imposible. Inconcebible. Desastroso.

Con solo un par de excepciones, innumerables oponentes de Trump en la lucha por la nominación dijeron que las opiniones del Donald acerca de la inmigración, mexicanos, musulmanes y múltiples otros temas eran contrarias al pensamiento del Partido Republicano y le inhabilitaban para convertirse en presidente.

¿Cómo es que ahora dan marcha atrás, cuando lo cierto es que Donald Trump será el candidato republicano a la presidencia en noviembre?

No se hace. No se puede. Los republicanos están atrapados entre una espada tan grande como el Everest y una pared tan dura como el diamante. El propio Houdini no habría sido capaz de salirse de esta trampa.

Es por eso que los republicanos, como una persona que se ahoga vencida por el pánico, se han visto reducidos a revolverse en todas direcciones, violenta y autodestructivamente. Emisiones de pánico que causan más pánico. Es una espiral de muerte que termina en el abismo.

No hay más que mirar a nuestro propio patio trasero aquí, en Miami, para ver las marcadas diferencias en la reacción del Partido Republicano ante la triunfal guerra relámpago de Trump que aplastó a una serie de candidatos que representaba a lo mejor y lo peor, lo más brillante y lo más tonto, lo más moderado y lo más reaccionario de las facciones del Partido.

La representante Ileana Ros-Lehtinen, la pionera entre los cubanoamericanos en el Congreso, dice que no votará por Donald Trump. El congresista Mario Díaz-Balart, la última luminaria en una larga e invariablemente reaccionaria línea de políticos que se remontan a la década de 1930 en Cuba, dice que va a apoyar al nominado del partido.

Las fallas geológicas que se han desarrollado en el Partido Republicano son profundas y trascendentales. Los expresidentes H. W. Bush y George W. Bush dicen que no apoyarán a Trump. Tampoco el senador de Carolina del Sur Lindsey Graham, que representa un estado que no puede ser más rojo (en el idioma enrevesado de la política norteamericana en el que el rojo no es igual a revolucionario, sino republicano).

Algunos republicanos del establishment, como el ex presidente del partido, Haley Barbour, parecen estar tratando de enmarcar la carrera como si fuera entre un candidato con las calificaciones más desfavorables en participar en una contienda presidencial (Trump) y un candidato con las segundas peores calificaciones (Clinton). Oigan, en esta perspectiva puede pasar cualquier cosa.

Esta narrativa y todas las tonterías en los medios y entre los expertos acerca de los aspectos “negativos” astronómicamente altos de Trump y los negativos muy altos de Hillary ignoran dos dimensiones cruciales: la intensidad y Sanders.

Permítanme desarrollar la idea. Tengo una opinión desfavorable de Fulgencio Batista. También tengo una opinión desfavorable de Adolfo Hitler. Mientras mi opinión desfavorable de Batista es fuerte, mi aversión respecto a Adolfo Hitler está por las nubes, ni siquiera en el mismo universo, infinitamente más intensa. Del mismo modo, muchas personas que no pueden ser admiradoras de Hillary Clinton están indignadas, asustadas, asqueadas y alarmadas ante la perspectiva de Trump en la Casa Blanca. Todos los negativos no son iguales. Algunas son tibias, mientras que otras arden al rojo vivo.

La segunda dimensión es el factor Sanders. Un número indeterminado pero importante de personas que tienen una opinión desfavorable de Clinton son partidarios de Sanders. De hecho, parte de su entusiasmo por Bernie es que sin duda él no es parte de esa ala que durante mucho tiempo ha dominado al Partido Demócrata, y que decidió hace dos décadas que la única manera de ganar es convirtiéndose en republicano light.

Bill Clinton es un miembro fundador y el producto más importante de ese movimiento oportunista. Hillary Clinton, con sus conexiones con Wall Street y puntos de vista de línea dura en política exterior, no había sido diferente hasta que el desafío de Sanders la obligó a volver a reconectar oportunistamente con su supuesta actitud progresista.

Me tomaré a mí mismo como ejemplo. Tengo una opinión favorable de Sanders y voté por él en las primarias. Tengo una visión desfavorable en general de Hillary Clinton, aunque por razones completamente diferentes a los de la andanada de ataques conservadores y del fango lanzado en su contra. Así que, en noviembre, me taparé la nariz con las dos manos y votaré por Hillary Clinton. O tal vez con una sola mano. Me gusta Hillary como persona; y su posición en un montón de asuntos, como mantener Obamacare, está muy bien.

Y es importante para mí que Hillary sea una mujer. Ya es hora de que finalmente elijamos a una mujer en este país, y ella está eminentemente calificada. Sería maravilloso si los demócratas, después de elegir al primer afroamericano a la Casa Blanca, seguidamente situaran a una mujer en la Oficina Oval.

No puedo decir nada de eso de Donald Trump. Me disgusta a todos los niveles: personal, político, ideológico, psicológico. En lo personal, es grandilocuente, ofensivo, arrogante, abusivo, odioso. Durante su campaña ha demostrado un millón de veces la manera tan sucia en que se desenvuelve en la política. No hay profundidades tan bajas a las que no llegaría.

Ideológicamente, él es el “norteamericano feo” multiplicado por el cuadrado de la velocidad de la luz. Racista, xenófobo, sexista, ansioso por intimidar a todos los demás países.

Psicológicamente, limita con el delirio. Él quiere, por ejemplo, construir un muro en la frontera con México y obligar al gobierno mexicano a pagar por él. El día que un presidente mexicano acceda a tal demanda, nevará en Cancún y México hará explosión en una segunda revolución. En general, parece que piensa que acosar y degradar, por ejemplo, a Vladimir Putin, es como hacerle lo mismo a Carly Fiorina. No.

Además de delirios por el estilo, Trump presenta un pronunciado narcisismo. Las mujeres, el cabello, el alarde de su riqueza, el acicalamiento y la adopción de poses son también por eso. Estados Unidos, más que cualquier otra nación, necesita un líder que mantenga su vista en el mundo y no en su propio reflejo.

Sospecho que una gran cantidad de seguidores de Bernie Sanders piensan de manera similar y va a hacer lo mismo que voy a hacer yo el día de las elecciones.

¿La diferencia mayor? Muchos de esos aspectos negativos de Clinton son suaves, mientras que los negativos de Trump están grabados en piedra. Los negativos de Hillary se derretirán para los votantes como yo y para muchas otras personas (la gente de Sanders, las mujeres) cuando se enfrenten con esa única decisión. Ellos visualizarán a Donald Trump en el mismo alto cargo en el que una vez estuvieron hombres de la talla de George Washington, Abraham Lincoln y Obama, y dirán que no.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Gran Old Party es la otra forma de identificar al Partido Republicano
    • Sociólogo, columnista y activista social.