Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-06-02

Paloma de Guerra

LA JORNADA 30 de mayo del 2016 MÉXICO

David Brooks*

El premio nobel de la Paz viajó la semana pasada a Vietnam, país que resistió una de las guerras más largas de la historia moderna donde perecieron más de un millón y tal vez hasta 2 millones de vietnamitas y unos 58 mil militares estadounidenses, y, al reconocer las heridas y buscar cerrar este capítulo bélico, ofreció no una rosa, ni un ramo de olivo, ni palomas de la paz, sino… armas.

Más de medio siglo después del inicio de la intervención militar estadounidense en el sureste asiático, el presidente Barack Obama visitó Vietnam en acto de fuerte simbolismo para ese país, y su pueblo, el cual aún padece las secuelas de esa guerra, sobre todo el uso del equivalente de armas químicas como el Agente Naranja y heridas permanentes por el lanzamiento de más bombas que el total arrojado sobre Alemania, Japón e Italia por los aliados en toda la Segunda Guerra Mundial (algunas de las cuales no detonadas siguen estallando y matando). Ahí siguen las imágenes imborrables del uso de armas tan brutales como el napalm para quemar a la población civil, incluidos los niños. Es ese mismo país donde ahora el presidente y otros políticos estadounidenses creen tener la autoridad moral para atreverse a criticar las violaciones de derechos humanos.

Pero la noticia con que culminó el viaje histórico, cuyo objetivo era festejar el inicio de una nueva relación y superar el pasado, fue que Obama anunció que Estados Unidos suspenderá el embargo a la venta de armas a Vietnam. Ese era el regalo que llevaba el premio Nobel de la Paz.

Al parecer, la mejor forma de festejar el fin de la historia bélica entre Washington y un país al cual intentó destruir para salvarlo (la famosa frase es de un mayor estadounidense en referencia al pueblo en Ben Tre, quien le comentó al entonces reportero Peter Arnett, de Ap, que fue necesario destruir al pueblo para salvarlo de las fuerzas del Vietcong), es con una feria de armas.

Vale recordar que Estados Unidos, en el gobierno de Barack Obama, rompió el récord de cualquier presidente desde finales de la Segunda Guerra Mundial en el volumen de ventas de armas y equipo militar al mundo. En el año fiscal 2015, el total del programa de ventas de armas al extranjero –no incluye todas las transferencias de armas a otros países– fue de 46.6 mil millones de dólares, según cifras del Departamento de Defensa.

En Japón, segunda escala de la gira asiática del premio Nobel de la Paz, Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en ir a Hiroshima, sitio del primer y único ejemplo en la historia del uso de un arma de destrucción masiva. Ahí, el 6 de agosto de 1945, Estados Unidos arrojó una bomba atómica que mató a aproximadamente 140 mil hombres, mujeres y niños (y otra tres días después sobre la ciudad de Nagasaki). Tanto Hiroshima como Nagasaki eran ciudades de civiles, no objetivos militares (aunque había una base militar dentro de la primera ciudad).

Obama colocó una corona de flores en el monumento a esa tragedia, y recordó que “hace 71 años… la muerte cayó del cielo y el mundo fue cambiado… un muro de fuego destruyó una ciudad y demostró que la humanidad poseía los medios para destruirse”. No mencionó que la narrativa oficial –esa que indica que se usó la bomba para evitar la prolongación de la guerra que resultaría en muchas más muertes, o sea que era el menor de dos males– ha sido no solo refutada por historiadores, sino que la mayoría ha concluido que, en gran medida, es falsa, recordó el historiador Alex Wallerstein en The New Yorker.

Obama no ofreció ninguna disculpa (Washington casi nunca se disculpa ante otros países), recordó que Japón tuvo la culpa de la guerra, y en un mensaje emotivo declaró que se requiere un despertar moral alrededor del mundo para deshacerse de armas nucleares, y pidió tener la valentía de escapar de la lógica del temor y promover un mundo sin armas nucleares.

Lo que no dijo entre las palabras siempre tan bonitas de este presidente, es que, en los hechos, su gobierno ha impulsado un ambicioso programa de un billón de dólares para modernizar el arsenal nuclear estadounidenses en los próximos 30 años, que incluye el desarrollo de una nueva generación de bombas nucleares tácticas, o minibombas nucleares, para uso en campos de batalla.

Más aún, un informe del propio Pentágono emitido la semana pasada y analizado por la Federación de Científicos Americanos demuestra que el gobierno de Obama ha reducido el tamaño del arsenal nuclear estadounidenses menos que cualquier otro presidente de la posguerra fría, o sea, menos que George W. Bush, Bill Clinton y George Bush padre. En 2015, Estados Unidos tenía 4 mil 571 bombas nucleares, una reducción, sí, de 702 bombas desde 2008, pero más que suficiente para destruir el mundo varias veces.

Aunque el presidente Barack Obama asumió su puesto con un fuerte compromiso de Estados Unidos para reducir el número y el papel de las armas nucleares y dar pasos concretos hacia un mundo sin armas atómicas, su gobierno podría ser recordado, eventualmente, más por su compromiso con modernizar el arsenal nuclear estadounidense, advirtió el Boletín de Científicos Atómicos hace más de un año.

Vale recordar, en este contexto, que este premio Nobel de la Paz ha continuado las guerras que heredó en Irak y Afganistán, y que ahora son las más largas en la historia de este país. El comandante en jefe que fue electo a la Casa Blanca, en parte por su promesa de poner fin a estas dos guerras, ha abierto nuevos frentes en Siria y Libia, y ha incrementado la tensión bélica frente a China (parte del propósito del viaje a Vietnam) y Rusia. A la vez, ha ampliado y coordinado una de las campañas más amplias de operaciones especiales y de asesinato e intervención internacional vía control remoto empleando drones en varios puntos del planeta.

En resumen, esta semana en los cielos volaba algo que no se alcanzaba identificar: ¿era una paloma de guerra o un águila de la paz?

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Columnista de La Jornada; corresponsal de ese diario en Nueva York

Brasil: radiografía de un retroceso

ALAI 25 de mayo del 2016 CUADOR

Fernando de la Cuadra*

En la película Una segunda madre (Que horas ela volta?) de Anna Muylaert, se muestra con talento y sensibilidad los dilemas a los cuales se enfrenta una sociedad abierta a la instauración de un modelo económico-social que genera igualdad de oportunidades para una fracción significativa de los habitantes de ese país.

Este filme cuenta la historia de Val, una empleada “doméstica” puertas adentro que ha pasado una parte significativa de su vida alejada de su hija Jéssica que vive en Pernambuco. Val es una persona dócil, sometida, que tiene claro el “lugar” que le corresponde asumir dentro de la estructura de una familia acomodada de São Paulo. Trabaja en una casa hermosa y espaciosa y sin embargo ocupa una minúscula habitación 3 por 3 metros, prácticamente sin ventilación y con una pequeñísima ventana desde la cual se observa el área de servicio.

La situación de Val es característica de miles de domésticas que viven puertas adentro y que pasan una parte importante de sus vidas sirviendo anónimamente a las familias más privilegiadas.

Este escenario de subordinación y autosometimiento es quebrado cuando llega la hija de Val para realizar las pruebas de ingreso a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de São Paulo. El contraste entre Jéssica y su madre es chocante. Mientras la primera circula por la casa en condición de igualdad con el resto de sus habitantes, Val insiste en que ella tiene que ubicarse en el sitio que le corresponde, como una persona de segunda categoría. Nunca comer junto con los patrones, nunca ocupar la piscina en la cual se refresca Fabinho, el hijo mimado de Doña Bárbara, jamás comer el helado especial que está reservado para Fabinho y un largo etcétera, que la directora va entregando en planos secuenciales a la mirada de los espectadores.

Jéssica de acuerdo a la concepción arraigada en su madre demasiado extraña, “piensa que es la reina de Inglaterra con su mirada altiva”, se recusa a ponerse en su lugar y trata a los patrones como si fuesen sus iguales. ¿Qué representa Jéssica en la película? Ella representa los cambios que se han experimentado en los últimos años en este país, en que gracias a un conjunto de programas de transferencia de renta y de incorporación de derechos de ciudadanía, las personas, especialmente los más jóvenes, se sienten integrados a un proyecto en el cual pueden construir sus vidas en mejores condiciones y con mayores oportunidades que las que existían dos décadas atrás.

Bolsa Familia, Minha Casa Minha Vida, Universidad para Todos (ProUni), Fondo de Financiamiento Estudiantil (FIES), Programa de Acceso a la Enseñanza Técnica y Empleo (Pronatec), Farmacia Popula son, entre otros, los instrumentos que permitieron generar crecientes expectativas de vida en la población y que posibilitaron la superación de la pobreza para millones de brasileños.

Por medio de programas de enorme popularidad, miles de ciudadanos consiguieron obtener sus certificados de nacimiento o sus documentos de identidad. Con todas sus insuficiencias y su carácter asistencialista, ese es indudablemente el más importante legado que dejan los gobiernos del PT.

El actual gobierno interino de Michel Temer ya ha señalado en repetidas ocasiones que va a reducir significativamente los gastos sociales, especialmente en el ámbito de la educación, salud y previsión. Analistas del programa Bolsa Familia -una iniciativa emblemática de las administraciones petistas- evalúan que las políticas aplicadas por el gobierno Temer muestran una tendencia hacia una disminución sustantiva de las familias atendidas. Considerando que las últimas mediciones sobre pobreza muestran que en Brasil existen 14,3 millones de familias en dicha situación y que el programa solo beneficiará a 3,4 millones, se concluye entonces que las no atendidas sumarán 10,9 millones. Es decir, de un nivel actual de 97,3% de pobres asistidos por el programa este pasará a cubrir apenas a un 23,7% de los potenciales beneficiarios.

Lo anterior significa que en términos de miembros de esas familias, aproximadamente 39,3 millones de personas deberán perder una ayuda que es fundamental para mantener las condiciones mínimas de sobrevivencia cotidiana.

La retracción de las políticas sociales no solo se está produciendo a nivel federal, ella también se viene expresando a nivel estadual y municipal. Por ejemplo, el gobierno del Estado de Rio de Janeiro no autorizó el traspaso de recursos para ayudar a las 211 mil familias que viven bajo la línea de la pobreza. Son grupos que viven con menos de 100 reales mensuales (aproximadamente 30 dólares). Según el Secretario de Hacienda del Estado, el valor no fue depositado por falta de dinero en caja, una cifra que no pasa de los 13 millones de reales. Esta es una suma irrisoria considerando los abultados gastos que viene realizando este mismo Estado en el conjunto de obras destinadas a acondicionar la ciudad para las próximas Olimpiadas que comenzarán en agosto de este año.

El propio Secretario de Asistencia Social y Derechos Humanos ha declarado su total decepción con esta resolución y amenazó con dejar el cargo si no se revierte una medida indignante que deja a la deriva a familias que “son extremadamente pobres y que cuentan con ese dinero muchas veces para asegurar la comida diaria sobre la mesa”. La trágica ironía de esta situación es que el Estado de Rio de Janeiro obtiene enormes recursos derivados de la extracción de petróleo que se encuentra en la cuenca de Campos, los cuales no son entregados a su población más vulnerable, pues se destinan a financiar obras faraónicas y sobrefacturadas que han enriquecido a las grandes empresas contratistas que se vienen adjudicando las millonarias licitaciones a cambio de abultadas propinas.

Cuando el sociólogo Max Weber expone los fundamentos de la legitimidad de la dominación, contempla tres formas puras o ideales de legitimación que se sustentan en la tradición, el carisma o en un sistema racional legal institucional. Ninguna de estas tres modalidades le otorga legitimidad al actual gobierno de Temer. Su proyecto se basa en una alianza espuria entre conglomerados empresariales, gran parte de los órganos de prensa, una Corte Suprema omisa y un parlamento fisiológico.

Tanto su legalidad como su legitimidad está siendo cuestionada por una cada vez mayor parte de los ciudadanos de Brasil y del resto del mundo. Su mandato, que no supera las dos semanas, se está deshaciendo entre nuevas denuncias de corrupción y filtraciones que demuestran su esencia conspiratoria y golpista. Ante ello, las movilizaciones seguirán sumándose y ciertamente aumentarán su nivel de convocatoria y vehemencia.

La regresión que pretende imponer el gobierno Temer se encuentra a contrapelo de los más trascendentales avances sociales que ha venido conquistando el pueblo brasileño en las últimas décadas. La ofensiva conservadora desconoce que determinados progresos alcanzados por las sociedades no se pueden retrotraer. Los días venideros serán fundamentales para conocer si los cambios hacia el pasado que pretende introducir la actual administración tendrán éxito o serán recordados como una lamentable pesadilla en la subjetividad de los brasileños.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Doctor en Ciencias Sociales. Editor del blog Socialismo y Democracia.

Economía en Miami para unos, hambre para otros

APORREA 30 de mayo del 2016 VENEZUELA

Hedelberto López Blanch*

Pese a las grandes campañas informativas donde se enaltecen las bondades de la ciudad estadounidense de Miami, la realidad se va abriendo paso hasta en los mismos diarios de esa comunidad en los que, en pequeñas ocasiones, publican la verdadera situación de pobreza e inseguridad de miles de sus habitantes, muchos de ellos niños y personas de la tercera edad.

Sabía usted que un estudio realizado por Feeding South Florida, denominado "Mapa de la brecha alimenticia 2016", muestra que 784 110 personas en los cuatro condados del sur de la Florida, un 13,4 % de la población, a veces no saben cómo van a asegurar su próxima comida. Lo que es más, indica que de esa población, por lo menos 264 280 menores, se van a dormir con hambre.

Artículos publicados en los periódicos El Nuevo Herald y Diario de las Américas (ambos controlados por la ultraderecha cubanoamericana, especializados en publicar informaciones peyorativas y mendaces contra Venezuela, Cuba y muchos otros gobiernos progresistas de América Latina) y en la revista La Nueva Réplica, señalan los enormes problemas que padecen miles de ciudadanos en ese Estado del llamado Primer Mundo, que cada día ve aparecer por sus calles a personas que se unen al ejército de los pobres. A los diarios en cuestión, no les ha quedado más remedio que señalar las graves circunstancias existentes en las ciudades miamenses.

En una zona turística, indica el artículo del Herald publicado el 18 de mayo, donde vienen visitantes de todo el mundo para disfrutar del sol, el mar y la buena comida en restaurantes de alta categoría, permanecen cientos de miles de personas, incluso niños, que todas las noches se van a la cama con hambre.

Significa que eso es exactamente lo que pasa en los cuatro condados (Palm Beach, Broward, Miami-Dade y Monroe) que componen el sur de la Florida, y según el estudio del Feeding South muestra que las peores condiciones de "inseguridad alimenticia", como el documento califica la situación, están en Palm Beach, considerado como de los condados más acaudalados de la Florida.

Aunque muchos pasan hambre, el grado de problemas varía de condado a condado y afecta en alto número a los niños pues el estudio asegura que bajo la denominada inseguridad alimentaria se halla el 22,5 % de los menores en Palm Beach; el 21,8 % en el condado Miami Dade; el 20,6 % en el condado Broward y el 20,2 en el condado Monroe.

Los individuos mencionados en el estudio como afectados por la sofisticada denominación de "deficiencias alimenticias" incluyen a los que reciben cupones del Gobierno para comprar alimentos y a los que no califican para cupones, pero que dependen de programas de emergencia como el de los comedores para los que no tienen hogar o sitios al aire libre donde sirven comida gratis a los que no pueden comprar alimentos.

El Diario de las Américas, se refiere a las penurias de muchos ciudadanos, y cataloga de escalofriante para una ciudad del llamado Primer Mundo que el 24,5 % de los hispanos de la tercera edad en Miami-Dade viven en la pobreza.

La organización Miami Matters, que valora los índices del nivel de vida, la salud y otros pormenores, asegura que casi un cuarto de la población hispana que sobrepasa los 65 años de vida, cerca de 50 mil personas, vive, o trata de sobrevivir, por debajo del índice de 11 mil 500 dólares al año estipulado por el Gobierno federal.

"Los mayores de edad, que viven por debajo del nivel de pobreza, conforman un grupo muy vulnerable, dadas las limitaciones físicas, las necesidades médicas y el aislamiento social de que son objetos", manifiesta el comunicado emitido por el grupo independiente, que cuenta con el apoyo de The Health Council of South Florida y un equipo de analistas que estudia las características del nivel de vida de la sociedad.

"Quienes arriban a la tercera edad viven prácticamente sujetos a las entradas económicas que provienen de la jubilación, los planes especiales de retiro o la ayuda suplementaria de la seguridad social", subraya el documento.

El informe, asegura el periódico, no es capaz de reflejar las penurias económicas que cada uno de esos 50 mil seres humanos afronta a diario, porque no les alcanza el dinero para pagar un pequeño apartamento que cuesta de 700 a 900 dólares al mes, la electricidad y el seguro del medicare, entre otros gastos.

A esas penurias se suma una que atenta aún más contra la salud de sus habitantes pues existen en La Florida 850 mil personas pobres que no tienen acceso al medicaid (ayuda del Gobierno a personas enfermas y de bajo nivel adquisitivo).

Ellos deben cortar las pastillas a la mitad, piden prestado dinero o sacan sus fondos de retiro para los copagos, y esperan meses o a veces un año para ver al médico. Es una manera agotadora y azarosa de recibir atención médica, especialmente cuando las personas están en su momento más vulnerable: cuando están enfermas, dice un artículo de la versión en inglés de The Miami Herald.

En un extenso reportaje gráfico firmado por Max Lesnik, la revista La Nueva Réplica explica que a Miami le llaman la capital del sol por las aguas claras y calientes de sus playas de arena fina que atraen a sus entornos millones de turistas todos los años.

También, dice, es la ciudad de los sueños derrumbados de varios miles de hombres y mujeres que andan sin hogar ni destino, convirtiéndose en lo que las estadísticas del censo poblacional clasifican como "desamparados". Son los "homeless" de los que tanto se habla con palabras de compasión pero a quienes son pocos los que de verdad les prestan atención.

La Nueva Réplica cita numerosos casos, entre ellos el de Ramón Fonseca, cubano que arribó a Estados Unidos en 1980 por el "puente" de Mariel y está desempleado y sin hogar, vive "donde lo agarre la noche" en una calle cualquiera del centro de la ciudad. Come lo que consigue y se baña cuando llueve.

En diez gráficas aparecidas en la revista, se muestran las penurias de miles de inmigrantes que no han podido hallar el llamado "sueño americano".

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Periodista cubano

Avisos del Pentágono

EL VIEJO TOPO 30 de mayo del 2016 ESPAÑA

Higinio Polo*

EN LA ETAPA final del mandato de Obama, los principales objetivos que persigue la política exterior norteamericana son la contención de China y Rusia, y el control de Oriente Medio, pese a los fracasos obtenidos en la última década.

Es poco probable que los dos primeros sean sometidos a una revisión profunda: Washington, sea quien sea el nuevo presidente norteamericano, es consciente de que Pekín y Moscú son sus principales rivales. En Oriente Medio, su política sigue la inercia de los últimos años, que solo ha conseguido ensangrentar más a toda la región.

Empantanadas y sin resolver las guerras de Afganistán e Iraq, Estados Unidos se lanzó a derribar a los gobiernos sirio y libio, y aceptó que su aliada Arabia iniciase una feroz intervención en Yemen, cuyos únicos resultados han sido centenares de miles de muertos, millones de refugiados y el aumento del caos y la destrucción en todo Oriente Medio. A corto plazo, Washington no va a revisar su política en Oriente Medio, aunque las negociaciones de Ginebra sobre Siria son una débil esperanza

En los tres escenarios, Estados Unidos ha movido en las últimas semanas algunas piezas: en Ucrania, Siria y en el mar de la China meridional.

Victoria Nuland, la subsecretaria de Estado norteamericana, ha visitado Moscú para mediar en la crisis ucraniana y para examinar el estado de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. El mensaje de Obama era explícito: Washington no aceptará ni reconocerá las elecciones que se celebren en el Donbás, el este ucraniano que se rebeló contra el golpe de Estado de febrero del 2014 y el gobierno surgido del Maidán.

En sus conversaciones con responsables rusos, Nuland exhibió los acuerdos de Minsk, y la obligación de las partes enfrentadas de respetarlos, aunque omitió la persistente negativa del gobierno de Kiev de aplicar los puntos más relevantes de los acuerdos: el diálogo directo entre las partes (Kiev y Donbás), la amnistía para los combatientes, la reforma constitucional, y la autonomía para el Donbás.

Significativamente, Estados Unidos se ha negado a implicarse en la aplicación de los acuerdos, y ni siquiera está presente en el “cuarteto de Normandía” (Rusia, Alemania, Francia y Ucrania) que fiscaliza la evolución de la crisis ucraniana, y no descarta la revisión de los acuerdos de Minsk.

Nuland fue uno de los responsables norteamericanos que participaron en la preparación del golpe de Estado: desde la supervisión de la campaña de propaganda en Ucrania y en medios internacionales, hasta el operativo para entrenar militarmente en Polonia a los provocadores que ensangrentaron el Maidán en los días del asedio al gobierno de Yanukóvich.

Nuland llegó a viajar a Kiev para estimular la rebelión contra el anterior gobierno, y para repartir galletas entre los congregados en el Maidán, sabiendo la repercusión internacional de semejante gesto, compartido por otros ministros europeos, y asesoró al nuevo gobierno surgido del golpe de fuerza: Poroshenko fue el elegido por el Departamento de Estado como el peón que podía asegurar la consolidación del gabinete golpista y la rápida aproximación de Ucrania a Estados Unidos y la OTAN. Objetivo: seguir presionando en la periferia rusa, e impedir el fortalecimiento y la creación de vínculos entre las viejas repúblicas soviéticas que intenta conseguir Moscú con su apuesta por la Unión Euroasiática.

Además, jugando esa carta, Estados Unidos consigue limitar la capacidad internacional de la Unión Europea, manteniendo el foco de crisis ucraniano, que, por otra parte, se añade a las dificultades de Bruselas para gobernar la emergencia creada por los centenares de miles de refugiados que huyen de Oriente Medio, y por el terrorismo yihadista, que afecta a Europa y el mundo musulmán pero no a Estados Unidos.

Al mismo tiempo, Stoltenberg, secretario general de la OTAN, anunciaba que su organización podría desplegar nuevas fuerzas en el Báltico (Estonia, Letonia, Lituania), decisión que se añade al inicio del despliegue del escudo antimisiles en Rumania y Polonia. Negando la evidencia, Stoltenberg aseguró que esas medidas eran “plenamente defensivas”, y que no buscaban iniciar una nueva carrera de armamentos ni ponían en tela de juicio los acuerdos con Moscú, pese a las protestas rusas y a la constatación de que la OTAN ha aproximado sus fuerzas en Europa hasta las mismas fronteras rusas. Rusia no se ha movido, pero las tropas de la OTAN, sí.

En el segundo foco de atención, Oriente Medio, se movían otras piezas. El 21 de mayo, el general Joseph Leonard Votel , comandante del United States Central Command viajaba al norte de Siria, donde ya han ingresado dos centenares de miembros de los grupos de operaciones especiales est5adounidenses, sin acuerdo del gobierno de Damasco y en abierta violación del derecho internacional, que prohíbe la entrada de fuerzas militares en cualquier país sin el acuerdo del gobierno afectado.

Votel, que había viajado antes a Bagdad, es el militar estadounidense de más alta graduación que supervisa las operaciones en Siria y en todo Oriente Medio.se reunió con miembros de la “oposición moderada” (según la descripción estadounidense; en realidad, yihadistas financiados por Arabia y las monarquías del golfo, así como por Turquía y por Washington), para examinar las próximas ofensivas militares.

El propósito anunciado era la supervisión de la lucha contra Daesh, aunque Estados Unidos ha limitado sus acciones contra el ejército de Abu Bakr al-Baghdadi y no ha desdeñado su contribución en la guerra contra el gobierno de Damasco. Estados Unidos, además, se ha negado a colaborar con Rusia en los ataques contra Daesh: Moscú había ofrecido iniciar una ofensiva conjunta con Washington contra los grupos yihadistas en Siria, iniciativa que fue rechazada de forma tajante por el Pentágono. Pese a defender, a regañadientes, las conversaciones de Ginebra, Washington sigue empeñado en derribar al gobierno de Damasco.

A miles de kilómetros de distancia, el tercer foco de interés: dos aviones militares chinos interceptaban un avión espía estadounidense que volaba sobre el mar de la China meridional. Washington se vio forzado a realizar una declaración oficial: el Pentágono aseguró que su avión realizaba un “patrullaje de rutina”.

El incidente se añadía a otro ocurrido dos semanas antes: un navío de guerra norteamericano se aproximó a las islas artificiales construidas por China en ese mar (en la zona de las Islas Spratly) como parte de su esfuerzo defensivo. Pekín intenta crear un sistema de defensa contra los submarinos estadounidenses, muy activos en todo el mar de la China meridional. Estados Unidos rechaza la construcción de islas artificiales por Pekín, y trabaja para crear un frente antichino en el sudeste asiático, dentro de su plan estratégico de “contención de China”.

La visita de Obama a Hanoi se enmarca también en ese objetivo, aunque es muy dudoso que pueda atraerse al gobierno vietnamita. Estados Unidos ha aumentado sus fuerzas y su despliegue militar en toda el área del mar de la China meridional y, en general, en todo el sudeste asiático, como parte de la estrategia anunciada por Obama del “giro a Asia”.

¿Qué tienen en común los tres movimientos? El aumento de la presión militar en los tres principales focos de fricción entre las grandes potencias: pese a las intenciones proclamadas por Obama, Estados Unidos sigue negándose a una mayor colaboración internacional para resolver las guerras, impulsar procesos de negociación efectivos, y contribuir a la paz internacional. En los últimos meses de la presidencia de Obama, mientras aumentan los signos de crisis, la Casa Blanca y el Pentágono siguen apostando por la fuerza, lanzando avisos, ignorando el sufrimiento de millones de personas, amagando con la guerra.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Licenciado en Geografía e Historia, y Doctor en Historia contemporánea por la Universidad de Barcelona.