Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-06-03

OEA en Venezuela: injerencia inaceptable

LA JORNADA 1 de junio del 2016 MÉXICO

En un gesto de insólito intervencionismo, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, invocó ayer la Carta Democrática, firmada en 2001 por los países integrantes de ese organismo, para convocar a su Consejo Permanente a "abordar el rompimiento del orden constitucional y su efecto grave sobre el orden democrático" en Venezuela.

De esa manera el funcionario internacional toma partido abiertamente a favor de la oposición de ese país sudamericano, da por hecho que impera en Caracas una interrupción del orden constitucional o que hay ausencia de un gobierno legítimo –únicas circunstancias en las que un secretario general de la OEA puede invocar unilateralmente la Carta Democrática– y orilla a ese organismo a un franco rompimiento con el poder ejecutivo venezolano.

Las recomendaciones de Almagro resultan, asimismo, disparatadas e improcedentes, como la exigencia de que el referendo revocatorio pedido por la oposición se realice este mismo año, que se libere a los presos opositores, se "restaure" el equilibrio de poderes entre el Legislativo y el Judicial y que tengan lugar "cambios inmediatos al Poder Ejecutivo".

Significativamente, tales puntos son prácticamente los mismos que los legisladores de oposición venezolanos presentaron hace unas semanas al secretario general, lo que implica el abandono de la debida postura de neutralidad que el organismo hemisférico debe observar en conflictos políticos, como el que tiene lugar en la nación sudamericana.

La inopinada radicalidad de Almagro no es compartida ni siquiera por el gobierno de Estados Unidos, el cual se ha limitado a insistir en la necesidad de un diálogo entre los partidos opositores y el gobierno que encabeza Nicolás Maduro. Sin embargo, la postura del funcionario sienta un precedente preocupante y allana el camino a eventuales medidas intervencionistas por parte de la potencia del norte en el difícil panorama interno de Venezuela.

Como era de esperar, la torpeza de Almagro ha provocado ya un endurecimiento en la posición del Palacio de Miraflores, anunció demandas judiciales a la directiva de la Asamblea Nacional (Congreso, dominado por los antichavistas) por "traición a la patria" y usurpación de funciones, porque carece de facultades constitucionales para representar al país ante organismos internacionales. En suma, el secretario general de la OEA ha logrado escalar el conflicto político venezolano y ha perdido de golpe toda capacidad de mediación que el organismo hemisférico hubiera podido empeñar para contribuir a una solución de la confrontación entre el gobierno y los opositores. Si Almagro se empeña en seguir por ese camino, y si los integrantes del Consejo Permanente no lo frenan y no reintroducen un mínimo de sensatez y legalidad en las acciones del organismo ante la crisis venezolana, el próximo suceso previsible sería la suspensión del país caribeño como miembro de la OEA o incluso su salida voluntaria de esa instancia continental, como ocurrió con Cuba hace más de medio siglo.

Sea cual sea el desenlace, el injerencismo de Luis Almagro ciertamente agrava y complica el diferendo entre el gobierno chavista y los antichavistas agrupados en la Asamblea Nacional, pero produce un daño mucho mayor a la propia OEA, la cual daría un paso adicional en el camino del desprestigio, la obsolescencia y la inutilidad.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

El ocaso de una dictadura mediática

ESPACIO PÚBLICO 23 de mayo del 2016 ESPAÑA

Carlos Fernández Liria*

Cuando se habla de 'régimen del 78' muchos intelectuales mediáticos se rasgan las vestiduras, como si se tratara de una fórmula populista y demagógica propia de una impresentable extrema izquierda marginal y exagerada. Con tanto aspaviento lo que se ha logrado durante estos últimos cuarenta años es hurtar un necesario debate sobre la libertad de expresión y su papel en el orden constitucional.

Se escamotea el hecho indudable de que nuestra supuesta democracia parlamentaria ha venido acompañada de una dictadura mediática estremecedora. Es verdad que ha habido excepciones, pero también las hubo, todo hay que decirlo, durante el franquismo. Sorteando la censura franquista se escribieron muchas novelas excelentes, nada complacientes con el régimen, se publicaron revistas que hoy serían consideradas de extrema izquierda (como Triunfo o Por favor), se hicieron centenares de películas impresionantes con las que muchos de nosotros aprendimos desde niños a odiar la dictadura. ¿Mejoraron las cosas con la llegada de la llamada democracia? En algunos aspectos, pienso que empeoraron y mucho. Una ley de censura se puede sortear. Lo que se llamó luego “libertad de expresión” o “libertad de prensa” era, en cambio, una fortaleza inexpugnable.

En este país nos hemos pasado cuarenta años llamando libertad de prensa a la dictadura de tres o cuatro oligopolios mediáticos. Se ha hablado, incluso, de que los medios de comunicación eran el cuarto poder del Estado de Derecho, un cuarto pilar del orden constitucional que se sumaba al Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Sin embargo, como bien ha señalado a menudo Pascual Serrano, los medios de comunicación han sido el único poder de nuestra sociedad que no ha tenido contrapeso. El gobierno tiene un contrapoder en la oposición. El empresario, en los sindicatos. El poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial se limitan mutuamente y se obligan a ceñirse a la Constitución. Pero el poder que tienen los medios de comunicación para apropiarse del uso de la palabra en el espacio público carece por completo de contrapeso. Esto ha hecho que ciertas mentiras sean imposibles de combatir. ¿Cuáles? Todas aquellas que convengan en general a los grandes consorcios empresariales de la prensa privada. Y son muchas las mentiras en las que los oligopolios mediáticos no tienen interés en llevarse la contraria, pues las grandes empresas, por mucho que compitan entre sí, no dejan por ello de ser lo que son: grandes empresas.

¿Cómo se logra este efecto sin ejercer la censura? Con otra forma de censura, que se llama paro y despido. Lo he dicho muchas veces: durante cuarenta años de democracia se ha ejercido una censura brutal y salvaje, consistente sencillamente en no contratar a quien no comulgaba a priori con la línea editorial o mediática de los poderes fácticos. Y en despedir a quien se salía de la norma establecida. Se puede decir que los medios de comunicación pasaron así de la esclavitud y la servidumbre feudal al capitalismo salvaje.

Los amos ya no tienen que obligarte a nada porque, ahora, o tragas con lo que hay o te quedas en el paro. Esta alternativa fatal te puede llevar a trabajar en Telepizza o en El País, pero la lógica es la misma. Que un periodista de El País o de El Mundo pretenda que es independiente diciendo -como una vez me dijo uno de ellos- que “a mí nunca me han llamado para decirme lo que tengo que decir”, raya en el sarcasmo, porque es bien claro que ese sujeto ha sido contratado precisamente porque no hacía falta llamarle para que supiera muy bien lo que tiene que decir.

Esta falta de contrapeso y esta amenaza de censura totalitaria (pues aquí sí que es o todo o nada), han hecho que, durante cuarenta años de supuesta democracia, hayamos asistido a un monopolio del derecho a mentir estremecedor. Pero lo peor es que esta modalidad de censura, al contrario que la franquista, se disfraza muy exitosamente de libertad de expresión. Es por esto por lo que periódicos como El País son tan infinitamente abyectos, mucho más aún que la vieja censura franquista.

Afortunadamente, asistimos cada vez más al ocaso de esta dictadura mediática. La razón es muy simple (y explica tantos espumarajos de rabia por parte de nuestros inetelectuales más mediáticos): la prensa escrita cada vez tiene menos poder y los medios de comunicación de masas tienen, ahora, que competir con internet. De pronto, resulta que se han quedado con la escopeta del abuelo y cuanto más la monopolizan, más se queda desfasada. Eso es indudable y, sin duda, ha cambiado por completo el panorama.

Sin embargo, por mi parte (ya lo he dicho muchas veces), no creo mucho en que esta sea la definitiva y la única solución. La escopeta del abuelo, puede quedarse anticuada, pero sigue matando. Las redes sociales y la comunicación en iternet han cambiado por completo la correlación de fuerzas, eso es indudable. Han inutilizado (relativamente) una institución totalitaria, pero no han puesto en su lugar una nueva institución. Habrá, sin duda, quien considere que esto es una virtud. Yo no. Sigo pensando que no hay que renunciar a lo que he defendido tantas veces: estatalizar la prensa.

Ya sé que es una fórmula que provoca cierto rechazo, pero se puede explicar. Se trata simplemente de instituir la independencia profesional del periodista, del mismo modo que los profesores tienen libertad de cátedra y los jueces tienen blindado el ejercicio libre de su función. En el terreno de la enseñanza, la libertad de cátedra termina en el ámbito de la enseñanza privada, donde un profesor puede ser despedido por no ceñirse a los dictados de la empresa que le contrató. En el ámbito de la Justicia se consideraría obviamente una catástrofe que los jueces pudieran ser cesanteados por dictar sentencias que no convinieran a determinados grupos empresariales. En ambos casos la libertad de cátedra y la independencia judicial se soportan en el carácter estatal de dichas instituciones.

Por contraste -y esto demuestra lo mucho que nos han comido el coco al respecto- la idea de estatalizar la prensa se considera siempre una extravagante ocurrencia totalitaria. Se confunde aquí muy interesadamente la idea de una prensa estatal con la de una prensa gubernamental. Es tan absurdo como decir que la enseñanza pública es gubernamental o que es una ocurrencia totalitaria. Lo mismo que sería pretender que, como siempre se corre el peligro de que el gobierno manipule el poder judicial, lo mejor sería... ¿qué? ¿una justicia privada? Una prensa privada es tan incompatible con la libertad de expresión como una justicia privada sería incompatible con la justicia.

Los periodistas deberían acceder a los medios de producción de información y comunicación a través de un sistema de oposiciones, con tribunales que juzgaran en sesión pública, aprobados por el poder legislativo. Deberían poder ejercer su función sin temor al despido, por periodos también acordados por la ley. De este modo, habría tanta libertad de prensa como libertad de cátedra en la enseñanza pública. En la situación actual, hay tanta de la primera como de la segunda en la enseñanza privada: ninguna. Los profesores de la enseñanza privada saben perfectamente que no pueden mantener su trabajo más que adecuándose a las exigencias ideológicas de la empresa que los contrató. Lo mismo ocurre con los periodistas y con ese ejército de intelectuales tan queridos por nuestros medios de comunicación.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Filósofo., Profesor titular de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

Escalada estadounidense contra China

RED VOLTAIRE 1 de junio del 2016 FRANCIA

Manlio Dinucci*

“La revolución científica que condujo a la desintegración del átomo exige también una revolución moral”. Con esta frase histórica –proveniente de los ordenadores de los speech-writer de la Casa Blanca– culminó Obama su viaje a Asia, donde proclamó, desde Hiroshima, la voluntad de «trazar una vía que conduzca a la destrucción de los arsenales nucleares».

Pero la Federación de Científicos Estadounidense desmiente esa voluntad, demostrando que la administración Obama redujo el número de ojivas nucleares estadounidenses menos que sus predecesoras.

Estados Unidos posee hoy en día 4 mil 500 ojivas nucleares estratégicas –de las cuales mil1 750 están listas para su lanzamiento–, más 180 ojivas «tácticas» desplegadas en Europa y también listas para su lanzamiento, más otras 2 mil 500 retiradas pero no desmanteladas. Sumando los medios nucleares de Francia y Reino Unido, la OTAN dispone de 5 mil 15 ojivas nucleares, con 2 mil 330 de esos artefactos listos para ser utilizados. O sea, la OTAN tiene más ojivas nucleares que Rusia (4 mil 490, con mil 790 listas para el lanzamiento) y que China (300 ojivas nucleares, ninguna de ellas lista para ser utilizadas).

La administración Obama –según documentaba el New York Times en su edición del 21 de septiembre de 2014– adoptó un plan de mil millones de dólares que prevé la fabricación de otros 400 misiles balísticos intercontinentales, 12 submarinos y 100 bombarderos estratégicos de ataque nuclear. Con vista a la «modernización» de las ojivas nucleares, incluyendo las que están almacenadas en Italia, Estados Unidos está expandiendo, en suelo estadounidense, un complejo nacional que se compone de ocho grandes instalaciones y laboratorios, cuyo personal se eleva a más de 40 mil personas.

Después de haber reactivado la carrera armamentista en el sector nuclear, Obama acaba de proclamar en Hiroshima su deseo de eliminar no sólo las armas nucleares sino también la guerra misma. Recordando que «la gente común no quiere más guerras», Obama dijo que «lo que tenemos que cambiar es nuestra mentalidad sobre la guerra, para prevenir los conflictos gracias a la diplomacia».

En ese mismo momento, en Washington, el Pentágono acusaba a China de desplegar sistemas de defensa en el Mar de China Meridional para «controlar ese mar y limitar nuestra capacidad de desplazarnos en la región Asia-Pacífico», región donde Estados Unidos está aumentando su presencia militar, basándose en un plan que prevé también el despliegue, en las fronteras de China y de Rusia, de navíos y bases Aegis similares a las que Estados Unidos ya tiene en Europa, con rampas de lanzamiento capaces de utilizar tanto misiles interceptores como misiles de ataque nuclear.

Mientras que unidades navales lanzamisiles estadounidenses navegan por el Mar de China Meridional, la US Navy prepara en el Pacífico el ejercicio naval más grande del mundo: Rimpac 2016. Filipinas ya puso a disposición de Estados Unidos cinco bases militares y Australia se prepara para recibir bombarderos estratégicos estadounidenses de ataque nuclear.

La posición de Washington cuenta con el respaldo total de los demás países del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Japón, Reino Unido e Italia) que, reunido en Japón, exigió la «libertad de navegación y sobrevuelo» en el Mar de China Meridional y Oriental, confirmando al mismo tiempo las sanciones contra Rusia por la «agresión» de Ucrania, mientras que la Unión Europea confirma las sanciones contra Siria.

La estrategia contra Rusia que Estados Unidos y la OTAN aplican en Europa está sólidamente vinculada con la que Estados Unidos aplica contra China y Rusia en la región Asia-Pacífico, con la complicidad de Japón, que está asumiendo un papel militar cada vez más importante. En ese mismo marco estratégico se inserta la visita de Obama en Vietnam, país al que Estados Unidos le levanta el embargo para comenzar a entregarle armamento, en lo que constituye una nueva maniobra contra China.

A todo eso se unen los Peace Corps, cuya conexión con la CIA es harto conocida, que ahora irán a Vietnam a enseñar inglés, o más bien “estadounidense”, y la Universidad Fulbright, que abrirá una sede en Ciudad Ho Chi Minh para dar a los jóvenes vietnamitas una «instrucción de clase mundial».

Después de haber perdido la guerra frente la heroica resistencia de Vietnam, Estados Unidos vuelve hoy a la carga… con otras armas.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Geógrafo y politólogo italiano.

TPP y TTIP: vehículos predilectos de las trasnacionales transgénicas

ALAI 31 de mayo del 2016 ECUADOR

Alejandro Villamar*

El pasado 21 de mayo en 50 ciudades de todos los continentes se realizaron más de 400 marchas contra la transnacional Monsanto, cabeza de las corporaciones promotoras de los cultivos transgénicos, o de la estrategia oligopólica de control de la agricultura mundial.

Esta fue una respuesta mundial coordinada de ciudadanos y de organizaciones campesinas y académicas comprometidas socialmente, en oposición a la ofensiva desatada por las transnacionales en los más diversos frentes: en el Congreso de los EEUU, en los informes “científicos”, en las instituciones latinoamericanas, y desde luego en los megaproyectos comerciales como son el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y el Acuerdo de Asociación Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP).

Después que el estado de Vermont, base del Senador demócrata Bernie Sanders, aprobó en 2014 una ley de etiquetado obligatorio para alimentos conteniendo transgénicos, le siguieron Connecticut y Maine, así que todo el año pasado los esfuerzos de los cabilderos se volcaron tratando de evitar que el ejemplo cundiera en otros estados.

A finales del 2015 la alianza trasnacional y los conservadores en la Cámara de representantes aprobaron una ley de etiquetado voluntario (H.R. 1599), pero sobre todo que limitara las facultades estatales para regularlos a nivel nacional.

La protesta social y científica de más de 600 organizaciones de EEUU que apoyan el etiquetado obligatorio se preguntó, en voz de Wenonah Hauter una destacada activista: The United States of Monsanto? Y calificó la maniobra de “otro síntoma de una democracia secuestrada por los intereses corporativos”.

A principios del 2016 la estrategia transnacional transgénica se acentuó en el Senado, con un cabildeo de cerca de 100 millones de dólares repartidos, pero en plena campaña electoral y con el 88% de la población apoyando el etiquetado obligatorio, la oposición ciudadana y los votos demócratas derrotaron la iniciativa (S. 2609) por escaso margen.

Frenada la maniobra legislativa en EEUU, la acción se reactivó en dos frentes claves: la del discurso ideológico avalado por instituciones y científicos ricamente subsidiados por las corporaciones transgénicas, y sobre todo en el terreno de imponer las reglas internacionales comerciales, que mediante los megatratados les abrieran las puertas a las exportaciones y al control alimentario mundial.

Mediante la controvertida e impugnada opinión pro-OGM del Consejo Nacional de Investigación (NRC): brazo de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU y receptor de millones de dólares en fondos de corporaciones como Monsanto, DuPont y Dow Chemical, denunciado por la prestigiada organización civil Food&Water Watch (FWW), recién se ha vuelto a reactivar la falsa imagen de opinión “científica” favorable al consumo de productos transgénicos.

Sin embargo, la oportuna publicación de FWW sobre los profundos y detallados lazos entre la mayoría de los expertos en OGM de los centros de ingeniería genética, las instituciones y los fondos corporativos, es contundente al afirmar que “se han creado conflictos de interés en todos los niveles de la organización” y que mientras esto no se ventile y se resuelva a favor de la autonomía real de los investigadores, las opiniones “científicas” están manchadas de duda sobre su “objetividad” y credibilidad.

Una opinión similar fue expresada hace tres años, en 2013, por más de 230 científicos de muy diversos países, que afirmaron: no hay consenso científico sobre la seguridad de los OGM.

Finalmente, los megatratados comerciales y de inversiones, favorables a los intereses corporativos y con la pretensión de sentar las bases trasnacionales del siglo XXI, están siendo una de las fronteras de la contienda política entre los intereses comunes socio-ambientales y los intereses de la industria biotecnológica, nanotecnológica y de la biología sintética.

En el mega-acuerdo transpacífico, las empresas transnacionales, sus cabilderos y funcionarios cómplices, lograron dejar plasmados sus objetivos en el Capítulo 2 de Trato Nacional y acceso de bienes de mercado, especialmente en el Artículo 2.29 comercio de productos de la biotecnología moderna del texto del TPP se permite la entrada indiscriminada de cultivos transgénicos, de peligrosos productos biológicos y nanotecnológicos.

La trampa jurídica fue construida bajo la larga experiencia de, primero reconocer de manera retórica el derecho de cualquier Estado a proceder conforme sus propias leyes, reglamentos y políticas, y poner a disposición del público información sobre el tema y los permisos y procedimientos aduanales. Sin embargo, la fracción 5 del artículo citado establece el condicionante metodológico impuesto en la permisiva legislación estadounidense de aceptar niveles bajos de contaminación y atenerse a las Directrices para la realización de la evaluación de la inocuidad de los alimentos obtenidos de plantas de ADN recombinante. Que traducida a lenguaje llano es aceptar los criterios, normas y procedimientos de la potencia dominante.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Economista mexicano

Tasa de ganancia y neoliberalismo

LA JORNADA 1 de junio del 2016 MÉXICO

Alejandro Nadal*

En su evolución, las economías capitalistas siempre han mostrado que su necesidad de crecer es acompañada por periodos de crisis y estancamiento. Esta es la historia del capital: que las mismas fuerzas que impulsan su desarrollo son las que conllevan un ingrediente de inestabilidad y crisis. Y la era moderna no es ninguna excepción.

El surgimiento del neoliberalismo no es el resultado del triunfo del capitalismo, como siempre se le ha presentado, sobre todo a partir del colapso de la Unión Soviética. En realidad la historia es muy diferente. El neoliberalismo es la respuesta a un gran fracaso de dimensiones históricas, a saber: la incapacidad del capital para mantener tasas de ganancia "adecuadas".

La economía estadounidense proporciona un excelente caso de estudio de laboratorio. Otras economías capitalistas siguen trayectorias similares. Los tiempos y magnitudes varían, pero en esencia estamos hablando de un proceso general. En Estados Unidos el capital comenzó a percatarse a finales de la década del 1960 que la tasa de ganancia ya no era lo que había sido en las dos décadas anteriores. Al tomar conciencia de este hecho el primer reflejo del capital fue el que siempre le acompaña: buscó por todos los medios a su alcance aumentar la tasa de explotación de la fuerza de trabajo. El pacto social que había mantenido mejores prestaciones salariales y sociales para la clase trabajadora y que había nacido a raíz de la Gran Depresión comenzó a ser percibido como un estorbo por la clase capitalista.

En la década del 1970 la clase capitalista comienza a desplegar una vigorosa campaña para desmantelar poco a poco ese paquete social que perduró durante la primera fase de la posguerra. El primer paso fue desencadenar una ofensiva en contra de todo lo que fuera sindicatos y oliera a organizaciones relacionadas con negociaciones salariales. El resultado es que a partir del 1973 comienza en Estados Unidos un periodo de estancamiento del salario real. Pero no tardó muchos años la clase capitalista en darse cuenta que se requería algo más.

El capital necesita expandirse constantemente. Es por así decirlo, su esencia y para lograrlo utiliza dos caminos importantes (no son los únicos). El primero consiste en eliminar las restricciones institucionales que frenan su expansión. La desregulación en todos los ámbitos, pero sobre todo en lo que concierne a la circulación del capital, fue una de las primeras prioridades en los años del 1970.

El colapso del sistema de Bretton Woods abría nuevas esferas de rentabilidad, pero para aprovecharlas era necesario eliminar los obstáculos a la circulación del capital. Entre 1973 y 1995 se desencadena un gigantesco proceso para desregular la cuenta de capital de la balanza de pagos en casi todos los países del mundo.

El segundo camino consiste en ocupar los espacios de rentabilidad que anteriormente habían sido ocupados por otro tipo de arreglos institucionales. Con la privatización el capital privado irrumpió en el ámbito de todo tipo de actividades que anteriormente habían sido responsabilidad de instituciones públicas. Privatizar y desregular fueron los dos grandes arietes con los cuales el capital emprendió la ofensiva contra el antiguo pacto social heredado de la Gran Depresión.

El neoliberalismo pudo restablecer niveles más aceptables (desde la perspectiva del capital) de la tasa de ganancia. Esto es claro en las diversas mediciones sobre tasas de remuneración al capital: la caída que se registra desde 1966 se mantiene hasta los años 1980, pero se recupera entre 1984-1997. La tasa de ganancia crece 19% entre 1982 y 1997 y alcanza su punto más alto en varias décadas hacia finales del milenio.

Diversos factores explican esta evolución en la tasa de ganancia, pero destacan tres: la mayor explotación de la fuerza de trabajo en Estados Unidos, la ampliación de las relaciones de explotación de otros componentes de la fuerza de trabajo a escala mundial mediante la "globalización" y, por supuesto, la canalización de las inversiones hacia sectores improductivos (especulación y desarrollo de bienes raíces).

Pero las fiestas no duran para siempre. A partir del 1998 la tasa de ganancia comienza a erosionarse nuevamente: en los diez años que van del 1998 al 2008 se reduce 6 por ciento. La canalización de inversiones hacia la especulación inmobiliaria y en el sector financiero puede maquillar la caída en la tasa de ganancia, pero no la puede detener. Los episodios de inflación en el precio de las acciones de las empresas de "alta tecnología" y después en la esfera inmobiliaria acabaron por llevar a los estallidos (y recesiones) del 2000 y ahora del 2007.

La súper crisis que sufre la economía mundial el día de hoy es resultado directo de esta serie de mutaciones en las formas de acumulación de capital bajo el neoliberalismo en su afán por contrarrestar la caída en la tasa de ganancia. Desde esta perspectiva, las explicaciones de la crisis en términos de deficiencia de la demanda agregada se quedan en la superficie.

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Economista mexicano