Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-06-17

El pueblo cubano, con su inteligencia natural, sabrá enfrentar los retos del futuro con la misma determinación de siempre

RESUMEN LATINOAMERICANO 8 de junio del 2016 CUBA

Entrevista a Salim Lamrani

-¿Por qué vuelve a Cuba (no solo en avión) en sus obras, en sus conferencias, en su magisterio y hasta parece que con el corazón? ¿Qué agradece de su devenir, de su historia?

Salim Lamrani: Cuba es la referencia mundial de todos los revolucionarios y de todos quienes sueñan con un mundo mejor, menos injusto, más solidario. Una pequeña isla perdida en el mar Caribe, de once millones de habitantes, ha logrado edificar la sociedad más fraterna del mundo, ubicando en el centro de su proyecto nacional al ser humano. Las más prestigiosas instituciones internacionales citan a Cuba como ejemplo en materia de educación, salud, seguridad social, cultura, deporte, preservación del medio ambiente y protección de la infancia, de las mujeres y de los ancianos, así como de todas las personas vulnerables.

La Revolución, bajo la guía de su líder histórico Fidel Castro, ha logrado conquistar la plena y total independencia de Cuba, realizando el anhelo martiano de una patria libre y soberana. Ello es el principal logro del proceso de transformación iniciado en 1959. Cuba es símbolo de dignidad en América Latina y es la consciencia moral de todos los países del Sur, deseosos de emanciparse de la tutela de los poderosos estados del Norte.

Además, a pesar de los recursos muy limitados, las escaseces y dificultades cotidianas debidas al implacable estado de sitio que impone Estados Unidos desde hace más de medio siglo y que constituye el principal obstáculo al desarrollo nacional, Cuba ha hecho del internacionalismo solidario y de la ayuda a los pueblos más necesitados del mundo la columna vertebral de su política exterior.

Ante tanta generosidad y desinterés, uno solo puede inclinarse en señal de respeto y admiración, poco importa la orientación ideológica que se siga. Que un pueblo brinde apoyo y asistencia a los más desheredados del planeta, a pesar de con sus propias limitaciones y necesidades, da fe en la humanidad.

-¿Cuáles puntos grises, negros o de otros tonos le criticaría?

SL: El pueblo de Cuba tiene todas las virtudes y todos los defectos de la condición humana. Por ello tiene derecho a equivocarse y probablemente se habrá equivocado algunas veces en el proceso de construcción de una sociedad diferente. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Qué proceso de transformación social hecho por seres humanos puede realizarse sin yerros y sin contradicciones? Es absolutamente imposible.

Lo que nadie puede negar a Cuba es que siempre ha actuado, incluso cuando se cometieron injusticias, con intenciones buenas, movida por el idealismo de edificar una sociedad mejor. Cuba, además, no pretende ser el paraíso ni un ejemplo para los demás. Solo aspira a elegir su propio destino.

–Cuba, parole a la defense!, su nuevo libro, acaba de sumarse a sus incursiones analíticas sobre la isla. ¿Cuál es su hilo conductor y qué lo motivó a seguirlo? ¿Incluye temas polémicos por dar voz a la defensa de Cuba e intentar que no esté más en el banquillo de los acusados?

SL: Cuba vive bajo estado de sitio desde hace más de medio siglo. No se ha librado de nada: unas sanciones económicas anacrónicas, crueles e injustas que afectan todos los sectores de la sociedad y a las categorías más vulnerables de la población desde 1960; una sangrienta invasión militar que orquestó la CIA el 17 de abril del 1961 y que causó cientos de víctimas civiles; una amenaza de desintegración nuclear durante la crisis de los misiles de octubre del 1962; la campaña terrorista más larga de la historia con más de 10 mil atentados planificados desde Estados Unidos que costaron la vida a 3 mil 478 personas e infligieron secuelas permanentes a otras 2 mil 099, así como daños materiales por varios cientos de millones de millones de dólares; sin olvidar una implacable guerra política, diplomática y sobre todo mediática contra su pueblo, sus dirigentes y sobre todo contra su sistema político y social.

No obstante, a pesar de su innegable estatus de víctima asediada por la gran potencia estadounidense con pretensiones hegemónicas que se niega a aceptar la realidad de una Cuba soberana y libre de elegir su propio destino, esta nación se encuentra regularmente en el banquillo de los acusados.

La retórica que machacan contra ella las grandes potencias occidentales y sus portavoces mediáticos opuestos al proceso revolucionario es conocida: derechos humanos, libertad de expresión, democracia…

A diferencia de cualquier tribunal digno de ese nombre y respetuoso de los derechos de la defensa, Cuba se halla sistemáticamente privada de su derecho a replicar a los ataques, a exponer sus argumentos y a expresar su verdad. Los grandes conglomerados mediáticos, propiedad del mundo del dinero, que se oponen a toda crítica sobre el orden establecido, censuran metódicamente su voz.

Tan dispuesta a enarbolar los valores de la libertad de expresión y de pluralidad democrática, la prensa occidental se mofa de ellos de modo implacable cuando se trata de conceder el derecho a réplica a los cubanos o reservar un espacio a las opiniones alternativas a propósito de la isla, su historia y su destino.

Este libro nace de esta constatación. Dado que se pisotean los derechos de Cuba a expresar sus posiciones y a responder a las acusaciones, ¡se ha decidido dar, por una vez, la palabra a la defensa!, se solicitó a diez personalidades de primera magnitud, siete figuras cubanas y tres eminencias internacionales en conversaciones francas y sin complacencia, para compartir su visión de Cuba, de su historia y de su futuro.

-Muchas miradas están puestas sobre Cuba ahora. ¿Le parece que la obsesión de acusar a este país podría estar cediendo luego del inicio del proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos?

SL: Conviene reconocer que ha disminuido la hostilidad mediática hacia Cuba desde el 17 de diciembre del 2014, día en que Washington y La Habana anunciaron el inicio de un proceso de normalización de las relaciones bilaterales. Ello ilustra cuán obedientes son los medios informativos respecto a Estados Unidos. En el espacio de 24 horas Cuba pasó del estatus de Estado villano con el cual no se podía hablar al de nación miembro de la comunidad con que se podía negociar.

Ahora bien, ello no significa que ahora la prensa occidental presente la realidad cubana con honestidad y equilibrio. Todavía se muestra incapaz de dar prueba de imparcialidad con Cuba sencillamente porque la isla ha cometido el pecado de repartir las riquezas.

-Hace poco en un conversatorio en La Habana, al valorar la visita del Presidente francés a Cuba, usted aseguró que el mandatario pasaría a la historia por esa visita. ¿Qué criterios le hacen pensar así?

SL: El presidente Hollande, consciente de que Cuba representa la autoridad moral de América Latina, ha hecho del fortalecimiento de los lazos con Cuba una prioridad porque, según él, “Cuba es respetada y escuchada en toda América Latina”. Con esta visita histórica, el presidente François Hollande ha reforzado la influencia de Francia no solo en la isla del Caribe sino también en toda América Latina, donde la patria de José Martí ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos. También, París indica la vía a seguir a las demás naciones occidentales y manda un mensaje a la Unión Europea y a Estados Unidos. Recuerda que la mejor manera de promover intereses mutuos es basar las relaciones con Cuba en la igualdad soberana, el diálogo respetuoso y la no injerencia en los asuntos internos.

-Como guerra avisada no mata soldado, refrán que reúne certezas, me atrevo a indagar de qué avisaría usted a Cuba en el actual contexto.

SL: El pueblo cubano, con su inteligencia natural, sabrá enfrentar los retos del futuro con la misma determinación de siempre. No tengo ninguna legitimidad ni autoridad moral para decir a los cubanos, a quienes tanto admiro y respeto, lo que deben hacer.

Selección en Internet: Omar Segura Montero

La caída de precios del petróleo altera el tablero geopolítico

RED VOLTAIRE 13 de junio del 2016 FRANCIA

Thierry Meyssan*

La caída de los precios del petróleo desmintió la teoría del «pico de Hubbert» y ahora parece que no debería producirse en este siglo la anunciada escasez en el sector de la energía.

El derrumbe de los precios también inició probablemente el desmantelamiento de la teoría sobre el «origen humano del calentamiento climático» y ha convertido en no rentables las fuentes alternativas de energía y las inversiones en hidrocarburos de esquistos, así como las perforaciones en aguas profundas.

Al alterar el panorama geopolítico, ese factor podría traducirse en un regreso de los militares estadounidenses al Medio Oriente y obligar al Pentágono a renunciar definitivamente a la teoría del «caos constructor».

El año pasado, los patrones de las compañías petroleras más importantes del mundo occidental aconsejaban reducir las emisiones de dióxido de carbono. Así esperaban obtener ayudas públicas para desarrollar fuentes de energía alternativas al petróleo. Ante los actuales precios del petróleo, esas inversiones han dejado de ser rentables.

En dos años, el mercado mundial de las fuentes de energía ha sido presa del desorden. En primer lugar, la oferta y la demanda cambiaron considerablemente. Cambiaron después los flujos comerciales y, finalmente, también cambiaron los precios, que se derrumbaron estrepitosamente.

El mito de la escasez

La pérdida de impulso de la economía de los países occidentales y de algunos países emergentes provocó una reducción de la demanda mientras que la continuación del crecimiento en Asia, por el contrario, la hizo aumentar. Resultado: la demanda global prosigue su lento desarrollo.

En materia de oferta, no solo ningún Estado productor ha visto derrumbarse sus capacidades de producción sino que algunos incluso las han visto aumentar, como China, que ahora reúne importantes reservas estratégicas. En definitiva, el mercado dispone de amplios excedentes.

Esta primera constatación contradice lo que fue la verdad supuestamente irrebatible de los medios científicos y profesionales de los años 2000. Según ellos, la producción mundial de hidrocarburos estaba a punto de alcanzar su punto más alto [el llamado «pico»] y el mundo se encaminaba hacia un periodo de escasez en el que algunos Estados se derrumbarían y estallarían guerras por los recursos naturales.

Al regresar a la Casa Blanca, en enero del 2001, el vicepresidente Dick Cheney formó inmediatamente un grupo de trabajo para el desarrollo de la política nacional en materia de energía (National Energy Policy Development o NEPD), grupo que el Washington Post calificó de «sociedad secreta».

En medio de reglas de seguridad draconianas, los consejeros de la presidencia organizaron audiencias a las que citaron a los patrones de las grandes empresas del sector de la energía, a los científicos más reconocidos y los jefes de los servicios de inteligencia. Y llegaron a la conclusión de que no había tiempo que perder: el Pentágono tenía que garantizar la supervivencia de la economía estadounidense apoderándose sin demora de los recursos del «Medio Oriente ampliado». No se sabe con precisión ni quién participó en ese grupo de trabajo, cuáles fueron los datos utilizados, ni tampoco las etapas que siguió en su reflexión. Todos sus documentos internos fueron destruidos para que nadie conociera las estadísticas que había utilizado.

Fue ese grupo el que aconsejó iniciar las guerras contra Afganistán, Irán, Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia y Sudán –programa oficialmente adoptado por el presidente Bush Jr. en una reunión realizada en Camp David el 15 de septiembre del 2001.

Recuerdo que vi en Lisboa, en un congreso de la AFPO [1], al secretario general de aquel grupo de trabajo de la Casa Blanca. El hombre había presentado un informe sobre el estudio de las reservas anunciadas, la inminencia del «pico de Hubbert» y las medidas que había que tomar para limitar el consumo de energía en Estados Unidos. En aquel momento, me convencieron su razonamiento y su seguridad al exponerlo.

Con el tiempo comprobamos que ese análisis es completamente falso y que las primeras guerras (contra Afganistán, Irak, Irán, Líbano, Libia y Siria) fueron, por consiguiente, inútiles, a pesar de tratarse de un programa que aún se mantiene en marcha.

Este enorme error en materia de previsión no debe resultarnos sorprendente. Es simplemente consecuencia del «pensamiento de grupo»: una idea se impone poco a poco dentro de un grupo sin que nadie se atreva a cuestionarla, ya que nadie quiere arriesgarse a verse excluido del «círculo de la razón». Es lo que se ha dado en llamar «el pensamiento único». En este caso, los consejeros de la Casa Blanca partieron de la teoría malthusiana que dominó la cultura anglicana del siglo XIX y se mantuvieron dentro de esa teoría, según la cual la población aumenta a un ritmo exponencial mientras que los recursos solo aumentan a un ritmo aritmético. A la larga, no puede haber suficientes recursos para todos.

Thomas Malthus pretendía oponerse a la teoría de Adam Smith, quien afirmaba que el mercado, cuando se mantiene libre de toda reglamentación, se regula por sí mismo. En realidad, el pastor Malthus encontraba en su teoría –no demostrada– la justificación de su propio rechazo a contribuir a resolver las necesidades de los innumerables pobres de su parroquia. ¿Para qué alimentar a aquella gente si los numerosos hijos de aquellos infelices ya estaban condenados a morir de hambre en el futuro?

El gobierno de George W. Bush se componía entonces fundamentalmente de WASP e incluía a numerosas personalidades provenientes de la industria del petróleo, comenzando por el vicepresidente Cheney, ex patrón de Halliburton, compañía productora de equipamiento destinado a la explotación de hidrocarburos.

Si bien es cierto que el petróleo es un recurso no renovable, y por ende destinado a agotarse, nada permite creer actualmente que ya esté a punto de terminarse. En 2001 se razonaba en función del tipo de petróleo que se extrae en Arabia Saudita, el que se sabía refinar en aquel entonces. No se pensaba que podían explotarse, por ejemplo, las reservas de Venezuela, de las que hoy se sabe que bastarían para satisfacer el conjunto de las necesidades mundiales al menos durante un siglo.

Hay que observar que la teoría del «origen humano del calentamiento climático» probablemente no es mucho más seria que la del pico petrolero. Como mínimo también tiene el mismo origen malthusiano, además de tener también la ventaja de enriquecer a sus promotores a través de la Bolsa de derechos de emisión creada en Chicago y popularizada para enseñar a los occidentales a reducir su consumo de energía proveniente de fuentes fósiles, o sea a prepararse para vivir en un mundo donde el petróleo sería escaso y caro.

El fin de los precios artificiales

El alza del precio del barril hasta 110 dólares pareció confirmar la teoría del equipo de Dick Cheney, pero su posterior caída a 35 dólares muestra que se trata de un razonamiento erróneo.

Al igual que en 2008, la caída de los precios comenzó con las sanciones europeas contra Rusia, que desorganizaron los intercambios a nivel mundial, provocaron un desplazamiento de los capitales y, en definitiva, hicieron estallar la burbuja especulativa del petróleo. Esta vez la caída de los precios se vio estimulada por Estados Unidos, que vio en ella otro instrumento capaz de llevar al hundimiento de la economía rusa.

La caída se agravó cuando Arabia Saudita la creyó favorable a sus propios intereses. Al inundar el mercado con su petróleo, Riad mantenía el precio del barril de Arabian light entre 20 y 30 dólares. Con ello destruía la rentabilidad de las inversiones en las fuentes alternativas de energía y garantizaba a largo plazo su propio poder y sus propios ingresos. Incluso logró convencer a sus socios de la Organización de Países Productores de Petróleo (Opep) para que apoyaran esa política. Los miembros de ese cártel decidieron preservar su autoridad a largo plazo aunque esos les costara ganar mucho menos dinero durante algunos años.

Así que los bajos precios del petróleo, inicialmente estimulados por Washington en el contexto de su ofensiva contra Moscú, acabaron por afectar también la economía de Estados Unidos.

En dos años se perdieron en todo el mundo más de 250 mil empleos en el sector de la energía, pero cerca de la mitad de esos puestos de trabajo desaparecieron precisamente en Estados Unidos y el 78% de las plataformas petroleras estadounidenses han sido cerradas. Aunque el retroceso de la producción no ha sido tan espectacular, lo cierto es que Estados Unidos probablemente ha perdido su independencia energética, o está a punto de perderla.

Y no es Estados Unidos el único país en esa situación. Todo el sistema capitalista se ha visto afectado. En 2015, las pérdidas de Total ascendieron a 2 mil 300 millones de dólares, las de ConocoPhillips alcanzaron los 4 mil 400 millones, BP perdió 5 mil 200 millones, Shell 13 mil millones, Exxon 16 mil 200 millones y Chevron cerca de 23 mil millones.

Esta situación nos devuelve a los tiempos de la «Doctrina Carter», en 1980. En aquella época, Washington se atribuía el derecho a intervenir militarmente en el Medio Oriente para garantizar su propio acceso al petróleo. Posteriormente, el presidente Reagan creaba el CentCom, para aplicar aquella doctrina.

Hoy en día se extrae petróleo en casi todo el mundo, y en formas bastantes diferentes, y ha desaparecido el espectro del «pico de Hubbert». Esto permitió al presidente Obama ordenar el desplazamiento de las tropas del CentCom hacia la región del PaCom (teoría del «giro hacia Asia». Según puede observarse, ese plan se ha modificado con la acumulación de tropas en el este de Europa (EuCom). Y puede sufrir nuevas modificaciones si los precios del petróleo se estancan en 20 o 30 dólares por barril. En ese caso, cesará la explotación de nuevas fuentes de hidrocarburos y se producirá un regreso al petróleo del tipo Arabian light. Se plantea, por consiguiente, la cuestión del reposicionamiento de las fuerzas de Estados Unidos en el Medio Oriente.

Si Washington sigue ese camino, también tendrá probablemente que modificar los métodos del Pentágono. La teoría straussiana del «caos constructor», aunque permite gobernar inmensos territorios con muy pocos hombres en el terreno, exige mucho tiempo antes de permitir la explotación de grandes recursos, como ya puede verse en Afganistán, Irak y Libia. Quizás haya entonces que volver a una política más sensata, renunciar a la organización del terrorismo y aceptar la paz, para poder comerciar con los Estados… o con lo que aún quede de ellos.

[1] La AFPO fue una asociación, ya desaparecida, creada por geólogos que estudiaban el tema del llamado «pico del petróleo».

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Periodista y activista político francés