Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-10-05

Inmigración y capitalismo salvaje

LA JORNADA 28 de septiembre del 2016 MÉXICO

José Steinsleger*

Sin proponérselo, el australiano de origen chino Shaun Tan (1974) publicó Emigrantes, un libro hermoso. La obra no tiene palabras. Solo dibujos que interpelan a la conciencia y sensibilidad del lector (Ed. Bárbara Fiore, Andalucía, 2006).

Emigrantes narra el drama de los millones de personas que dejaron patria, hijos, familia, amigos y, cargando una maleta y un puñado de monedas, intentaron prosperar “…en una ciudad enloquecida de un país desconocido, de costumbres extrañas, animales peculiares e idiomas indescifrables”.

Shaun Tan remite a las grandes migraciones de mediados del siglo XIX e inicios del XX, estimuladas por el capitalismo europeo en expansión. Sin embargo, se queda corto frente a las guerras del capitalismo salvaje que hoy, en África y Oriente Medio, castigan a los inmigrantes forzados u obligados a dejar sus países.

¿Inmigrantes, refugiados, desarraigados o… "población sobrante"? La Agencia de Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) registró 65,3 millones de personas desplazadas desde el 2015, señalando que es la primera vez en la historia que se supera el umbral de 60 millones, casi 4 millones más que en el 2014, y 12 millones más que en el 2013.

Cifra a la que se debe sumar 20 millones por catástrofes ambientales, mientras el informe Desarraigados, de Unicef, calcula en más de 50 millones el número de menores a la deriva: 28 que huyen de guerras, 17 que buscan protección en otro país, y otros 11 en el extranjero.

Por su lado, la Organización Internacional para las Migraciones informó que hasta julio del 2016, más de 242 mil migrantes y refugiados entraron en Europa por vía marítima, habiendo desembarcado sobre todo en Italia, Grecia y Chipre. En esas latitudes, en lo que va del año, murieron ahogadas 2 mil 977, superando en un millar las registradas hasta julio del 2015.

No obstante, y así como en los casos de países enteros destruidos por su negativa a subordinarse al capitalismo occidental (Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria), los informes omiten que las potencias imperialistas contrataron a millares de mercenarios nativos o extranjeros para desestabilizar a gobiernos con guerras que los medios a modo llaman "civiles".

Los informes de las Naciones Unidas sobre refugiados (muy completos en cifras y estadísticas) eluden los auténticos motivos de estas verdaderas catástrofes humanas, haciéndolas pasar por "flagelos lamentables". En Siria, por ejemplo, los desplazados internos suman ya 7,5 millones, y más de tres millones en el exilio como refugiados en pobreza extrema.

En marzo del 2016, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, exhortó a los participantes de la reunión de alto nivel sobre la responsabilidad mundial compartida de los refugiados sirios a “…contrarrestar el estado de miedo con la calma, y que combatan la información inexacta con la verdad”.

Y en días pasados, mientras en Alemania y Francia se discutía la restricción o el cierre de las fronteras, la primera cumbre de la ONU sobre refugiados y migración aprobó un documento en el cual se insta a los países miembros a adoptar medidas de apoyo a migrantes y refugiados.

No se explica, empero, cuáles son las condiciones generales de un país para albergar a personas con traumas de guerra; qué tipo de apoyo sicológico se les dará para desarrollar la capacidad de resiliencia que se ve obstaculizada por la barrera idiomática; qué posibilidades de empleo real tendrán, cuando el neoliberalismo pulveriza la misma noción de trabajo.

Veamos el increíble caso de Argentina, presidida por el no menos increíble Mauricio Macri, metido ahora a reformar el llamado programa especial de visado humanitario para afectados por la guerra de siria. En su primer y tristísimo discurso frente a la Asamblea General, Macri anunció un nuevo plan para recibir tres mil sirios que residen en… Europa.

Con el viejo programa Siria, los descendientes sirios en Argentina participaban como "auspiciantes" para evitar el ingreso de personas peligrosas, y asegurar la inclusión del "beneficiado". Dinámica que según el Diario Sirio Libanés de Buenos Aires exigía de la sociedad un importante compromiso, ya que el auspiciante debía demostrar que podía satisfacer las necesidades básicas del beneficiado.

Martín Arias Duval (exdirector nacional de Migraciones) justificó el viejo programa, apuntando que "la única aprehensión eran las acusaciones de derecha de facilitar el ingreso a terroristas, y las de izquierda de traer mano de obra barata".

Pero desde que subió Macri todo lo relativo a política exterior, inteligencia, estrategia, seguridad y política de imigración quedó sometido a revisión de la CIA y el Mossad.

Así, los sirios que eventualmente lleguen al país sudamericano serán sometidos, posiblemente, a un nuevo tipo de examen: la "prueba ideológica" que en Estados Unidos proponen personajes como Donald Trump, para permitir “solo el ingreso de aquellos que comparten nuestros valores…”

Selección en Internet: Melvis Rojas Soris

  • Escritor y periodista argentino residente en México.

La derecha y los alquimistas de la “revolución”

REBELIÓN 29 de septiembre del 2016 ESPAÑA

Homar Garcés*

En coincidencia con Marcelo Colussi, escritor y politólogo de origen argentino, habría que admitir que «la derecha política se ha ido apropiando paulatinamente de lo que años atrás era el discurso de la izquierda. Eso es gatopardismo: cambiar algo para que no cambie nada. Hoy, sin ningún temor, los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional pueden denunciar la situación económica del mundo y hablar de lucha contra la pobreza. Eso puede parecer loable; pero ¡cuidado! Luchar contra la pobreza no es lo mismo que luchar contra la injusticia, contra las verdaderas causas que producen la pobreza».

Mediante este mimetismo, la derecha explota a su favor el hecho innegable que todos los pueblos de Nuestra América (y de una vasta porción del planeta) han sido -en uno u otro sentido- permeados y adoctrinados secularmente por la creencia generalizada que el capitalismo y, con él, todo lo que conforma el orden social vigente, jamás podría modificarse, por muchos esfuerzos que se hagan para conseguirlo.

Esto ha inducido la aparición de quienes se granjearían la denominación de “alquimistas de la revolución” (entendiendo ésta como algo que parece revolución, pero que no lo es, siendo más bien simple reformismo), distorsionando dicho concepto en función de una práctica totalmente ajena a lo que el mismo conlleva y debe entenderse, sobre todo, cuando éste se acompaña con un discurso de carácter socialista.

Además de lo anteriormente expuesto, podríamos agregar lo concluido por Marcos Roitman, sociólogo y ensayista chileno-español, en un análisis titulado El triunfo cultural del neoliberalismo respecto a que “el éxito cultural del neoliberalismo consiste en desvirtuar los proyectos sociales democráticos, emancipadores y de izquierda en una opción dependiente del mercado, los medios de disuasión y desinformación social y la telefonía móvil. Un mundo despolitizado y desideologizado es la mejor garantía para el gobierno de la derecha, que hace posible que proyectos considerados transformadores puedan declamar, como un dogma de fe, no ser ni de derecha ni de izquierda. Todo un éxito del neoliberalismo cultural".

Ello se puede percibir en la posición adoptada por muchas personas que piensan solo en sí mismas, sin importarles la suerte corrida por los demás, lo que las hace estar predispuestas a aceptar cualquier régimen en tanto él no afecte sus intereses particulares y se les permita aprovecharse de la ocasión, así esto contribuya a agudizar las tensiones sociales, las desigualdades y la inestabilidad económica en un sentido general.

Esto explica el por qué este tipo de personas son renuentes a reconocer lo que es y podría significar el pasado histórico en el impulso de las diversas transformaciones que se requieren en el presente, aduciendo (cuando cree que es necesario) que éste es algo obsoleto, sin nada práctico que aportar al mundo moderno donde lo meritorio es alcanzar el éxito individual, social, política y económicamente, así se carezca de una moral mínima que lo realce.

Para quienes promueven la imposición del neoliberalismo económico y el imperialismo corporativo a escala planetaria, este sería el estado ideal de la sociedad que aspiran regir indefinidamente y sin contratiempos de ninguna especie, esperando que sus integrantes -a pesar de las diversas destrezas y altos grados académicos que exhiban- actúen de una manera equivalente a la de unos zombis, absortos únicamente en su autocomplacencia e incapaces de ejercitar su libre albedrío frente a las realidades re-creadas y manipuladas a su antojo por los sectores dominantes, a través de sus cadenas informativas y la gran industria ideológica a su entero servicio.

Por eso, al plantearse la puesta en marcha de un necesario proyecto revolucionario en estos y otros países del mundo, inevitablemente se tendrá que lidiar sostenidamente con esta ideología inculcada a través de largos años por las clases dominantes, lo que exigirá de sus conductores emprender una revolución cultural que reivindique la idiosincrasia y la memoria histórica de sus pueblos.

No podría ser de otra manera, asumiendo que la revolución tiene como objetivo fundamental lograr la transformación estructural del actual modelo civilizatorio. No otra cosa podría acometerse en momentos que el discurso aparentemente incoloro y desprovisto de contenidos clasistas revolucionarios, tanto de los grupos de la derecha como de los “alquimistas de la revolución”, está enfilado a desarmar, básicamente, a los sectores populares, ilusionándolos con soluciones cortoplacistas en relación a la serie de problemas que confrontan a diario, sobre todo si éstos -como ocurre actualmente- son de género económico.-

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Activista político venezolano

La delincuencia digital en aumento

LA JORNADA 29 de septiembre del 2016 MÉXICO

Editorial

De acuerdo con datos citados por Fabián Romo Zamudio y Alejandra Morán Espinosa, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México, la delincuencia organizada obtuvo el año pasado 288 mil millones de dólares de ganancias por medio del cibercrimen, es decir, dinero o bienes por medio de la utilización ilegal de internet.

A decir de los expertos, este fenómeno representa una tercera parte de los ilícitos económicos que se cometen en el mundo y ocupa entre ellos el segundo lugar, después del robo de propiedades, bienes o activos.

Ciertamente, la proliferación de aparatos conectados a la red mundial (el número se calcula en más de 20 mil millones) ha creado un terreno fértil para el lavado de dinero, los desvíos de fondos, los fraudes, las extorsiones y otras actividades ilícitas, y cada vez resulta más difícil seguir la huella a actos delictivos cometidos –para colmo– con asistencia de tecnologías digitales avanzadas.

Se ha constituido, así, una suerte de "lejano oeste" para el cual, o bien no existe una legislación actualizada o, en el menos peor de los casos, los gobiernos no están suficientemente preparados para aplicarla.

Debe tenerse en cuenta, por otra parte, que en la delincuencia cibernética el protagonista ya no es el hacker solitario y genial, sino organizaciones que poseen el poder de cómputo requerido para actuar en gran escala, y ello obliga a poner atención en lo que ocurre en la infraestructura informática de las grandes corporaciones y de los gobiernos.

Por lo demás, la ciberdelincuencia es un fenómeno característicamente internacional, toda vez que la red mundial permite realizar operaciones con bienes, servicios y mercancías entre distintos países, y las fronteras entre éstos dificultan el seguimiento de tales actividades. No hay razón, pues, para suponer que exista alguna nación que se encuentre a salvo de semejante azote.

En lo referente a México, la dependencia tecnológica y corporativa constituye una debilidad frente a la delincuencia informática, agravada por la ausencia de un marco legal acorde con el desarrollo computacional y la multiplicación de dispositivos conectados a Internet, que van desde paneles de control de hidroeléctricas hasta teléfonos celulares, pasando por computadoras y televisores domésticos.

Estas carencias quizás expliquen, así sea parcialmente, el problema de los fraudes cometidos con tarjetas de débito y crédito que han llevado a una "aceleración vertiginosa" de las quejas de usuarios de servicios bancarios ante la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Consudef), como declaró el titular de esa institución, Mario Di Costanzo.

Otro factor que incide en el problema es la falta de difusión de nociones de seguridad informática entre una población que recurre de manera creciente al uso financiero y comercial de dispositivos y servicios digitales.

Es necesaria e incluso urgente, en suma, la adopción de disposiciones legales y de políticas públicas de prevención y educación.

Una cosa es segura: la delincuencia cibernética no va a disminuir; por el contrario, en los próximos años experimentará un crecimiento proporcional a la intensificación del empleo de tecnologías digitales en todos los aspectos del quehacer humano.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

Guerrilla semiótica

REBELIÓN 29 de septiembre del 2016 ESPAÑA

La revolución de la comunicación por todos los medios

Fernando Buen Abad Domínguez*

No esperaremos a que se desvanezca por sí solo el monstruo mediático de las “mil cabezas”. Quitémosle, por lo pronto, la base de sustentación que es nuestro cerebro.

Ni todas las asimetrías -realmente existentes- en el escenario de la guerra comunicacional planetaria, alcanzan para convencernos de quedarnos quietos. Para que seamos incapaces de comprender la realidad y transformarla, la burguesía nos atiborra el cerebro con ilusionismo consumista. Basta.

En todas las “ideas” de la clase dominante existen componentes extorsivos para convencernos, directa o indirectamente, de ser esclavos felices. Ya podríamos desarrollar una guerra de guerrillas semiótica que tuviera por objetivo “asaltar los cielos” de la libre expresión socialista con una revolución de la comunicación por todos los medios. ¿Qué hace falta?

Es falso que nada puede hacerse, es falso que los monopolios son intocables e indemnes, es falso que nos quede solo la resignación y el silencio. La estructura toda del capitalismo está plagada con fisuras originadas por la improvisación y el empirismo de su desarrollo anárquico y dispendioso.

Trabajaríamos como ciegos si asumimos como verdad absoluta esa super mentira (propagada a los cuatro vientos) sobre los “intocables” que son los monopolios de la comunicación del capitalismo. Su peor debilidad, la más grande, es la organización política de los pueblos con fortaleza crítica.

Podríamos desarrollar un inventario de “fisuras” y “grietas” del capitalismo, medidas por antigüedad, espesor, profundidad y vulnerabilidad. Podríamos evaluar con qué hacerle más daño a los medios y los modos que la burguesía emplea contra el pueblo trabajador para embrutecerlo, alienarlo y explotarlo. Podríamos recorrer las experiencias exitosas y repetirlas, perfeccionándolas. Podríamos, incluso, organizarnos con un solo plan multiplicado por miles de frentes para cercar a las matrices ideológicas burguesas con una pinza de crítica aguda, científica, popular y revolucionaria.

Hace falta la audacia, el talento, la claridad política y el sentido de clase que, por ejemplo, Hugo Chávez desarrolló con su Aló Presidente: los recursos mínimos con el máximo resultado semántico y político.

Hace falta la síntesis y el sentido de la historia que tuvieron las Tesis de abril; hace falta la poesía de Miguel Hernández, la pasión de Flores Magón; el pundonor de Rodolfo Walsh; la firmeza de John Reed.

Hace falta el clima de las radiodifusoras revolucionarias de Bolivia y las certezas antimonopólicas de las leyes de medios ensayadas en la Patria Grande. Hace falta la disciplina y la entrega de los medios alternativos y comunitarios. Por citar algunos ejemplos y fuentes de inspiración moral y ética.

Pero, principalmente, hace falta un programa revolucionario para la comunicación emancipada y emancipadora. Independencia política en la independencia semántica.

Con todas esas fuerzas y con las riquezas comunicacionales, desarrolladas históricamente en la resistencia y en la vanguardia, debemos fundar un programa internacionalista de acción semiótica para revolucionar íntegramente la producción social de sentido.

Derrotar todas las instituciones ideológicas de la burguesía, sus santorales eclesiásticos, académicos, empresariales y faranduleros…(aunque a veces no se sepa cuál es cuál).

Debemos emancipar a los diccionarios, devolverles su derecho social a la libertad semántica y a la renovación dialéctica de los significados. Recuperar el derecho a producir sentido libremente bajo el único acuerdo necesario de ser útil a la emancipación humana y a la superación definitiva del capitalismo. A un mundo sin clases, sin patrones y sin explotación.

Una guerra de guerrillas semiótica ha de operar en los rincones más inhóspitos e inopinados…en las categorías más invisibles. Zonas aparentemente impenetrables de esa “mentalidad sumisa” que estudió Vicente Romano. Ahí donde reina una “tradición” entrar a modificar el sentido en clave popular y revolucionaria. Ahí donde hacen su nido los prejuicios, romper los moldes y re-semantizar los hábitos. Ahí donde las supercherías, los preconceptos, los dichos y los refranes…esclerotizan ideas con moldes moralistas, fracturar la lógica del discurso para que desemboque en un imaginario transformador y revolucionario. Ahí donde las idiosincrasias sancionan vidas y reprimen cambios…detonar los contenedores y limpiar los tóxicos ideológicos que carcomen la libertad humana. Revolucionar los significados.

No permitas que los noticieros burgueses te convenzan de odiar a tu propio pueblo. Que nunca más nos impongan sus definiciones ni sus diccionarios.

Cada vez que un noticiero burgués usa la palabra “polémico” para referirse a un líder social, está induciéndote a que lo veas como amenaza.

No te tragues el odio oligarca como si fuese tuyo. Piensa. El 90 % de las matrices ideológicas de los medios burgueses es antipolítica. Superproducciones, miniseries, noticieros... para desmovilizarte.

Todas las veces que un informativo use la palabra “enfrentamiento” entre luchadores sociales y policías ¡Miente! Es represión vil pero maquillada.

Todos los días debes defenderte de la ideología dominante: nada que te humille, nada que te duela, nada que te endeude, nada que te embrutezca. Dignidad.

En boca de la derecha la palabra “referéndum” significa odio al pueblo. No te engañe el democratismo burgués ni su llanto de cocodrilo.

La guerrilla semiótica requiere, por ejemplo, bombarderos de precisión para demoler las matrices ideológicas que obligan a los pueblos a votar en su contra.

Hay que ganar la gran batalla contra la infiltración de ideología burguesa en nuestras propias casas y hasta la cocina.

Guerrilla semiótica significa audacia de la inteligencia para desmoronar los castillos ideológicos de la clase dominante y derrotarlos con el razonamiento enamorado de la inteligencia revolucionaria y socialista. Emancipar conciencias.

Una guerrilla semiótica requiere de acción emancipadora y multiplicadora en los territorios más invisibles de la conciencia. Emancipación. Cada quien debe asumir su responsabilidad y su trinchera en la guerrilla semiótica. Desmontar el diccionario del engaño con que nos ha derrotado más que por la fuerza.

Tarea urgente.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Filósofo, y escritor de izquierda mexicano