Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-11-09

Una sociedad desgarrada

SPUTNIK 2 de noviembre del 2016 RUSIA

Raúl Zibechi*

Los más diversos análisis sobre las elecciones estadounidenses coinciden en un punto: la recién concluida campaña electoral ha sido la más polarizada y conflictiva de la historia. Primero fue el enfrentamiento en las primarias del Partido Demócrata entre Bernie Sanders y Hillary Clinton, y luego entre la exsecretaria de Estado y Donald Trump.

Lo que ha mostrado la campaña electoral es un cuerpo social desgarrado como consecuencia de una política que ha concentrado el poder y la renta en el 1% de la población. Tres décadas de políticas pergeñadas por los neoconservadores están en la base del cisma social, que se traduce en un empobrecimiento de las clases medias, el deterioro de los servicios sociales y de la calidad de vida del 80% de la población. En el plano internacional, son treinta años de guerras de media y alta intensidad para mantener el estatus de superpotencia que, sin embargo, han acelerado la decadencia.

Los grandes imperios, como enseña la historia, no son derrotados por enemigos externos, sino por el desgaste interior que con el tiempo los conduce al descalabro y los deja inermes ante sus enemigos externos. Estados Unidos no solo sufre las consecuencias de la crisis financiera del 2008, sino de un proceso mucho más destructivo como lo es el persistente deterioro de sus instituciones, de la salud de la población, de la calidad de la educación, de la producción de bienes y servicios, que provocan relaciones crispadas y violentas en la sociedad.

Algunos indicadores así lo atestiguan. La esperanza de vida viene creciendo por debajo de los demás países desarrollados y hoy Estados Unidos se coloca en el lugar 37 en el ranking mundial, por debajo de la mayoría de los países europeos y también detrás de Chile, Cuba y Costa Rica. Países que partían de niveles inferiores al de la proclamada superpotencia, como los de la Europa mediterránea (Portugal, Grecia y España), la superaron porque cuentan con servicios de salud superiores y hábitos de alimentación más sanos.

El consumo de drogas duras se ha disparado entre las clases medias, con una fuerte incidencia en las ciudades industriales en decadencia. Las muertes por sobredosis de heroína en Estados Unidos se multiplicaron por cuatro desde el 2002, al punto que mueren más personas por sobredosis que por accidentes de tránsito. El cambio más notable ha sido que los nuevos consumidores son, en su inmensa mayoría, blancos, a diferencia de lo que sucedía anteriormente.

"Ahora no es como en los sesenta, cuando, al pensar en la adicción a la heroína, pensabas en el gueto, en negros pobres", dicen los profesionales que redactaron el informe de la Escuela de Medicina Boonshoft, en Ohio. Ahora el consumo de heroína afecta al cinturón industrial del país, donde han cerrado cientos de fábricas y barrios enteros que han quedado abandonados. Según datos oficiales, todos los sectores sociales registraron descensos en sus ingresos, de hasta el 17% entre los más pobres y del 10% en las clases medias, aunque el 1% más rico sigue concentrando la renta. Una de las consecuencias del empobrecimiento generalizado, es que la mitad de la población de 25 años vive con sus padres porque no pueden independizarse, frente a un 25% en el 1999. El peso del sector financiero en el PIB se ha duplicado en cinco décadas.

Pero el dato más estremecedor se relaciona con la salud de los estadounidenses. Un estudio de la Universidad de Princeton, en el que participó el nobel de economía Angus Deaton, asegura que la mortalidad de blancos de mediana edad pertenecientes a la desaparecida clase media, se ha disparado en los últimos 20 años. Medio millón de personas de entre 45 y 54 años murieron por cirrosis, suicidios, alcohol y drogas, una situación inédita que nunca había afectado a grupos demográficos en países desarrollados, con la excepción de la epidemia de sida.

La tasa de mortalidad de la población blanca de ese tramo de edad, viene descendiendo un 2% anual en los principales países desarrollados, pero en Estados Unidos crece medio punto cada año desde el 1998. Las causas hay que buscarlas en el deterioro de la salud física y mental de ese grupo de población que se hace visible en el aumento del dolor crónico que afecta a uno de cada tres blancos de clase media, lo que les imposibilita hacer las tareas diarias, caminar, subir escaleras o tener relaciones con amigos. El desgarro del tejido social que ha provocado la política económica del 1% se está traduciendo en una crisis política que arrastra a las principales institución del país, algo nunca visto en períodos de paz.

La embajadora india Neelam Deo, directora del 'think tank' Indian Council on Global Relations, escribe: "Estas elecciones demuestran también la caída absoluta de la confianza de la gente en el Gobierno, en las instituciones democráticas y en las corporaciones, porque las empresas fueron rescatadas, los grandes bancos fueron rescatados, pero las personas comunes perdieron sus hogares, después de haber sido engañados con hipotecas".La desconfianza, dice, abarca a los grandes medios. "Hay una caída más que nunca en la confianza en los medios de comunicación, que se profundizará aún más", destaca Neelam.

Según el editorial de Global Times, de China, del 17 de octubre, los principales medios estadounidenses perdieron toda objetividad, ya que "han promocionado fuertemente los comentarios insultantes de Trump contra las mujeres, mientras que solo arañaron la superficie de los escándalos de correos electrónicos de Clinton". El diario comunista asegura que "de los 100 principales diarios del país, 30 dan su apoyo a Clinton y ninguno a Trump. Pero en las dos elecciones anteriores, en el 2012 y el 2008, el apoyo a los candidatos demócratas y republicanos era de 41:35 y 65:25, respectivamente".

La crisis social y la política se retroalimentan y todo indica que se va a profundizar en los próximos años. Más allá de quien resulte vencedor, el daño ya está hecho y la crispada campaña electoral no ha hecho más que profundizarlo. Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Escritor y analista uruguayo

La influencia de Estados Unidos y la OTAN en las relaciones de la Unión Europea con China

RED VOLTAIRE 27 de octubre del 2016 FRANCIA

Al intervenir en un foro internacional, el geógrafo italiano Manlio Dinucci sintetiza su análisis sobre el arsenal que Estados Unidos ha venido acumulando para imponer su voluntad al mundo. Este trabajo reviste especial importancia ya que esa voluntad claramente asumida de dominación y esa organización unipolar del mundo son precisamente lo que Siria, Rusia y China cuestionan hoy por la vía de las armas

Manlio Dinucci*

No podemos hablar de las relaciones entre la Unión Europea y China sin abordar la influencia que Estados Unidos ejerce sobre la Unión Europea, tanto directamente como a través de la OTAN.

Hoy en día, 22 de los 28 países miembros de la Unión Europea (21 de los 27 después de la salida del Reino Unido) son miembros de la OTAN, reconocida por la Unión Europea como “base fundamental de la defensa colectiva”. Y la OTAN se halla bajo el mando de Estados Unidos: el Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN es siempre un general estadounidense nombrado directamente por el presidente de Estados Unidos, y todos los demás mandos de la OTAN también están en manos de militares estadounidenses. La política exterior y militar de la Unión Europea se ve así fundamentalmente subordinada a la estrategia estadounidense, tras la cual se alinean las principales potencias europeas.

Esa estrategia, claramente enunciada en los documentos oficiales, es trazada en el momento histórico en que la situación mundial cambia como resultado de la desintegración de la URSS. En 1991, la Casa Blanca declara en la National Security Strategy of the United States:

“Estados Unidos queda como el único Estado que dispone de una fuerza, de un alcance y de una influencia en todos los aspectos –político, económico y militar– realmente globales. No existe sustituto del liderazgo estadounidense”.

En el 1992, en su Defense Planning Guidance, el Pentágono subraya:

“Nuestro primer objetivo es impedir que cualquier otra potencia domine una región cuyos recursos sean suficientes como para engendrar un poderío mundial. Esas regiones incluyen Europa occidental, el Asia oriental, el territorio de la ex Unión Soviética y el Asia sudoccidental”.

En el 2001, en el informe Quadrennial Defense Review –publicado una semana antes de la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Afganistán, área de primera importancia geoestratégica en relación con Rusia y China–, el Pentágono anuncia:

“Existe la posibilidad de que surja en la región un rival militar con una formidable base de recursos. Nuestras fuerzas armadas deben conservar la capacidad de imponer la voluntad de Estados Unidos a cualquier adversario, ya sean Estados o entidades no estatales, cambiando el régimen de un Estado adverso o ocupando un territorio extranjero hasta que se alcancen los objetivos estratégicos estadounidenses”.

A partir de esa estrategia, la OTAN –bajo el mando de Estados Unidos– ha emprendido su ofensiva en el frente oriental: luego de haber destruido la Federación Yugoslava mediante la guerra, desde el 1999 hasta este momento la OTAN ha abarcado todos los Estados del desaparecido Pacto de Varsovia, tres Estados de la antigua Yugoslavia, tres de la antigua URSS y dentro de poco abarcará otros (comenzando por Georgia y Ucrania, esta última ya está de hecho en la OTAN), moviendo bases y fuerzas, incluso nucleares, hacia zonas cada vez más cercanas a Rusia. Al mismo tiempo, en el frente sur, estrechamente vinculado al oriental, la OTAN, bajo el mando estadounidense, destruyó el Estado libio –también recurriendo a una guerra– y también trata de destruir el Estado en Siria.

Estados Unidos y la OTAN hicieron estallar la crisis ucraniana y, acusando a Rusia de “desestabilizar la seguridad europea”, arrastraron Europa a una nueva guerra fría, principalmente por voluntad de Washington –y a expensas de las economías europeas, ampliamente afectadas por sanciones y contrasanciones– para destruir las relaciones económicas y políticas entre Rusia y la Unión Europea, (relaciones) nefastas para los intereses estadounidenses. En esa misma estrategia se inscribe el creciente traslado de fuerzas militares estadounidenses hacia la región Asia/Pacífico, con objetivos antichinos. La US Navy anunció que, en el 2020, tendrá concentradas en esa región el 60% de sus fuerzas navales y aéreas.

La estrategia estadounidense está enfocada hacia el Mar de China Meridional, cuya importancia subraya el almirante Harris, jefe del PaCom (el mando militar estadounidense para el Pacífico): por ahí transitan anualmente 5 mil millardos [1] de dólares en mercancías por vía marítima, incluyendo un 25% de las ventas mundiales de petróleo y un 50% de las ventas de gas natural.

Estados Unidos quiere controlar esa vía marítima en nombre de lo que el almirante Harris define como una “libertad de navegación fundamental para nuestro modo de vida aquí y en Estados Unidos” y atribuye a China “acciones agresivas en el Mar de China Meridional, similares a las de Rusia en Crimea”. Así que la US Navy “patrulla” el Mar de China Meridional.

Tras Estados Unidos llegan las principales potencias europeas: en julio pasado, Francia pidió a la Unión Europea “coordinar el patrullaje naval en el Mar de China Oriental para garantizar una presencia regular y visible en esas aguas ilegalmente reclamadas por China”. Y mientras Estados Unidos instala en Corea del Sur sistemas “antimisiles” –pero capaces de lanzar también misiles nucleares, como los instalados contra Rusia en Rumania y próximamente en Polonia, además de los que llevan los navíos de guerra desplegados en el Mediterráneo– el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg recibe el 6 de octubre, en Bruselas, al ministro de Exteriores sudcoreano Yun Byung-se para “fortalecer la asociación de la OTAN con Seúl”.

Esos hechos y muchos más demuestran que en Europa y en Asia se está aplicando la misma estrategia. Es el intento desesperado de Estados Unidos y las demás potencias occidentales por conservar la supremacía económica, política y militar en un mundo en plena transición, donde están surgiendo nuevos actores estatales y sociales.

La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), nacida del acercamiento estratégico entre China y Rusia, dispone de recursos y capacidades de trabajo que pueden convertirla en el área de integración económica más grande del mundo.

La organización de Shanghai y los países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) son capaces, con sus organismos financieros, de tomar en gran parte el lugar que actualmente ocupan el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), dos instituciones que durante los últimos 70 años permitieron a Estados Unidos y las principales potencias occidentales dominar la economía mundial mediante préstamos dignos de usureros a los países endeudados y otros instrumentos financieros.

Los nuevos organismos pueden concretar a la vez la desdolarización de los intercambios comerciales, con lo cual privarían a Estados Unidos de la posibilidad de transferir a otros países su propia deuda al imprimir el papel moneda utilizado como divisa internacional dominante.

Para mantener su cada vez más tambaleante supremacía, Estados Unidos no sólo utiliza la fuerza militar sino también otras armas a menudo más eficaces que las armas propiamente dichas.

Primera arma: los llamados “acuerdos de libre comercio”, como la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP) con la Unión Europea y la Asociación Transpacífica (TPP) cuyo objetivo no es solamente económico sino también geopolítico y geoestratégico. Es por eso que Hillary Clinton califica la asociación Estados Unidos-Unión Europea como el “objetivo estratégico más grande de nuestra alianza transatlántica”, proyectando una “OTAN económica” que integraría (la OTAN) política y militar.

El proyecto está claro: formar un bloque político, económico y militar Estados Unidos-Unión Europea, también bajo el mando de Estados Unidos, para oponerlo al área euroasiática en ascenso, que a su vez se basa en la cooperación entre China y Rusia; y oponerlo también a los BRICS, a Irán y a cualquier otro país que se sustraiga al control de Occidente.

Como las negociaciones sobre el TTIP encuentran dificultades para avanzar, a causa de las divergencias en materia de intereses y de una amplia oposición en Europa, actualmente tratan de recurrir al Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) entre Canadá y la Unión Europea, que no es otra cosa que un TTIP disimulado ya que Canadá es firmante del NAFTA (2) con Estados Unidos.

Segunda arma: la penetración en los países designados como blancos para desintegrarlos desde adentro.

Se recurre para ello a los puntos débiles que todo país puede presentar: la corrupción, el deseo de ganar dinero, el arribismo político, el secesionismo fomentado por grupos de poder locales, el fanatismo religioso, la vulnerabilidad de las masas ante la demagogia política. Apoyándose también, en ciertos casos, en un descontento popular justificado hacia la conducta del gobierno del país.

Los instrumentos de penetración son las llamadas “organizaciones no gubernamentales” (ONG) que en realidad obedecen al largo brazo del Departamento de Estado y de la CIA, que con enormes medios financieros han organizado las “revoluciones de colores” en el este de Europa y que también trataron de realizar una operación similar en Hong Kong con la llamada “Revolución de los Paraguas” (Umbrella Révolution), tendiente a fomentar movimientos similares en otras zonas de China pobladas por minorías.

Esas mismas organizaciones operan en Latinoamérica, fundamentalmente tratando de subvertir las instituciones democráticas en Brasil (país miembro del grupo BRICS), saboteando así a los BRICS desde adentro.

Otro instrumento de la misma estrategia son los grupos terroristas, como los grupos armados e infiltrados en Libia y en Siria para sembrar el caos, contribuyendo a la destrucción de Estados enteros que son al mismo tiempo agredidos desde el exterior.

Tercera arma: las “PsyOps” (Operaciones psicológicas) que se realizan a través de los canales mediáticos mundiales, operaciones que el Pentágono define de la siguiente manera:

“Operaciones planificadas para influir a través de determinadads informaciones sobre las emociones y motivaciones, y por tanto en el comportamiento de la opinión pública, de organizaciones y gobiernos extranjeros, con el fin de inducir o fortalecer actitudes favorables a los objetivos predeterminados”.

Mediante esas operaciones, que acondicionan a la opinión pública para que acepte la escalada belicista, se presenta a Rusia como responsable de las tensiones en Europa y a China como responsable de las tensiones en Asia, acusándolas simultáneamente de “violaciones de los derechos humanos”.

Permítanme una última consideración. Por haber trabajado en Pekín en los años 1960, donde contribuimos juntos a la publicación de la primera revista china en italiano, puedo decir que viví una experiencia formativa fundamental en el momento en que China –liberada desde hacía apenas 15 años del control colonial, semicolonial y semifeudal– se hallaba completamente aislada y ni Occidente ni las Naciones Unidas la reconocían como Estado soberano.

De aquel periodo quedaron profundamente grabados en mi recuerdo la capacidad de resistencia y la conciencia de aquel pueblo –por entonces 600 millones de personas– inmerso, bajo la dirección del Partido Comunista, en la construcción de una sociedad con bases económicas y culturales totalmente nuevas.

Pienso que aquella capacidad es también necesaria hoy en día para que la China de nuestros tiempos, que está desarrollando su enorme potencial, logre resistir ante los nuevos planes imperiales de dominación, contribuyendo con ello a la lucha decisiva por el porvenir de la Humanidad: la lucha por un mundo sin guerras, donde triunfe la paz indisolublemente vinculada a la justicia social.

(1) 1 millardo = 1 000 millones

(2) También designado con las siglas TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) o ALENA, el NAFTA es un tratado de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Geógrafo y politólogo italiano

Dónde está hoy el poder en el mundo

LA HAINE 4 de noviembre del 2016 ESPAÑA

No hay regulación para su funcionamiento, ni puede haberla, porque las regulaciones son siempre nacionales y ellos actúan planetariamente

Leonardo Boff *

Hay un hecho que debe preocupar a todos los ciudadanos del mundo: el desplazamiento del poder de los estados-nación hacia el de unos pocos conglomerados financieros que operan a nivel global, cuyo poder es mayor que el de cualquiera de los Estados tomados individualmente. Estos realmente detentan el poder real en todas sus ramas: financiera, política, tecnológica, comercial, medios de comunicación y militar.

Este hecho ha sido estudiado y seguido por uno de nuestros mejores economistas, profesor del posgrado de la PUC-SP con amplia experiencia internacional: Ladislau Dowbor. Dos estudios de su autoría resumen la vasta literatura sobre el tema: La red de poder corporativo mundial del 04.01.2012 y la más reciente de septiembre del 2016: Gobierno corporativo: el poder caótico de los gigantes financieros.

Es difícil condensar el cúmulo de informaciones que parece aterrador. Dowbor sintetiza:

"El poder mundial realmente existente está en gran parte en manos de gigantes que nadie eligió, y sobre los cuales cada vez hay menos control. Son billones de dólares en manos de grupos privados cuyo campo de acción es el planeta, mientras que las capacidades de regulación global van a gatas. Investigaciones recientes muestran que 147 grupos controlan el 40% del sistema corporativo mundial, siendo el 75% de ellos, bancos. Cada uno de los 29 gigantes financieros genera un promedio de 1,8 billones de dólares, más que el PIB de Brasil, octava potencia económica mundial. El poder ahora se ha desplazado radicalmente" (cf. Gobernanza corporativa, op.cit).

Además de la literatura específica, Dowbor refiere los datos de dos grandes instituciones que sistemáticamente a lo largo de los años se ocupan de los mecanismos de los gigantes corporativos: el Instituto Federal Suizo de Investigación Tecnológica (rivaliza con el famoso MIT de EEUU) y el Credit Suisse, el banco que dirige las grandes fortunas del mundo y, por lo tanto, sabe de estas cosas.

Los datos presentados por estas fuentes son sorprendentes: el 1% más rico controla más de la mitad de la riqueza del mundo. 62 familias tienen un patrimonio igual a de la mitad más pobre de la población de la Tierra. 16 grupos controlan casi todo el comercio de productos básicos (cereales, minerales, energía, tierra y agua). Debido a que toda la comida obedece las leyes del mercado, sus precios suben y bajan a merced de la especulación, quitando a vastas poblaciones pobres el derecho a tener acceso a una alimentación suficiente y saludable.

Los 29 gigantes planetarios, de los cuales el 75% son bancos, empezando por el Bank of America y terminando con el Deutsche Bank, son considerados "sistémicamente importantes", pues su eventual quiebra (no olvidemos que el más grande, los Lehamn Brothers de América del Norte, se declaró en quiebra) llevaría a todo el sistema al abismo o muy cerca, con consecuencias nefastas para toda la humanidad. Lo más grave es que no hay regulación para su funcionamiento, ni puede haberla, porque las regulaciones son siempre nacionales y ellos actúan planetariamente. No hay todavía una gobernanza mundial que cuide no sólo de las finanzas sino del destino social y ecológico de la vida y del propio sistema-Tierra.

Nuestros conceptos se evaporan cuando, nos recuerda Dowbor, se lee en la portada de The Economist que los activos gestionados por la financiera Black Rock son de 5,1 billones de dólares, mientras que el PIB de los EEUU es de 15 billones de dólares y el del pobre Brasil escasamente llega a 1,6 billones de dólares. Estos gigantes planetarios manejan alrededor de 50 billones de dólares, el equivalente a la deuda pública total del planeta.

Lo importante es conocer su propósito y su lógica: buscan simplemente ganancias ilimitadas Una compañía de alimentos compra una mina sin ningún tipo de experiencia en el ramo, sólo porque da beneficios. No hay ningún sentido humanitario, como por ejemplo, tomar una pequeña porción de las ganancias para un fondo contra el hambre o para disminuir la mortalidad infantil. Para ellos, eso es tarea del Estado y no para los accionistas que sólo quieren ganancias y más ganancias.

Ese sistema es homicida, biocida, ecocida y geocida. ¿Cómo puede prosperar tal inhumanidad en la faz de la tierra y todavía decir que no hay alternativa La vida es sagrada. Y cuando es sistemáticamente agredida, llegará el día en que puede tomar represalias destruyendo a quien la quiere destruir. Este sistema está buscando su propio fin trágico. Ojalá la especie humana sobreviva.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Teólogo y filósofo brasileño

Promesa incumplida de Obama

DPA 6 de noviembre del 2016 ALEMANIA

Cerrar el campo de concentración para islámicos en la Base Naval en Guantánamo

Arrodillados, con el cuerpo mirando a La Meca y la frente en el suelo: seis hombres en fila, algunos en calcetines, otros descalzos, mientras afuera anochece y la colina de la Bahía de Guantánamo se cubre de negro.

Los presos del Campamento 6 del centro de detención están rezando, como hacen cinco veces al día los siete días de la semana, a miles de kilómetros de la campaña electoral que tanto les incumbe.

El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, ha prometido dejar abierta la prisión si es elegido presidente y reanudar métodos de tortura como el "waterboarding" o ahogamiento simulado, entre otros. Pero pese a lo horrible de sus palabras, Guantánamo se quedó en noticia secundaria, ante los continuos escándalos que provocaba cada semana.

Y sin embargo, parece indignar sólo a unos pocos que siga habiendo presos en Guantánamo, la mayoría de los cuales no fueron nunca condenados ni tienen perspectivas siquiera de ser procesados, y que esta situación se mantenga desde hace más de 10 años.

No siempre fue así. El 11 de enero del 2002, cuatro meses después de los atentados del 11 de septiembre, llegaron los primeros 20 presos, lanzados a la calurosa Cuba. Un fotógrafo de la Marina inmortalizó a esos hombres vestidos de naranja arrodillados en el suelo del recinto rodeado por barreras de alambre. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y convirtieron a ese lugar sin ley -una base militar que usurpa contra su voluntad un pedazo de la tierra cubana- en la vergüenza de Estados Unidos.

Han pasado 14 años y el campamento sigue existiendo, pero los presos saben ahora lo que ocurre en el mundo, explica Zaki, un estadounidense con raíces jordanas que trabaja como asesor cultural en el campamento. Allí los presos pudieron seguir por televisión por satélite los debates televisados de Hillary Clinton y Donald Trump, con traducción al árabe.

Un guardia asegura que entre los presos es grande el interés por la campaña electoral. "Me preguntaron quién creía que iba a ganar".

Cuando Barack Obama ganó los comicios la noche del 4 de noviembre del 2008, los presos corearon su nombre a gritos. Porque había prometido cerrar el campo de detención. Y dos días después de la toma de posesión firmó un decreto ordenando ese paso, que fue traducido e incluso colgado en la pared de Guantánamo. Hasta que en algún momento alguien volvió a quitarlo.

En 11 semanas Obama dejará el cargo y el campamento sigue abierto, convirtiéndose en su mayor promesa de campaña incumplida. El demócrata culpa de ello al Congreso, dominado por los republicanos, pero es sólo una parte de la verdad. También en su propia administración la resistencia fue grande.

En febrero volvió a hacer un nuevo intento y desde entonces Guantánamo está más vacío que antes, pero sigue existiendo.

Al menos 779 hombres han pasado por allí desde su apertura en el 2002. A comienzos del año había aún 105 presos, ahora son 60. Las celdas del Campamento 5 están casi vacías, mientras en el 6 hay 45 hombres. En el 7, altamente secreto, son 15, entre ellos Jalid Sheij Mohammed, el supuesto cerebro de los atentados del 11 de septiembre del 2001.

Hace sólo unos días fue liberado otro preso y se ha autorizado el traslado de otros 20. Pero aún así siguen quedando 40, de los que 10 han sido acusados por tribunales militares o con juicio pendiente. A los 30 restantes Washington quiere mantenerlos presos al considerarlos demasiado peligrosos, sin que esté prevista su acusación.

Los presos no pueden ser trasladados a territorio estadounidense, según fijó el Congreso en una ley, que impide destinar fondos a esos traslados. Las organizaciones de derechos humanos tampoco defienden en ese paso, que consideran supondría sólo una transferencia del sistema de Guantánamo al continente. "Sólo se conseguiría un cierre verdadero poniendo fin a la práctica del encarcelamiento sin acusación", señala Shane Kadidal, abogado del Center for Constitutional Rights, que representa a numerosos presos.

Si se le pregunta al almirante Peter Clarke si está de acuerdo, la respuesta está llena de condicionales: "Si recibiéramos la orden de trasladar a los presos a otro país o a otro lugar, podríamos hacerlo en un tiempo muy corto", señala asegurando que los planes apuntan al cierre del campamento.

Por ello, hasta finales de año el personal se ha reducido a mil 600 hombres. Menos vigilantes para menos presos. Sin embargo, se está construyendo un nuevo comedor para los soldados y una clínica mejor equipada, con dinero aprobado hace algunos años por el Congreso.

Las puertas del Campamento 6 son espejadas. Los vigilantes pueden ver desde el pasillo lo que ocurre en las celdas, pero los internos no ven nada del exterior. No se pueden ni imaginar que pueda haber periodistas observándolos fijamente.

Un interno está tumbado en el sofá y mira fijamente, llevando auriculares. Un hombre condimenta la comida mientras otro limpia el suelo, dando una imagen de relativa normalidad, mientras los militares van explicando las escenas que ven los periodistas, como si de una exposición de museo se tratara.

La organización de derechos humanos ODIHR, vinculada a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), denunció el año pasado que los presos en huelga de hambre en Guantánamo seguían siendo alimentados de forma forzada, con métodos cercanos a la tortura, como confirma también Kadidal. "Cuando se mete un tubo por la nariz para alimentar forzosamente a un preso atado a una silla dos o tres veces al día hasta que vomita, es algo doloroso y humillante", comenta.

Pero el término alimentación forzosa no existe en la jerga militar, donde se habla de alimentación por sonda. Tampoco huelga de hambre, denominada "ayuno no religioso".

Hace tres años cientos de presos se negaron a comer. "Estados Unidos olvidó Guantánamo a comienzos del 2013, asegura Kadidal. "Y fueron los presos quienes lo devolvieron a la actualidad con esa huelga de hambre a gran escala".

Pero en algún momento el Pentágono dejó de enviar cifras sobre quienes se negaban a comer. En estos momentos son muchos, asegura un médico. Pero a nadie parece ya interesarle, como si Estados Unidos hubiera vuelto a olvidar de nuevo Guantánamo.