Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-11-10

Tiempos ominosos

LA JORNADA 9 de noviembre del 2016 MÉXICO

Editorial

Donald Trump, el aspirante presidencial republicano, se impuso ayer a su rival demócrata, Hillary Clinton, y su partido refrendaba un amplio dominio en ambas cámaras del Poder Legislativo.

Semejante vuelco en la cúpula del poder político de la principal potencia del mundo es, desde luego, preocupante, si se tienen en cuenta los propósitos vertidos por el empresario neoyorquino durante su campaña, casi todos cargados de amenazas, fobias, belicismo, intolerancia y autoritarismo, y no pocos de los cuales han tenido como blanco a México y a los mexicanos.

Paradójicamente, este resultado, inesperado de acuerdo con la mayoría de las encuestas, que coincidían en conceder márgenes mínimos de ventaja a Clinton, expresa el tamaño del descontento social en Estados Unidos, en la medida en que el sufragio para el republicano es una expresión de rechazo al sistema político, a los partidos tradicionales y a las instituciones.

Asimismo, el que a pesar de los masivos y significativos respaldos recibidos, la demócrata no haya sido capaz de traducir en resultados reales sus respaldos y sus ventajas en encuestas, es indicativo de la impopularidad y la erosión de la credibilidad de su figura política, así como de un desinterés ciudadano en la tarea –que era ciertamente necesaria por razones de sentido común– de impedir la llegada de Trump a la Casa Blanca.

En términos de ética social y de conciencia cívica, la victoria de Trump es un dato devastador. El que una mentalidad tan rudimentaria, agresiva y chovinista haya logrado atraer a casi la mitad de los electores indica la persistencia de grandes bastiones de atraso político que contrastan con la modernidad de que hace gala el vecino país del norte.

Por desgracia, el triunfo del empresario racista, misógino, inescrupuloso y belicoso podría llevar al mundo a enfrentar una situación parecida a la que padeció cuando la administración de Bill Clinton fue sucedida por la de George W. Bush: un hito que marcó un generalizado retroceso en la legalidad internacional, los derechos humanos, la paz y la transparencia.

Un agravante adicional es que esas tendencias autoritarias, regresivas y fóbicas podrían contagiarse a algunos de los socios occidentales de Estados Unidos, como Francia, que está en vísperas de un proceso electoral. De hecho, la dirigente del ultraderechista Frente Nacional no esperó a que se consolidara la ventaja definitiva de Trump sobre Clinton para enviar, vía Twitter, un mensaje de felicitación al primero.

Otro efecto que puede sentirse desde ahora mismo es la inestabilidad financiera que se ha desatado en las bolsas y que puede perdurar cuando menos hasta el relevo presidencial en la Casa Blanca, previsto para enero del año entrante. Ese interregno podría generar un quebranto perdurable en diversas economías. En la nuestra, por lo pronto, en unas horas el peso mexicano había experimentado una devaluación mayor a la sufrida en el curso de todo este año.

Por último, está por verse el margen real de poder que el establishment estadunidense concederá al virtual presidente electo. Debe recordarse, a este efecto, que los intereses corporativos del país vecino conforman poderes fácticos que aprecian, por encima de todo, la estabilidad.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

Trump desconcierta al mundo al convertirse en presidente de EEUU

REUTERS 9 de noviembre del 2016 GRAN BRETAÑA

El republicano Donald Trump sorprendió al mundo al vencer a la favorita Hillary Clinton en la carrera por la Casa Blanca, poniendo fin a ocho años de gobierno demócrata y encaminando a Estados Unidos por un sendero nuevo e incierto.

El magnate de bienes raíces y conductor de reality show despertó el enojo entre los políticos tradicionales de Washington el miércoles tras derrotar a Clinton, cuyo brillante currículum incluye roles como primera dama, senadora estadounidense y secretaria de Estado.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamó por teléfono temprano el miércoles a Trump para felicitarlo por su victoria electoral y lo invitó a la Casa Blanca el jueves para discutir la transición de poder, informó la Casa Blanca.

“Asegurar una transición de poder suave es una de las máximas prioridades del presidente señaladas a principios de año y el próximo paso es una reunión con el presidente electo”, indicó la Secretaría de Prensa de la Casa Blanca en un comunicado.

Ante la preocupación de que la victoria del republicano cause incertidumbre económica y política, los inversores se volcaban el miércoles a los activos de refugio. Sin embargo, el dólar y las acciones globales se estabilizaron durante la mañana tras sufrir fuertes bajas en la madrugada.

El peso mexicano cayó a su mínimo histórico cuando aumentaron las posibilidades de que Trump ganara la presidencia, tras sus amenazas de romper un acuerdo de libre comercio con México y de imponer un impuesto a las remesas de los inmigrantes para financiar la construcción de un muro fronterizo.

Trump obtuvo suficientes de los 270 votos necesarios para ganar un mandato de cuatro años que comenzará el 20 de enero, logrando posicionarse en estados difíciles donde tradicionalmente se deciden las elecciones presidenciales.

El presidente electo, que apareció junto a su familia ante sus seguidores que festejaban en el salón de un hotel en Nueva York, dijo que era hora de sanar las heridas causadas por la campaña y hallar terreno común.

“Es hora de que nos unamos como uno”, dijo Trump. “Seré el presidente de todos los estadounidenses”.

El republicano informó que había recibido una llamada de Clinton para felicitarlo por su victoria y la elogió por su servicio y por pelear duro en la carrera presidencial.

Sus comentarios fueron un cambio abrupto a su retórica de campaña, durante la que acusó reiteradamente Clinton de ser “deshonesta”.

Los republicanos también mantuvieron el control del Congreso. Las cadenas de televisión proyectaron que el partido retendría mayorías en el Senado – de 100 escaños – y en la Cámara de Representantes, donde se renovaban todos los asientos legislativos.

CAMPAÑA ENCARNIZADA

En el evento de la demócrata en un centro de convenciones a menos de dos kilómetros de donde estaba Trump, la eléctrica atmósfera entre los seguidores que la esperaban se fue convirtiendo poco a poco en sombría mientras Clinton iba perdiendo estados.

La candidata optó por no aparecer en el evento y envió en su lugar a su jefe de campaña, John Podesta, para pedirle a sus partidarios que se fueran a casa. “No vamos a tener nada más que decir esta noche”, dijo.

Clinton hablará el miércoles por la mañana, dijo un asesor.

Saliendo victorioso de una final de suspenso luego de que las encuestas pronosticaban que ganaría Clinton, Trump cosechó mucho apoyo entre una base de trabajadores blancos sin estudios universitarios con su promesa ser “el mejor presidente en cuanto a empleos que Dios haya creado”.

En su discurso tras el triunfo, dijo que tenía un plan económico grandioso, que duplicaría el crecimiento de Estados Unidos y se embarcaría en un proyecto de renovación.

Su victoria despierta una serie de preguntas para Estados Unidos tanto interna como externamente. Trump hizo campaña con la premisa de llevar al país por un camino más aislacionista y proteccionista, prometiendo incluso poner un arancel del 35% a los bienes exportados a Estados Unidos por compañías del país ubicadas en el exterior.

Ambos candidatos han tenido históricamente un bajo nivel de aprobación, aunque los de Trump eran peores que los de Clinton, en unos comicios que muchos votantes caracterizaron como una elección entre dos alternativas desagradables.

Trump, que con sus 70 años será el presidente de mayor edad en ejercer su primer mandato, sobrevivió a una campaña amarga y polarizada que se concentró mayormente en el carácter de los candidatos y en qué tan confiables serían como el presidente número 45 del país.

La presidencia será su primer cargo de elección popular y con su retórica explosiva hay incertidumbre sobre cómo trabajará con el Congreso.

EL MUNDO PERPLEJO

Los países de todo el mundo reaccionaron con incredulidad.

La ministra de Defensa de Alemania, Ursula von der Leyen, aliada de la canciller Angela Merkel, dijo que el resultado le producía una “enorme conmoción” y se preguntó si era el final del periodo de relativa paz en el mundo desarrollado que ha prevalecido desde la Segunda Guerra Mundial.

México quedó sumergido en una profunda incertidumbre con la victoria de Trump, quien en reiteradas ocasiones acusó a los inmigrantes de robar puestos de trabajo y al país vecino de enviar criminales a la frontera estadounidense.

La primera ministra británica, Theresa May, felicitó a Trump y dijo que los dos países seguirían siendo “aliados fuertes y cercanos en comercio, seguridad y defensa”.

El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Javad Zarif, pidió a Washington que permanezca comprometido con el acuerdo nuclear que la república islámica alcanzó el año pasado con las potencias mundiales, un pacto que Trump había prometido desmantelar.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, envió un mensaje de felicitaciones a Trump el miércoles, diciendo que esperaba que pudieran sacar de la crisis la relación bilateral.

“No es un camino fácil pero estamos dispuestos a poner de nuestra parte y hacer lo posible para regresar las relaciones entre Estados Unidos y Rusia a una senda estable de desarrollo”, sostuvo Putin.

Las propuestas de Trump en seguridad nacional incluían promesas de reforzar a las fuerzas militares de Estados Unidos y al mismo tiempo de evitar intervenir en conflictos.

LAS DEBILIDADES DE CLINTON

Trump se sumó a la carrera por la presidencia hace 17 meses y sobrevivió a una serie de golpes devastadores, incluyendo un video del 2005 en el que alardeaba sobre “agarrar” mujeres sin su permiso. El magnate pidió disculpas, pero luego otras mujeres dijeron que las había toqueteado, acusaciones que él negó.

Durante los tres debates presidenciales que mantuvo con Clinton, fue considerado el perdedor.

Una encuesta Reuters/Ipsos Día de Elección Nacional ofreció algunas pistas de las debilidades de Clinton. El sondeo halló que no logró cumplir con las expectativas que había con el electorado femenino, que sólo lo ganó por un 7%, un porcentaje similar al del presidente Barack Obama cuando obtuvo su reelección en el 2012.

Y aunque ganó el voto de los hispanos, negros y “millenials”, Clinton no triunfó en esos grupos por mayores márgenes que Obama en el 2012.

Durante la campaña, Trump dijo que haría grande a Estados Unidos de nuevo a través de la fuerza de su personalidad, sus habilidades de negociación y su perspicacia para los negocios. Propuso prohibir la entrada de gente de países de Medio Oriente, una versión modificada de una idea previa para los musulmanes.

Su naturaleza volátil y propuestas poco ortodoxas llevaron a ataques de campaña contra una larga lista de gente, incluyendo musulmanes, los lisiados, miembros de su propio partido, periodistas, familiares de veteranos de guerra, una ex Miss Universo latina y un juez federal de ascendencia mexicana.


Otra vez Florida le puso el sello a la elección

PÁGINA 12 9 de noviembre del 2016 ARGENTINA

El Le Pen de las Américas puso a los demócratas en el patíbulo. Ni las vulgaridades del candidato republicano, ni su ignorancia en política internacional, ni sus vociferaciones sobre los latinos espantaron a los votantes de Florida

Eduardo Febbro*

Fernando de la Hoya siente que este es el día más feliz de su vida. Este cubano norteamericano de la segunda generación es un “trumpista” irrestricto. El Jean Marie Le Pen de las Américas (el fundador de la xenófoba extrema derecha francesa) puso a los demócratas en el patíbulo. Ni las vulgaridades del candidato republicano, ni su ignorancia en política internacional, contra los mexicanos y los latinos en general, nada lo disuadió de votar por otra opción. “Aunque me gusta su perfil, no voto realmente a Donald Trump, voto contra el sistema de castas que se apoderó de la Nación norteamericana. Él le devolverá al pueblo lo que le pertenece”, dice con efervescencia rencorosa.

Los trumpistas fanatizados tienen una expresión a la vez etérea, áspera y artificial, como si hubiesen salido de un museo de cera. Lo que pasó en Florida los llevó al paraíso. Una victoria de Trump casi adquirida al filo de la navaja.

Hay muchos parecidos a Fernando en Miami, aunque los otros, los que adherían a Hilary Clinton, parecían ser bastantes más entre los latinos, los votantes de origen haitiano, los afroamericanos y las mujeres. Pero aquí, todo podía ser engañoso. Y lo fue. El voto en Florida se decide a último momento y las victorias se suelen obtener, como la que se perfilaba anoche, por un puñado de papeles. Incluso si, como lo resalta el director del Foro de Opinión Pública Latina de la Florida International University (FIU), Eduardo Gamarra, “hay más de un 80% de los hispanos que se identifican con la candidata demócrata, Hillary Clinton”. Las minorías fueron entonces decisivas y, entre ellas, los 27 millones de hispanos que tenían derecho a voto, el 12% del electorado global del país, del cual el 8% está en Florida.

La Asociación Nacional de Latinos Electos (NALEO) calculó que más de 13 millones de latinos acudirían a las urnas. Otra encuestadora, Latino Decisions, subió la apuesta hispana con una cifra de votantes que casi llega a los 15 millones. Pero las minorías, en Florida, no impidieron que lo imposible se fuera haciendo realidad.

La danza de cifras resultó tanto más paradójica cuanto que esas minorías menoscabadas por Trump, mujeres e hispanos, detentaron la fórmula final. Trump se anotaba un triunfo inesperado en el escenario donde se proyecta la pieza a escala nacional. El Estado de Florida es el pulmón de la victoria. Sin los votos mayoritarios de estas tierras de sol y playas lujuriosas, de ricos extravagantes y latinos que forjaron la historia de la región, las puertas de la Casa Blanca permanecerían cerradas. En las elecciones del 2000, el entonces candidato demócrata Al Gore perdió la elección presidencial por 537 votos ante el republicano Georges Bush. Esa diferencia hizo pasar Florida a las arcas de Bush y certificó su acceso a la Casa Blanca. Los sondeos eran apretados. Algunas encuestas le daban una ventaja de un punto y medio a la candidata demócrata, muy poco en el contexto de un Estado que cambia su orientación con la rapidez de una ola. Los partidarios de Donald Trump sostenían con fe mística que el embrutecedor de multitudes ganaría por una mezcla de voluntad popular y contribución divina. La historia electoral no permitía sin embargo tanto optimismo, al menos en lo que atañe a las tan buscadas minorías.

Desde 1976, los hispanos de Estados Unidos le dieron su voto a los demócratas, sin interrupción. Lo mismo ocurrió con el voto de los afroamericanos. El Rope Center contabilizó en el 2008 un 95% de los votos de los afroamericanos a favor de Barack Obama. En cuanto a las mujeres, su voto también se inclina, aunque en menores proporciones, hacia la balanza demócrata. Queda la decisión de los blancos. En este segmento, los porcentajes se invierten: en las últimas diez elecciones presidenciales los blancos de Estados Unidos eligieron a los republicanos. Allí se enredaba el enigma determinante de Florida.

El profesor Eduardo Gamarra recuerda que, en este Estado, “el 66% de los votantes está constituido por un electorado blanco muy sensible a los mensajes de Trump y del Partido Republicano”. Ese porcentaje y sus inclinaciones electorales se hace patente en cuanto uno se interna tierra adentro y se aleja de la ciudad cosmopolita. El mundo más rural es blanco y votó por Trump. Florida es también un receptor de ricos jubilados blancos, también proclives a Donald Trump. No se podía desdeñar ese dato, más las constantes históricas. Por ello el resultado era incierto y el voto de las minorías, su movilización, aún más capital esta vez que en otras consultas.

Los especialistas analizan el voto hispano en dos entidades distintas: la de los cubanos norteamericanos, y la de los demás. Los primeros suman algo más del 35% de votos a favor de Donald Trump, los segundos apenas 8%. En Florida votaron cerca de un millón ochocientos mil hispanos del total de 12 millones de votantes que hay en este Estado. Es importante destacar el paulatino desapego del famoso voto cubano con respecto al Partido Republicano. Durante décadas, el cubano fue un voto cautivo de los republicanos y su narrativa anticastrista. Ya no. En el 2012, 48% de los cubanos votaron por Barak Obama. Los cálculos ya mencionados situaban hoy ese voto en apenas 35% para Donald Trump. Pero el resultado desmiente esas proyecciones.

La otra comunidad que tenía en sus manos el rumbo de historia fue la puertorriqueña. Entre ellos, la adhesión a los demócratas es masiva: 83% de los boricuas eligieron a Barak Obama en el 2012. Las previsiones apuntaban a una mismo porcentaje en el 2016, con el agregado de algo más de 200 mil portorriqueños que desembarcaron en Florida luego de la quiebra de Puerto Rico. Como se trata de un Estado Libre asociado, los portorriqueños tenían derecho a votar apenas llegaban a Estados Unidos. Sin embargo, ese aporte no bastó. Los estados mayores de los partidos cuentan con una exacta cartografía electoral para calcular qué caudal del voto de las minorías es necesario para acceder a la Casa Blanca. En lo que atañe a los latinos, eran necesarios el 41% de sus votos para garantizar la presidencia (Obama sumó el 71% en 2012). Florida emitía hoy signos de derrota republicana, muy lejos de lo que ocurrió al final. En este Estado, la narrativa escatológica de Donald Trump no se reflejaba en la realidad. Es un Estado rico, con una tasa de crecimiento superior en más de un punto y medio al promedio nacional.

Además, vista desde Miami, la idea de un muro es un disparate. La ciudad es una babel. Se habla español corriente y mucho francés y créole traído por los inmigrados haitianos. La riqueza no proviene de la unicidad racial blanca, sino de la mezcla y el intercambio comercial frenético que fluye en los rieles de esa mezcla. La teatrología de Donald Trump, su imagen de unos Estados Unidos devastados o invadidos son una comedia de mal gusto en Florida. Aquí se vive y se hacen negocios con los otros, vengan de donde vengan. Y pese a ello, el aspirante republicano puso su sello triunfal.

“El muro es al revés: el muro no lo levantará Donald Trump en ningún lado. El muro lo levantamos nosotros los hispanos contra él. Somos el muro que no lo dejará pasar”, decía Hugo Fuentes, un hispano de origen portorriqueño muy comprometido con el movimiento anti Trump. Con el correr de las ofensas y los insultos del candidato republicano se fue formando una suerte de “contra efecto Trump”, según lo define Fuentes. Las repetidas groserías, al menos en Florida, parecían motivar a muchos hispanos salir a votar. Siempre se ha presentado el voto de esta minoría como importante, pero ahora, asegura Fuentes, “nuestra participación y nuestra decisión reviste un perfil histórico”.

Los cálculos realizados a partir del llamado “voto adelantado” auguraban una participación record de los hispanos, tanto más cuanto que, desde las elecciones del 2012, la comunidad hispana suma cuatro millones de nuevos votante. Dos incógnitas centrales alimentaban el misterio: en primer lugar, se trataba de saber qué pasará no sólo en Florida sino en los Estados como el de Texas, California o Nueva York, donde se concentra el 52% de la comunidad hispana: en segundo, cuánto habrá de cierto en la movilización extraordinaria prometida por los latinos y promovida por las encuestas de NALEO y el Pew Hispanic Center. Esta minoría había sido, hasta ahora, la menos participativa en los procesos electorales: 48% contra el 64% para los blancos y el 67,4% para los afroamericanos.

Según las encuestas de NALEO y del Pew Hispanic Center las diferencias del voto hispano entre Clinton y Trump son abrumadoras: entre 60 y 40 puntos. Irrecuperable a primera vista. La campaña de Donald Trump hacia estas minorías determinantes tuvo visos de suicidio político. El republicano apostó por el voto blanco y el voto resentido de los inmigrados. Acertó en Florida, el Estado más clave de todos. Su discurso, además, tornó cruciales el resultado en otros Estados como los de Nevada, Iowa, Arizona o Carolina del Norte. En cada uno de ellos, la presencia hispana es variable (entre el 5% y el 21% de los votantes. Según reveló de la organización Latino Decisions en un sondeo a pie de urna, más de dos millones de votantes hispanos suplementarios participaron en esta elección. Los resultados en Florida testimonian de un voto trumpista “escondido”. Dijeron una cosa, y votaron otra.

La historia da vueltas y elabora signos curiosos. El primer presidente negro de los Estados Unidos concluye su mandato y la designación del próximo dependía en gran parte del movimiento de las minorías, las mismas que Donald Trump diabolizó hasta la náusea.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Periodista argentino. Corresponsal de Página 12.