Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-12-23

El gobierno de Michel Temer se acabó

PÁGINA 12 17 de diciembre del 2016 ARGENTINA

Entrevista a Antonio Lisboa, secretario de la CUT de Brasil

La derecha está fragmentada y busca un líder, porque Temer perdió la poca autoridad que tenía y ahora cada uno juega su propio juego. Las protestas van a seguir ya que la población está percibiendo que esta gente vino a robar

Darío Pignotti*

“El gobierno de Temer se acabó”, sostiene Antonio Lisboa, secretario de Relaciones Internacionales de la Central Unica de los Trabajadores (CUT), de Brasil, entrevistado por este diario.

Si se acabó Temer, ¿quién gobierna?

“Temer asumió después del golpe contra Dilma sin popularidad y teniendo el respaldo condicionado de sus socios, y ahora ese apoyo se desintegró porque la derecha está fragmentada. Está buscando un líder porque Temer perdió la poca autoridad que tenía y ahora cada uno juega su propio juego. El PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña) figura como partido de la coalición pero está con un pie afuera del gobierno, y lo mismo pasa con otros partidos que apoyaron a Temer sólo para sacar al PT del gobierno.

“¿Quién va a apoyar a un presidente sin votos que tiene el 63%por ciento de la opinión pública pidiendo que renuncie y llame a elecciones como dice una encuesta del domingo pasado? ¿Quién va a acompañar a un presidente que en siete meses de gobierno, con todo el apoyo mediático, ya tiene peor imagen que Dilma antes de caer y cuando ella era masacrada por los medios?. Y esa impopularidad de Temer seguramente es más alta porque la encuesta de Datafolha se hizo antes de que se sepa que recibió 10 millones de reales (2,9 millones de dólares) de dinero sucio en el 2014”.

¿Si Temer no termina el mandato, quién lo sucederá?

“Comenzaría por decir que estamos frente a un cuadro de descalabro general, que este gobierno se hundió mucho antes de lo que nosotros, en la CUT, esperábamos, y lo que esperaban las fuerzas de izquierda y los movimientos sociales. Creo que las protestas van a seguir creciendo porque la población está percibiendo que esta gente vino para robar y para obedecer a los banqueros. Y como estamos viendo a más protestas más represión, y están aplicando la ley de seguridad nacional contra los manifestantes.

“Nosotros como CUT exigimos elecciones directas y la convocatoria a una asamblea constituyente que tenga como punto principal la reforma política, pero la verdad es que no creo que logremos las directas porque para que eso pase la ley establece que Temer tendría que renunciar hasta el 31 de diciembre, y no sucederá así. Lo probable es que haya elecciones indirectas a lo largo del 2017 y en ese escenario el candidato favorito es Fernando Henrique Cardoso (del PSDB), un político muy bien visto en las elites locales y por Washington, él es el nombre más confiable para el capital transnacional”.

Ningún golpe es nacional.

“Por su puesto, este golpe tiene una motivación estratégica desde el punto de vista global, porque Brasil es un actor de peso en la región y Estados Unidos estuvo involucrado en la caída de Dilma.

“Acá hubo temas que pesaron mucho como el petróleo, las reservas gigantes que quedaron en manos de Petrobras durante los gobiernos de Lula y Dilma, contrariando a las multinacionales. Y por supuesto hubo un apoyo decisivo de las elites brasileñas que quieren conservar sus intereses, y sus privilegios. Mientras hubo crecimiento las cosas estaban relativamente tranquilas. En el 2010, el último año del gobierno de Lula se creció más del 7%, y luego se siguió creciendo, pero a tasas mucho más bajas hasta el 2012. Pero en la medida en que la crisis se agravó se acabó la tolerancia de las elites con la distribución y las políticas sociales.

“Este año la economía va a caer cerca de un 3,5% y el año pasado cayó al 3,8%. Cuando hay recesión el capital no acepta perder su tasa de ganancia y lo primero que hace es echar al trabajador, y si ahora tentemos 12 millones de desocupados ese número va a seguir creciendo con la complicidad de este gobierno que ya avisó que sus prioridades son las reformas previsional y laboral. Este es el golpe de la concentración de riqueza y para garantizar que este país siga siendo injusto como siempre lo fue. La reforma laboral viene para retirar los mínimos derechos que tiene la clase trabajadora brasileña.

Golpe dentro del golpe

El bloque de diputados del PT deploró ayer por la noche a la “dictadura judicial” encarnada en los fiscales que, horas antes, presentaron una nueva denuncia contra Luiz Inácio Lula da Silva en la causa sobre el Petrolao.

“Estos fiscales y juez Sergio Moro (a cargo del proceso) perdieron el sentido de lo razonable con acusaciones inverosímiles, ellos utilizan las denuncias y las sentencias selectivamente para hacer política contra Lula y el PT” denunciaron los legisladores.

Antonio Lisboa comparte el cuestionamiento formulado por el PT a lo que añade “este golpe tuvo una componente judicial muy evidente, hay un grupo de fiscales y jueces que participaron de manera militante contra el gobierno democrático, y especialmente contra Lula, que es el mayor líder popular que tuvo este país. En una encuesta que hicimos hace unos meses Lula fue considerado el mejor presidente de la historia por el 50% y Fernando Henrique Cardoso fue elegido por el 9 por ciento.”

“El golpe no terminó con la caída de Dilma, tenemos ese grupo de fiscales y el juez Moro que se dedican a perseguir a Lula a partir de cargos irrisorios como el de acusarlo de el dueño de un departamento donde los mismos fiscales reconocen que él nunca estuvo. Esa persecución no es inocente, ellos tienen una demostrada intención de impedirle a Lula que sea candidato en las elecciones del 2018, y este empecinamiento contribuye a aumentar el descalabro político porque ya hay sectores de la propia derecha que se distanciaron de Moro, que algunos piensan que quiere ser candidato presidencial”, sostiene Lisboa.

El dirigente de la mayor entidad sindical latinoamericana vuelve a la idea del “descalabro” para referir a las peleas públicas entre políticos oficialistas y jueces, a los que les reprochan una fiebre justiciera que alimenta la desestabilización. Son disputas que alimentan “intentos de golpe dentro del golpe”, plantea.

¿Hasta dónde pueden llegar esos golpes intestinos, tienen algún peso aquellos grupos extremistas que insinúan una salida militar?

“Para el capital transnacional, que es sobre todo el capital financiero, no es muy conveniente tener a los militares gobernando. Hoy los militares son vistos como factor de inseguridad para los inversores extranjeros. El problema es que en Brasil todo está volviéndose muy imprevisible y este fin de semana el comandante del Ejército, general

“Villas Boas, declaró al diario Estado de San Pablo que las posibilidades de intervención militar son cero. Ahora es preciso entender por que un diario entrevistó al general justo cuando la crisis está en su peor momento. Una posible respuesta es que el diario Estado representa a los sectores de las élites que desde hace algún tiempo está señalando que la salida militar no está totalmente descartada. Pero en definitiva me parece que estamos hablando de una posibilidad remota porque los propios militares saben que ellos quedaron muy desprestigiados después del golpe y los 21 años de dictadura (1964-1985).

  • Periodista argentino

La CIA promueve un golpe de estado contra Trump

REBELIÓN 13 de diciembre del 2016 ESPAÑA

Yusuf Fernández*

La versión de que Rusia apoyaba la candidatura de Trump se originó en la campaña de Hillary Clinton, quien calificó a su rival de "títere de Putin". El FBI desestimó las denuncias, pero la CIA las acaba de respaldar. Un artículo del Washington Post filtró la versión sin presentar ninguna prueba. Un caso similar sirvió para justificar la invasión de Iraq –basada en información falsa difundida por la prensa de EEUU afirmando que aquel país tenía "armas de destrucción masiva"

El pasado 9 de diciembre, el periódico The Washington Post, uno de los principales voceros de la élite política estadounidense, publicó un artículo sobre un dossier secreto de la CIA en el que afirmaba que Rusia no sólo había intervenido en las elecciones presidenciales de EEUU, sino que había ayudado a que Donald Trump fuera elegido presidente. El informe señala que hackers rusos, apoyados por el gobierno ruso, habrían pirateado los emails de Hillary Clinton y otros altos cargos demócratas con el objetivo de producir la victoria de Trump.

Este informe surgió pocas horas después de que el presidente Barack Obama anunciara que había ordenado una “revisión completa” acerca de las alegaciones de que Rusia se había interferido en las elecciones norteamericanas. Todo ello busca, sin duda, arrojar dudas sobre el proceso electoral estadounidense y ha llevado a algunos analistas norteamericanos a preguntarse si se está preparando un auténtico golpe de estado contra Trump. De hecho, una de las funciones de la CIA es la de preparar golpes de estado y sembrar el caos, pero hasta ahora la agencia había llevado a cabo tales actividades en países extranjeros y no en EEUU.

Las alegaciones de que Rusia actuó para elegir a Trump procedieron sobre todo de la campaña de Hillary Clinton, que intentó presentar a Trump poco menos que como un “agente ruso”. La propia Clinton calificó a Trump de “títere de Putin” en el debate presidencial final. Sin embargo, la CIA no había dado un paso semejante hasta ahora y el propio FBI rechazó en su día tales alegaciones. La Casa Blanca dijo también entonces que no había indicaciones de que Rusia hubiera llegado a cabo actividades maliciosas en Internet para influir en la elección estadounidense.

El artículo del Washington Post deja ver que la CIA no dispone de ninguna prueba que respalde sus afirmaciones y solo hace referencias a individuos que no son nombrados y que estarían cercanos al gobierno ruso y que podrían haber sido las fuentes de las filtraciones a WikiLeaks de los emails que mostraban actividades sospechosas o presuntamente delictivas de Hillary Clinton. WikiLeaks, por su parte, ha desmentido a través de su director, Julian Assange, que Rusia haya sido la fuente de tales filtraciones.

La decisión de la CIA de pronunciarse sobre tales hechos resulta tanto más chocante por cuanto que corresponde al FBI la tarea de investigar los temas internos en EEUU. Sin ninguna evidencia que probara lo contrario, el FBI declaró que Rusia no había intervenido en las elecciones en favor de ningún candidato.

La decisión de la CIA de filtrar el dossier al Post se debe, sin duda, a su irritación por la intención declarada de Trump de poner fin a algunas de sus actividades -¿incluyendo algunas de apoyo encubierto al terrorismo?-. Uno de los puntos de divergencia de la agencia con Trump es Siria, donde la CIA ha estado apoyando las actividades de subversión dirigidas a provocar un cambio de régimen -en coordinación con el régimen saudí, que tiene un largo historial de cooperación con la CIA-. Trump ha prometido poner fin al programa dirigido a proporcionar armas a los terroristas sirios y dirigir la atención hacia la lucha contra el EI. También ha prometido coordinar la lucha contra el grupo terrorista con Rusia, un anatema para la CIA.

Arabia Saudí, junto con otras monarquías del Golfo Pérsico, suministró millones de dólares a la Fundación Clinton y todos estos gobiernos contaban con la victoria de Clinton y con sus promesas de provocar una escalada en la guerra para provocar un cambio de régimen en Siria y de crear una alianza antiraní en la región. Y todo ello para ayudar a Arabia Saudí, uno de los regímenes más despóticos y brutales del planeta, a ganar una hegemonía regional junto con Israel.

Algunos analistas creen que las acusaciones contra Trump buscan también influir en su política, ya que cualquier acercamiento a Rusia o cooperación con ese país que el nuevo presidente promueva será achacada por los círculos políticos y mediáticos hostiles al falso apoyo ruso a su candidatura presencial. Se trataría, pues, de un acto de puro chantaje político. El antiguo director adjunto de la CIA, Mike Morell, que pidió recientemente el asesinato de los rusos e iraníes presentes en Siria, acusó a Trump de ser un “agente inconsciente de los rusos” y de “no ser un patriota” por el hecho de que quiera cooperar con Rusia y no demonizarla.

Sin embargo, el hecho de que el Partido Demócrata, la rama belicista del Partido Republicano y los medios corporativos –y también algunos “progresistas”- hayan repetido de forma acrítica estas alegaciones de la CIA apunta a un objetivo más siniestro: el de presionar a los miembros del Colegio Electoral para que elijan a Clinton en lugar de a Trump pese al hecho de que la mayoría de ellos fueron elegidos precisamente para votar por este último. Un hecho tal supondría una falsificación de las elecciones y un golpe de estado abierto en EEUU.

El ex analista de la CIA, Bob Baer, ha estado abogando por “unas nuevas elecciones” y John Dean, exconsejero de la Casa Blanca durante la época de Richard Nixon, ha pedido que “un informe de inteligencia sobre el papel de Rusia en las elecciones sea enviado a los 538 miembros del Colegio Electoral antes de que ellos se reúnan el 19 de Diciembre para elegir formalmente al nuevo presidente.

REACCIÓN DE TRUMP

La reacción del equipo de transición de Trump fue rápida. En una declaración el mismo día que apareció el artículo en el Post, el equipo señaló que “la misma gente que había afirmado que Iraq tenía armas de destrucción masiva” eran los que difundían tales infundios sobre la “injerencia rusa” en la campaña electoral norteamericana.

“Ellos son la misma gente que dijo que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Las elecciones terminaron hace un tiempo con una de las mayores victorias en el Colegio Electoral de la historia. Ahora es tiempo de moverse hacia delante y “hacer América grande de nuevo”, dijo la declaración.

Poco antes de la invasión nortamericana de Iraq, varias agencias de inteligencia de EEUU y el grupo de los neocon sionistas que dominaron la Administración de George W. Bush afirmaron que Iraq tenía armas de destrucción masiva. El propio presidente Bush afirmó en su libro autobiográfico que “mientras que el mundo está indudablemente más seguro sin Saddam, la realidad es que envié a tropas norteamericanas al combate en base a unos datos de inteligencia que resultó ser falsos”.

  • Analista político

El fin del ciclo neoliberal

REBELIÓN 15 de diciembre del 2016 ESPAÑA

Jesús González Pazos*

En los últimos años hay una interesada discusión sobre el fin del llamado ciclo de los gobiernos progresistas en América Latina. El calificativo viene dado por el hecho de que, en la mayoría de los casos, el objetivo principal posiblemente no sea tanto establecer una discusión válida y necesaria sobre esa posibilidad, sino por el contrario, dejar sentado a priori que ese final es real y que el mismo se viste además de múltiples fracasos. No vamos a alimentar aquí esta cuestión aunque, reiteramos, sería siempre una discusión válida desde los parámetros del análisis político, pero no es ese el objeto de estas líneas.

Por el contrario, mantenemos en este texto que, aunque intencionadamente ocultado, sí asistimos en estos años al fin del ciclo neoliberal. Esta afirmación puede resultar sorprendente a muchas personas e incluso ser descalificada automáticamente, ya que bien pudiera parecer que este sistema goza de un inmejorable momento político. Pero trataremos de aportar algunos elementos que demuestren lo arriba afirmado.

Para empezar aclaramos que este fin de ciclo no es algo que se producirá de forma inmediata y en un lapso temporal pequeño. Las fases de la historia se caracterizan, en la mayoría de los casos, por su amplitud y su final también lo es. Como señalara en su momento A. Gramsci el viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos. Esta frase puede definir perfectamente el tiempo que vivimos respecto al fin del neoliberalismo tras su, en este caso histórico, efímero reinado.

Avanzada la guerra fría es el momento en el que las tesis neoliberales, representadas en su máximo exponente teórico por la Escuela de Chicago, con M. Friedman a la cabeza, toman vigor e inician su proceso de implantación y dominio. Será en el 1973 cuando estos principios, aparentemente solo económicos, pero con claro contenido político también, pasan de la teoría a su experimentación práctica. El momento escogido es tras el golpe de estado de Augusto Pinochet en Chile, cuando la oposición política, sindical y social había sido eliminada, por lo que estas tesis podían imponerse sin temor a una contundente respuesta social.

La década siguiente supondrá su experimentación en sistemas de democracia representativa. Los EEUU de Ronald Reagan y la Gran Bretaña de Margaret. Thatcher ofrecían las condiciones idóneas para dar los primeros pasos en este sentido. Aunque serían países como Bolivia (1985), seguido de otros en ese mismo continente, donde aprovechando las conocidas como transiciones democráticas se aplicarían las nuevas medidas económico-políticas con una ortodoxia extrema. Sometimiento de la política a los dictados de los poderes económicos, privatizaciones masivas de lo público, reducción del estado a un papel de mero administrador, recortes de derechos en todos los órdenes, dominio de los mercados y transnacionales, son en mayor o menor medida la parte sustancial de las recetas neoliberales que ahora se imponen y que hoy son ya ampliamente conocidas.

Sus consecuencias inmediatas también son reconocidas fácilmente pues van desde el extractivismo desenfrenado hasta el aceleramiento del cambio climático, del empobrecimiento de las grandes mayorías en favor de las minorías dominantes, pasando por un estrechamiento brutal de los márgenes democráticos, y todo ello incidiendo en un enorme ensanchamiento de las brechas de la desigualdad y del escandaloso y también desigual reparto de la riqueza.

Esta situación además acrecentará la inseguridad en la propia vida de las personas, temor necesario para que las clases subordinadas no exijan la recuperación de sus recortados derechos. Se buscará ahora que estas mayorías se conformen, en un marco de precarización no solo del trabajo sino también de la vida, con lo que hay (“no hay alternativa” decía M. Thatcher) a mayor beneficio y fortalecimiento del sistema dominante.

Pero esas medidas que fueron aplicándose en los llamados países del sur en las últimas décadas del siglo pasado, no alcanzaron aún en su totalidad al núcleo duro y/o privilegiado del modelo capitalista. Nos referimos de forma especial, aunque siempre hay excepciones, a los mismos EEUU y la globalidad de la vieja Europa, donde aún en esos años había importantes resistencias a su imposición. Sin embargo, el momento llegó con la denominada como crisis económica, en realidad civilizatoria, del 2008.

Esta crisis, en su estricta vertiente económica pondrá de manifiesto precisamente el fracaso de la mayoría de las recetas aplicadas, así como de la desregulación absoluta de los mercados y finanzas, pues eran estas mismas las que estaban en el origen de la crisis por el desorden y ambición desmedida que supusieron en la búsqueda del máximo de beneficios a cualquier precio. Incluso hubo algún llamamiento, poco sospechoso, a la necesidad de refundar el capitalismo ante esta situación (Sarkozy dixit).

Pero, a pesar de esto, el neoliberalismo extremo aprovechó el momento para lo contrario y la vieja Europa sintió los rigores de la ortodoxia neoliberal tras los llamamientos a los recortes, la imposición de las medidas de austeridad y el estrechamiento de los márgenes de la democracia. Precisamente, las recetas ahora aplicadas ya habían ocasionado en los años anteriores la rebelión de gran parte de América Latina y hacían que ésta, en cierta medida, caminara por las sendas posneoliberales aunque no aún poscapitalista.

Así, en los últimos años serán las periferias europeas las que inicien en ese núcleo antes privilegiado del sistema, procesos de crítica y protesta. Éstas crecerán de forma especial en toda la orilla norte del Mediterráneo, desde Grecia hasta Portugal y la oposición política, social y sindical producirá nuevos movimientos y/o renovará alternativas.

Pero la respuesta que inicia el fin del ciclo neoliberal no es solo la protesta encendida, sino también la silenciosa, y ambas denotan el cansancio y hastío ante los efectos perniciosos de este modelo impuesto y ante las acciones del establishment para dirigirlo, muestran el agotamiento de las clases bajas y medias. Se han hecho muchas lecturas, interesadas nuevamente por el sistema, ante los sucesivos castigos electorales a gobiernos diversos, sobre los resultados del Brexit y la reciente elección de D. Trump en EEUU

Desde luego, que las propuestas racistas, xenófobas, machistas están en la base que explica una parte importante de esos resultados. Pero acusar a la mayoría de ingleses y norteamericanos de misóginos, racistas u homófobos no es sino un análisis que solo interesa al sistema y que queda alejado de entender esa crisis profunda del neoliberalismo.

Lo que se trata de ocultar es, como señalábamos antes, el hartazgo de las clases medias y bajas frente a las medidas neoliberales. Éstas han provocado un paulatino empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida de estas mayorías, agravadas además con los innumerables tratados de libre comercio bilaterales y multilaterales firmados a mayor gloria de los mercados y transnacionales pero que, una vez más, actúan en detrimento de las condiciones laborales, sociales y de vida de dichas mayorías. Por ejemplo, la Inglaterra rural o suburbial de las ciudades industriales, el deprimido medio oeste de los EEUU, así como los barrios empobrecidos de sus grandes urbes son territorios que también sufren el neoliberalismo. Estos espacios no son la city londinense ni la gran manzana de New York de los folletos turísticos.

Pero cuando una fase histórica cierra, surgen los monstruos y la incertidumbre reside en la orientación que tomará el ciclo subsiguiente. Y eso es lo que ahora está en juego, el problema a resolver es esta fase de agotamiento de ese neoliberalismo que nos dejará demasiados monstruos posibles. Hay una grave posibilidad de que la salida sea hacia un neofascismo que ya se adivina en muchos países con el ascenso de la ultraderecha. Y esto último dependerá de que haya capacidad para articular organizaciones y movimientos sociales y políticos que construyan y pongan en marcha alternativas sistémicas válidas desde otros valores más justos y democráticos, de mayor y mejor redistribución de la riqueza y que cierren las brechas de la desigualdad.

En el anteriormente núcleo privilegiado del sistema, los EEUU y Europa, se está jugando ahora esta partida y la apuesta es saber si el posneoliberalismo será hacia ese neofascismo posible o hacia sociedades donde la justicia social y la verdadera democracia sean realidades políticas no solo teóricas.

Selección en Internet: Inalvys Campo Lazo

  • Antropólogo y etnólogo. Especialista en derechos humanos y movimientos sociales de América Latina