Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2016-12-27

Fidel Castro Ruz, "profeta ardiente de las auroras"

PL 23 de diciembre del 2016 CUBA

Stella Calloni

Este pueblo que dicen que me sigue, en realidad me empuja. Jorge Eliécer Gaitán (1948)

Hay momentos en que la palabra no alcanza, no contiene, no hace falta, porque el silencio grita, aúlla, acompaña y entibia. Momentos en que los sentires se hacen música y poesía y canto, en que la austeridad ante el dolor, no es menos dolor, sino la respuesta digna ante quien te enseñó que la vida sólo es viva en dignidad.

Ha transcurrido casi un mes, que puede ser un día o un siglo y aún sigue ante mis ojos la visión de un pueblo, una multitud, un océano de voces, que te nombran Fidel, dicen y el eco va y viene en oleadas.

Imposible describir el apretado aliento de esa multitud, la humedad salada de esas miles de voces, que nos están diciendo que te has multiplicado como los panes, que te has repartido en los otros, lo que sólo puede suceder cuando el amor es tan intenso que yéndote, regresas y de repente has dejado de ser ese hombre tan alto y tan fuerte para ser esos millones a los que te has entregado en cada acto de tu vida.

"Yo soy Fidel", grita la multitud y el viento lleva las voces y las siembra y siguen naciendo Fideles por todas partes, y como nunca ahora, inalcanzable para el enemigo que acecha y cuyas garras no pudieron alcanzarte nunca, te conviertes en su pesadilla, algo que ni la más avanzada tecnología puede curar.

Ya eres su sombra, pero además los has condenado a verte en cada uno de aquellos en que te has repartido, en cada mujer, hombre o niño que salga de las oscuridades de la sumisión para alzarse como lo hacías tú ante cada injusticia en el mundo.

Les asombra y cuesta entender que si fuiste inalcanzable e indomable en vida, ahora que has partido físicamente "invicto" como dicen los más tuyos, ya no pueden saber por dónde aparecerás y cuáles son los planes y estrategias que armas con los miles en que te has repartido. Estamos seguros Fidel que decidiste alejarte físicamente este 25 de noviembre de 2016 con la misma fuerza y audacia conque saliste junto a tus compañeros en otro lejano 25 de noviembre, 60 años antes, desde un lugar de la costa mexicana a desafiarlo todo en un inseguro barco, tan cargado que hasta hoy es un misterio como no se hundió o naufragó en esos mares que mueven sus olas como caballos desbocados.

No dudo que Fidel decidió que había llegado el momento de partir, con esa lucidez que lo hizo único en el mundo, tan polifacético, con su mirada generosa tan larga y amplia que abarcaba todos los rincones del planeta, especialmente donde anidaba la injusticia brutal capaz de dejar en la orfandad a pueblos enteros.

Después de todo no era ya solo un hombre, era un pueblo, una idea destellante y desafiante que andaba encendiendo sueños, reviviendo teorías que no son nichos paralizantes, sino puertas abiertas a los mundos cambiantes que vivimos, con un dinamismo arrollador en estos tiempos.

Sólo una mirada tan aguda como la suya podía alcanzar la fortaleza de entender las claves necesarias y no quedar anclado, sino partir desde esos elementos teóricos indispensables para poder modificar los cursos de la historia, en busca de una humanidad que pueda alcanzar el sueño de la libertad como tal, no como concepto vacío y vaciado por las imposiciones de poderes creados para la destrucción de todo tipo de vida.

Partió, partiste Fidel tan humanamente glorioso como habías llegado desde la Sierra Maestra en enero de 1959. Agradezco infinitamente haber podido estar en Cuba y haber visto ese pueblo tantas veces heroico conmovido hasta las lágrimas.

Un pueblo que te lloraba pero desafiante, porque sabía que en realidad no es una frase vacía la que advierte que es más peligroso para el enemigo de los pueblos del mundo, tu ánima, tu alma, ya sin límites para andar por donde sea pariendo liberaciones, abriendo los caminos de la resistencia que crece día a día.

En la noche de la despedida de sus restos en La Habana, pude ver una multitud que abarcaba un mar inacabable de Fideles. Era el pueblo, eran miles, era un millón o dos, o incontables, iluminando ellos mismos la noche habanera, la más silenciosa que recuerde a pesar de los miles que ocupaban la Plaza de la Revolución y kilómetros de calles adyacentes.

Desde aquel espacio donde estábamos con Marilia Guimaraés, Frey Betto, entre otros amigos queridos de distintos países y donde había también diplomáticos extranjeros, pude percibir la infinita sorpresa de lo que estaban viendo, lo que estaban escuchando, la multitud de jóvenes. No podían creer.

Un embajador de América Latina hablaba con un enviado europeo que no salía del asombro confesando que nunca en su país ni en otro que recordara había visto una manifestación tan grande.

"Lamentablemente esto no es lo que van a transmitir los periódicos de nuestros países, ni del suyo ni del mío", reflexionó el diplomático latinoamericano. Y fue más lejos aún: "imagine que se puede obligar a diez mil o 30 mil, pero a millones nadie puede obligarlos. Tampoco a llorar como lo hemos visto usted y yo este día en las calles".

El europeo bajó del lugar donde estaba sentado, se apoyó en la baranda de la tribuna y le pidió a su colega latino que lo fotografiara con aquella multitud a su espalda.

"Le aseguro que mostraré esto, porque no podemos estar siempre ciegos". Lo dijo en un español un poco raro, pero entendible. También a otros les admiraba el respeto que mostraba aquella multitud, que en cualquier otro lugar se haría incontrolable.

Es cierto, allí estaba Fidel en esa dignidad que siempre está detrás del más simple de los cubanos, como parte de su piel y de la vida en revolución.

Y también, hay que decirlo, para los que intentan quebrar países, confundir a los pueblos que allí mismo, en las palabras cruzadas de una multitud emocionada y emocionante, hubo un compromiso claro y preciso.

El mensaje para el presidente Raúl Castro fue nada más y nada menos, que el compromiso de acompañarlo en el difícil camino que plantean estos tiempos. También Raúl es el mismo de aquellos años de la Sierra Maestra, y desde que asumió su cargo demostró que la Revolución continuaba manteniendo sus principios, que Cuba, esa pequeña isla del Caribe, seguiría siendo el único país de la región verdaderamente independiente. La que sobrevivió a centenares de ataques terroristas, a una guerra eterna, como el bloqueo que persiste y cada tanto se reaviva.

Y también ese país, a 90 millas de un imperio que practica un terrorismo de Estado global, cuyo pueblo reclama cada día por la ocupación colonial de un pedazo de su territorio en Guantánamo donde Estados Unidos mantiene una base militar, que se ha transformado en un laboratorio de pruebas de nuevos tipos de torturas, para las víctimas que allí están como en un campo de concentración de este nuevo siglo.

Y reclaman por los que allí murieron bajo tormentos, lejos de sus países de origen sin que nadie supiera donde estaban. Ese dolor, esa afrenta para el pueblo cubano y los pueblos del mundo, que significa el territorio ocupado de Guantánamo.

Es el también comandante de la Revolución Raúl Castro, el que tuvo que tender la mano del comienzo de nuevas relaciones con Estados Unidos, el que nunca dejó de ser claro y preciso, para decir junto con Fidel y los suyos, que Cuba no se rinde ni se entrega, que Cuba nunca dejará de ser solidaria.

Y si algunos creían que el "gesto amistoso" pero indefinido aún de estas nuevas relaciones significaban que Cuba no alzara la voz frente a las nuevas formas de guerras contrainsurgentes que nos están aplicando, frente a la injusticia que significan los nuevos golpes de Estados, los despiadados ataques que están asolando a la Venezuela bolivariana, o callar e ignorar las guerras coloniales y genocidas en África del Norte, Medio Oriente y otras regiones, ya saben que están equivocados.

Eso no pasará. Y es ese legado de dignidad, esa única luz destellante de independencia que brilla en un faro plantado en una isla del Caribe, como ejemplo para el mundo de lo que pueden hacer un pueblo y una dirigencia revolucionaria juntos, lo que dejó Fidel en manos de Raúl y de esos miles y miles que asumieron su lugar de vanguardia como los Fideles.

Desde ahora deberíamos aspirar a ser todos, no importa lo imperfecto que seamos cada uno, Fideles, es decir hombres y mujeres viviendo, luchando, resistiendo, porque de todos y cada uno de nosotros depende el futuro independiente o las sombras brutales de una recolonización tardía, pero no menos salvaje. Las palabras son fuentes de vida, pero en algunas voces armas de muerte.

Los Agradecidos, como dice la canción nacida del dolor y las lágrimas de unos jóvenes cubanos que son la esperanza del futuro de nuestra Patria Grande, nos comprometemos a actuar sabiendo que la vida solo es viva cuando se lucha por la justicia y la paz, inspirados en el amor. Y por eso te decimos como dicen que dijo el Che, hasta pronto en la victoria, querido "profeta ardiente de las auroras" que vendrá.

Donald Trump y su laberinto

El HERALDO CUBANO 23 de diciembre del 2016 CUBA

Arthur González*

No son pocos los que piensan que Donald Trump, por ser un hombre enteramente dedicado a los negocios, pudiera tener un pensamiento más objetivo respecto a lo inoperante que ha resultado para Estados Unidos su política hacia Cuba, pero en la actualidad nadie se atreve a predecir cuáles serán sus pasos una vez asentado en la Casa Blanca.

Durante su campaña por la candidatura presidencial, el tema cubano no fue centro de sus discursos, realmente no sintió la necesidad de obtener el apoyo político y menos financiero, de la mafia terrorista anticubana asentada en la Florida, convencido de que ya no tiene el poder que ostentó durante décadas, se han desgastado en luchas intestinas y la vida demostró que no pudieron ganar una sola batalla contra la Revolución.

Vinculada desde siempre a acciones terroristas como agentes al servicio de la CIA, esa mafia resulta una macha en el expediente que Estados Unidos pretende llevar en su supuesta lucha contra el terrorismo internacional, pues las pruebas de sus actos son elevadas, como fueron las presiones para obtener el refugio en Miami del asesino Luis Posada Carriles y de otros con delitos similares.

Sin embargo, contra todos los pronósticos Trump antes de las elecciones, hizo una breve visita al local de la fracasada brigada mercenaria que invadió Cuba por las arenas de Bahía de Cochinos, y les prometió su apoyo, al parecer desconociendo la vergonzosa historia de esos que se rindieron incondicionalmente ante el pueblo uniformado, a solo 66 horas de iniciar su agresión a la isla, lloraban ante el temor de ser fusilados y muchos justificaron su participación asegurando que “solo eran cocineros”.

Las contradicciones del nuevo Presidente ya se ponen de manifiesto, pues por una parte reitera: “no elijo ministros pobres porque quiero gente que haya hecho fortunas”; le envía mensajes a Viet Nam con sus deseos de fortalecer las relaciones con ese país que los derrotó en la guerra, dándole una lección de resistencia y unidad; y por la otra hace declaraciones agresivas hacia Cuba, amenazando con deshacer las relaciones diplomáticas y los pocos acuerdos que ejecutó la administración de Barack Obama.

Los hombres de negocios ven oportunidades y fortalezas en las relaciones con aquellas partes que pueden reportarles buenas ganancias, entonces, ¿cuáles son las razones que tiene Trump para no tomar en cuenta a un vecino tan cercano y abierto a las inversiones foráneas como Cuba? Si realmente Trump está nombrando a ministros multimillonarios, entre ellos al menos hay seis personas indudablemente ricas que sumadas sus fortunas superan los 14 mil millones de dólares, no resulta lógico que el magnate inmobiliario no se dé cuenta de las posibilidades que tiene de invertir a solo 90 millas al sur y deje a un lado a los verdaderos fracasados del enfrentamiento con Cuba en los últimos 60 años.

Otra de las incoherencias del nuevo Presidente es la incorporación de varios estadounidenses con ancestros cubanos, algunos de ellos con posiciones reacias al mejoramiento de relaciones con la Isla, quizás marcados por la amargura traslada desde su niñez de padres y abuelos, muchos vinculados con la dictadura de Fulgencio Batista, u otros enviados sin acompañantes a Estados Unidos bajo la cruel y despiadada Operación Peter Pan, diseñada por la CIA con total apoyo de la Iglesia Católica.

Los asesores de Trump tienen el deber de alertarlo de que, en los Estados Unidos más del 50% de los estadounidenses de origen cubano votaron en su contra, y a favor de la candidata demócrata Hillary Clinton, superando los datos históricos.

En Miami y otras ciudades de la Florida, Trump perdió todos los distritos con alta concentración de electores de origen cubano de extrema derecha, mientras el lobby anticubano en el Congreso tampoco le daba su apoyo.

Un aspecto que los asesores del Presidente no pueden pasar por alto, es la actual composición de los residentes de origen cubano en los Estados Unidos, donde la masa de jóvenes emigrantes por motivos económicos son mayoría y el reducto de testaferros del dictador Batista y los burgueses, son cada vez menos y más viejos.

De ahí que las actuales encuestas indican que el 55% de los estadounidenses de origen cubano son favorables a las relaciones con Cuba, sumado al 73% de los ciudadanos norteamericanos que piensan lo mismo.

Si Donald Trump pretende establecer una alianza con la extrema derecha anticubana y su cultura de odio intransigente, transitará por el mismo laberinto obteniendo el mismo resultado de los últimos 58 años, el fracaso, mientras el pueblo cubano seguirá unido y con muchas reservas de resistencia para enfrentar con firmeza algo a lo que están acostumbrados, las agresiones imperialistas.

En momentos como estos bien vale recordar lo dicho por José Martí: La patria se levanta sobre los hombros unidos de todos sus hijos.

  • Analista político cubano

EEUU y sus cuentos de camino

CUBAINFORMACIÓN 16 de diciembre del 2016 EEUU

Lázaro Fariñas*


Desde su independencia de Inglaterra en el siglo XVIII, los Estados Unidos le han metido un cuento al resto del mundo que algunos se lo han creído y otros no. El cuento estadounidense es que en este país impera la democracia y que el presidente de la nación es elegido por la mayoría de los ciudadanos.

Ese cuento es sencillamente una gran mentira, como también lo es que los derechos humanos de todos los que aquí residen están garantizados y que en los Estados Unidos se respetan todos los derechos descritos en la Carta Universal de los Derechos Humanos de la Naciones Unidas. Esas dos mentiras han sido repetidas tantas veces que hasta muchos críticos de este país las aceptan como verdades axiomáticas.

Cuando en los Estados Unidos se llevan a cabo las elecciones para elegir al presidente, no necesariamente es el que mayor número de votos consiga el que es nombrado. La suma de todos los votos de los votantes estadounidenses que acuden a las urnas no es la que decide quién es el triunfador, quien lo decide es un colegio electoral compuesto por electores no elegidos por el pueblo. Así lo define el Artículo II, Sección 1 de la Constitución.

Supuestamente, se trataba de prevenir darle todo el poder al pueblo y restarle fuerza al poder ejecutivo. Es más, hasta el 1828, es decir, décadas después de la Declaración de Independencia, el Presidente era elegido por una élite política, sin ninguna participación popular. En realidad, en este país no hay una elección presidencial, sino 50 elecciones presidenciales. Como existe un sistema federalista, cada estado tiene su departamento de elecciones y cada cual tiene sus propias regulaciones.

Se puede afirmar que el voto popular sí cuenta en las elecciones municipales. condales o estatales, ya que el voto es directo y el candidato que mayor número de votos saque es el elegido. Es verdad que en muchas de esas elecciones existen algunas irregularidades, pero a pesar de esas irregularidades los votos cuentan.

El gobernador de un estado en este país es el candidato que más votos democráticamente sacó. Sin embargo, no es así con el Presidente del país. En estas últimas elecciones, por ejemplo, la candidata demócrata le llevaba una ventaja de casi tres millones de votos al candidato republicano y cerca de 3 puntos porcentuales, sin embargo, será el republicano el que tome posesión del cargo el mes que viene.

¿Cómo se puede llamar democrático un proceso electoral en el cual el que más votos saque se vaya para su casa, mientras el que menos saque se instale en la presidencia del país más poderoso del planeta? Y es precisamente este país el que tiene la manía de constantemente inmiscuirse en los procesos electorales de otros países.

En cuanto a los derechos humanos, algo similar sucede. Los Estados Unidos critica con regularidad a otros países del mundo por violaciones de los derechos humanos, sin embargo, los departamentos de policía de toda la nación violan y vuelve a violar los derechos de las minorías sin importarle lo que se diga de ellos. Si alguien les pregunta a los funcionarios federales por esas violaciones, se limitan a contestar que esos son casos locales y no una política nacional.

No pasa un día en que algún agente policial no balee a un ciudadano de la raza negra en plena calle. Cuando ha habido manifestaciones populares como las ocurridas en Nueva York y San Francisco, los agentes policiales han sido bien generosos regando gas pimienta, gases lacrimógenos y palos por las cabezas de los manifestantes. Cuando los ciudadanos negros han salido a las calles a protestar por las violaciones de sus derechos, han sido apaleados por las llamadas fuerzas del orden, afirmando que crean el desorden público.

Han sido numerosos los casos de torturas físicas llevadas a cabo por la Agencia Central de Inteligencia y por los militares en Afganistán e Irak.

La Base Naval de Guantánamo, convertida en prisión, ha sido un tenebroso lugar donde han sido torturados cientos de prisioneros sin la más mínima misericordia. Miles y miles de civiles indefensos fueron asesinados por los bombardeos a las ciudades de Afganistán e Irak.

¿Donde están los que dicen que los Estados Unidos es el país más respetuoso de la Carta Universal de los Derechos Humanos?

Decía Goebbels que, si una mentira se repetía una y otra vez, se volvía verdad. Únicamente por eso es que los Estados Unidos es el país más democrático del mundo y el que más respeta los Derechos Humanos.

¿Alguien se cree ese cuento?

  • Periodista cubano residente en Miami

Estados Unidos se olvida de Siria

EL PAÍS 17 de diciembre del 2016 ESPAÑA

Pablo Pardo*

Estados Unidos ha tirado la toalla en Siria. La conquista de Alepo por las fuerzas de Bashar Asad lo ha puesto de manifiesto. El Gobierno de Barack Obama se ha limitado a quejarse. Pero no ha hecho nada en la práctica. No ha presionado a Siria, Irán, o Rusia, a pesar de que, con Teherán, tiene ahora, teóricamente, más mecanismos de influencia tras la firma del tratado nuclear en el 2015.

De hecho, el domingo pasado, la empresa aeronáutica Boeing anunció la venta de 80 aviones a Irán por 16 mil 600 millones de dólares (15 mil 865 millones de euros). Ese mismo día, el secretario de Defensa, Ashton Carter, anunciaba el envío de 200 soldados de las Fuerzas Especiales a Siria. Pero no a Alepo, sino a combatir al Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés). En total, EEUU tendrá pronto 500 militares en el país, que no colaboran con Assad, sino con grupos de la oposición a éste, pero que combaten al IS, no al Gobierno de Damasco.

En unos EEUU obsesionados por la transición del poder de Obama a Trump, la batalla de Alepo ha pasado inadvertida para la opinión pública. Y el Gobierno se ha limitado a quejarse. El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, en una teatral intervención, ha declarado que "lo que estamos viendo en Alepo no es ni más ni menos que una masacre", mientras que la embajadora de ese país en la ONU ha preguntado al Gobierno de Siria y a los de sus aliados, Rusia e Irán: "¿Son ustedes incapaces de sentir vergüenza?" Al margen de eso, nada. Es, de hecho, la continuación de la línea política marcada en septiembre, cuando el Gobierno sirio inició la reconquista de Alepo: solo acciones diplomáticas, lo que es, en el caso de la guerra civil siria, el equivalente a no hacer nada.

La política de Obama es similar a la de la primera ministra británica, Theresa May, y el presidente francés, François Hollande. Pero en el caso de Washington hay una diferencia clara: Estados Unidos es el único país con capacidad económica, diplomática, y militar para forzar un cambio de la situación sobre el terreno en Siria. Lo que falta es voluntad política. EEUU, como sus aliados de la OTAN, no se planteó nunca abrir un corredor humanitario en Alepo, ni tan siquiera lanzar ayuda desde aviones.

De hecho, ha sido Francia, no EEUU, quien ha convocado una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU para que ese organismo envíe observadores internacionales a Alepo, y ha sido el Parlamento de Londres el que ha celebrado una sesión extraordinaria por la crisis humanitaria de la que hasta ahora había sido la mayor ciudad de Siria. EEUU es el único país que tiene capacidad militar o económica para cambiar las realidades sobe el terreno en Siria, y ha decidido no hacer nada.

De hecho, entre los argumentos empleados por Washington para no usar la fuerza en Alepo ha sido la exquisita voluntad de evitar problemas con la Fuerza Aérea Rusa, que ha bombardeado la ciudad en apoyo de las fuerzas de Asad. Otro, simplemente, ha sido la presunta ausencia de aliados fiables sobre el terreno. Según el Gobierno de Obama, la inmensa mayoría de las guerrillas que han resistido en la ciudad eran fundamentalistas cercanos o directamente parte de Al Qaeda y del IS.

EEUU NUNCA HA TENIDO UN PLAN PARA SIRIA

Es, en el fondo, la constatación de que Estados Unidos nunca ha tenido un plan claro para la guerra civil siria, con lo que siempre ha tenido que elegir entre dos opciones igualmente malas. La política favorecida por los 'duros', como Hillary Clinton y los 'neoconservadores' -los republicanos que apoyaron la invasión de Irak- era bombardear primero, al menos, ayudar masivamente a los rebeldes presuntamente 'moderados' - y ver qué pasaba después. Eso trae a la memoria Irak y Libia, dos países que se han desintegrado después de que EEUU y la OTAN intervinieran en ellos.

Como siempre dice el director de la revista Foreign Affairs, Gideon Rose, "todavía no he encontrado un argumento que me convenza de por qué una mayor implicación de EEUU en Siria mejoraría la situación en ese país".

Pero lo que ha sucedido en Alepo puede ser un anticipo de lo que va a pasar dentro de cinco semanas, cuando Donald Trump asuma el poder. El presidente electo ya ha declaró la semana pasada que, cuando él se mude a la Casa Blanca, "vamos a dejar de derribar regímenes y Gobiernos", porque "nuestro objetivo es la estabilidad, no el caos".

En el caso de Siria, eso implica colaborar con Rusia para sostener a Asad, mientras EEUU continúa la guerra contra el IS. Claro que eso plantea un problema en el largo plazo: ¿qué va a suceder si el Gobierno sirio sigue ganando terreno y llega a entrar en contacto con los kurdos y los grupos con los que colaboran los soldados estadounidenses?

El pasado verano, EEUU ya bombardeó -oficialmente "por error- a una unidad siria que estaba cerca de sus Fuerzas Especiales y de los rebeldes kurdos. Si Asad sigue avanzando, en algún momento Donald Trump tendrá que decidir si empieza a colaborar con ese régimen al que EEUU amenazó con bombardear y al que al final ha acabado dejar ganar la guerra civil siria.

  • Analista político