Portal:Panorama Mundial/DE LA PRENSA/2023-01-30
30 de enero
El acuerdo con Trump y la caída en desgracia del jefe del Gobierno español han aumentado la atención sobre el conflicto del Sáhara Occidental. (JW)
Jörg Tiedjen* Tesh Sidi es ingeniero y fundador del sitio web "Saharauis hoy". Acaba de lanzar una página web sobre el Sáhara Occidental. ¿De qué se trata? El objetivo es integrar las numerosas iniciativas que existen sobre el Sáhara Occidental. Hace dos años viajé a los campamentos de refugiados saharauis y conocí allí a tantos jóvenes sin trabajo, sin esperanza. Yo mismo pude estudiar en España para ser ingeniero. Pensé que tenía que devolver algo a los jóvenes. En mi opinión, el movimiento de solidaridad está muy desorganizado, al menos en España. En todas partes ocurren los mismos acontecimientos de siempre, pero no avanzamos. LA JORNADA 24 de enero del 2023 MÉXICO Hay un dicho saharaui que dice: no puedes mentir a los demás, pero puedes mentirte a ti mismo. Los saharauis se engañan a sí mismos cuando dicen que las cosas van bien, que todo está bien organizado. No, no lo es. Qué es exactamente lo que falla: la comunicación. Es algo en lo que no estamos bien organizados, de ahí el proyecto de esta plataforma. Marruecos gasta mucho en relaciones públicas y tiene un gran grupo de presión. ¿Cómo se puede competir con eso? Sí, tienen dinero y recursos, ambos saqueados, sobre todo en el Sáhara Occidental, y con eso se permiten un grupo de presión. Pero no se les quiere en ninguna parte. Lo que necesitamos es democracia y libertad de expresión. Pero ni lo uno ni lo otro existe en Marruecos, y esto se sabe en todo el mundo. Incluso los grupos de presión del pueblo marroquí saben que no se puede creer en la monarquía. Marruecos tampoco dirige su propaganda a los jóvenes, sino principalmente en árabe a la comunidad musulmana. Por cierto, aquí es donde entra en juego otro factor, que es la islamofobia. El fascismo se extiende por Europa. Por desgracia, nosotros, como saharauis, también tenemos que luchar contra ello. Pero hay un avance positivo en la cuestión de Palestina. Ahora mismo hay una gran ola de solidaridad con el Sáhara Occidental. Hasta hace poco era diferente, después de todo, los palestinos pensaban que contaban con el apoyo de Marruecos, pero desde que el rey se alió con Israel, tienen dudas. ¿Quizás fue un error que Rabat aceptara el acuerdo de Donald Trump de "normalización de relaciones con Israel" a cambio del "reconocimiento de la ocupación del Sáhara Occidental"? Él reúne a ambos en una sola relación. Así es más fácil. Hay muchas conexiones entre palestinos y saharauis. Tenemos una bandera similar, el mismo idioma, ambos estamos en una lucha de liberación, los recursos están siendo saqueados en ambos países. Así pues, no todas las noticias que parecen malas acaban siéndolo. Es mejor cuando la gente habla de ti. Hay muchos ojos puestos en el Sáhara Occidental ahora mismo debido al acuerdo con Trump. Los estudiantes de política vienen y nos preguntan a qué se debe el conflicto. Creen que es una reliquia de la Guerra Fría. O tomemos, por ejemplo, las violaciones de los derechos humanos en la frontera hispano-marroquí. Tenemos que informar de todo al respecto y al final decir: "Esa es tu responsabilidad como ciudadano, ¡porque tú votaste así!". Sacaremos a la luz todos los delitos de los socialistas españoles. Sólo somos 15.000 saharauis, pero podemos cambiar muchas cosas. ¿Qué opina de la claudicación de Pedro Sánchez? Fue un error de Marruecos, y fue un error del Partido Socialista. Lo que olvidaron es la abrumadora solidaridad de la sociedad española con los saharauis. Siempre digo que no sólo tengo mis padres biológicos, sino también españoles, porque vine a España de niño con el programa "Vacaciones en paz". Este programa, que ayuda a decenas de miles de niños saharauis a venir a España cada verano, es una medida inteligente del Frente de Liberación del Polisario, es una forma de implicar a la sociedad en la lucha. Todo el mundo dijo inmediatamente, al enterarse del cambio de rumbo de Sánchez en la cuestión del Sáhara Occidental y su reconocimiento de la ocupación: "¡Tiene que ser una broma!". Esto nos ha dado mucho ánimo en el último año.
- Director General de Innovecs GmbH. Área metropolitana de Hamburgo.
Perú, movimiento popular destituyente (La Jornada)
Luis Hernández Navarro* El sur de Perú arde. Coléricos por la usurpación de la voluntad popular y la represión gubernamental, manifestantes incendiaron bancos en Yunguyo, departamento de Puno. Lo mismo hicieron en la comisaría de policía de Triunfo, Arequipa. En el campamento de la empresa Antapaccay, en Cuzco, la población saqueó bienes de la empresa e incendió instalaciones. También la lumbre ha quemado canales de televisión y residencias de políticos en otras ciudades. La lista de las protestas documentadas es interminable. La mayoría son pacíficas, lo que no evita que la violencia policiaca se cebe en su contra. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, el 22 de enero fueron bloqueados 78 puntos, en 23 provincias. (shorturl.at/nACDR). Entre otras acciones, se han llevado a cabo tomas de aeropuertos, piquetes carreteros, de puentes y de redes ferroviarias; intentos por ocupar el cuartel en el distrito de Llave. Según las autoridades, se han producido 14 ataques contra sedes judiciales y siete incendios de sus edificios, así como, 34 protestas contra comisarías, cuatro de las cuales fueron convertidas en hogueras. Y, por supuesto, la multitudinaria ocupación de Lima. La ira popular se desborda en múltiples regiones. Congresistas, como la fujimorista Tania Tajamarca, son expulsados a pedradas al regresar a sus demarcaciones. Pero el enojo ciudadano no distingue partidos políticos. ¿Está contenta con los resultados, señora Susel? ¿Qué se siente irse todos los días a dormir con 52 muertos?, reclamó una mujer a la parlamentaria Susel Paredes, activista LGTB. Las piras no han sido prendidas por pequeños grupos radicales. Son, junto con los bloqueos de las vías de comunicación, los choques con la policía y la toma de oficinas públicas, obra de la sublevación popular en curso. Se trata de una moderna Fuente Ovejuna que crece más allá de partidos, alimentada por rondas campesinas, grupos populares que tienen el territorio como identidad, pequeños comerciantes, maestros, comunidades indígenas, transportistas, gremios y grupos estudiantiles. Es el retorno de Las Cuatro Regiones Juntas (el Tawantinsuyo, en quechua). El heterogéneo y diverso movimiento popular que se desplaza por el país como el magma de un volcán no reivindica demandas particulares. Los protagonistas han hecho a un lado sus planteamientos específicos. Son, de entrada, un poder destituyente del viejo régimen político, que exige la renuncia del gobierno usurpador de facto, de su presidenta Dina Boluarte y del Congreso. Sin formularlo así, sostiene una especie de ¡que se vayan todos! Reclama nuevas elecciones y un refrendo sobre una Constituyente, además de la liberación de Pedro Castillo. El más reciente sondeo del Instituto de Estudios Peruanos indica que 69 por ciento de los consultados está de acuerdo en convocar a una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución. En un país estructuralmente racista y clasista, como Perú, con la oligarquía limeña enseñoreada con las provincias, un enorme ejército de trabajadores precarios, la subrogación sistemática de obras y servicios y la persecución política endémica de los luchadores sociales, la revuelta popular en curso se alimenta también de viejos agravios, que hoy emergen a flor de piel. Alimentada por la ira y el resentimiento social, es un movimiento por la dignidad, formulado en clave política. El Estado peruano, ha escrito Héctor Béjar, una de las grades referencias intelectuales ético-políticas de esa nación, es un barco lleno de agujeros, que navega sin brújula y sin capitán. Los capitanes son fugaces. Llegan pensando qué se van a llevar. Es un Estado en situación de discapacidad, en el que no puede hacer nada, porque todo tiene que ser contratado con empresas privadas (https://rb.gy/bzkmer). Un Estado, que es una potencia en la producción de cobre y que, sin embargo, no ha podido evitar que 41 grandes contratos mineros estén paralizados por la resistencia de las comunidades, ni tiene la fuerza para comenzar a renegociar los pactos firmados por Fujimori que terminan este 2023. El movimiento tiene fecha de arranque (7 de diciembre), pero no se avizora su final. Sorprende su permanencia, a pesar de la salvaje represión del gobierno de facto cívico-militar, que ha declarado la suspensión de las garantías constitucionales y asesinado a más de 60 personas; su avance por oleadas; su inteligencia para replegarse en las fiestas navideñas y rebrotar con más vigor y capacidad de convocatoria al terminar éstas; su potencia para reditar una nueva Marcha de los Cuatro Suyos, similar a la que en 2000 marcó el inicio del fin de la dictadura de Fujimori, mientras controla el sur del país; las redes de solidaridad que lo alimentan, hospedan, abastecen de agua, transportan, curan y protegen. Con sus propias especificidades, la sublevación destituyente peruana se suma al ciclo de movilizaciones populares desde abajo que se han sacudido en los últimos años a Ecuador, Chile, Colombia y Bolivia. Como lo muestran estas experiencias sudamericanas, su desenlace es incierto. La historia no avanza en línea recta. El gran capital minero trasnacional demanda estabilidad y garantías para sus inversiones y hará valer todos sus recursos e influencias para mantenerlos. Aunque la decisión de reprimir la insubordinación popular tiene amplio consenso en la derecha peruana, el gobierno usurpador de Boluarte es inviable a mediano plazo. Sin embargo, la magnitud de la magnitud de la violencia contra los sublevados puede ahogar a sangre y fuego, en el corto plazo, este empuje destituyente del Perú de abajo. El pueblo peruano se ha convertido en sujeto de su propio destino. ¡Toda la solidaridad a su epopeya!
- Periodista mexicano