Raza Aviar Jangmigye
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El Jangmigye. Peculiar raza de aves de cola larga originaria de la Confederación de pequeños estados de Mahan de la antigua Corea (Corea del Norte moderna). En algunas regiones de Corea es conocido como Ginkkori-Dak. En la actualidad la raza se cría principalmente con fines ornamentales. Aunque, sus números aún siguen siendo bajos.
Origen
Se dice que un rey de Corea propagó por primera vez esta extraña ave hace tres siglos cruzando un faisán con un ave salvaje. Después de obtener la cepa deseada, el rey colocó una gran recompensa sobre las cabezas de estas hermosas aves y la raza se extinguió. Esto permitió al rey ser el único poseedor exclusivo de las aves de cola larga, y durante generaciones ha sido un pasatiempo real cuidarlos y acariciarlos.
Japón y Corea tienen un gran respeto y admiración por las aves de cola larga. Y los han llevado a su maravilloso estado de perfección actual por más de mil años de cuidadosa crianza y mejora.
Los criadores de la raza Jangmigye tienen el registro de un ave cuya cola alcanzó la longitud de veinte pies, con algunos centímetros por encima en buena medida. Estas colas son casi siempre magníficas, brillando en ricos bronces y carmesí y oro; y los criadores los mantienen envueltos en un fino papel de arroz para protegerlos, de modo que no queden magullados ni borroneados.
Características
El Jangmigye tiene muchas similitudes a la raza alemana Fénix, que se desarrolló a partir de colas largas japonesas. Los Jangmigye tienen una cresta simple de color rojo. Los lóbulos de las orejas pueden describirse como una combinación de rojo y blanco. Sus patas son de color gris oscuro o plomo. Tienen ojos de color marrón rojizo y el color de su piel es amarillo.
Variedades de la raza
El Jangmigye es una raza hermosa que aparece en una variedad de peine único con plumaje Negro, pecho Negro o Blanco. Su plumaje es extremadamente hermoso, pero lo que los hace maravillosas es el hecho de que sus colas son inmensas.
Cuidados especiales
A medida que se desarrollan las plumas de las aves, sus cuidadores colocan sus colas en altas perchas, que se levantan continuamente a medida que la cola crece, de modo que nunca toque el suelo. Es bastante duro para estas hermosas aves, y ejemplifica nuevamente el viejo proverbio asiático de que no hay un gran logro sin los dolores correspondientes.
