Santa María de Bugedo

Santa María de Bugedo
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MonasterioStMariaBujedo.jpg
UbicaciónSanta Cruz de Juarros
Arquitectura
Estilo arquitectónicoGótico

Santa María de Bugedo, fundado alrededor del año 1178, fecha en que llegaron los primeros monjes. Sus promotores fueron Gonzalo de Marañón, personaje de la corte de Alfonso VIII, y su esposa Mayor García de Aza tras protagonizar un primer intento en 1159 en el que tenía que intervenir la abadía de Gimont (Gers) y que fracasó.

Situación

El monasterio de Santa María de Bujedo está situado en el término de Ibeas de Juarros, al sudeste de la ciudad de Burgos.

Historia

Los orígenes del monasterio de Santa María la Real de Bujedo son bastante difusos en cuanto a documentación se refiere, razón por la cual se han barajado tradicionalmente los años de 1159 y 1172 como posibles fechas de su fundación, sin que exista una documentación sólida que lo contraste.

Sea como fuera, lo que sí parece claro es que las principales personalidades que promovieron la fundación de un monasterio en Bujedo fueron Don Gonzalo de Marañón, Alférez del Rey Alfonso VIII de Castilla y figura de notable relevancia en la corte castellana de la época, y su esposa Doña Mayor García de Haza, quiénes, a mediados del siglo XII, donarían el lugar de Bujedo al monasterio cisterciense francés de Gimont.

La primera mención documental que de manera inequívoca da fe de la existencia del cenobio de Bujedo hay que remontarla al año 1182, momento en el cual la citada Doña Mayor García, bajo el auspicio de Bujedo, funda una comunidad monacal femenina en la villa de Haza.

Pese que a lo largo de la Edad Media constan algunas donaciones reales, especialmente de la Reina Urraca, lo cierto es que la de Bujedo fue siempre una comunidad modesta, contando con pequeñas heredades en el propio Alfoz de Juarros y en torno a Aranda de Duero y Haza, solar de su fundadora y protectora Doña Mayor García.

La iglesia

La iglesia monacal, respetuosa prácticamente al cien por cien tanto en lo arquitectónico como en lo escultórico con los ideales de rigor y austeridad que preconizaba la Orden del Císter, se estructura en una única y profunda nave de seis tramos que desemboca en un crucero marcado tanto en alzado como en planta que, a su vez, da paso a una tripe cabecera compuesta por un ábside central de planta semicircular y dos absidiolas laterales cuadrangulares de testero plano; una morfología prácticamente idéntica al también cisterciense monasterio de Santa María de Valdeiglesias, en la Comunidad de Madrid.

El templo, comenzado en sus cuerpos bajos siguiendo los cánones arquitectónicos del románico, fue rematado, aproximadamente a mediados del siglo XIII, por un segundo taller ya perfectamente dominador de las formulaciones arquitectónicas góticas; de ahí que los arcos fajones acusen un marcado apuntamiento y las bóvedas presenten diferentes modelos de crucería nervada.

El claustro y dependencias anejas

El claustro original, hoy prácticamente perdido, se acomodaba al costado sur de la iglesia. Durante la Edad Moderna fue objeto de una profunda reforma que afectó a sus pandas occidental y meridional, a las cuales, además, le fueron añadidas un segundo piso. Las crujías oriental y norte, sin embargo, perdieron sus arquerías, conservándose tan sólo una serie de dependencias monacales en las que a continuación nos detendremos.

El acceso de la iglesia al claustro se realiza a través de la llamada "puerta de monjes", ubicada en el brazo sur del transepto y que pertenecería a la primera fase constructiva del conjunto. Presenta un sencillo arco de medio punto y dos arquivoltas lisas abrazadas por un guardapolvo decorativo a base de arquillos y formas geométricas. Descansan las arcadas en dos pares de columnas cilíndricas acodilladas rematadas por capiteles lisos.

En el sector meridional del claustro se ubican las únicas dependencias monacales llegadas a nuestros días: un espacio rectangular con bóveda de cañón corrida utilizado como sacristía, una sala capitular, un habitáculo también rectangular del que partirían las escaleras hacia las celdas de los monjes, y una última estancia identificada como la sala del prior o el locutorio.

Galería

Fuentes