Sierra Cebollera

Sierra Cebollera
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Localización
País(es)Bandera de España España

Sierra Cebollera. En una región como La Rioja, dominada al norte por el extenso y fértil valle del Ebro, la existencia del Sistema Ibérico -al sur de la región- con montañas que sobrepasan los 2.000 metros de altitud supone un cambio significativo en el paisaje. Conforme ascendemos, las formas de relieve se hacen más verticales, las condiciones climáticas cambian al aumentar la pluvimetría y bajar las temperaturas medias. El paisaje es cada vez más verde.

Características

La alta montaña ibérica configura un ecosistema singular. La flora y la fauna están especializadas para soportar condiciones ambientales adversas, frío, hielo y fuertes vientos. Las formaciones propias de estas cumbres son las praderas hidroturbosas, los pastizales de alta montaña y las asociaciones de matorrales de altura, achaparrados por los vientos dominantes y el peso de la nieve. En las zonas más altas es posible encontrar relieves de origen glaciar. La Sierra de Cebollera es uno de los mejores ejemplos de estas morfologías dentro del contexto del Sistema Ibérico.

Cebollera es un conjunto de sierras de contornos redondeados. Sus densos bosques alternan con claros en las zonas más elevadas para dejar espacio a los pastos y matorrales de montaña. En otoño, el mosaico de frondosas que inunda sus laderas se exhibe en todo su esplendor. Toda una gama de colores cálidos, del amarillo al ocre y al rojo, revelan la diversidad camuflada por el verdor de la primavera y el verano: hayas, rebollos, abedules, robles atlánticos, arces, serbales, mostajos, olmos de montaña, álamos temblones, fresnos, sobre el fondo verde cerrado, intenso e invariable de las coníferas.

El bosque acoge bajo su protección una fauna diversa, compuesta por una mezcla de especies de corte mediterráneo con otras de vocación atlántica o centroeuropea que configuran el verdadero valor ambiental de la zona. De lo general a lo particular. Conocer y valorar los aspectos más interesantes del relieve glaciar, la vegetación y la fauna es imprescindible a la hora de comprender el Parque Natural. Y, probablemente, también para disfrutarlo plenamente.

Flora

La Sierra de Cebollera ocupa un ámbito reducido, 236,4 Km2, en el que, sin embargo, destaca la variedad de comunidades forestales presentes: encinar montano, rebollar, hayedo, robledal atlántico, pinar silvestre, etc. Además de la importancia que revela la diversidad de especies existente, algunas de ellas, como el pino negro, encuentran en Cebollera su único enclave en el Sistema Ibérico Septentrional.

Destacan por su implantación dominante tres tipos de comunidades vegetales: los bosques de frondosas, los bosques de coníferas y las comunidades de alta montaña; cada una de las cuales ejerce su hegemonía en una banda latitudinal diferente según las exigencias térmicas y de humedad de cada especie.

Pero estas comunidades no son las únicas. Formando manchas de extensión variable, desde pequeños bosquetes a bosques de cierta consideración, existen otras formaciones singulares: abedulares, robledales atlánticos, encinares montanos, acebedas, y otras especies de interés como son los tilos, arces, serbales, mostajos, olmos de montaña, fresnos.

Por encima de la vegetación arbórea conviven formaciones de matorrales y pastizales de alta montaña, entre los que se diferencian enhébrales rastreros, biercolares, brézales de montaña ibérica, cervunales, turberas...y comunidades de carácter rupícola asentadas en cortados y canchales.

La conservación de tal variedad de vegetación ha sido posible, en parte, gracias a las dificultades de acceso impuestas por el terreno de la mayor parte del territorio, y supone el mantenimiento de una biodiversidad única en todo el ámbito de la Comunidad Autónoma de La Rioja.

Fauna

De igual forma que el relieve condiciona el tipo de vegetación, relieve y vegetación son factores fundamentales que determinan el tipo de fauna que habita un territorio concreto. La fauna depende de ambos para encontrar refugio, alimento, sus lugares de reproducción...todo cuanto necesita para sobrevivir. Por ello, las especies más características de la Sierra de Cebollera son las ligadas al bosque y a la alta montaña ibérica, unidades paisajísticas que dominan ampliamente el territorio del Parque Natural.

La catalogación de la Sierra como ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) se debe fundamentalmente a la existencia de aves forestales ligadas al bosque y de poblaciones significativas de perdiz pardilla. Pero, más allá, la excepcionalidad del paisaje se corresponde directamente y es causa de la singularidad de la fauna de Sierra de Cebollera en el ámbito de La Rioja. La existencia de la alta montaña implica la presencia de especies que no aparecen en el resto de la Comunidad ni en la mayor parte de la Península ibérica.

Esto sucede porque zonas de montaña como la Sierra de Cebollera adquieren un valor ecológico especial al convertirse en "islas euro siberianas" en un entorno mediterráneo más seco (el Valle del Ebro y la Meseta pertenecen a este tipo). Y no es un hecho que sólo incumba a las aves, junto a la perdiz pardilla se encuentran en Cebollera otros vertebrados -también invertebrados - como el tritón palmeado entre los anfibios, la víbora áspid y el lagarto verde entre los reptiles, el lirón gris o el topillo rojo entre los mamíferos, cuyas áreas de distribución europea no se extienden más al sur de estas sierras.

Otra de las características especiales para la fauna de la Sierra de Cebollera es su estratégica posición geográfica en las corrientes migratorias de las aves europeas, en paso hacia el sur durante el otoño y hacia el norte en primavera. Por sus collados pasan numerosas especies, entre las que destaca por ser quizá la más conocida, la paloma torcaz.

Ecosistemas en la Sierra de Cebollera

Alta montaña

Alta montaña es sinónimo de rigor, de dureza. Los vientos son habituales y soplan con fuerza; la diferencia de temperaturas entre el día y la noche se extrema, al igual que los cambios de estación que pueden pasar, con cortos intervalos, del sol abundante y fuerte del verano a la presencia constante de hielos y nieve en el invierno. Y la radiación ultravioleta, excesiva para la vida de muchas especies tanto vegetales como animales.

Es necesario un alto nivel de adaptación para sobrevivir en un medio tan extremo. Factores tan rigurosos en el clima condicionan mucho la vida, obligando a vegetación y fauna a reunir unas cualidades muy específicas, casi podríamos pensar en un diseño calculado que les permite desarrollarse sacando provecho de las condiciones adversas.

Existen dos niveles o cinturones de vegetación, claramente diferenciales a medida que pasamos de las zonas más elevadas a las de menor altura, colindantes ya con los primeros bosques.

En las zonas más altas las condiciones climáticas son tan extremas que tan sólo sobreviven algunas especies de pastos herbáceos muy duros y resecos. No hay vestigios de plantas leñosas; tan sólo céspedes y líquenes.

Por debajo de la línea de cumbres, en el espacio comprendido entre los pastizales de alta montaña y los primeros bosques de silvestre, aparece una banda de matorrales achaparrados conformando la corona más elevada de plantas leñosas. Básicamente, brecina (Calluna vulgaris) y enebro rastrero (Juniperus nana) se reparten esta franja del terreno. Cuando los suelos son profundos y húmedos aparecen los cervunales (Nardus stricta), pastos de talla media densos y siempre verdes, de gran importancia para la ganadería, en otra época trashumante.

En un ambiente tan desolado, con ocho meses de frío intenso y escaso alimento habitan pocas especies animales; pero las que hay son singulares, especialistas de la alta montaña, de gran importancia por su escasez en La Rioja y, también en el ámbito peninsular, como es el caso de la perdiz pardilla (Perdix perdix), el pechiazul (Luscinia svecica), el acentor alpino (Prunella collaris) o el topillo nival (Chionomys nivalis).

El pasado glaciar de estas alturas es reconocible por los circos. Hoy aparecen como pequeñas hoyas en cuyo pie se instala un fondo semiplano que, en ausencia de nieve, queda encharcado gran parte del año. A su alrededor aparecen turberas subalpinas y prados húmedos turbosos con pequeñas plantas insectívoras como el atrapamoscas (Drosera rotundifolia) y la grasilla (Pinguicula vulgaris), juncos atlánticos (Juncus squarrosus) y brezos de turbera (Erica tetralix). Los hoyos son también excelentes zonas de cría para los anfibios y en sus escarpadas laderas de piedra viven lagartijas roqueras.

Relieve glaciar

La altitud de las montañas que forman el Parque Natural de la Sierra de Cebollera permitió que durante los períodos fríos del Cuaternario, las glaciaciones, y especialmente durante el periodo del Würm, quedasen parcialmente cubiertas por glaciares de circo y glaciares de valle. La erosión producida por estos glaciares es aún patente en esta zona, configurando los rasgos más característicos de su paisaje.

Los glaciares son masas de hielo que se desplazan por la superficie terrestre a partir de las zonas de acumulación. Presencia continuada, tiempo y movimiento convierten al hielo en un agente modelador del paisaje que se refleja en la huella -la consecuencia- del glaciar que fue.

Nieves y hielos las cubren de forma permanente durante un invierno prolongado, madrugador y persistente. Pero los glaciares desaparecieron hace tiempo y hoy son las formas que modelaron en el paisaje las que acogen la nieve de temporada, abundante como para aventurar el aspecto que tuvo el fenómeno original, pero destinada a desaparecer en la primavera tardía y permitir la exhibición desnuda de las huellas que fueron dejadas por los hielos permanentes.

Circos, nichos, morenas, valles glaciares... morfología del hielo que encuentra en Cebollera y Urbión uno de sus máximos exponentes dentro del Sistema Ibérico, tanto por su número como por su desarrollo.

Los bosques

Pinares

La Sierra de Cebollera es el único espacio que acoge en sus bosques tres especies de pinos que crecen de forma natural en La Rioja: el pino silvestre (Pinus sylvestris), el pino negro (Pinus uncinata) y el pino negral (Pinus pinaster); circunstancia que reafirma su valor como enclave botánico de singular interés. El pino silvestre ocupa hoy en día grandes extensiones en esta Sierra, habiendo prosperado sobre pastizales y matorrales que en su día sustituyeron a los hayedos y robledales.

Cuando el declive de la trashumancia hizo que disminuyera la presión ganadera, a finales del siglo XIX, empezó el proceso colonizador del pino aprovechando el estado empobrecido del suelo y la ausencia de sombra, condiciones en las que se desarrolla con facilidad y en las que, además, las frondosas que antiguamente ocuparon los territorios son incapaces de crecer. En las zonas más elevadas los bosques se aclaran en pinares abiertos que coexisten con los matorrales de alta montaña.

El pino negro ocupa un área reducida en el Castillo de Vinuesa (Villoslada de Cameros) que es, además, la única cita que se encuentra en todo el Sistema Ibérico Septentrional. En cuanto al pino negral, existen citas de ejemplares y rodales aislados preferentemente en zonas soleadas de media montaña.

El sotobosque de los pinares de Cebollera se acompaña de retamas o escobas (Sarothamnus sp.) de vistosas y melíferas flores amarillas y de enebros (Juniperus communis), con cuyas bayas se aromatiza la ginebra. También crecen los brezos (Erica sp.), con los que se confeccionan las pipas de fumador, la brecina, que ofrece sus frutos a los animales silvestres ramoneadores; y el acebo (Ilex aquifolium), que cumple la doble y vital función de alimento y refugio de muchas especies animales, también protegidas.

Las aves que habitan el pinar son insectívoras o se han adaptado al consumo de las semillas que proporciona el bosque. Muchas de ellas son especies singulares en la fauna riojana: piquituerto común (Loxia curvirostra), carbonero garrapinos (Parus ater), herrerillo capuchino (Parus cristatus), agateador norteño (Certhia familiaris), reyezuelo sencillo (Regulus regulus) .

También encontramoa otras aves que utilizan otros medios forestales como: el pico picapinos (Dendrocopos major), el arrendajo (Garrulus glandarius) y la paloma torcaz (Columba palumbus), y también avecillas insectívoras, como el petirrojo (Erithacus rubecula), el reyezuelo listado (Regulus ignicapillus), pinzón vulgar (Fringilla coelebs)... y rapaces diurnas como el azor (Accipiter gentilis) y el gavilán (Accipiter nisus), o nocturnas como el cárabo (Strix aluco).

En cuanto a los mamíferos encontramos ungulados de importancia cinegética: ciervo (Cervus elaphus), corzo (Capreolus capreolus) y jabalí (Sus scrofa); félidos como el gato montés (Felis silvestris), hasta mustélidos como la garduña (Martes foina).

Hayedos

El haya es una especie típica eurosiberiana, necesitada de abundantes precipitaciones. Esta circunstancia hace que le sean más favorables las zonas en las que la insolación es menor y puedan aprovechar más eficazmente las lluvias. La franja altitudinal que ocupan suele tener su límite superior en 1.700 metros, a partir de los cuales el pino silvestre compite en condiciones más favorables.

El hayedo es un bosque umbroso, propio para la fábula y el misterio. Las copas repletas de hojas proyectan una sombra densa en cuyo interior las condiciones ecológicas se vuelven estrictas y excluyen otros árboles y arbustos. A la sombra espesa se une el agresivo chaparrón de hojas durante el otoño, consiguiendo desbaratar toda competencia; sólo al principio de la primavera, cuando las hayas aún no han brotado, se produce una leve floración que aprovecha el breve período previo al regreso de la sombra. Epipogium aphillum es una pequeña orquídea de alimentación saprofítica, color ambarino con pinceladas rojizas que utiliza el suelo de estos hayedos para florecer. Su distribución es eurasiática boreo-templada, es muy escasa y la Sierra de Cebollera es uno de los tres enclaves de toda España donde ha sido citada.

Copas espesas y sombra densa son un hábitat incómodo, por lo que las comunidades faunísticas de los hayedos son, en general, escasas. Pero producen un microclima especial, permanentemente húmedo, muy favorable a la presencia de anfibios: en los bordes de los hayedos y en sus charcas son fácilmente detectables, sobre todo en época de cría, el tritón palmeado (Triturus helveticus), el tritón jaspeado (Tritusus marmoratus), los sapos común (Bufo bufo) y partero (Alytes obstetricans) y la mimética ranita de San Antonio (Hyla arborea), totalmente ligada al agua y a la vegetación arbustiva y herbácea; especies no sólo inofensivas, sino beneficiosas por el control que ejercen sobre los insectos.

También son comunes los reptiles, como el lución (Anguis fragilis) y el lagarto verde (Lacerta bilineata) que se ocultan en los herbazales, matorrales y zarzales de los claros del bosque; los amantes de los pedregales como la lagartija roquera (Podarcis muralis) y la víbora áspid (Vipera aspis), único reptil venenoso del Parque. En las pedrizas que se intercalan entre los hayedos, pinares y robledales habita también la inofensiva culebrilla lisa europea (Coronella austriaca).

Las aves encuentran en el hayedo refugio y comida. Por estos bosques pueden observarse con facilidad un gran número de pajarillos, entre los que podemos destacar por su singularidad el camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula), papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), carbonero palustre (Parus palustris), colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus) y la becada o chocha perdiz (Scolopax rusticola).

El jabalí, siendo más propio de los cercanos rebollares, gusta de pasear por la fresca sombra de los hayedos y en su interior proliferan ratones leonados (Apodemus flavicollis) y lirones grises (Glis glis).

Rebollares

Los rebollares ocupan las tierras más bajas de la Sierra; entre 1.000 y 1.400 metros, pueden llegar a los 1.600 metros en las laderas orientadas a mediodía al ser menor la competencia de los hayedos y al quedar compensados los límites climáticos derivados de la altitud por una mayor insolación.

Es el bosque dominante en la zona norte de Villoslada y sobre todo en Lumbreras, donde coexiste con zonas antiguamente cultivadas y con brezales de Erica aragonensis que también sustituyen al hayedo en las zonas degradadas. En el otro extremo, en la parte sur de la Sierra, se adentra casi siempre en la favorable solana. Sus antiguos territorios están ocupados por pastizales extensivos de media y baja altura, en una zona en la que no pudieron progresar los cultivos a causa de las bajas temperaturas.

El rebollar, aunque rico en sombras fresca y cerrada, permite una mayor riqueza en el sotobosque y, más posibilidades de alimento y refugio para la fauna. Jabalí, corzo y ciervo lo adoptan como refugio preferente y fuente básica de alimentación. En los aguazales son frecuentes las becadas sobre todo durante el invierno. En las zonas abiertas con arbustos, setos y árboles dispersos es frecuente el escribano cerillo (Emberiza citrinella) o el alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio). En los prados que esponjan el bosque es fácil observar los montículos de tierra recién excavada que delatan la presencia del topo europeo (Talpa europaea). Topillos rojos (Clethrionomys glareolus), musarañas tricolores (Sorex coronatus) y enanas (Sorex minutus) aparecen también en estos bosques.

Los mustélidos, comadreja (Mustela nivalis), gineta (Genetta genetta) o tejón (Meles meles), también encuentran un buen lugar para esconderse en los rebollares y en la cercanía de los núcleos urbanos una fuente de alimento en la que compiten en oportunismo con el zorro (Vulpes vulpes) y la garduña.

Su microclima más favorable y la habitual proximidad a setos, praderíos y cultivos son razones suficientes para que una infinidad de aves aniden entre sus ramas. Hasta 36 especies pueden considerarse típicas del rebollar, pero compartidas con los colindantes hayedos y con la vegetación de ribera que acompaña a los ríos y arroyos de estos montes, donde todavía viven mamíferos tan emblemáticos como el visón europeo (Mustela lutreola), la nutria (Lutra lutra) y el desmán ibérico (Galemys pyrenaicus), así como aves tan vistosas como el mirlo acuático (Cinclus cinclus), amante de las aguas transparentes y oxigenadas al igual que la trucha común (Salmo trutta).

En la rica diversidad del rebollar encontramos varias especies de murciélagos forestales: nóctulo grande (Nyctalus lasiopterus), murciélago orejudo dorado (Plecotus auritus), murciélago bigotudo (Myotis mystacina) y murciélago de bosque (Barbastella barbastellus) entre otros, que encuentran en los árboles más viejos lugar donde guarecerse.

Educación ambiental

Itinerarios de Educación Ambiental por La Rioja

Los itinerarios de Educación Ambiental son salidas guiadas a diferentes lugares de interés medioambiental de La Rioja que son llevadas a cabo por educadores ambientales. Pueden solicitar la participación en los mismos, grupos de alumnos del 3er Ciclo de Primaria y de toda Secundaria (E.S.O., Bachillerato y Ciclos Formativos de Grado Medio).(A partir del curso 2011-12 el desplazamiento en autobús corre a cargo del centro escolar).

Itinerarios de Educación Ambiental que se realizan

· El Río.-Parque Natural Sierra de Cebollera- · El Bosque -Parque Natural Sierra de Cebollera- · Los Duendes de la Naturaleza -Parque Natural Sierra de Cebollera- · Paisaje -Parque Natural Sierra de Cebollera- · La Trashumancia-Parque Natural Sierra de Cebollera- · La Dehesa-Parque Natural Sierra de Cebollera- · El Acuífero del Oja y la Depuradora de Haro · La Historia del paisaje y el Valle del Alhama · La Reserva Natural de los Sotos de Alfaro · La Biovidersidad y el Monte de Ribavellosa · La Degollada y los Usos del Territorio (Calahorra)

Curiosidades de fauna y flora en el Parque Natural Sierra de Cebollera

Central " Curiosidades de fauna y flora " Parque Natural Sierra de Cebollera

Cuernas de ciervo y corzo: los machos de ambas especies disponen de una cornamenta que cada año se renueva. La del corzo es mucho más pequeña, con tres puntas y pequeñas protuberancias en el eje. El desmogue o caída de la cuerna se produce entre octubre y diciembre. La cornamenta de los ciervos es mayor, con diversas puntas, y cae en primavera.

Marcescencia: algunos árboles caducos no se desprenden de las hojas secas hasta que brotan las nuevas yemas en primavera. Así, es frecuente observar durante el invierno robles que mantienen las hojas secas en sus ramas, como ocurre con los robles rebollo (Quercus pyrenaica). Este fenómeno se denomina marcescencia.

Piñas roídas por ratones o por ardillas: los ratones de campo se comen las piñas royendo las escamas hasta dejar el cono prácticamente liso. Las ardillas, sin embargo, dejan sin roer las escamas del ápice, de forma que las piñas comidas por ardillas presentan una especie de penacho deshilachado en su punta que las distingue de los frutos trabajados por ratones.

Agallas: para defenderse de los huevos que las avispillas y otros insectos depositan en sus hojas, algunos árboles segregan en torno a la larva una cubierta vegetal que la encierra. Tiene formas diversas, a veces esféricas o semejantes a una gota de agua, y se denominan agallas. Cuando la larva se transforma en insecto, practica un agujero en la agalla por el que escapa.

Tradición y cultura

Los Cameros: historia de la sierra

La trashumancia

El topónimo "Cameros" parece tener su origen en el nombre de los más antiguos pobladores de la zona: los cántabros y los berones. El territorio que habitaban tomó nombre de unos y otros, sintetizando la denominación "Camberos", que el paso del tiempo y la evolución natural del lenguaje simplificó en el actual "Cameros".

Aquellos primeros pobladores de Cameros eran pastores. Ya en el Neolítico practicaban un pastoreo trashumante, aposentándose durante el verano en las zonas elevadas de la sierra al provecho del pasto fresco y emigrando durante el invierno a las tierras más templadas de los Valles del Ebro y del Duero, en busca de alimento para sus ganados.

La Alta Edad Media es la época en la que se empieza a forjar lo que hoy conocemos como territorio municipal. El desarrollo del régimen feudal vería cómo los reyes recompensaban a sus nobles con señoríos sobre determinadas zonas, o ampliaban las posesiones de la Iglesia con extensas donaciones.

La Mesta

Los cameranos poseían una oportunidad económica única en su entorno y en su tiempo. Los pastos de altura les proporcionaban alimento fresco y abundante para el ganado en épocas en que otros pastos quedaban agostados. Con este potencial exclusivo al alcance de su mano podían, a través de la trashumancia, producir un recurso de muy alto valor y escasa competencia: la lana fina. Y es que la mejor lana fina se obtenía a partir de las ovejas merinas trashumantes, las que nunca soportaban ni mucho calor ni mucho frío, y las que siempre se alimentaban con comida fresca y de alta calidad.

Nació una organización basada en el pacto y en la palabra, en la reunión o "Mesta" de pastores. El interés común, una vez más, les llevó a poner en práctica unos mecanismos de funcionamientos democráticos e igualitarios.

La cabaña se desarrolló de forma espectacular; cientos de miles de cabezas lanares llegaron a recorrer toda Castilla, su creciente importancia consiguió aglutinar la economía práctica y el poder político, por encima de localismos arcaicos y caciquismos estériles.

En Cameros propició esplendor económico y prosperidad a cambio de las duras condiciones de vida que imponía, llegando a disponer los ganaderos cameranos de la "mayor renta per cápita" de Europa gracias a la lana de oveja que se exportaba o trabajaba en las fábricas textiles de la zona camerana y limítrofes.

Fuentes