Sistema Defensivo de Trinidad

Sistema Defensivo de Trinidad
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Obra Arquitectónica
Descripción
Localización:Trinidad, Cuba


En 1725, cuando Trinidad contaba con un reducido grupo de familias agrupadas en casas de madera y hojas de palmas, se hacía la primera petición oficial para proteger la ciudad y la costa, que había sido víctima de saqueos y depredaciones de piratas ingleses. La población construía trincheras y reductos provisionales por cuenta propia para enfrentar singulares provocaciones. La loma de la Vigía se utilizaba como Punto de observación desde los primeros años del siglo XVIII; por su elevación respecto a la ciudad, asumía un lugar estratégico importante por cuanto dominaba un amplio panorama de la bahía de Casilda, una gran parte del Valle de los Ingenios y de los diferentes caminos de entrada a Trinidad. Como consecuencia de la Guerra de los Siete Años(1755-1762) y durante la ocupación inglesa de La Habana (1762-1763) se colocaron las primeras baterías en los puertos de Guaurabo y Casilda, en la loma de la Vigía y a la altura del cerro de La Popa, se cavaron trincheras en los caminos que conducían a la ciudad.

Los emplazamientos fortificados durante este período fueron muy precarios, aunque no se impidió la organización de una tropa para defensa de la jurisdicción. En 1797 se traza por vez primera un proyecto de batería de costa para la punta de Casilda, también se amplió la del Guaurabo, según lo dejase escrito en sus memorias Alejandro de Humboldt en su visita a Trinidad hacia 1801. En 1800, en la loma de Santa Ana, al noreste, se trabajaba en una batería de campaña para defender la ciudad y el camino del Valle. En los albores del siglo XIX, la preocupación de que Trinidad fuese protegida por tierra y mar era evidente. Entre 1849 y 1850 se elaboró otro proyecto defensivo para la ciudad, pero en esta ocasión fue mucho más integral, atribuido al capitán de ingenieros Ramón Tavira. Estos proyectos defensivos, cuyas huellas materiales aún están parcialmente legibles a lo largo de todo el perímetro de la ciudad, en realidad no llegaron a ejecutarse tan fielmente como aparece en los planos de los archivos históricos militares de la época, evidentemente, el medio natural, la topografía accidentada, el clima y los factores económicos hicieron modificar un tanto las ideas de los ingenieros militares. Hoy, entre colinas y cañadas, al borde mismo de los cerros, o en las márgenes de los ríos y los esteros, es posible descubrir aún los restos de fortines, baterías, muros aspillerados, trincheras, almacenes de pólvora, y aljibes, los que en su momento integraron un estratégico cistema defensivo, protector de todos los accesos por mar y tierra a la ciudad, para resguardo de sus vecinos y tranquilidad del Gobierno de la Isla.

Fuentes