Tierra de Crocker

Miembros de la expedición realizada a la tierra de Crocker
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Información
Nombre original:Tierra de Crocker
Significado del nombre:En honor de un secretario de almirantazgo Inglés de ese apellido.
Otros nombres:Cordillera de Crocker


Tierra de Crocker.La Tierra de Crocker es el mayor espejismo observado por el hombre, de aspecto casi continental, conformado por valles y montañas enormes y preciosas que se pueden ver pero simplemente no existen, y que fueron la meta inalcanzable de múltiples expediciones después de su descubrimiento en 1818, pues para este entonces se desconocía que todo aquello tan hermoso era solo un reflejo de nada.

Descubrimiento

En 1818 y durante su búsqueda del paso del Noroeste en las proximidades del Ártico, el capitán de fragata inglés John Ross informó que, en la latitud 83 grados Norte y longitud 103 grados Oeste, había avistado la enorme cadenas de montañas de las que hablaban los esquimales desde hacía varios siglos. Ross la llamó “cordillera de Crocker” en honor de un secretario de almirantazgo Inglés de ese apellido.

Expediciones realizadas en búsqueda de la tierra de crocker Un año después, en 1819, el segundo de a bordo en la expedición de Ross, Willian Parry, partió también en busca del paso del Noroeste y de la cordillera de Crocker y no encontró a ninguno de los dos. Pero mientras el paso del Noroeste siguió siendo la meta de otros exploradores del Ártico, la cordillera de Crocker se consideró inexistible, dado que, aparte de John Ross, nadie más logró verla. En 1906, ochenta y ocho años después, el almirante Inglés Robert Peary, primer explorador que alcanzó el polo Norte, también avistó las cumbres nevadas de la cordillera vista por Ross. Peary Bautizó la región donde se hallaba la cordillera como “Tierra de Crocker”, al parecer para revivir el descubrimiento de su compatriota Ross. La cadena montañosa que vio peary parecía formar parte de un continente ubicado a unos 190 kilómetros al oeste de la isla de Grant. Peary escribió “Mi corazón saltaba por encima de los kilómetros de hielo que me separaban de aquella tierra” mientras la observaba con anhelo, imaginándose que pisaba sus costas y que escalaba el pico de sus montañas. Peary alcanzó a ver la Tierra de Crocker, desde una colina ubicada en la costa occidental de la isla de Grant. Pese a la exactitud de los datos proporcionados por él, los geógrafos se negaron a creer en la existencia de la Tierra de Crocker, debido a que ninguno de los exploradores anteriores había visto nada en este lugar del Ártico. Además, el continente observado por Robert Peary se hallaba a unos 1 600 Kl del lugar donde ochenta y ocho años antes Ross había avistado su cordillera.

Confirmación del espejismo de la Tierra de Crocker

En 1913 y pese a que ya se consideraba que la Tierra de Crocker sólo era un espejismo, Donal MacMillan “un teniente de navío que había estado bajo el mando de Robert Peary” partió en su búsqueda. Un año después en 1914 y desde la isla Axel Heiberg, MacMillan vio la misma cordillera que Ross y Peary habían visto y también vislumbró el enorme territorio donde la cadena de montañas se asentaba. Con este hallazgo parecía confirmarse la existencia de la elusiva Tierra de Crocker en el Ártico. Sin embargo, cuando MacMillan decidió explorar el continente que veía frente a él, vivió una experiencia asombrosa; a medida que navegaba, las montañas y los valles iban cambiando de aspectos, pero no de distancia con respecto a él, además en el día, la extensión de las presunta Tierra de Cocker variaba con los cambios de iluminación, y por la noche desaparecía enteramente. Donald MacMillan y su tripulación en un punto situado a 250 Km del lugar de donde habían partido pero, en lugar de hallarse en el interior del continente que perseguían, aún se hallaban navegando en el mar. De esta modo, confirmó que las montañas y los valles que conformaban la Tierra de Crocker eran un espejismo, el mayor espejismo no generado por la política que se ha observado en el mundo.


Fuentes

Sequera, Armando J. (2007). Enamórate de las ciencias. La Habana: Editorial Gente Nueva.