Buffalo Bill. William F. Cody.

Buffalo Bill. William F. Cody.
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Buffalo Bill. William F. Cody. Fue el último integrante de los exploradores del desierto que dieron sus vidas por llevar la civilización al oeste de los Estados Unidos. Era un grupo de hombres que, año tras año, fue empujando hacia el Oeste los hitos de las fronteras de los Estados Unidos, y que no cejó en su patriótico trabajo sino cuando la nueva y vigorosa civilización indígena del Estado del Pacifico fue encadenada para siempre a la que reinaba en la costa del Atlántico.

El coronel Cody

La fama del coronel Cody -o Buffalo Bill, co­mo se le llamaba popularmente- es comparable a la de Daniel Boone, Davy Crockett y Kit Carson, aunque no tomó parte muy activa en la construc­ción de nuestro imperio continental. Sin embargo, estaba formado de esa misma dura pasta, y en su escenario, más reducido que el de aquéllos, fue una gran figura pintoresca, un verda­dero superhombre para los agitados tiempos de aquella sociedad.

Cuando en 1883 Cody organizó, ya abandonada su vida aventurera, una exposición del Oeste salvaje, demostró que aquello había desaparecido totalmente para bien de todo y de todos. Junto a Boone, Crockett y Carson, su vida jalo­na el ciclo de la colonización continental, contan­do desde el año en que el primero cruzó las mon­tañas de Kentucky hasta el día en que se colocó el último tramo del ferrocarril "Union Pacific".

De la vida de un héroe.

Boone nació en Pensilvania y murió en Missou­ri; Crockett nació al oeste de los Alleghanies, en Tennessee, y murió en Texas; Carson y Cody na­cieron al oeste del Missisippi y murieron en el Colorado.

Es probable que el período más pintoresco en la vida del coronel Cody haya sido aquel en que prestó servicio como correo a caballo, foco antes -de la guerra civil. Desempeñaba en ese tiempo la tarea más difícil y peligrosa que pueda ejercer hombre alguno, por disposición especial que po­sea, y Cody era aún muy joven. Pero había adqui­rido su experiencia merced a su contacto con los indios, relaciones no siempre amistosas, como lo prueba el antecedente de que a los once años de edad ya había dado muerte a un indio al salir de un entrevero.

Poco después comenzó la guerra civil y Cody se alistó en las filas del ejército confederado, en el cuerpo de exploradores. Terminada la lucha, volvió a su Far West, su amado y lejano Oeste. Los ferrocarriles transcontinentales estaban en vías de construcción, período que configura un román­tico episodio de la historia americana, que ya ha sido magistralmente descripto por Zane Grey en las brillantes páginas de una de sus novelas más celebradas.

En 1868 Cody volvió a alistarse en el ejército como baqueano y explorador, refirmando día a día su fama de hombre de acrisolada templanza y entereza. Fue destinado al regimiento del general Sheridan, en Kansas, y al poco tiempo de hallarse en las filas, supo que el general deseaba mandar un despacho a Fort Dodge, distante unas noventa y cinco millas del fuerte de Kansas. Los indios ha­bían dado muerte hacía poco tiempo a dos o tres correos militares, sobre una ruta, y no había ex­plorador que deseara reemplazarlos. Cody se ofre­ció y cumplió el peligroso viaje, volviendo de él sano y salvo. De regreso en el fuerte se enteró que. los soldados de línea se rehusaban a ir en comisión a Fort Larned, viaje que ofrecía los mismos peli­gros que los que él acababa de sortear. De nuevo partió Buffalo Bill y recorrió unas sesenta millas por los sitios más inhóspitos de aquella comarca. En mitad del camino se detuvo para dar de beber a la mula que cabalgaba y ésta se le escapó. Tuvo que hacer unas treinta y cinco millas a pie, en persecución del obstinado animal, sin lograr, em­pero, darle alcance. Al amanecer, Fort Larned apareció ante su vista, con lo que el peligro de ser sorprendido por una patrulla de indios había pa­sado. Justamente encolerizado con la mula que le había obligado a hacer tal caminata, juró matarla en cuanto la tuviese cerca. Quiso la fatalidad que al entrar en la primera calle del poblado, y cuan­do aún mascullaba feroces amenazas contra la bestia de referencia, se topara con ella. Levantó el rifle, y al tiempo que exclamaba: "Ahora es la mía, señora mula", le hizo un disparo que dio en tierra con el animal.

Jefe de la compañía de exploradores del 59 Regimiento de Caballería.

Cody fue nombrado jefe de la compañía de exploradores del 59 Regimiento de Caballería, que se hallaba en ese entonces reali­zando una campaña contra los indios hostiles sioux y cheyennes. En cierta ocasión, viviendo cerca del fuerte Mae Pherson, en Nebraska, el general Emory lo desig­nó sheriff, con el objeto de que vigilara a ciertos malos elementos que habían sentado sus reales en la comarca. Cody sostuvo que él no sabía nada de leyes, pero Emory insistió, pues necesitaba un hombre de su temple, y Cody no tuvo más remedio que acceder, trasladándose a North Plate, donde prestó juramento.

En el año 1872, el gran duque de Alexis, de Rusia, visitó los Estados Unidos, y fue organizada en su honor una gran partida de caza mayor al estilo del Far West. Buffalo Bill actuó de guía y montero mayor, es decir, director de la cacería. El gran duque, bajo la dirección y tutela de Cody, logró cobrar varias piezas, con lo que quedó sufi­cientemente halagada su vanidad y agradecido a quien lo había llevado de la mano para ello. En prueba de su amistad; cuando estuvo de regreso en su país, envió a Cody de regalo un valiosísimo sobretodo de piel y un juego de gemelos y alfiler de corbata, cuajados de diamantes y rubíes.

Ese mismo año Cody fue elegido miembro de la legislatura de Nebraska. Pronto renunció a su car­go y se dirigió a Chicago, donde hizo su primera aparición en la escena, como actor de una obra sobre su vida, titulada "El scout de los llanos". Hizo con esa compañía varias giras por el interior, donde conquistó la amistad y la simpatía de cuan­tos tuvieron oportunidad de verlo como actor y tratarlo como particular. Terminada la gira, se llegó a Nueva York, a visitar a algunos de sus nue­vos amigos. La extraña indumentaria que siempre vistió provocó rara sensación y éxito en la Quinta Avenida y en Broadway.

Su muerte.

La muerte de este hombre repercu­tió intensamente en los dos continentes. Todos los diarios importantes del mundo publicaron exten­sas notas necrológicas. El estado de Colorado man­dó oficiar un funeral en su memoria. Era una figu­ra heroica que abandonaba el escenario de sus sor­prendentes hazañas. Buffalo Bill no conoció jamás el temor. Su vida estuvo constantemente jalonada de peligros, los que supo soportar, y cuando tuvo que enfrentar a adversarios de reconocida temeri­dad, supo superarlos con ventaja de su parte.

Vivió libre e independientemente, pero sin des­viarse en ningún momento de la justicia y el or­den establecido. Diestro en el manejo de las armas, excelente jinete y guerrero intrépido, jamás hizo uso indebido de las primeras, jamás abusó de los servicios del caballo ni se ensañó con sus vencidos enemigos. El vacío que dejó su desaparición no podrá nunca ser llenado; es una reliquia de los días idos que no volverán.

Fuente

Buffalo Bill. William F. Cody. http://www.librodot.com