Parvovirosis

Parvovirosis
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Parvovirosis. El descubrimiento del parvovirus canino es relativamente reciente, pues fue detectado por primera vez en 1978. En ese momento, por la inexistencia de la vacuna y el desconocimiento de la enfermedad, se produjeron muchas muertes de cachorros y perros jóvenes. El virus es muy resistente y puede sobrevivir a temperaturas de 60ºC durante una hora. El alcohol, la creosota, los detergentes catiónicos no le afectan. Sólo se elimina con hipoclorito de sodio (lejía) y formalina. Por eso puede permanecer hasta 6 meses y a través de la suela de los zapatos se puede transmitir la infección.

La infección se produce generalmente por el contacto con heces de un perro infectado, por contaminación directa desde la boca o el hocico de un perro a otro. Actualmente no se infectan uno tras otro como en la primera propagación. Como que el virus se ha propagado por todo el mundo, muchos perros ya están inmunizados y acaban por no mostrar los síntomas aunque siguen ellos mismos contaminando, excepcionalmente, a cachorros indefensos que, ellos sí, se contagian y enferman. La proporción de perros que enferman entre los perros contaminados es de un 20% y la mortalidad es de 1 a 5 %.

Síntomas

A partir del segundo día tras la contaminación, el perro generalmente presenta síntomas que incluyen decaimiento, falta de apetito, vómitos espumosos, diarreas sanguinolentas y pérdida total del apetito; en ocasiones no se presenta la fiebre. Al acudir al veterinario, éste encuentra en los análisis una disminución de los glóbulos. Unos 4 o 5 días después de que enfermó, el perro adquiere inmunidad y presenta una ligera mejoría. Es decir, un perro con síntomas ligeros se recupera naturalmente en unos 1 o 2 días, un perro con síntomas de gravedad media se recupera en unos 3 a 5 días siguiendo el tratamiento veterinario. Pero el perro que sigue con vómitos espumosos y diarreas sanguinolentas, normalmente muere. También se han dado casos de cachorros que mueren al cabo de dos días del inicio de la enfermedad. El virus infecta el corazón de algunos cachorros de menos de 8 semanas que presentan entonces la forma cardiaca de la enfermedad que incluye, además de los síntomas anteriores, disnea, gemidos, arqueos corporales y muerte súbita. Cuando el cachorro sufre sólo la forma intestinal sus perspectivas de curación son mejores, y la curación suele ser más rápida y total. Los que padecen la forma cardiaca tienen menos posibilidades de recuperación y, si se recuperar, pueden arrastrar secuelas como miocarditis, insuficiencia cardiaca, intolerancia al ejercicio y dificultad respiratoria.

Prevención

Se puede prevenir mediante vacunación. Pero, antes de acabar el calendario de vacunaciones, es imposible de prevenir. Si la madre mantiene una inmunidad muy elevada, los anticuerpos se transmiten por la leche materna y se mantienen hasta bastante tarde en el cuerpo del cachorro. Esos anticuerpos que ya no protegen adecuadamente, neutralizan la acción de las vacunas y dejan a los cachorros inmunes aunque se estén haciendo correctamente las vacunaciones. Aunque pueda estar tranquilo por cumplir el calendario de vacunación, los anticuerpos de la madre que permanecen en el cachorro impiden que la vacuna tenga su pleno efecto y el cuerpo está indefenso. Es muy importante realizar las revacunaciones correspondientes y las desparasitaciones periódicas.

Actualmente existen vacunas de gran efectividad contra la parvovirosis que pueden ser utilizadas a partir de las seis semanas de vida del cachorro. Tras la primera dosis, el animal debe ser revacunado cada treinta días durante tres meses y posteriormente cada año, durante toda la vida del animal.

Tratamiento

No existe un tratamiento capaz de eliminar el virus. El tratamiento tiene que comenzar inmediatamente. En primer lugar y lo más importante es prevenir la deshidratación. A continuación hay que controlar los vómitos y diarreas que deberán ser tratados junto con un tratamiento destinado a prevenir las infecciones secundarias. El tratamiento puede consistir en la reposición de líquidos y electrolitos que el animal ha perdido con los vómitos y la diarrea, además se añade un antibiótico para prevenir la multiplicación extraordinaria de bacterias en el intestino. Otro posible tratamiento es la sueroterapía, que consiste en inyectar suero de otro perro. Este medio es eficaz para reabastecer los elementos nutricios, y también se puede esperar un efecto de refuerzo de la inmunidad.

Los perros enfermos deben ser mantenidos calientes y ser separados de otros animales. Es necesario desinfectar a fondo las perreras y cualquier lugar que hayan estado en contacto con el perro para prevenir cualquier residuo de este virus.

Referencias