Cartel en Cuba

El cartel cubano
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El cartel cubano.


Logros

Hacia finales de los años 80 comienza a conocerse en Cuba la tecnología digital, avance al que no todos los diseñadores, por entonces activos, pudieron incorporarse -con lo cual quedó marginado un sector de profesionales maduros respecto a los jóvenes que entraban al gremio- y que por otro lado hizo posible que personas con poca preparación específica en comunicación visual accedieran a trabajos de diseño en detrimento de la calidad resultante. Hubo conciencia bastante generalizada de la crisis (al menos entre los diseñadores y demás especialistas) pero no soluciones.
Cuando en 1980 se funda la “Oficina Nacional de Diseño Industrial” (ONDI), el diseño gráfico cubano ya estaba en franca crisis. La ONDI pone entre sus prioridades la formación de diseñadores y funda el “Instituto Politécnico para el Diseño Industrial”, en 1983 y el “Instituto Superior de Diseño Industrial” (ISDI), en1984, siendo esta la primera -y hasta el momento la única- universidad de diseño en Cuba, de donde salieron los primeros veintiún egresados en 1989, nueve de ellos como diseñadores informacionales.
Como parte del desajuste que sufrió el sistema de la comunicación al inicio de los años 90, muchos diseñadores se independizaron de las oficinas o agencias de diseño, en un contexto social también tendiente a una menor centralización.
Los niveles de conceptuación y visualización que se alcanzaron en el sector comercial/ empresarial en esta etapa fueron bajos, sobre todo en términos de discurso publicitario, pues debió afrontarse el prolongado vacío de más de 30 años. No había experiencia ni en lo creativo, ni en los directivos de las agencias y mucho menos entre los empresarios. La publicidad retornó tímidamente; para el ciudadano común se hizo ver en los centros comerciales y en algunas vallas de carretera. La política del estado cubano siguió siendo menguar la incidencia social de este t ipo de mensaje en la vida cotidiana.
La irrupción de los nuevos diseñadores se comienza a reflejar también en una estética diferente, la que responde por un lado a la tecnología digital y por otro a su entrenamiento en la conceptualización del diseño, es decir, una preparación metodológica para el desarrollo de la tarea proyectual. Algunos rasgos estéticos- expresivos de esta generación son el uso desinhibido de la apropiación y la cita, un despegue respecto a sus predecesores en el dominio de la tipografía como expresión visual de la palabra y una tendencia al juego visual y al humor. No es una generación que haya tenido muchas oportunidades de diseñar carteles, una pieza de comunicación que parece haber perdido utilidad para muchos funcionarios, empresarios y promotores culturales, en comparación sobre todo con la aparentemente rotunda eficacia de la televisión.
Un artista que merece mención aparte es la obra de Eladio Rivadulla dentro del diseño e impresión en serigrafía artística de carteles cubanos. El diseñador e impresor cubano Eladio Rivadulla realizó carteles para diferentes distribuidoras de filmes latinoamericanos, inaugurando también una singular manera de realización: la serigrafía o silk screen, que ha desafiado el tiempo y aún se utiliza en la cartelística cubana más reciente.
Contribuyó a demostrar la aptitud técnica y estética de la serigrafía para generalizar los mensajes del star system y el código visual propio del cartelismo que lo promocionaba. Este cartel serigráfico mostraba algunas novedades que lo hacían distinto al modelo importado impreso en offset: el acabado pictórico de la serigrafía, la sobresignificación por tamaño de la imagen física de la estrella, que ocupaba casi toda el área de impresión del cartel y la ausencia del título del filme. Esta última característica, realmente la de mayor interés, reducía los costos de impresión, pues se buscaba producir cantidades mayores de las que necesitaba un solo filme. De esta forma un cartel -pongamos por caso de Jorge Negrete- servía para anunciar más de un filme del mismo actor. Lo iniciado entonces por Rivadulla y continuado de manera sistemática en los años 50 sentó las bases de una tradición serigráfica en La Habana. Si puede afirmarse que no hay otro país en el mundo que haya tenido durante más de medio siglo un sostenido quehacer serigráfico en relación con el cartel en parte se debe a Eladio Rivadulla Martínez.


Vigencia

Existen espacios relacionados al audiovisual cubano en los que se hace evidente la presencia de nuestra cartelística, por ejemplo: “El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano”, “El Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica”, “La Muestra Nacional de Nuevos Realizadores”, “El Festival de Cine Pobre, en Gibara”, “La Muestra de Videoarte”, etc. En cada uno de estos eventos la promoción de los mismos se realiza en medios diversos, entre los cuales se encuentra el cartel. Su presencia a lo largo de estos años en cada una de estas actividades, recogen una valiosa información de los eventos y constituye a su vez testigos de historia y período dentro de nuestra cinematografía.
Es de vital importancia no sólo su conservación, sino también su supervivencia a través de espacios, talleres, debates, etc., donde los representantes de la cartelística expongan sus expectativas, problemáticas, entre otros aspectos, que le permitan su avance dentro del medio. Lo anterior mencionado puede resultar idealista y en cierta medida dialéctico, de todas maneras me pregunto: ¿Por qué no se hace secuencialmente?, la respuesta no la tengo yo en mis manos, aunque quisiera.

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