Centro Habana
| Municipio Centro Habana | |
|---|---|
| Municipio de Cuba | |
| Ubicación del Municipio Centro Habana Ubicación del Municipio Centro Habana | |
| Entidad | Municipio |
| • País | |
| • Provincia | Ciudad de la Habana |
| • Fundación | 1963 |
| Población | |
| • Total | 152,861 hab, hab. |
| Gentilicio | Centrohabaneros |
Foto del Torreón de San Lázaro | |
Centro Habana municipio ubicado en la parte norte y central de la provincia Ciudad de La Habana. Como su nombre lo indica, es La Habana del centro, no es la vieja Habana, ni la moderna, es la ciudad intermedia, la ciudad de transición. Creado en 1976 de acuerdo a la Ley 1304, precedida esta estructura por la Resolución sobre la división político- administrativa del país que adoptó el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba celebrado del 17 al 22 de diciembre de 1975. Como antecedente inmediato de este municipio se encuentra la existencia de la región de Centro Habana entre 1963 y 1976 como desprendimiento del antiguo municipio de La Habana.
Centro Habana surgía así como un nuevo municipio de los quince que integraron la nueva provincia de Ciudad de La Habana. Este municipio capitalino, hunde sus raíces en los primeros años de la colonización española, en las vicisitudes de la villa de San Cristóbal de La Habana, fundada y trasladada varias veces de sitio entre 1514 y 1519. No en vano es el Torreón de San Lázaro, construcción antigua que data de 1664, el símbolo del municipio.
Sumario
- 1 Breve reseña histórica
- 2 Origen Del Nombre Del Municipio
- 3 Principales Barrios
- 4 Surgimiento de Murallas y la conformación Étnica de los antecesores de los actuales Centrohabaneros.
- 5 Administración de la Ciudad.
- 6 El Territorio de la actual Centro Habana, como abastecedor de la Villa o Ciudad de la Habana Centro Habana.
- 7 La Habana, extramuros de Finales del siglo XVIII.
- 8 Algunas calles del Territorio a fines del siglo XVIII y principios del XIX.
- 9 En la Actualidad
- 10 Fuentes
Breve reseña histórica
Los asentamientos poblacionales del hoy municipio Centro Habana datan de los primeros años coloniales; están estrechamente vinculados a la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana (1514-1519), cuya posición privilegiada como llave del Golfo de México despierta la codicia del mundo europeo, expresada en los constantes ataques de corsarios y piratas; como el que realiza el 10 de julio de 1555, Jacques de Sores.Posteriormente se construyó el cinturón amurallado (1667-1680) dividiendo a la ciudad en dos zonas bien definidas: intramuros y extramuros.
La fundación original de la ciudad ocurrió en la primera mitad del año 1514, al sur de la actual provincia de La Habana, por la desembarcadora del Río Onicajinal. Fue la quinta villa creada. Aquel establecimiento estuvo a cargo de Don Pánfilo de Narváez, por orden de Don Diego Velásquez.
El último y definitivo asentamiento debió consolidarse en 1519, en torno al Puerto de Carenas (de La Habana). Según el mito coincidente con el día santoral dedicado a San Cristóbal.
El Territorio entre 1515-1699.
En los primeros siglos coloniales la zona tuvo una estructura agraria minifundIaria propia de los alrededores de San Cristóbal de La Habana, caracterizadas por las formas tradicionales creadas en el siglo XVI, que se mantenían vigentes. Fue esta área excluyente del latifundio ganadero que se desarrolló en el centro del país. Aquí predominaron estancias, huertas, corrales (de ganado mayor y menor), conucos y otras formas menores.
Las estancias eran tierras de cierta extensión y se explotaban con varios cultivos y algún ganado, las huertas eran de muy pequeña extensión y se dedicaban casi siempre a verduras, los conucos eran porciones ínfimas para abastecer la familia y podían tener algún ganado menor.
De facto, en torno a La Habana se desarrolló una producción agrícola de subsistencia, en las tierras mercedadas a los notables cuyo hábitat era la villa o ciudad de San Cristóbal de La Habana.
La población de La Habana estuvo básicamente constituida por los colonizadores blancos de origen español y los esclavos negros de procedencia africana. Los indígenas cubanos en el siglo XVI se concentraron por disposiciones del cabildo en Guanabacoa y Tarraco y en otras zonas cercanas a La Habana, como Guanabo, Guanimar, Batabanó, Luyanó, desapareciendo años mas tarde, por el mestizaje de estos con personas blancas y negras, quedando su sangre diluida en la del criollo mestizo que sería el cubano posterior.
Las estancias y huertas estaban administradas por blancos, mientras que el capataz mantenía la productividad del negro esclavo, a estos primeros pobladores se les unieron los negros Horros o libertos y la entrada de los primeros negros curros, que moraron en el Manglar.
La importancia de la estructura agraria de este primer periodo llegó al estudio de casos, de la estancias que conformaron el patrimonio económico de los Corberas Arteaga y sus descendientes, Don Juan y Don Alejo Sigler, los mayores propietarios del área y al examen del proceso de deslinde y demolición de la huerta de Don Miguel Castro Palomino, otro de lo mas grandes propietarios en la cercanía de la zanja a fines del siglo XVII, la construcción de la muralla delimitara la zona extramural en esta faja de terreno.
El Territorio entre 1700-1799.
En realidad el siglo XVIII mantiene intacta en lo fundamental, al menos en las cuatro primeras décadas, la actividad económica auto abastecedora de extramuros. Nos obstante, se inicia lentamente la formación de sus dos primeros barrios: Guadalupe, en 1716 y San Lázaro, en 1778, todavía como un pequeño caserío; a fines del siglo crecerá por necesidades militares, dentro de San Lázaro, el barrio de los Barracones.
A la actividad económica fundamental de esta zona, no se une ni el desarrollo de las vegas de tabaco ni el de la industria azucarera, propias del resto del país; los pequeños trapiches de azúcar y los molinos de tabaco eran casi inexistentes y poco productivos en esta parte del territorio.
No tomamos como punto de referencia la toma de La Habana por los ingleses (1762-1763)pues se consideró que este hecho de vital importancia para la villa (abolición del Real Consulado de Comercio de La Habana, apertura del libre comercio y otros factores) pero no tuvo repercusiones notables para esta zona.
Mientras que en la ciudad se producen cambios importantes en las construcciones de la misma ; en la Plaza de Armas, en la Plaza de la Ciénaga ya con su iglesia Jesuita, reformada y ampliada como catedral en 1756, en Extramuros,la pequeña iglesia de Guadalupe y las ermitas de la Salud y San Luis Gonzaga.
El Territorio entre 1800-1899.
Ya desde finales del siglo XVIII, los conflictos sociales se pusieron de manifiesto con la sublevación de los vegueros de la región de La Habana, que fue una importante señal de descontento, sobre todo si se tiene en cuenta que estos en lo fundamental eran isleños.
Pero al arribar al siglo XIX, el gobierno español comprendió con certeza que los nacidos en el territorio, aunque fueran hijos de familias ilustres, empezaban a sentirse diferentes a los peninsulares, el período del despotismo ilustrado que se abrió tras el cese de la ocupación inglesa, fue traído a esta faja por Juan J. De Espada y Landa, obispo de la ciudad, quien construyó el Cementerio de Espada en 1806 y la Casa de dementes en 1809.
El ferrocarril en 1837, contribuye en mucho a este desarrollo con su importante paradero de Garcini (calles Estrella y Oquendo).
Y aparecerán a partir de 1834 en lo adelante y sobre todo a partir de 1844,sus primeras fábricas de tabaco y en 1858, los primeros puestos de frituras del que sería años mas tarde el atípico Barrio Chino y desde 1856 se inicia un éxodo hacia key West y Tampa, en La Florida, de muchos pobladores de esta parte de la ciudad, principalmente de fabricantes y tabaqueros cubanos, proceso que se acelera en 1866-1867, con la persecución política.
El derribo de la murallas desde 1863 desborda la zona extramural, que crecerá a saltos llenando los espacios vacíos.
Las ideas políticas de este periodo, sobre todo el abolicionismo, el anexionismo, el reformismo, y el independentismo, se representa en el área con la presencia de José Antonio Aponte, Domingo del Monte, Miguel Aldama, Ignacio Agramonte y José Martí, a los que se le dedica un espacio aparte.
En momento en que se acrisola la identidad nacional se brinda especial atención a la lucha de liberación nacional y su respuesta en el territorio, sobre todo al tratar la figura de José Martí y su impronta en el área.
Paralelamente crecen sus fábricas de tabaco y sus primeros comercios. El desarrollo urbanístico de la zona se acelera con la venta y edificación de solares del reparto de las murallas, sobre todo en el eje Prado- Parque Central, entonces dentro de los barrios de Montserrate, Colón, Tacón y La Punta. De este, partirán después las ampliaciones de las calzadas de Infanta, Belascoain, Galiano, Reina, a lo que se denominó la Ciudad Nueva.
El siglo XIX dará a La Habana una mayor cultura, una tónica de cuidad mas moderna, que en esta zona no solo implicaría la nueva política urbanística, sino también el desarrollo del comercio y de los servicios, que a partir de este momento constituirá el sello distintivo del territorio.
Origen Del Nombre Del Municipio
Antes de 1962 ningún municipio, barrio, zona o localidad se conocía con el nombre de Centro Habana. El territorio que hoy corresponde a este municipio formaba parte del llamado municipio de La Habana que abarcaba además, el área íntegra de lo que hoy son los municipios de La Habana Vieja, Cerro, Plaza de la Revolución y 10 de Octubre, así como parte de Arroyo Naranjo, una parte de Boyeros y otra de Regla.
En 1962 se presentó un proyecto de nueva división político-administrativa del país en el cual se proponía la desintegración del municipio de La Habana, su división en varias regiones o regionales y su integración a la llamada Habana Metropolitana.
Así apareció por vez primera la denominación “Centro Habana” para designar a un espacio territorial. Esa división se aplicó con carácter experimental en 1963 y se oficializó por acuerdo del Consejo de Ministros al año siguiente.
La región o el regional de Centro Habana era mucho más grande que el actual municipio y se componía de varios seccionales. En 1976, al adoptar la república una nueva división político- administrativa, la región de Centro Habana se propone dividir en dos municipios que se denominarían Centro Habana Norte y Centro Habana Vieja, además de ceder el barrio de Atarés al nuevo municipio del Cerro.
Finalmente, la Ley 1304 que estableció los nombres definitivos de los municipios los denominaría Centro Habana y La Habana Vieja, respectivamente. El nombre del regional creado en 1963 se debe a que ese territorio forma parte del centro tradicional de la capital Cubana y a la vez es su principal centro comercial y de servicios lo cual es válido para el nuevo municipio surgido en 1976.
Principales Barrios
La Región o el Regional de Centro Habana era mucho más grande que el actual municipio y se componía de varios seccionales. En 1976, al adoptar la república una nueva división político- administrativa, la Región de Centro Habana se propone dividir en dos municipios que se denominarían Centro Habana Norte y Centro Habana Vieja, además de ceder el barrio de Atarés al nuevo municipio del Cerro. Finalmente, la Ley 1304 que estableció los nombres definitivos de los municipios los denominaría Centro Habana y La Habana Vieja.
El nombre del regional creado en 1963 se debe a que ese territorio forma parte del centro tradicional de la capital cubana y a la vez es su principal centro comercial y de servicios lo cual es válido para el nuevo municipio surgido en 1976.
Uno de los cambios importantes acaecidos a fines del siglo XVIII lo fue sin lugar a dudas, el desarrollo urbanístico de extramuros.
Antiguamente la adjudicación de propiedades por el cabildo se hacía muchas veces sin límites exactos ni medidas. Debido a la poca población y la abundancia de tierras, no se requería tampoco de muchas precisiones.
Sin embargo, en la medida que se incrementa la población, mucha gente humilde y sin recursos, incluyendo a los negros horros, se van asentando ilegalmente, no siempre en egidos, pero tampoco sin que se les pudiera echar oficialmente. Se combinaban así en los arrabales de extramuros, una población heterogénea, de múltiples procedencias y orígenes étnicos.
No obstante, los planos antiguos de La Habana reflejaban como ya en el siglo XVIII las parcelaciones invadían el área aledaña al originario San Cristóbal y se veían las pequeñas e irregulares casitas de embarrado y guano, que desde 1756 partían de la iglesia de Guadalupe, para dar origen a su antiguo barrio del mismo nombre.
Guadalupe se formó a la sombra de una pulpería y taberna. A las anteriores edificaciones se les agregaban una parte del Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad) y algunos corrales de reses que daban a la Calzada de Jesús del Monte. Colindaban con la parte septentrional de Jesús María dividido por el manglar.
La Calzada de Jesús del Monte era para esta época zona de fondas y posadas y otras ventas. En realidad la ermita de Guadalupe tiene una construcción mas temprana a la fecha que sitúa Pérez Beato, pues según referencia obtenida en los legados y lo del arzobispado de La Habana, ya en 1716 aparecen realizándose obras de mampostería, lo cual indica la existencia de otra ermita de embarrado y guano con anterioridad a esta fecha y por ende de un caserío.
La visita pastoral del Obispo Morel de Santa Cruz en 1762-63, la sitúa en el callejón del suspiro y el calle Águila. Este primer barrio creció con las limitaciones propias que le impusieron las necesidades militares de la ciudad a esta zona.
Casi al unísono, aparecieron las primeras casitas de tejas propiedad de Francisco Pico en un ángulo de las tierras que hoy constituyen la intersección de las calles Prado y San Rafael Cabe decir que el proceso de urbanización se inicio en el centro sur de la villa, extendiéndose mayormente hacia el sur bordeando el camino de Jesús del Monte (actual calzada del 10 de octubre) y en dirección de la Zanja Real.
En esta parte sur de extramuros, su cercanía al mar y la necesidad de mantenerla despejada para garantizar la visibilidad y maniobra frente a cualquier ataque de escuadras enemigas, limitaba las posibilidades constructivas en esta faja por este período.
Por esto los terrenos distribuidos u otorgados para labrar estancias y huertas se mantuvieron sin afectar hasta bien entrado el siglo XVIII, por lo que el proceso de urbanización fue lento y atrasado para extramuros en comparación con territorios mas alejados, siempre con las dificultades propias que comportaba el uso militar de parte de esta zona.
No se pueden obviar, por lo tanto los efectos que desde 1739 daba a la ciudad la guerra declarada por Inglaterra a España, ya que por este motivo a partir de 1740, los terrenos extramurales se cubrieron de fosos y estacadas, así como obras de carácter militar para la defensa de la ciudad, convirtiéndose esta área en una zona polémica, donde quedó terminantemente prohibido todo tipo de construcción sobre todo hacia el norte.
En la capital habanera se desarrollaba un acontecimiento defensivo que comenzó con la utilización del Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad) como lugar de entrenamiento militar donde mas tarde se establecería la Escuela española de Artillería.
Poco tiempo después de iniciar Carlos III su reinado y ser firmado en 1762 el conocido Pacto de Familias entre España y Francia, de nuevo se rompieron las relaciones Británico- españolas.
En 1762 los ingleses le declararon la guerra a España y las operaciones se trasladaron a las colonias, especialmente a Cuba atacando y ocupando La Habana por un periodo de once meses, de agosto de 1762 a julio de 1763.
De esta ocupación el saldo positivo fue la aplicación de una nueva política económica, que estableció un intercambio comercial con sus colonias mucho más ventajoso que el español, bajo el monopolio de la Real Compañía de Comercio. De hecho, el capital habanero obtenía mas beneficio.
No obstante este auge mercantil, el mismo no resultó positivo para toda la población y en especial la de extramuros, solo incidió en particular, sobre el grupo aristocrático habanero, mientras tanto en la zona aledaña crecían sus primeros núcleos urbanos y continuaban la explotación de sus estancias, huertas, canteras y árboles maderables, entre otros renglones.
Todavía en 1769- 1771 en época de Bucarelli, cuando se establecían divisiones territoriales mas precisas en Intramuros, mucho mas definido urbanísticamente, Extramuros era considerado zona rural dividida en capitanías pedáneas.
Así se arriba en 1774, al gobierno del Marqués de la Torre, en el cual no solo hubo preocupación por mejorar las capacidades defensivas de La Habana, sino que se operaron cambios en el ornato publico, se crearon instituciones para elevar el nivel cultural de la mas selecta aristocracia habanera y se construyeron lugares de esparcimiento, mientras que en el orden económico se decretó la introducción de una serie de productos a España, que aumentó el movimiento de barcos y el incremento del comercio exterior.
En 1778, el Padrón general de la Isla de Cuba aportó datos de otro barrio extramural, San Lázaro, entonces partido pedáneo del mismo nombre, cuyo núcleo principal se localizaba aproximadamente a una legua de la ciudad, al norte de la Zanja Real hasta la caleta del mismo nombre, en el cual estaba el llamado Barrio de los Barracones.
Barrios a Fines del Siglo XVIII y Principios del XIX.
La Punta: Era la mitad de la población dividida de oriente poniente por la calle Amargura desde la Plaza San Francisco hasta la iglesia parroquial auxiliar de Santo Cristo del Buen Viaje y de ella atravesando por la esquina de Breñaza a la Real Muralla del Poniente.
Dragones: Formaba cuadrilátero limitado por las calles San Miguel, Lealtad, Calzada de la Reina y Belascoain o de la beneficencia y la calle Zanja, donde se hallaba el tivolli trapiche) comprendía el cuartel de Dragones ocupado por el Regimiento de Lanceros del rey creado en 1776 que constaba de dos escuadrones.
San Lázaro: Limitado por la caleta de San Lázaro desde Calzada de beneficencia o Belascoain hasta la Ratería de la Reina (parque Maceo) por la vereda que desde allí se dirige al puente de Zanja en la Calzada de Infanta hasta la línea del este del Ferrocarril. Se encontraban enclavados en la zona: el Hospital de San Lázaro y la Casa de Beneficencia.
Guadalupe: Formaba cuadrilátero con Lealtad, San Miguel, Calzada de Galiano y de la Reina. Enclavada en el territorio la Parroquia de la Guadalupe, toma su nombre de esta parroquia fue antes (1742) el Santuario de la Salud. Aparece en sus registros parroquiales los bautizos de pardos y morenos desde 1736 y los de blancos desde 1756. También se conservan en la actualidad los Registros Parroquiales Iniciales de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (actual Reina).
San Nicolás: Se extendía a Manrique, cañada de los Sitios de los Ángeles, comprendía parte de la Calzada del Monte, desde la calle figuras hasta la de Los Ángeles, estaba en el mismo la Ermita de san Nicolás ( que se destruyo por un incendio en 1802) de ahí toma su nombre.
Chávez: Limitaba con el canal de Desagua desde el puente de Chávez hasta la ensenada de Talla piedra, en medio de la calle de Las cañadas y el sendero que prolonga hasta Belascoain y de esta al puente de Chávez, toma su nombre por Don Miguel de Chávez, administrador de las rentas reales, se edificó en 1797 gobernando el Conde de Santa Clara, el puente de cantería (sustituyo al de madera) volviendo a reedificarse en 1835.
Peñalver: Limitaba con el medio de Belascoain y con el medio de la Reina, la calle Manrique y el Sendero que parte de la Cañada, en prolongación de esta hasta Belascoain. Tomase ingenio de Peñalver. La casa de Peñalver se situaba en Carmen y Figuras, tenia barracones de esclavos, posteriormente fue arrendad por Don Dionisio Delgado el que Fabricó después casas y varias ciudadelas.
San Leopoldo: Formaba cuadrilátero limitado por el promedio de las calles de Lealtad, San Miguel, Calzada de beneficencia o Belascoain y por la costa (San Lázaro).
Un Barrio Sui Géneris:Los Barracones.
Le correspondió a este territorio la formación de un atípico barrio cuya génesis va vinculada y solo se puede explicar tomando en cuenta una serie de acontecimientos internacionales y su repercusión posterior en la Isla.
España declara la guerra a Inglaterra 23 de junio de 1779, dándose a conocer en la Habana a los 22 días del mes siguiente. Se definía así su alianza con Francia y Holanda en auxilio de los colonos anglo norteamericanos de las 13 colonias.
Los soldados que España dejaría serian más beneficiosos que perjudiciales para la colonia española, puesto que los franceses mantuvieron fuertes escuadras en la América del norte y las Antillas, aparte de las operaciones militares y navales en Europa y gracias a la céntrica posición de La Habana, los españoles se encontraron casi en completa libertad de acción para atacar desde esta ciudad a Mobila, Pensacola y Bahamas y preparar una expedición contra Jamaica.
Este mismo año, La Habana se convirtió en una gran base militar de operaciones, reuniéndose en su puerto los días 3, 4 y 5 de agosto, grandes fuerzas navales con doce navíos, 3 fragatas, 4 bergantines de guerra, 82 buques de transporte y varios miles de soldados destinados para estas operaciones, entrando primero una expedición de 3500 hombres y después en 1781 una fuerte escuadra española de 12 000 hombres que se componía de las fuerzas de Soria, Flandes, Hirvenia, Guadalajara y Cataluña (que sufrieron cerca de 2 000 bajas como consecuencia de la fiebre amarilla) al mando de Don José Solano y Bote, con 8 000 hombres bajo órdenes de Don Victorio de Navia, General en Jefe del ejército de operaciones de América. El Gobernador General Navarro envió una parte de estas tropas para reforzar la Lousiana por tierra armando corsarios que actuaron por mar quedando Cuba protegida además con navíos y tropas de la escuadra francesa de las Antillas.
Fueron varias las consecuencias que para Cuba y en especial para La Habana, trajeron consigo estos conflictos ínter potencias entre ellas, que en 1779 entraron en circulación 35 millones de pesos solo para la subsistencia del ejército de operaciones; fue autorizado el comercio con los extranjeros aliados y durante cuatro años las Colonias Unidas de Norteamérica intercambiaron con Cuba productos típicos sin la intervención en sus negocios de los comerciantes europeos.
Mientras tenían lugar todos estos cambios en el orden externo en relación con Cuba, internamente en La Habana, como resultado de su participación más directa en la conflagración bélica, también ocurrían transformaciones que, en el orden urbano fundamentalmente, estaban muy vinculadas con la entrada y permanencia de las tropas militares en la capital de la colonia mas codiciada e importante de este período, que al ser más numerosas en comparación con la cifra habitual, provocaron que se construyeran nuevas instalaciones para su alojamiento, ya que los lugares destinados para ello no eran suficientes, por lo que precisamente, en 1779, poco antes de la declaración de la guerra antes mencionada, la Intendencia General de Hacienda ordenó la construcción de unos barracones en extramuros de la cuidad habanera, cercanos al paseo de la Alameda, donde se albergarían dichas tropas por el tiempo que fuese necesario, para facilitar así su aprovisionamiento y pronto embarque para su intervención en la contienda bélica.
Históricamente, los barracones se habían vinculado con el comercio negrero, pues desde sus orígenes la razón fundamental de su fabricación fue la de estar destinados al alojamiento temporal o definitivo de los negros africanos obtenidos a través de la trata.
En Cuba el término barracón fue utilizado indistintamente tanto para las instalaciones de este tipo existentes en las zonas rurales y urbanas, como para otros establecimientos que no se vincularon exclusivamente con el comercio de esclavos.
Juan Pérez de la Riva, en su obra El Barracón y otros ensayos, aclara además que en Cuba existieron barracones de ingenios en las afueras de las ciudades (Matanzas, Güines...) que, utilizados para albergar negros bozales y chinos culíes, podían ser de dos tipos: barracones naves o barracones de patio. Pero en dicha afirmación solo se refiere a los relacionados con la esclavitud. No fueron tenidos en cuenta otros establecimientos que, denominados igualmente barracones, existieron en la zona inmediata a las murallas próximas a los limites urbanos, cuya construcción tuvo como objetivo inicial el alojamiento de tropas y almacenes militares cuya funcionalidad estuvo dada por su utilización como albergue provisional durante los conflictos bélicos de la época.
Estos se localizaron en extramuros hacia la zona Este del Partido de San Lázaro; también un poco mas al Oeste en la chorrera y en el pueblo ultramarino de Regla, construidos todos con el mismo propósito.
Los barracones de la zona Este del Partido de San Lázaro, fueron construidos allí.”...para salvar la imposibilidad de alojamiento que ofrece esta ciudad y barrios adyacentes, precaviendo las enfermedades epidérmicas que se debe tener en estos climas de América para lograrse en el paraje que sé a situado la mejor ventilación de las brisas que son los vientos sanos y generales, al mismo tiempo que la ventaja de tener todo el ejercito reunido”.- según se explica en le plano de Luis Huet de los barracones militares.
Razones similares motivaron igualmente la construcción de dichos establecimientos en la Chorrera y Regla.
En lo que se refiere a los barracones aledaños a las murallas en el partido de San Lázaro: “La Intendencia ordenó (....) la construcción de 40 barracones muy capaces entre las calles del Consulado y la Alameda [ o sea, nuestro Prado actual ] (...) a la altura de la calle Colón y se extendían de Norte a Sur hasta la Zona Franca (...)” eran de madera redonda, es decir, sin labrar, y techo de guano en ellos cupieron perfectamente los 12 000 hombres conducidos por la flota de Solano.
Sin embargo, hay autores que solo se refieren a la existencia de 18 entre la calle del Consulado y la Alameda extramuros y de Oeste a Este como calle Santa Bárbara, solo que no se especifican a que período de la existencia de los mismos corresponden.
En este caso, ante tal contradicción, podemos inferir que dichos autores se refieren a etapas de desarrollo diferente, de cualquier modo aunque no resulta imprescindible precisar la cantidad exacta de barracones que se construyeron al inicio tomando en cuenta la información contenida en las fuentes catastróficas y los límites del territorio donde fueron fabricados aceptamos la idea de que fueran cuarenta como los ordenó la Intendencia General de Hacienda, y que la medida en que se fueron desocupando se deterioraron por la endeble calidad de su construcción, reduciéndose su numero además, por los frecuentes incendios que allí ocurrieron.
En los legajos consultados no se hallaron referencias a ese número total de barracones, sino solo aquellos que al parecer resistieron los embates del tiempo.
Según se aprecia en las fuentes catastróficas y por la información de las fuentes primarias en contraste con alguna bibliografía, los barracones ubicados al este de la Capitanía de San Lázaro ocuparon el área que se extendía:
Por el Norte: hasta la calle Merced ( actual Refugio) Por el Sur: hasta la calle San Miguel o Santa Bárbara, justamente en el segmento entre Industria y Neptuno. Por el Este: hasta la Alameda de extramuros (actual Paseo de Martí o Prado). Por el Oeste: La calle Industria.
Toda la superficie inmediata hacia los extremos Norte, Sur y Oeste fue conocida como “cercana a los barracones” y en su conjunto como “ Barrio de los barracones”, denominado así por los vecinos de la zona quienes tomaron la existencia de los mismos como punto de referencia para nombrar estos terrenos, transmitiéndolos por vía oral y escrita, incluso en documentos oficiales, desde 1779- 1780 en que surgieron hasta 1836, manteniéndose la costumbre hasta después de 1841 en que surge el Barrio de Nueva Cárcel, pues no hallaban otra forma de referirse a esta área en particular que no tenía peculiaridad mas notable que la presencia de aquellas construcciones. Las particularidades físico-geográficas de la zona, fueron otras de las razones por las que los terrenos aledaños se declararon como realengos, por lo que sólo la Real Hacienda nacional, representante de los intereses de la Corona, podían disponer de ellos, destinando dichas construcciones a diferentes usos en el transcurso de su existencia.
En las fuentes aparecen indistintamente 1779 y 1780 como fechas iniciales de construcción de los barracones, pero los estudios realizados al respecto nos permiten afirmar que los mismos se comenzaron en 1779 y se terminaron al año siguiente. Estos formaban una planta regular y simétrica que contrastaba con el resto del panorama urbanístico (según plano de Luis Huet).
En el que aparece el área con los barrones, donde la ubicación de sus calles nos permite formarnos una idea de la distribución de los mismos, estas no siempre se denominaron del mismo modo, como sucedió por ejemplo con las calles Merced, de las Canteras, Trasera de Barracones, Santa Bárbara y otras que dejaron de existir, como ocurre con la llamada calle de las Cocinas.
En agosto de 1781, se acuarteló en ellos el mayor número de tropas del período. Los conflictos bélicos habían propiciado que entre 1779 y 1783, se acumularan en Cuba algunos capitales especulándose mucho con el comercio, la venta de terrenos, el fomento de ingenios, la compra y venta de esclavos y diversos negocios de otro tipo.
Al año siguiente, el 20 de enero de 1784, se dispuso por Real Orden que: ”...los barracones que se construyeron en extramuros de esta plaza para acuartelar el ejercito de operaciones se hiciesen dividir en diversas habitaciones para alquilarlas a beneficio de la Real hacienda...”, lo que no tuvo efecto hasta 1792, prolongándose por un período de seis años la división en varias posiciones numeradas mas fácilmente por parte de la Real Hacienda, que los habilitó como viviendas, arrendándoles a la gente pobre más de 60 casas.
Otra parte de aquellos enormes caserones se utilizaron para depósitos municipales y de guerra y como consecuencia de las necesidades de importar negros, para ser utilizados como fuerza de trabajo, se pensó en un depósito donde establecer a los que llegaron por conducto del consulado, por lo que algunos se dedicaron a alojamiento de esclavos africanos.
“......Inmediatamente que arribaba el negro era llevado a las plataformas para las cuales iban consignados, o lo que era mas común, conducido a los barracones destinados al efecto (...) que eran además el mercado de los esclavos nuevos, de los bozales, de donde pasaban a las faenas de las plataformas o de las ocupaciones urbanas”
Se puede considerar, por tanto que el período entre 1781 y 1798, fue el de mayor auge de los barracones, con un destino primario que se enmarca hasta 1783 en que se retiraron definitivamente las tropas acantonadas una vez finalizadas las hostilidades, dedicándose a partir del siguiente año al alquiler de habitaciones. En 1794 algunos son administrados por la Real Hacienda que los utiliza para alquiler, destinando otros como depósitos municipales o de guerra. En 1795 pasa una parte de forma oficial a poder del Real Consulado de Agricultura y Comercio, dedicándolos al depósito de los esclavos africanos que entraban por el puerto de la Habana con autorización legal, destino que, en esencia, no varió mucho en los años siguientes.
Con el advenimiento del siglo XIX, comienza otro ciclo de vida en la isla, destacándose particularmente el rápido crecimiento de los centros urbanos; todo se mantuvo en orden dentro del recinto intramural, no se produjeron cambios en su concepción urbanística original, mientras que hacia extramuros, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la expansión adquirió otros matices, siendo mas dispersas o concentrada en dependencia de la zona hacia donde se desplazara. Es justamente en el primer año del siglo XIX, bajo el gobierno del Capitán General Don Salvador de Muro y Salazar (Marques de Someruelos), que lo barracones después del incendio arrasador ocurrido en 1800 comienzan a atravesar por una etapa intermedia hasta 1824, caracterizada por el aumento en la variedad de usos a que se destinaban declinando hacia finales de este período como consecuencia de los incendios ocurridos, la solicitud de derribo de algunos de ellos por parte de los vecinos del lugar, la desocupación de otros al ponerse en práctica la prohibición de la trata en 1820, y toda la serie de elementos que sustentan la inutilidad y ambigüedad de su existencia en esta zona que clamaba por afiliarse al conjunto de modificaciones que en el orden urbano se daban en otros territorios de extramuros.
Decadencia de Los Barracones.
Antes del primer cuarto de siglo XIX, es decir en 1824, ya se comenzaban a hacer las primeras solicitudes de derribo de los barracones por parte de varios vecinos del lugar, petición que se justificaba con múltiples razones, entre ellas, por ejemplo:
Que los barracones No. 5 y 6 tenían una pared que impedía la continuación del trazado de una calle. Que los que continuaban en pie y sin uso constituían un peligro por su tendencia a incendiarse arriesgando la vida de los vecinos de la zona. La inutilidad de su existencia y la necesidad de hacer nuevas construcciones de mampostería y tejas eliminado los techos de embarrado y guano de mala calidad y en general propicios al derrumbe en cualquier momento. Una vez derrumbados podían ser utilizados los terrenos por S.M. en lo que mejor conviniera en beneficio propio.
En 1832, tuvo lugar otro incendio en el partido de San Lázaro, en la zona Norte de la Zanja Real, que afectó la manzana 17, cercana al barrio de los barracones, lo cual coincidió con la solicitud de los vecinos del lugar de derrumbar el barracón No.6 donde se alojaban las tropas de caballería ligera del Teniente Don Domingo de Armona, pues se había vencido el plazo del alquiler y su existencia interrumpía a los moradores de la zona en sus proyectos de fabricación.
De manera particular durante el gobierno de Vives el progreso constructivo no continuó el curso ascendente de años anteriores en la capital pues solo tuvieron lugar reformas de tipo político y militar ante la difícil situación conspirativa y de amenazas insurrectas por las que atravesaba la Isla.
En 1836 se destruye el último barracón situado en Animas esquina a Prado, dando frente de ambos a la Alameda del Prado y su fondo a la calle del Consulado, esquina en la que posteriormente (1857-1858) existió una fábrica de carruseles y según refiere Fernando Ortíz se construyó más tarde el Casino Español de La Habana (hoy Palacio de los matrimonios).
1841-Del último Barracón al Barrio de Nueva Cárcel.
En particular, la zona objeto de estudio que continuaba siendo para muchos “el barrio de los barracones”- mantenía el orden interno establecido desde las construcciones de estos, estructurados por cuadras y manzanas con nombres en sus calles. La desaparición del ultimo barracón en 1836 permitió que el proceso constructivo de esta área se estimulara a partir de entonces, puesto que no había tenido lugar a la par del resto de extramuros, donde se reconocían ya otros barrios hacia el Sur y el Oeste.
En dicho “barrio de los barracones” varió la calidad de las fabricaciones en los diferentes momentos, construyéndose inicialmente de embarrado y guano y más adelante de mampostería y tejas, aunque sin rebuscamientos ni rigores en las formas sobre todo en la década del 30, época en que no existían en el área de los barracones construcciones destacables por su valor arquitectónico o utilitario, pues solo se fabricaron algunas casas destinadas a viviendas y alquiler entre las que a veces se podía encontrar algún que otro establecimiento de los servicios públicos.
Los terrenos pertenecientes al área de los barracones comenzaron a partir de este momento a ser objeto de conflictos. Muchas manzanas, cuadras y esquinas que formaban parte de los mencionados terrenos, fueron a partir de la década del 40 y hasta la década siguiente, motivo fundamental de pleitos entre herederos y propietarios de aquellas parcelas de tierra, solares o casas que en el siglo anterior habían pertenecido a aquellos dueños originales que por medio del traspaso, la herencia, la compra-venta o el alquiler ocuparon los terrenos donde a finales del siglo XVIII se habían construido dichos barracones.
Período 1841- 1851:De Nueva Cárcel a Colón. División Territorial (San Lázaro- Nueva Cárcel).
En 1841, el Gobernador General de la Isla, Capitán Don Jerónimo Valdés, tomando en consideración el notable crecimiento poblacional decidió reorganizar la estructura extramural, es decir las capitanías de partido de Jesús Maria, Guadalupe y San Lázaro se dividieron cada una en dos, quedando esta parte de la ciudad dividida en 6 barrios.
Al Sur de la Zanja Real:
Jesús Maria se dividió en dos, tomando uno de los barrios el nombre de Chávez y el otro el nombre que ya tenía. Guadalupe, en uno con este mismo y otro con el de Peñalver.
Al Norte de la Zanja Real.
San Lázaro, en uno con su mismo nombre y otro con el de Nueva Cárcel.
El barrio Nueva Cárcel toma su nombre por la cárcel que en 1834 mandó a construir Tacón, quedando terminada totalmente entre 1838 y 1839 a la cual se le puso su mismo nombre, situada inmediatamente después de la Puerta de la Punta, siendo visible desde la entrada del puerto.
El nombre que recibió dicho barrio en este periodo no respondió inicialmente a reglamentaciones oficiales sino que, similar a lo ocurrido con la denominación del “Barrio de los barracones”, Nueva Cárcel fue el nombre dado a dicho barrio por sus pobladores a partir de la fabricación de la misma, que se tomaba con frecuencia como punto de referencia para denominar dicha zona. Así, a partir de 1841 fue reconocido oficialmente el mencionado barrio de la Nueva Cárcel como segregación del de San Lázaro.
Los límites de este nuevo barrio serían a partir de entonces:
al Norte: la calle San Lázaro que daba al mar. al Oeste: la calle Galiano. al Sur: la calle San Rafael y al este: el Paseo del Prado de extramuros.
Quedando así incluidos dentro de este barrió los terrenos donde habían estado los barracones hasta 1836.
Barrio Colón.
Después del cambio estructural del 1841, hubo una nueva reorganización a partir de 1851: los hasta entonces barrios extramurales fueron considerados como parte integrante de la capital cuya nueva demarcación se extendió hasta los poblados de Cerro, Jesús del Monte y el caserío de Arroyo Apolo. Para esta fecha también se incorporaron como parte integrante de la ciudad las poblaciones de Regla y Casablanca.
Al modificarse nuevamente la estructura urbana, intramuros también sufrió modificaciones no de manera esencial, quedando toda el área dividida en seis distritos:
1. Distrito de la Catedral. 2. Distrito del Espíritu Santo. 3. Distrito de la Salud. 4. Distrito de la Factoría. 5. Distrito del Horcón. 6. Distrito de Regla.
El tercer distrito estaba compuesto por los barrios de La punta, Colón, Tacón, Guadalupe, Monserrate, Dragones, San Leopoldo y San Lázaro resultando este de interés particular para nuestro trabajo por formar parte de él los dos primeros barrios que a su vez constituían la subdivisión interna del que anteriormente se denominaba barrio de la Nueva Cárcel.
El otro barrio de los barracones que aún continuaba siendo reconocido así entre muchos de los habitantes del área se localizaba en la parte este del barrio de Colón alcanzando una pequeña porción de La Punta.
De ahí que la parcelación de esta zona constituya la base de la formación del mencionado barrio de Colón, donde abundan solares y ciudadelas algunas de las cuales se dedicaron a la prostitución clandestina a partir de los años 50, característica también de algunas de las calles comerciales y céntricas de la ciudad intramural, como por ejemplo: Sol, Amargura, Lamparilla y Luz, o de los barrios extramuros en los alrededores del Paseo del Prado, en los mercados, en la calzada de San Lázaro y la calle Monserrate. Entre otras, cuya población comenzó a extenderse de forma arbitraria construyendo casas que paulatinamente iban conformando manzanas en los terrenos de aquellas primitivas estancias y terrenos del glacis más cercano a las antiguas murallas.
En esta zona, particularmente en la calle San Miguel existió una cerca de tablas que limitaba las canteras que allí hubieron de donde se extrajeron cantos que se utilizaron para la construcción de algunos de los edificios del área, dicha calle se fue transformando de forma progresiva por las construcciones de casas que tuvieron lugar de un lado y otro de la misma. Similar a como sucedía en la parte Sur, en dirección al Norte llegando su población hasta la Calzada de San Lázaro, se veían en este periodo sobre las rocas y la arena numerosas casas de madera algunas muy débiles y otras muy bien construidas, así como edificios de mampostería, baños, tiendas de diferentes tipos y talleres de artes y oficios, pero en esta parte de la calle San Lázaro el trabajo constructivo no fue sólido y numeroso como el de la acera del frente de dicha calzada donde la calidad de sus edificaciones fue muy superior comenzando desde La Punta y llegando hasta la Casa de la Beneficencia.
Otro ejemplo de cómo ocurría este proceso progresivo de urbanización lo constituye lo sucedido con el antiguo Jardín de Gervasio, donde sobresalían los árboles frutales y los cocoteros, la estancia de Morales y parte de la de Betancourt que se convirtieron también en casas y establecimientos entre los que se hallaba una gran máquina de vapor utilizada para aserrar maderas, una tenería y una importante casa cuyo dueño era Don Lorenzo de Larrazàbal. Todo esto contribuía al fomento de la mencionada Calzada de San Lázaro
Hacia la parte Este de la misma también existía en esta época una barriada numerosa donde se podía apreciar sólidas y elegantes casas, notándose mucho más lujo y ostentación en las cómodas viviendas construidas en el frente opuesto a dicho paseo desde el glacis a la Alameda de Isabel II “... En el mismo local que ocupaba los antiguos barracones....” en el lugar mismo de aquellas mezquinas construcciones que afeaban tanto, pues algunas de estas (...) barracas estaban cubiertas con techos de hojas de palmeros, se ven (...) algunas casas de dos o tres pisos y otras comunes de muy bello aspecto y acaso con mejores condiciones que las de intramuros”.
La distribución de los terrenos primero y el trazado recto y amplio de las calles extramurales después, se correspondía con las características de la expansión urbana que tuvo lugar hacia las afueras de la ciudad amurallada en ese período.
De modo que hacia la década del 50 ya podían apreciarse grandes edificios sostenidos por altas y gruesas columnas que formaban extensos portales de puntal elevados con grandes ventanas y portones característicos de la mayoría de las construcciones que se fueron desarrollando en extramuros particularmente en los alrededores inmediatos al Paseo del Prado donde se elevaron grandes edificaciones que muchas veces a pesar de tener algunos elementos en común, sus estructuras dificultaban que se les agrupara dentro de una línea estilística definida aunque los caracterizaba la sobriedad y magnificencia de sus fachadas e interiores.
El año 1851 marca el período de surgimiento del Barrio de Colón, cuyos orígenes han sido objeto de esta investigación.
“....Las primeras décadas del siglo XIX constituyeron un período característico en la historia de La Habana. Los cambios económicos, sociales y políticos, mas la explosión demográfica, provocaron transformaciones, tanto jurídicas como urbanísticas. El siglo XIX comenzó una etapa de ordenamiento: establecimiento de los partidos a fines del XVIII. Con su delimitación territorial y sus atribuciones jurídicas, fueron reglamentaciones necesarias para poder llevar a todas las zonas el orden colonial... “. (29)
Barrio Chino
El tráfico de culíes y la libre inmigración asiática a ibero América y en especial a Cuba, se inicia en la década del 40 del siglo XIX. El arribo del primer contingente de trabajadores en condición de semi esclavos se produce en junio de 1847 a través de la firma Zulueta y Cia.
Con la coordinación de la casa Matía Menchacatorre, de Manila y la firma inglesa Tait and Company. Este comercio se inició en Amoy con las fragatas Oquendo (española) y Duque of Arq. Yle (inglesa). Ambas con destino a La Habana embarcaron más de medio millar de culíes.
Gran Bretaña, en pleno auge de su revolución industrial, se convierte en abanderada de las ideas abolicionistas. En Cuba, por un lado, el miedo al negro debido a los sucesos de Haití, las crecientes sublevaciones de esclavos y conspiraciones como la de La Escalera (1844), bajo la necesidad de introducir nuevas tecnologías hacen ver con buenos ojos esta inmigración.
Ya para 1842 el Reino Unido propone la inmigración de trabajadores asiáticos hacia Jamaica, Trinidad y en el caso de Cuba, especialmente chinos. No se puede obviar en este recuento la situación de los campesinos en China que venían a otras tierras lejanas con la esperanza de ayudar a sus familias en el imperio Manchú y sus imperios vasallos.
El auge inicial de este movimiento migratorio asiático se produce entre 1848 y 1874, ante la prohibición de la trata negrera. El asiático será adjudicado a los grandes hacendados en condiciones de semiesclavos, de ahí la inadaptación al medio y al trabajo en la isla.
Los chinos provenían de una antiquísima civilización agraria, con una cultura y habilidades ya desarrolladas como cultivadores, sobre todo de arroz, razón por la cual se amotinan, se suicidan en masas o se convierten en cimarrones. Así mostraron una gran apropiación de sus patrones culturales y una gran resistencia al proceso de desculturación.
Aún así los chinos con problemas idiomáticos trataron de adaptarse al sistema de la plantación. Juan Pérez de la Riva señala que las causas del alto índice de mortalidad en los chinos está dada porque en su patria la esclavitud había desaparecido casi 2000 años.
El proceso de liberación de los culíes se inició en 1853, pero fue lento y difícil extendiéndose a 1855 -1872 y no fue hasta la década del 80 que se suprime elEl proceso de liberación de los culíes se inició en 1853, pero fue lento y difícil extendiéndose a 1855 -1872 y no fue hasta la década del 80 que se suprime el régimen contractual.
Ya en la década del 60 los chinos se incorporaron a la gesta independentista, formando parte de la caballería de Ignacio Agramante, las tropas de Antonio Maceo y Máximo Gómez. En La Habana trabajaron en la agricultura, en la industria cigarrera, como peones de la línea del ferrocarril, como estibadores y carretilleros en el comercio y entre 1850 y el 60, en el despalillo y la producción de tabacos y cigarros; también fueron albañiles trabajando en la construcción en Galiano y Belascoain y Reina y Zanja.
Los chinos establecidos en California, EE.UU, y que habían sido atraídos por la fiebre del oro, fueron expulsados de San Francisco y llegan a Cuba en la segunda mitad del siglo XIX.
Esta zona, desde el ensanche del ferrocarril La Habana-Bejucal se convirtió en el inicio del barrio y sus establecimientos. En 1859 en Zanja y Rayo, surge el comercio de Luís Pérez (Cheng Leng), que ofrece comida a los obreros del despalillo de la zona.
Esta nueva oleada migratoria se diferencia de la primera en que tenían capital y su influencia fue significativa en el ulterior desarrollo del Barrio Chino, porque además del comercio trajeron juegos prohibidos como la Charada (Chifa), el Siló, el Mahjong y el Kupar, unido a la prostitución y la droga. Un ejemplo de esto fue la inauguración en 1878 de la casa del Opio en Galiano #116.
Para 1870 ya se abre la primera casa importadora de productos asiáticos con un capital de 50 mil pesos, propiedad de los banqueros Weng Yong Sham y Lam Tong.
A todo ello se unirían las primeras asociaciones de carácter artísticoA todo ello se unirían las primeras asociaciones de carácter artístico – cultural, de recreo, secretas, de parentescos regionales, gremiales, políticas y nacionales, como la asociación Chung Wah, inauguraba el 19 de mayo de 1893 y que se convertiría en la institución rectora de todas los chinos residentes en Cuba, con local social en el llamado “Barrio Chino” de La Habana. La población asiática en Cuba tuvo una cresta de crecimiento en 1877, cuando alcanzó la cifra de 40, 327 habitantes, disminuyendo luego, sin perder su influencia en la vida económica, en especial comercial y cultural.
El llamado “Barrio Chino” se fortaleció principalmente en las calles Zanja, Rayo, Cuchillo y San Nicolás, donde descolló el comercio y toda una serie de servicios comunitarios, en especial: trenes de lavados, fondas, cafés y puestos de viandas, verduras y hortalizas.
La Comunidad Árabe
Los inmigrantes de procedencia árabe llegan a Cuba desde la segunda mitad del siglo XIX. Su ingreso se produce tanto por el puerto de La Habana, como por el de Santiago de Cuba, y su procedencia es amplia.
Se asentaron fundamentalmente en zonas urbanas, muy vinculados a los comercios e industrias especializadas. Los árabes se integran en parte desde el punto de vista religioso a las prácticas católicas, sobre todo en la iglesia de San Nicolás de Bari.
Allí en ocasiones oficiaría un sacerdote de origen libanés. La ciudad de La Habana les brindó abrigo en diversos repartos y poblados, pero tuvieron especial preferencia por las calles: Monte, San Nicolás, Corrales, Figuras y Antón Recio; formando el llamado “Barrio Árabe” de La Habana.
Surgimiento de Murallas y la conformación Étnica de los antecesores de los actuales Centrohabaneros.
Es de general conocimiento que al arribar Colón a América sus descubrimientos iniciales fueron en las Antillas y esto incluyó a Cuba, donde los descubridores fueron recibidos por la población aborigen ya existente, nuestros antecesores en el sentido histórico.
Los actos del descubrimiento y luego de la conquista tuvieron lugar ininterrumpidamente; a las tierras recién descubiertas bien pronto se les impuso la conquista, sobre todo en aquellos lugares que por su situación geográfica eran favorables para la actividad económica fundamental de la época: el comercio.
Apresuradamente los territorios, provincias y a veces poblados de los aborígenes se convirtieron en puntos de asentamiento de villas de los pobladores foráneos. Como es lógico la colonización no se hizo esperar.
En el primer cuarto del siglo XVI, en la desembocadura del Río Onicaxinal, al sur de la isla, se fundó la villa de San Cristóbal de la Habana, presumiblemente entre abril y mayo de 1514; entre esa fecha y 1519, la villa tuvo tres o cuatro asentamientos en tierras que toman el nombre de Habana en honor a su cacique Habaguanex, según carta de Velázquez al rey español del 1ro de abril de 1514.
La imposibilidad de precisar la fecha exacta de su fundación debido a los escasos manuscritos, mapas y cartas geográficas existentes, abren un amplio espectro a la polémica historio geográfica, sobre todo al tratar de deslindar los asentamientos intermedios de la misma.
Para el historiador Manuel Pérez Beato, la villa de San Cristóbal de la Habana se emplazó en un lugar de la costa norte cercano al rió Casiguaguas, hoy Almendares, criterio que no comparte la investigadora norteamericana Irene Wright al plantear este traslado hacia la caleta de Juan Guillén, después llamada de San Lázaro
Mantenerse al margen de esta discusión resulta difícil para cualquier estudioso del tema, máxime si se trata además de parte del territorio, por ello entramos de lleno en la misma para tratar de lograr resultados convincentes que ayuden a esclarecer este controvertido aspecto.
Si tenemos en cuenta en primer lugar la lejanía de La Caleta de las escasas posibilidades de agua potable para sus pobladores y analizamos las características del terreno en una faja de constantes penetraciones del mar, llegamos a la conclusión de que es poco probable la afirmación de Irene Wright, si a esto le añadimos los datos aportados por las actas capitulares del cabildo en las cuales un 13 de septiembre de 1561 se mercedan en este lugar tierras al alguacil menor de la villa, Juan Guillén para su sitio de cabras, podemos aseverar que esta posibilidad es poco admisible. Además no existen huellas de obras hidráulicas en esta faja, que sí se conserva con los muros de contención en la Chorrera y en el Barrio de Puentes Grandes, donde sin lugar a dudas tuvo lugar la traslación de la quinta villa: San Cristóbal de la Habana, para finalmente establecerse junto al puerto de Carenas, lugar que definitivamente ocupó.
Aquella comunidad naciente se vio asolada por piratas y corsarios en 1537, 1543 y 1555.
En las dos ultimas oportunidades fue afectada la faja de este territorio ya que en 1543 el pirata francés Jean Francois de la Roquet, conocido por los españoles como Robert de Baal, trató de penetrar a pie por la caleta de Juan Guillén sin lograrlo; posteriormente, el 10 de Julio de 1555, según acta del cabildo, al afamado pirata francés Jacques de Sores irrumpe por la Caleta de Juan Guillén (llamada mas tarde de San Lázaro) para saquear a San Cristóbal de La Habana.
Para 1551, la urbe había crecido y se trasformaba en puerto de concentración de las naves procedentes de otras latitudes americanas. Ya desde 1553 se había convertido en capital de la isla cuando el gobernador abandona su sede en Santiago de Cuba y establece su residencia en La Habana.
Administración de la Ciudad.
El cabildo o ayuntamiento de la villa primero, y después ciudad de La Habana fue el órgano de administración de la misma, concentrado en él los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Estaba integrado por los alcaldes ordinarios, elegidos los días primero de enero de cada año entre los vecinos de mayores bienes. Estos junto a los regidores (uno de nombramiento real de por vida) y otros por elección, atendían en sus sesiones todos los asuntos de interés publico. Los gobernadores presidían estas sesiones junto a uno de los alcaldes y el escribano, para dar fe de las actualidades del mencionado órgano administrativo.
Entre sus funciones se encontraban:
• Elegir o autorizar el ejercicio de cargo de los funcionarios públicos, civiles, militares o eclesiásticos de la villa, entre ellos están, el contador, el alguacil mayor y menor, el verdugo, el pregonero, el alcaide de la cárcel, el mayordomo de la villa, el barbero y el cirujano. • Examinar las letras de los jueces de residencia, a las que podían oponerse. • Dar licencia para comercio e industria, regulándolas. • Determinar las tierras comunales. • Atender la defensa de la villa contra posibles ataques de corsarios y piratas. • Dictar medidas para el orden de la villa, el trazado limpieza y conservación de caminos • Custodiar los bienes de aquel indiano que fallecía en la villa. • Delimitar la tala y la venta de maderas, la carga y descarga de los navíos. • Tenia que asumir el abastecimiento de agua. • Hacía ejecutar las penas que recaían sobre los infractores de sus disposiciones.
En fin, que sus sesiones, con fecha y acta, permiten reconstruir todo lo acontecido en la ciudad a partir del 30 de julio de 1550, constantes asaltos e incendios producidos por los piratas entre 1538 y 1555.
Fue quizás una de las mas importantes funciones del cabildo la mercedar solares en la villa para viviendas y terrenos de labranzas y crías de ganado en los terrenos circundantes, con la peculiaridad de que en los momentos iniciales esta resultó ser una tarea fácil por la disponibilidad de las tierras, solo que a fines del siglo XVI el proceso de apropiación de las mismas estaba casi completamente terminado, razón por la cual se producen nuevas mercedes, que traerán como consecuencias largos y penosos litigios entre los beneficiados por estas disposiciones.
A esto hay que añadir las posibilidades de terrenos fértiles teniendo en cuenta las características planimétricas de los terrenos que rodeaban la villa, sobre todo en el caso de las estancias, huertas y conucos.
El Territorio de la actual Centro Habana, como abastecedor de la Villa o Ciudad de la Habana Centro Habana.
Se plantea que la originaria villa, convertida en ciudad en 1592, de San Cristóbal de La Habana, se autoabastecía de los principales productos agrícolas y derivados de la ganadería. Esta actividad de autoabastecimiento de la ciudad a que se hace referencia, se realizaba desde el territorio del actual Centro Habana, que era el espacio territorial aledaño, más inmediato, a la ciudad, donde se encontraban sitios y estancias que se especializaban en diversas producciones, por ejemplos:
Estancias de ganado mayor y lecherías: las de Doña Rosalía; huertas, viandas y hortalizas: la de María. Conejeras y Cocales: los de Don Gervasio Gutiérrez. Porqueriza: la de Juan Guillén, del alguacil menor de la Villa. De árboles frutales (mangos): las tierras de Micaela Justiz, a corta distancia de la ermita de Salud (calle Real). Salinas de la costa. Canteras como La Criolla, cercana al mar. Árboles maderables en toda la zona.
Este panorama económico no cambiaría en los primeros siglos para los terrenos aledaños a la ciudad amurallada, la cual comenzó a edificarse el 3 de enero de 1671, muros, bastiones y garitas que continuarían con más o menos intensidad hasta la cuarta década del siglo XVIII.
La Habana, extramuros de Finales del siglo XVIII.
El inicio del desarrollo urbanístico en extramuros va a ser uno de los principios hitos del siglo XVIII en la historia de la ciudad. Para el proceso ocurrido en Centro Habana sería esencial el Camino de la Puerta de Tierra y sus alrededores. Antiguamente la adjudicación de propiedades por el cabildo se hacía muchas veces sin límites exactos ni medidas. Debido a la poca población y la abundancia de tierras, no se requería tampoco de muchas precisiones. Sin embargo, en la medida que se incrementa la población, mucha gente humilde y sin recursos, incluyendo a los negros horros, se van asentando ilegalmente, no siempre en ejidos, pero tampoco sin que se les pudiera echar oficialmente. Se combinaban así en los arrabales de extramuros, una población heterogénea, de múltiples procedencias y orígenes étnicos. Les unía en no pocos casos los oficios religiosos de algún cura semanero que se desplazaba los domingos hasta lejanas y rústicas ermitas para oficiar la misa en los nacientes caseríos. Los planos de la ciudad en el siglo XVIII revelan que las antiguas estancias comienzan a ser parceladas en manzanas y solares. En los expedientes correspondientes a Don Miguel de Castro Palomino es posible apreciar cómo desde los años 50 la estancia de sus familiares y herederos se divide en más de 15 manzanas.
La ciudad extramuros crece significativamente a partir del siglo XVIII, desbordándose sobre todo a través de sus arterias de comunicación, sus viejos caminos. En el entorno de aquellas calzadas se va gestar una población humilde que puja por hacer vida comunitaria cristiana y se le reconozcan sus derechos ciudadanos.
Estos años trajeron algunos cambios importantes para esta zona, entre ellos, el completamiento de su actividad económica fundamental y el surgimiento de los primeros barrios.
En el primer caso, a su actividad económica de abastecedora de la ciudad, se añadieron los molinos de tabaco y las pequeñas fábricas de azúcar. Entre los molinos de rapé estaban: el de Bartolomé Jaime, en Reina y Galiano y el del Marques de Justiz de Santa Ana en la calle Real (actual Salud).
Los trapiches, pequeños ingenios existentes, eran el Tivoli (Zanja y Belascoain), propiedad de Alonso de Rojas, el de Peñalver (Sitios y Peñalver) y el de Garcini (Reina y Belascoain). El tabaco y el azúcar comenzaban a ocupar un lugar importante en la economía del país, renglones que se desarrollaban en las zonas lejanas de la periferia, por tanto se puede afirmar que no fue este territorio el lugar de la localización del cultivo de la caña de azúcar y el tabaco. Los trapiches eran de poca monta, mas bien se dedicaban a la venta de mieles y raspaduras. Al igual que los molinos de rapé eran pequeños y pocos productivos.
Algunas calles del Territorio a fines del siglo XVIII y principios del XIX.
Aramburu: (1770) Tiene 61 casas con 7 cuadras comienza en la Calzada de San Lázaro y termina en Zanja. Toma su nombre de San martín de Aramburu, que por instrumento publico ante el escribano Ramírez el 7 y el 10 de agosto de 1770. Llegó la cantidad de $ 387 048 y 29 centavos representadas en fincas y estancias de la capital APRA el sostenimiento de hospitales instituyendo una obrapia que se conoce como la de Aramburo, estando en patronato a cargo del Convento de Belén y en defecto de este, el ministerio de la venerable orden 3ra de San Francisco, que la expresada cantidad se distribuyera a partes iguales entre los hospitales de san Lázaro, San Juan de Dios y san Francisco de Paula. Entre los bienes estaban las estancias que estaban en esa calle. Esta finca se vendió en solares, para formar la barriada que hoy esta poblada con casas modernas, el resto de sus bienes se los dejó a sus primos.
Belascoain: (1782) Hoy Padre Varela, se abrió como calle en esa fecha y se llamo Cocal por que en el había una estancia de Don Gervasio Gutierre y en el terreno de enfrente se conservaban muchas matas. Se le llamo también la beneficencia por que allí radicaba esta institución y de Belascoain (desde el paseo de Tacón hasta Calzada del Monte) nombre que le dio el general O Donell, en los planos de la Habana de mediados del siglo XVIII aparece el Cocal que pertenecía al Gervasio con hileras de árboles.
La manzana de casas comprendida entre las calles de Concordia, Virtudes y Lucena estuvo ocupada en esta etapa por una plaza de toros.
Del Blanco (1711) Existía a principios del siglo XVII según acta municipal de 16 de enero de ese mismo año. Formó parte de la estancia de Don José de Santa Cruz. Tenía 55 casas y 4 cuadras, comenzaba en el malecón y acababa en la calle virtudes. Tomaba su nombre de un paredón que servia de blanco para servicios de artillerías que se efectuaban en la Escuela Práctica.
Prado: (1772). Antiguo paseo de Isabel segunda contaba con 128 casas y 14 cuadras formada en sus inicios por 4 hileras de árboles, este paseo extramuros se extendía desde el Parque de Martes hasta el Castillo de la Punta fue construido por el Márquez de la Torre. Desde el mismo se observaban las puertas de la muralla que daban acceso al exterior como las puertas de la Punta Muralla de tierra nueva y otras nuevas que se abrirán en el siglo XIX.
Dragones: Construidas a finales del siglo XVIII con 82 casas y 12 cuadras. Comenzaba en Egido y terminaba en Escobar Tomaba su nombre del cuartel de Dragones que existía en aquella época.
Gervasio: (hoy Rafael Martínez Alonso) comprende 185 casas y 13 cuadras, comenzaba en el malecón y terminaba en Maloja. Toa su nombre por la estancia y casa quinta de Don Gervasio Gutierre. Fue celebre en su época por los cocales que existían en la misma. Comprendía además la esquina de la Calle Lagunas donde el dueño tenía conejeras. También se le llamo de las Ánimas por que en la esquina de la calle salud tenia Cipriano Castro un retablo de Las Animas.
Reina: Hoy avenida Simón Bolívar). Con 140 casas en 11 cuadras comenzaba en Amistad y terminaba en Belascoain se le llamo camino de san Antonio Chiquito por que conducía el ingenio de ese nombre. Era el único camino hacia La Chorrera y así se llamo hasta el siglo XVII. También se llamo San Luis Gonzaga por la ermita de ese nombre que había en la calzada de Belascoain y la esquina de Carlos III. La ermita se san Luis Gonzaga se erigió en 1751 y se destruyo en 1835. En los planos del siglo XVIII, incluía la estancia de Carmona que abarcaba gran extensión y que estaba situada en las alturas de Gervasio y Estrella.
De Vento: Pequeño callejón entre la Calzada de san Lázaro y marina, seguía a la orilla del mar cerca de la caleta de San Lázaro.
Las Salinas: Eran parte del terreno y costa desde la Fortaleza de La Punta hasta la Caleta de San Lázaro fue mercedado a diferentes vecinos para la formación de salinas que se abandonaron varias veces. A mediados del siglo XVIII se dieron algunos lugares inmediatos a la punta, Al ingenio Caballero Don Francisco Teneza, al castellano de aquella fortaleza a Don Luis de Sañudo que tenia una huerta en sus cercanías.
Consulado: 1794. Debe este nombre por que allí existía desde esa época el Consulado de la Habana que produjo grandes beneficios comerciales. El gobernante Don Luis de las Casas Procuró que las pocas casas de este lugar se alineasen en una calle con este nombre. Había barracones de negros bozales.
En la Actualidad
Antes de 1962 ningún municipio, barrio, zona o localidad se conocía con el nombre de Centro Habana. El territorio que hoy corresponde a este municipio formaba parte del llamado municipio de La Habana que abarcaba además, el área íntegra de lo que hoy son los municipios de La Habana Vieja, Cerro, Plaza de la Revolución y Diez de Octubre, así como parte de Arroyo Naranjo, una parte de Boyeros y otra de Regla.
En 1962 se presentó un proyecto de nueva división político-administrativa del país en el cual se proponía la desintegración del municipio de La Habana, su división en varias regiones o regionales y su integración a la llamada Habana Metropolitana. Así apareció por vez primera la denominación “Centro Habana” para designar a un espacio territorial.
Esa división se aplicó con carácter experimental en 1963 y se oficializó por acuerdo del Consejo de Ministros al año siguiente.
La región o el regional de Centro Habana era mucho más grande que el actual municipio y se componía de varios secciona-les.
En 1976, al adoptar la república una nueva división político- administrativa, la región de Centro Habana se propone dividir en dos municipios que se denominarían Centro Habana Norte y Centro Habana Vieja, además de ceder el barrio de Atarés al nuevo municipio del Cerro. Finalmente, la Ley 1304 que estableció los nombres definitivos de los municipios los denominaría Centro Habana y La Habana Vieja, respectivamente.
El nombre del regional creado en 1963 se debe a que ese territorio forma parte del centro tradicional de la capital Cubana y a la vez es su principal centro comercial y de servicios lo cual es válido para el nuevo municipio surgido en 1976.
Fuentes
HISTORIA DE CENTRO HABANA AUTORES: ESTELA RIVAS VÁZQUEZ, BELÉN BUENO SIERRA Y MARÍA JUSTINA SAN MIGUEL SILOT