Carlos Loveira Chirino
Nació en Las Villas. De origen humilde. Su padre murió cuando él contaba apenas con tres años. Con su madre se trasladó a Matanzas, donde ella trabajó de cocinera, hasta que enfermó y muerió cuando Loveira tiene nueve años. Con la familia de la cual su madre era criada emigra a Nueva York en 1895, al anunciarse la llegada a Cuba del capitán general español Valeriano Weyler. Allí trabaja como mozo de hotel y vendedor ambulante de frutas y dulces. Llega a dominar el inglés.
Relacionado con los emigrados revolucionarios, a los dieciséis años se enrola en la expedición comandada por el general Lacret que parte desde Tampa rumbo a Camagüey. Ya en la manigua, presta sus servicios en un hospital de sangre. Al terminar la guerra, con el grado de subteniente, pertenecía a las tropas del general Javier de la Vega y Basulto, que luchaban en Camagüey. Durante la primera intervención norteamericana sirvió como intérprete a las tropas yanquis.
Hacia 1903 comienza a trabajar como obrero ferroviario (retranquero, guardaequipajes, conductor de trenes de cañas, maquinista, jefe de trabajos de construcción). Estos oficios los desempeñó también en el canal de Panamá, en Ecuador y en Costa Rica, lugar en donde reside algún tiempo.
Ya en Cuba de nuevo (1908), obtiene empleo en los ferrocarriles de Camagüey. Como dirigente obrero organiza, en 1910, la Liga Cubana de Empleados de Ferrocarriles y funda el periódico El Ferrocarrilero (1909-1911). Fracasada la Liga, Loveira se traslada a Sagua la Grande (Las Villas), en donde reinicia sus labores sindicalistas. Funda el efímero periódico Gente Nueva y, posteriormente, la revista anticlerical Cauterios, esta última en unión del periodista catalán Baltasar Pagés.
Nuevos reveses lo hacen trasladarse ocasionalmente a La Habana. Acusado de la explosión de unas bombas, al regreso de uno de sus viajes, es detenido, pero sale absuelto en el juicio que le hacen. Trabaja en la agencia sagüera de la Secretaría de Hacienda, hasta que un incidente con dos curas lo decide a marcharse a Yucatán, lugar a donde habían emigrado muchos de sus compañeros de luchas. Llega a Mérida en febrero de 1913. En México fue colaborador cercano de Venustiano Carranza, que le encargó organizar técnicamente el Departamento del Trabajo del estado de Yucatán.
A partir de 1915 realizó numerosos viajes entre México, Cuba y los Estados Unidos, así como por Centro y Suramérica (Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil), en labores de propaganda y agitación. En Yucatán perteneció a la redacción de La Voz de la Revolución. También colaboró en Heraldo de Cuba, El Imparcial de San José (Costa Rica) y, en inglés, en The Federationist, órgano de la American Federation of Labor, a cuyo congreso, celebrado en Washington en 1916, asiste representando a los obreros yucatecos. En dicha ciudad estadounidense labora en el Comité Pro-conferencias Panamericanas de Trabajadores. Participó en la primera conferencia internacional del trabajo de la Liga de las Naciones como consejero técnico de la delegación de Cuba, en 1919. Nombrado funcionario de la Sección de Inmigración, Colonización y Trabajo, un decreto oficial en 1922, dispone que dedique toda su atención a la organización internacional del trabajo y se ponga en comunicación con la Oficina Internacional de Trabajo en Ginebra, para que Cuba cumpla sus obligaciones en esta materia, adquiridas en el Tratado de Versalles.
Entre 1921 y 1926 participó en siete conferencias internacionales del trabajo, celebradas en Ginebra, Suiza, sobre las cuales publica folletos informativos en 1922, 1925 y 1927. También viajó por Francia, Bélgica, Alemania, Austria, España, Italia.
Aparte de las ya mencionadas, tiene colaboraciones en las publicaciones El Simún y El Camagüeyano, de Camagüey; Ondina, de Sagua la Grande, y en las habaneras Cuba Contemporánea, El Fígaro, Social, Chic, Smart, Mensual. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras y de la filial cubana de la Real Academia Española de la Lengua. Publicó su comedia “El hombre es el hombre” en Cuba Contemporánea (La Habana, 23:144-153, 1920). Obtuvo el tercer premio en el certamen de obras de ambiente cubano, organizado por la actriz argentina Camila Quiroga, con El mundo anda revuelto, en 1928. Trazó los lineamientos generales y redactó los capítulos primero y último de la novela colectiva Fantoches, publicada en Social. Generales y doctores ha sido traducida al inglés (New York, Oxford University Press,1965).

