José Bodes

José Bodes
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NombreJosé Bodes Gómez
Nacimiento9 de noviembre de 1935[1]
ciudad de La Habana,
República de Cuba Bandera de Cuba
Fallecimiento28 de septiembre de 2024
ResidenciaLa Habana
Nacionalidadcubana
Ciudadaníacubana
Ocupaciónperiodista, investigador, ensayista, economista y docente
Partido políticoPartido Comunista de Cuba

José Bodes Gómez La Habana, 9 de noviembre de 1935 - 28 de septiembre de 2024. Fue un periodista, investigador, ensayista y economista cubano. En el momento de su muerte, continuaba como periodista de la Agencia Prensa Latina y era el de más antigüedad de la misma.[2]

Síntesis biográfica

Cuando terminó la escuela secundaria tuvo que empezar a trabajar para ayudar a su familia. Consiguió trabajo como suplente en la estación ferroviaria de Luyanó. Allí ganaba unos 50 pesos al mes. Como no tenía trabajo todos los días, cuando estaba vacante asistía a las clases de periodismo en la antigua Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling (en La Habana). En la huelga revolucionaria del 9 de abril de 1958 se convirtió en el delegado de cuarto año de su carrera, y tuvo la misión de conseguir el apoyo de sus compañeros de curso para esa protesta revolucionaria. Desde ese momento faltó mucho a la escuela, sin embargo logró graduarse.[2]

Comenzó escribiendo críticas de películas que se estrenaban en los cines habaneros en el periódico Diario Nacional, de La Habana, que tuvo una corta existencia entre mediados de los años cincuenta y principios de los sesenta. Allí trabajó en un turno fijo desde las 7:00 de la noche hasta la 1:00 de la madrugada como redactor de mesa y titulista.[2]

Después del triunfo de la Revolución (1 de enero de 1959) abandonó su trabajo en el ferrocarril y se dedicó a tiempo completo al periodismo, ya como profesional pagado, porque antes nadie me pagó por mi trabajo en la prensa. En pocos meses consiguió empleo en tres medios a la vez. Por la mañana era redactor en el vespertino Combate, del Directorio Revolucionario; por la tarde era reportero para el matutino Revolución, del Movimiento 26 de Julio, y por la noche era redactor-titulista en el Diario Nacional, donde le asignaron un salario.[2]

En octubre de 1959 entró a trabajar en la agencia Prensa Latina como redactor de noche. Allí conoció a su primer director, el argentino Jorge Ricardo Masetti. Ese mismo mes (octubre de 1959), Bodes entrevistó al comandante Ernesto Che Guevara cuando este asumió la presidencia del Banco Nacional.[3] Batista y sus secuaces, al huir a Miami en los primeros días de la Revolución, habían dejado a Cuba casi sin divisas:

―Comandante, ¿y cómo está la situación de las divisas?
―¿Qué tú eres primero, revolucionario o periodista?
―Primero revolucionario.
―Como revolucionario te puedo decir que la situación de las divisas está muy jodida, y como periodista te digo que esa información no es para publicar.
José Bodes[2]

Durante su carrera de corresponsal trabajó en las oficinas de Prensa Latina en Santiago de Chile de 1990 a 1994. Allí se casó y tuvo una hija (que actualmente vive allí en Santiago de Chile, y que Bodes visitaba regularmente). Anteriormente realizó la misma función en Moscú, Buenos Aires y Lima.

Recibió varias distinciones y publicado también diversos libros, entre ellos Desafío a la desinformación y Mate y ron, en colaboración con otros autores. En 2003 trabajó como analista de noticias de Prensa Latina.

Entrevista por su 80 cumpleaños (2015)

Con motivo de su 80 cumpleaños, accedió a una entrevista;
Tú estudiaste la carrera en la antigua Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling. ¿Cómo evalúas los estudios cursados allí?

José Bodes: En la Escuela tuve profesores, aunque prefiero llamarlos maestros, que recuerdo con gran estimación. Entre ellos estaban José Zacarías Tallet y Juan David. También podría agregar otros catedráticos de indiscutible capacidad que ―sin haber tenido posiciones de renovación social― impartieron clases muy provechosas para los futuros profesionales, Y claro está, había algunos que los estudiantes considerábamos por debajo del nivel requerido o simplemente incompetentes, pero eran muy pocos verdaderamente. En el alumnado existía una amplia gama de tendencias políticas. Sin embargo, quiero destacar que después del triunfo de la Revolución, un grupo bastante numeroso de graduados de la Márquez Sterling dieron el paso al frente y con su incorporación a los puestos de trabajo dejados vacantes por los profesionales comprometidos con el régimen batistano ―o simplemente contrarios a las ideas socialistas― impidieron cualquier intento de boicotear los medios de comunicación en la nueva sociedad.

Tú estuviste precisamente en ese grupo que dio el paso al frente. ¿Te resultó fácil adaptarte a los cambios en la prensa?

José Bodes: Bueno, la verdad es que antes de 1959 yo apenas había hecho algunos pininos periodísticos. Recuerdo que escribí comentarios o reseñas ―no los puedo llamar «críticas»― de películas que estrenaban los cines habaneros. Hay una muy famosa y que recuerdo con mucho placer que se llama Bienvenido Mr. Marshall. Al verla me impresionó el hábil uso de la ironía que hacen en este filme los cineastas españoles para burlar la censura franquista y denunciar las falsas expectativas creadas en torno a la ayuda estadounidense. Mi primer trabajo fue en los ferrocarriles. Mi puesto era de suplente en la estación ferroviaria de Luyanó. Así me ganaba unos 50 pesos al mes, que en aquella época rendían bastante y más para un hombre soltero. Como no tenía trabajo todos los días, cuando estaba vacante asistía a las clases de periodismo y pude graduarme a pesar de que falté mucho a la escuela desde la huelga del 9 de abril de 1958, cuando fui delegado de cuarto año y tuve la misión de conseguir el apoyo de mis compañeros de curso para esa protesta revolucionaria.

¿Dónde hiciste la práctica que exige la carrera de periodista?

José Bodes: Fue en un periódico que se llamaba Diario Nacional, que tuvo una corta existencia entre mediados de los años cincuenta y principios de los sesenta. Allí trabajé de redactor de mesa y titulista, y digo trabajé porque había poco personal y cubría un turno fijo de 7 de la noche a una de la madrugada.
Lo más pintoresco de aquella experiencia, si se puede llamar pìntoresco, fue ver cómo funcionaba la censura en la prensa. El censor, creo que era abogado de profesión, trataba de pasar inadvertido en la redacción y casi no hablaba con los periodistas. Yo diría que el hombre tenía miedo porque ya la dictadura de Batista estaba agonizando. Él revisaba las pruebas de plana que traían de la imprenta para darles el visto bueno, luego de purgar cualquier frase o noticia que considerase inconveniente para el régimen.
El momento más esperado por mí era cuando los teletipos anunciaban con sus campanitas de alerta que iban a transmitir una información urgente. Comenzaba la noticia y a la tercera o cuarta línea se cortaba la transmisión del texto y aparecía el fatídico letrero de «Havana out». Sin embargo, los que estábamos junto al teletipo nos enterábamos con esas pocas palabras del «lead» que la noticia se refería a que los rebeldes habían tomado un poblado de la provincia de Oriente o que en Las Villas el ejército batistano estaba en jaque con la ofensiva de los insurgentes, etc.
Las agencias noticiosas también estaban sometidas a la censura, pero daban esos cortos flashes que, cortados y todo, permitían conocer el avance de la guerra de liberación.

Para los cubanos de tu generación, digo los jóvenes de entonces, debe haber sido maravilloso el año 1959. ¿Cómo lo viviste?

José Bodes: Bueno, en enero me despedí del ferrocarril y empecé en el periodismo, ya como profesional y profesional pagado, porque antes nadie me pagó por mi trabajo en la prensa. Imagínate en pocos meses conseguí empleo en tres medios a la vez. Por la mañana era redactor en el vespertino Combate, del Directorio Revolucionario: por la tarde, reportero para el matutino Revolución, del Movimiento 26 de Julio, y por la noche, redactor-titulista en el Diario Nacional, donde ya me asignaron salario.
En octubre de ese mismo año entré a trabajar en la agencia Prensa Latina, como redactor de noche. Allí conocí a su primer director, Jorge Ricardo Masetti, que me causó una gran impresión porque nos trataba como un colega más y para mí era una leyenda viva porque había estado en la Sierra Maestra y entrevistado a Fidel y al Che.

Creo que tuviste oportunidad de entrevistar al Che …

José Bodes: Tú sabes, cuando hago charlas con los estudiantes de periodismo noto que ellos se quedan muy impresionados cuando les cuento algunas anécdotas de mi trabajo como periodista con el Che Guevara.
De todas esas anécdotas considero la primera como la más importante, la considero como una de las más importantes de mi carrera y es mucho decir con tantos años en la profesión.
Ocurrió en octubre de 1959 y el inolvidable Guerrillero Heroico acababa de tomar posesión de la presidencia del Banco Nacional.
Yo le pregunté: «Comandante, ¿y cómo está la situación de las divisas?». (Entre paréntesis, debo aclarar que la dictadura dejó a Cuba casi sin divisas).
El Che me contestó con otra pregunta: «¿Qué tú eres primero, revolucionario o periodista?»
A mí no se me ocurrió otra cosa que decirle que primero era revolucionario. Entonces el Comandante me dijo: «Como revolucionario te puedo decir que la situación de las divisas está muy jodida, y como periodista te digo que esa información no es para publicar».
¡Nunca he olvidado aquella conversación!

De tu trabajo de corresponsal de Prensa Latina ¿recuerdas algún episodio que también consideres importante recordar?

José Bodes: Sí. En 1979 cubrí la sesión de la Asamblea General de la ONU en la que habló el compañero Fidel como presidente de Cuba y del Movimiento de Países No Alineados. Cuando llegué a la sala de prensa todavía Fidel no había terminado su discurso y me impresionó grandemente la atención, puedo decir unánime, con que los periodistas de muchos medios en el mundo escuchaban a nuestro Comandante en Jefe.
La sala estaba repleta, todas las sillas y máquinas de escribir estaban ocupadas, había muchos periodistas de pie tomando notas en sus libretas. Lo que había visto antes era que la sala de prensa nunca estaba llena y frecuentemente los periodistas conversaban en voz alta sin apenas mirar y oír el televisor de circuito cerrado que transmitía lo que ocurría en el plenario de la Asamblea.

Ahora quiero que me hables de tu tiempo de corresponsal en la Argentina, porque he sabido que los militares querían que tú te fueras y dejaras al garete la corresponsalía de Prensa Latina.

José Bodes: Voy a rectificarte. Los que querían que me fuera eran los militares y los pistoleros de la denominada Triple A, es decir la Alianza Anticomunista Argentina, que pagaba la tendencia derechista, fascista la llamo yo, del peronismo.
Después del golpe militar de 1976 se acrecentó la hostilidad contra la embajada de Cuba y contra los «cubanos de Castro» como decían ellos. A mí me pusieron un seguimiento de 24 horas a dondequiera que fuera en Buenos Aires. Si visitaba alguna familia amiga, después que me iba la interrogaban agentes de la policía. Por las noches paraban el auto en que me seguían frente al apartamento donde vivía. Mi esposa y mis hijos habían tenido que regresar a Cuba por el peligro que corríamos los cubanos y el embajador Emilio Aragonés me autorizó a que fuera a dormir en la Embajada mientras durase el seguimiento y además, que fuese a la oficina de Prensa Latina acompañado por un funcionario de la misión diplomática.
La situación empeoró cuando chocaron el auto donde iba a mi trabajo y tengo que reconocer que ese día me impacienté, no esperé al compañero que iría conmigo e incumplí las instrucciones del embajador. Fui solo a la corresponsalía, que estaba en el centro de Buenos Aires, y en el trayecto me chocaron. Bajé del auto y los tipos que me seguían hicieron un ademán como de sacar sus armas. Yo volví al carro y lo que hice fue perderme de los perseguidores con un cambio de ruta que los confundió.
Más tarde el compañero Aragonés fue a la cancillería argentina para informar del incidente, protestar y pedir garantías.
Sin embargo, el funcionario que lo recibió dijo que probablemente el choque había sido culpa mía y los que chocaron debían ser agentes encargados de proteger a los cubanos. ¡Qué cinismo!
Cuando Aragonés me contó lo que le habían dicho en la Cancillería, me advirtió, en lo que yo llamo un lenguaje muy castizo:
―Fíjate Bodesito ―así me llamaba― te quieren joder, pero tú no puedes acobardarte.
Y continué en Argentina hasta diciembre de 1977, cuando le dieron la visa a mi relevo, porque la Cancillería había retenido esa visa durante nueve meses, supongo que esperando que yo me fuera y dejara sin representante la corresponsalía y así poderla cerrar.

Bueno, Bodes, ¿y cómo te sientes ahora en tu vida de jubilado?

José Bodes: Como decimos muchos veteranos del periodismo: «Jubilado sí, retirado no». Colaboro con Prensa Latina en el periódico Negocios en Cuba y también con la Asociación de Economistas en el sitio informativo digital que tiene.
Alternando con el trabajo periodístico he escrito varios libros. Uno de ellos se titula Perón-Fidel (cuando la Argentina rompió el bloqueo a Cuba), y narra la historia del crédito de 1200 millones de dólares que el general Perón otorgó a Cuba en 1974, cuando era presidente. ¿Te acuerdas de los Chevy aquí en La Habana? Pues Perón les había dicho a las sucursales estadounidenses, como la General Motors, que si no vendían por el bloqueo, el Gobierno adquiriría los coches en venta forzosa y los exportaría a Cuba.

¿Qué planes inmediatos tienes?

José Bodes: En breve voy a ir a Chile, como invitado a la Fería Internacional del Libro de Santiago, porque van a presentar la nueva edición de la biografía que escribí en 2008 de Elmo Catalán, un destacado periodista chileno que en 1968 tomó las armas para luchar en el Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, fundado por el comandante Ernesto Che Guevara.

Últimamente he escrito una biografía del compañero José Felipe Carneado, quien desde los días de Girón fue designado para explicar y persuadir a los practicantes de la fe acerca de la política de la Revolución de respeto a todas las creencias. Carneado fue el jefe de la Oficina de Atención de los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido, hasta su fallecimiento en 1993. El título del libro es De la confrontación al diálogo porque trata, fundamentalmente, de las relaciones entre las instituciones religiosas, como la Iglesia católica y las comunidades evangélicas, y el Estado socialista cubano. Me parece que una muestra elocuente de las buenas relaciones que existen en este campo, y desde hace ya algunas décadas, es la reciente visita a Cuba del papa Francisco.

Gracias, Bodes. Te deseamos buena salud y que sigas escribiendo muchos años más.}}[4]

Obras

Premios y galardones

Fallecimiento

Falleció el 28 de septiembre de 2024, a la edad de 88 años. Aún era uno de los periodistas de la Agencia Prensa Latina y ostentaba la honrosa condición de ser el de más antigüedad en la misma, ya que ingresó a la agencia en diciembre de 1959.

Prensa Latina emitió una nota especial de homenaje a su trabajo y dedicación.[14]

Referencias

Fuentes

* «La vida de Masetti con "La Palabra Empeñada" llega al cine», publicado el 27 de mayo de 2011 en el sitio web YouTube.