La rifa
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La rifa. Noveleta escrita por el escritor jiguanicero Delis Gamboa y publicada en el año 2010 por la Editorial Ediciones Bayamo.
Cuando el Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL) y Ediciones Bayamo hayan concretado una de las aspiraciones legítimas de cualquier narrador, la publicación de la primera novela, de Delis Gamboa Cobiella, El agua en el agua (2002) y El ritual de los perros (2004), ambas por el sello editorial Bayamo, como el fabulador innato que es, habrá alcanzado una satisfacción superior: la de colocar imaginariamente frente a las pupilas atónitas de su maestro Carlos Casasayas, La rifa, y con ella la realización de toda una cohorte de cuentistas y fabuladores como él, crecidos a su sombra benéfica.
Los silencios transfigurados en palabras, hechos concreción de una realidad inmediata, tangible como el paisaje que dotó en luz e imágenes los estorbos, la geografía de esta novela en particular, reafirman en esta convicción: ese narrador oculto, esa topografía familiar, esas calles y estas representaciones casi fantasmales sucedieron alguna vez, cristalizaron, se sublimaron en las mentes y ahora quedarán impregnadas como los símbolos, como esas vivencias perturbadoras que enturbiarán los sueños de toda una generación.
A raíz del fallecimiento de Casasayas, en abril del 2007, en su inevitable Jiguaní, como él lo deseó, miembros del Grupo Literario Hacedor de aquella ciudad, representantes de la Asociación de Escritores de la UNEAC y del CPLL en Granma, concibieron la idea de crear un Premio de Narrativa de alcance y proyección nacional que, además de enaltecer la figura del novelista y rendir homenaje al infatigable creador, estuviera en correspondencia con las necesidades esenciales de los narradores cubanos, sobre todo de los más jóvenes, tanto de este territorio como del resto del país.
¿Objetivo central del premio? Estimular el desarrollo de la narrativa, tanto en cuento como en novela breve o noveleta, géneros en los que incursionara con acierto el autor de Los biografiados en sus mejores años, alternando ambos géneros en cada una de las ediciones del certamen. El premio ofrecería la perspectiva de un evento con todos los atributos de un verdadero acontecimiento literario, en capacidad de agrupar cada año escritores, editores, representantes del ámbito cultural y artístico, y sobre todo a los familiares y a los amigos más cercanos de Carlos Casasayas. La jornada incluiría una peregrinación a la tumba del novelista.
El proyecto del Premio de Narrativa “Carlos Casasayas Comas” fue aprobado por la Asociación de Escritores de la UNEAC en marzo del 2008 y refrendado por el Comité Ejecutivo Provincial de esta organización durante sus reuniones de abril y mayo del propio año. El CPLL y el Centro de Promoción Literaria “Juan Clemente Zenea y Fornaris”, al copatrocinar dicho premio, a través de la editorial, se comprometían a publicar anualmente las obras galardonadas. La Dirección Municipal de Cultura de Jiguaní y los miembros del grupo Hacedor correrían con las actividades de premiación en cada edición.
En lo que restaba del año, durante el segundo semestre del 2008, fue convocado el certamen, su primera edición en novela breve. Quiso el azar que entre las obras concursantes estuviera La rifa libro que por sus valores indiscutibles, su perfección formal, acertado manejo del lenguaje y riqueza imaginativa, cumpliera a cabalidad con las exigencias del premio.
De igual forma, y no por pura casualidad, propiciaron las circunstancias que el autor de la obra ganadora lo fuera Delis Gamboa Cobiella, alumno dilecto de Carlos, al que se presentara trece o catorce años atrás con el azoro y devoción que caracteriza a los principiantes. En páginas pletóricas de fervor y gratitud, testimonio fiel de quien vio en Carlos Casasayas a un ser diferente, amable y humano, siempre dispuesto a ofrecer el don de su palabra, las revelaciones de un metier acendrado durante décadas en el bregar diario con la página en blanco y múltiples ocupaciones, como uno de esos maestros del Renacimiento, Delis ha dejado constancia acerca del valor y trascendencia de esos encuentros.
Lo que aquel artista de las conceptualizaciones y los retruécanos hiciera por Gamboa y por otros tantos jiguaniceros y bayameses, miembros o no miembros de la UNEAC y del grupo Hacedor, merecería comentario independiente, al margen de estos párrafos, toda vez que lo importante es su impronta: lo que Casasayas dejó entre colegas, alumnos y admiradores suyos, como un legado de sus habilidades y saberes, lo inefable y duradero de sus enseñanzas en la literatura y que de manera incuestionable también forma parte de su obra.
Y La rifa, que no es copia fortuita ni casual de ninguna otra novela, circular y fina como esas vasijas de barro moldeadas por las manos de su creador, concebida con la misma tierra e idénticas esencias, concentra en su concavidad sonoridades, voces, aliento, polvo, aire y fuego de su misma factura, mientras el agua de su riachuelo milenario recuerda que Jiguaní existe, que Casasayas existe, que los ámbitos y personajes de una ciudad dialogan hacia el interior de la vasija mágica, mientras La rifa aproxima su existencia, se corporifica, crece, y muy pronto su concreción será única, con esa identidad de las buenas creaciones.
Fuentes
- Centro de Promoción Juan Clemente Zenea
- Escritor y asociado a la UNEAC Arsenio Rosales Morales