Biblioteca para ciegos


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Institución


Primeras bibliotecas para ciegos. Para hablar de las primeras bibliotecas para ciegos en Cuba, preciso es remontarnos a principios de la década del 40, cuando el tiflopedagogo ciego Zacarías Alvisa, poseedor de una importante colección de títulos en Braille decidió ponerla a disposición de sus compañeros en forma circulante a través del correo.


También el destacado maestro tuvo un programa radial para la emisora RHC Cadena Azul mediante el cual aprendieron a leer y escribir numerosos ciegos de todo el país, incluidos algunos prestigiosos profesionales en la actualidad.


La mayor biblioteca para ciegos en Cuba antes de 1959 fue la Raimundo Cabrera, de la Fundación Cultural para Ciegos Varona Suárez, iniciada en 1943 y que llegó a tener 600 Títulos.


Allí laboró un grupo de bibliotecarios invidentes, los que constantemente transcribían libros al Braille, entre ellos Irma Masso, primera en desempeñar oficialmente una plaza de esa especialidad en el país.


Incremento del fondo bibliográfico

La Asociación Nacional del Ciego (ANCI) cuenta con una Biblioteca Central con alrededor de dos mil títulos, mientras en el resto de las salas de lectura y minibiblioteca existentes en las provincias se encuentran importantes colecciones.


En el incremento constante del fondo bibliográfico es fundamental la tarea de transcripción llevada a cabo en los propios centros mediante maquinas de escribir, especialmente de materiales demandados por los usuarios.


Contribuyen también al aumento de los textos las donaciones recibidas principalmente del área iberoamericana, incluidas revistas y otras publicaciones periódicas.


Muy valioso fue el aporte de un grupo de meca copistas que durante años llevo al Braille numerosas obras de interés general que pueden hallarse hoy en los lugares más alejados de la capital.


La puesta en marcha de una imprenta en Braille por la editorial José Martí, primero, y por la ANCI, después. Facilitan un rápido incremento del fondo bibliográfico, pues sus producciones pueden llegar a todas las bibliotecas incluidas en la red existentes a nivel nacional.

También la nueva técnica, donada por la Asociación de Ciegos de Noruega, permitió la salida de una revista en Braille denominada Faro y el Boletín ANCI, los que son enviados de forma gratuita a vuelta de correos a todos los interesados.


Promotores del a Cultura

Encomiable resulta la labor de los bibliotecarios en general, pero en especial la de estos hombres y mujeres que ponen el acervo cultural de la humanidad al alcance de los lectores discapacitados visuales.


Importante fue la contribución del sector durante la campaña de alfabetización en Braille a más de 500 invidentes, pero también en la creación del hábito de lectura en las personas carentes del sentido de la vista. Concurso, competencias de lectura y escritura, y lectura de materiales no existentes en braille cooperan a la incorporación de los invidentes a sus bibliotecas, donde aprenden además elementos básicos para su rehabilitación. Y es que esos trabajadores del libro, cuya labor anónima se hace cada vez más necesaria pueden calificarse como verdaderos promotores de la cultura y eficaces amigos de los ciegos.


Fuente

Revista Faro, (nr. 1), (en.- abr. 1999):  pág.24-26.