Chonos

Chono (etnia de Chile)
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Datos generales
IdiomaSe desconoce la lengua que tuvieron
ReligiónPoco se conoce acerca de su cosmovisión. Se supone que sus creencias fueron similares a las de los huilliches de Chiloé. Sobre sus ritos, hay antecedentes de una danza posterior a la extracción del aceite al lobo marino.

Chonos​ es el nombre genérico que se usa para designar a los grupos indígenas nómadas que habitaron las islas y canales entre el sur del archipiélago de Chiloé y la península de Taitao en la zona austral de Chile, desde tiempos prehistóricos hasta fines del siglo XVIII o épocas más recientes.

Ambiente y localización

Habitaron entre los 43° y 48° Latitud sur, en el territorio que conforma la Patagonia Occidental Insular. En los archipiélagos de Chiloé y en el conocido como de los Chonos, hasta la Península de Taitao y el Golfo de Penas. Estos archipiélagos son los últimos retazos de la sumergida Cordillera de la Costa, que forman un laberinto de islas, canales y fiordos. Son 1.047 islas cubiertas por una selva pluvial que dificulta el desplazamiento y donde las playas son escasas. La zona se caracteriza por una pluviosidad elevada y uniforme superando los 2000 mm anuales y una temperatura media anual que fluctúa entre los 7° y 9º C.


Historia

Se cuenta con muy poca información sobre los chonos. Ni siquiera se tiene certeza de que sean un solo grupo indígena. De cronistas, navegantes y misioneros se heredó un nombre común y breves descripciones de su forma de vida y de sus embarcaciones. Se piensa que habrían tenido contactos con los huilliche de Chiloé y los kawashkar de más al sur. Algunos autores plantean que los chonos fueron una rama de estos últimos.

El primer contacto entre chonos y españoles dataría de 1553. Entre los años 1557 y 1558, fueron avistados y descritos por la expedición de Juan Ladrillero y Francisco Cortés Ojeda. Se cree que eran alrededor de unos 1700 individuos, de los cuales no pocos fueron apresados por las expediciones españolas que pasaron por sus costas para hacerlos esclavos y conducirlos a las minas del norte del país. Esto provocó su huída de las rutas marítimas. Algunos huyeron hacia el sur, a territorio kawashkar; otros buscaron refugio en las misiones jesuitas de Chiloé. Allí, en 1608, fueron bautizados unos pocos. En 1741, el marino inglés John Byron naufragó con el Wager en las islas Guaitecas. Una vez a salvo, escribió un diario en el que relata sus peripecias y convivencia con algunos miembros de la etnia. En el año de 1805 es recibida la última noticia de ellos, luego dejan de ser mencionados.


Patrón de asentamiento

Como nómades del mar, los chonos se movilizaban de isla en isla, sin tener una morada fija. Pasaban gran parte del su vida en la dalca, en la cual toda la familia se mudaba en función de los recursos disponibles, llevando consigo todos sus enseres. Incluso, ésta era desramada y arrastradas sus partes en tierra cuando el desplazamiento así lo requería. La vivienda de sus campamentos ocasionales, tenía forma de un cono aplastado. Consistía en una estructura de ramas altas y derechas inclinadas instaladas en forma elíptica, una de los extremos de las ramas se fijaba al suelo, mientras el otro se amarraba junto a los demás en la cumbre, con fibras vegetales. En el suelo ponían ramas secas para aislar el frío, mientras que la estructura se cubría con hojas, pieles y cortezas para protegerse del viento. Como los materiales del techo no eran fáciles de conseguir, las conservaban llevándolas consigo en la dalca.

El tamaño de las viviendas dependía de la cantidad de personas que alojaba y sólo contaba con una pequeña entrada. El fuego estaba en medio, para dar calor y cocinar los alimentos. La choza no contaba con salida para el humo, provocando molestias a sus ocupantes. Al partir, el armazón era dejado en el lugar para futuras ocupaciones. Aparentemente, estos campamentos esporádicos se ubicaban cerca de uno o más recursos clave, como agua dulce, desde donde se establecía un área de acción dirigida a la obtención de los demás recursos. En el sector donde se ubicaban estos campamentos se formaban conchales, debido al abundante consumo de mariscos. Algunos alcanzan 100 m de ancho y cuatro metros de profundidad.


Lengua

Se desconoce la lengua que tuvieron. Algunos dudan de su existencia, otros piensan que fue la misma utilizada por los huilliche de Chiloé, otros la asocian a las lenguas fuéguidas. Lo cierto es que a la lengua chono solo se han logrado atribuir algunos topónimos chilotes, entre los cuales figuran aquellos terminados en –ec (ek) o –ac (ak), por ejemplo islas Laitec, Chaulinec, Quenac, Cahuac, Isquiliac, costas de Ichuac, Auchac.


Culto y funebria

Poco se conoce acerca de su cosmovisión. Se supone que sus creencias fueron similares a las de los huilliches de Chiloé. Sobre sus ritos, hay antecedentes de una danza posterior a la extracción del aceite al lobo marino. Byron describe también una ceremonia en que los hombres emitían gemidos y cantaban hasta alcanzar un estado de trance que les permitía quemarse con brasas del fogón o cortarse la piel con conchas de marisco afiladas. Luego, las mujeres repetían la escena.

También señala una posible superstición respecto de no arrojar conchas al mar: si consumían mariscos en la canoa, amontonaban sus conchas al centro de la canoa para luego abandonarlas sobre la playa. Respecto a sus muertos, los depositaban preferentemente en cuevas o aleros rocosos, en posición fetal, cubiertos con pintura roja y envueltos en corteza de ciprés. Algunos viajeros describen el entierro de más de seis individuos en una misma cueva, los que estaban depositados sobre unas plataformas de palos entrecruzados. Los cuerpos estaban momificados naturalmente por el frío y sequedad de la cueva.


Organización social

La unidad social básica fue la familia, se supone fueron monógamos y patriarcales. El hombre habría tenido gran autoridad frente a la mujer. La familia extensa se reunía en campamentos. Se menciona la presencia de jefes o caciques, quienes eran hombres de avanzada edad.


Economía

Pertenecen al grupo de nómades del mar o canoeros australes. Fundamental en su vida son sus embarcaciones llamadas dalcas. Eran de tres tablas encorvadas con fuego para darle forma: una tabla al centro y las otras dos a los costados, obteniéndose una canoa larga y angosta. Las tablas se cosían con sogas torcidas, hechas de cortezas machacadas de una caña llamada culeu. Después se calafateaban con hojas de fiaca o mepoa, sobreponiendo cortezas de maque. Tenían un ancla hecha de piedras y madera. Soportaban hasta 200 quintales de carga y hasta 10 tripulantes, la mayoría de los cuales remaba. Si había viento favorable, izaban la vela. Esta embarcación, así como la destreza de sus tripulantes, fue digna de admiración de los cronistas.

Los chonos tuvieron una división sexual del trabajo. Los hombres se dedicaron a la pesca y a la caza del lobo marino. Este no sólo era muy apreciado por su carne, sino también por su grasa y por su aceite, de la cual hacían una bebida. Ellos eran los encargados de armar la choza en tierra firme. Los más jóvenes cazaban pájaros en la noche, encandilándolos en sus nidos y haciéndoles caer en las canoas donde los remataban a palos.

Las mujeres recolectaban mariscos de roca y de profundidad, éstos mediante el buceo, para el cual se entrenaban desde temprana edad (3 o 4 años). Llevaban en sus bocas o al cuello un canasto donde los acumulaban antes de emerger. Ellas también recolectaban algas, hongos, huevos y leña para el fogón. En la región de las Guaitecas sembraron maíz (utilizado para hacer un tipo de bebida alcohólica), papas, algo de cebada y criaban unos “perros lanudos” de los cuales hacían sus ropas (probablemente eran guanacos). Aunque se sabe que tenían perros para ayudarles en la obtención de alimentos: estaban especialmente entrenados para sumergirse en el mar y traer pescados que depositaban en redes sostenidas por dos mujeres. Si una ballena varaba, se aprovechaba su carne, cuero y barbas.

Fabricaron lanzas, macanas y puñales de hueso, hachas y cuchillos de piedra, anzuelos de madera y redes de la fibra de un árbol que llamaban quantu, de él también elaboraron mantas y cestería. El uso del arco y flecha se menciona como ocasional.

Fuentes