Desconfiemos de los amaneceres apacibles

Revisión del 20:55 8 jun 2014 de Juana pedagogico.ltu (discusión | contribuciones) (Página creada con '{{Ficha Libro |nombre= Desconfiemos de los amaneceres apacibles |nombre original= |portada=Libro_Desconfiemos_de_los_amaneceres_apacibles.jpg‎ |tamaño= |descripción= Cubier...')
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Desconfiemos de los amaneceres apacibles
Información sobre la plantilla
Libro Desconfiemos de los amaneceres apacibles.jpg
Cubierta del libro
Autor(a)(es)(as)Emilio Comas Paret
Editorial:Ediciones Unión
GéneroTestimonio
EdiciónVivian Lechuga
Diseño de cubiertaYorlán Cabezas
Primera edición2012
ISBN978-959-30-8057-6
PaísCubaBandera de Cuba
PremiosPablo de la Torriente Brau. Premio UNEAC Testimonio 2011.
Desconfiemos de los amaneceres apacibles. Testimonio novelado del poeta, narrador y periodista Emilio Comas Paret (Caibarién, Villa Clara, 1942), quien además es prologuista de esta significativa obra que refleja el altruismo de los cubanos al ofrecer su ayuda solidaria al hermano pueblo de Angola. Este libro fue presentado en la Fortaleza Morro-Cabaña, sede principal de la XXII Feria Internacional del Libro Cuba 2013.

Sinopsis

En Desconfiemos de los amaneceres apacibles se narra lo sucedido a cuatro soldados durante la guerra de Angola, cuando transcurría el año 1976. Este testimonio novelado, como lo define su propio autor, alcanza la verosimilitud a partir de la sinceridad narrativa y del crudo humanismo que se transforma en atmosfera en cada capítulo, donde el centro es el hombre, con sus sueños, sus angustias, sus miedos y sus esperanzas.

Sin que se convierta en propósito de la narración, aparece el retrato de algunos militares con todo el rabioso carácter del despotismo que caracteriza a quienes no llegan a altos puestos y expresan su frustración a través de actos sádicos. La figura del Teniente Gallo, aunque no la única, simboliza dicha distorsión de la cadena de mando: "Por su culpa hice guardias que no me tocaban, imaginarias alrededor del comedor que eran la burla de los demás, daba la voz de ¡avión! cuando estaba cruzando el charco más pestilente para que tuviera que ensuciarme, pecho a tierra y luego me hacía lavar el uniforme y ponérmelo de nuevo, todo mojado. Una vez me obligó a trotar a paso corto hasta que sufrí un desmayo. Al final logró convertirme en un ser desconfiado y con grandes deseos de venganza".[1]

En contraste con esta imagen, se presenta la del comandante jefe de toda la misión: “…impresionó su tranquilidad interior, la seguridad que de él emanaba, su modestia” [2], y los jefes son realzados: “…al frente, iba toda la jefatura porque a decir verdad, en esta guerra los jefes eran los primeros en el combate; por eso murieron tantos oficiales; porque aquello era una premisa no escrita”. [3], con lo cual, en términos de verosimilitud, la narración resulta comprensiblemente entrañable. La intensa tragedia de la soledad en medio de una jungla aterradora, y la certeza de una muerte tan inminente como casi inevitable, convierte a los hasta entonces disciplinados soldados en verdaderos monstruos sin piedad que luchan por seguir existiendo, al margen de cualquier consigna: “Nos hemos convertido en bestias peligrosas, no luchamos conscientemente […] es una pelea contra la Muerte, estamos matando la Muerte […] si mi propio hermano viniera […] lo destrozaría con mis manos”.[4]

La descripción del cerco final al que es sometido el batallón, matizada con pericia cinematográfica en cuanto a las imágenes de explosión, muerte, hambre, sed; sucesión de días y noches en contundente abandono y siempre bajo la amenaza de constantes bombazos, concluye la mejor parte de la narración, y es, sin duda, el colofón perfecto de las estremecedoras anécdotas que lo anteceden.

Valoración

Desconfiemos de los amaneceres apacibles deviene expresión genuina de la literatura del yo testimonial, porque narra la experiencia vital del protagonista. Lo vivencial desempeña una función «clave», porque —en la misma medida en que el autor narra los episodios que experimentara en carne propia— afloran los valores éticos, estéticos, políticos, humanos y espirituales que distinguen a esta valiosa obra literaria.

El autor se basa en vivencias, experiencias y hechos históricos que evocan la guerra librada en la selva angolana, donde tuvo una participación activa, que le dejara una huella imborrable en la mente y en el alma, por eso hurga en la intimidad, en la subjetividad del protagonista de tan conmovedor relato, que se lee con placer desde la primera hasta la última página, y es capaz de trasmitir al lector hondas reflexiones e intensas emociones.

En la narración, la intensa lucha de hombres comunes, jóvenes e ilusionados, alcanza vuelos artísticos, dramáticos y sociales, a tal magnitud, que permiten considerarla como una obra admirable.

Evaluación del jurado que otorgó el premio

El jurado que otorgó el lauro Pablo de la Torriente Brau, de los premios UNEAC de Literatura 2011, a Desconfiemos de los amaneceres apacibles, estuvo integrado por Mario Mencía Cobas, Rafael Acosta de Arriba y Rolando Pérez Betancourt, quienes decidieron por unanimidad adjudicarlo a esta obra, por su valor testimonial y el juego literario y desprejuiciado de esquematismos con que se narran aspectos de la gesta de Angola, lo que convierte al libro en una lectura apasionante, no exenta de reflexiones acerca del internacionalismo y la condición humana. El jurado destacó, además del lenguaje desprejuiciado de esquematismos, la bien lograda atmósfera en su trama narrativa.

Referencias

  1. Emilio Comas Paret. Desconfiemos de los amaneceres apacibles: p. 79.
  2. Ibídem: p. 56
  3. Ibídem: p. 93
  4. Ibídem: p. 132

Fuentes

  • Comas Paret, Emilio (2012). Desconfiemos de los amaneceres apacibles. La Habana. Ediciones Unión.
  • Fernández de Juan, Laidi. El límite de una novela nada apacible. Disponible en: La Jiribilla
  • Laureados del Premio UNEAC de Literatura 2011. Disponible en: Cubarte