Dirección de Inteligencia Nacional

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Dirección de Inteligencia Nacional
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Institución con sede en Bandera de Chile Chile
Dirección de Inteligencia Nacional.JPG
Siglas o Acrónimo:DINA
Fundación:14 de junio de 1974
Tipo de unidad:Policía secreta
Director/a :Manuel Contreras Sepúlveda
País:Bandera de Chile Chile
Dirección de Inteligencia Nacional. Más conocida por su acrónimo DINA, fue un servicio de inteligencia chileno creado durante la segunda presidencia de Jorge Alessandri Rodríguez. Dedicado exclusivamente a la represión de los partidos políticos de izquierda y de las organizaciones sociales. Estaba integrada por personal de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones, al que se agregaron en calidad de agentes personas provenientes de grupos ultraderechistas. Su Director nacional era el coronel de Ejército Manuel Contreras Sepúlveda. Fue reemplazada en octubre de 1992 por la Agencia Nacional de Inteligencia.

Antecedentes

La historia de los servicios de inteligencia chilenos se originan a comienzos del siglo XIX, cuando se crea un Servicio Secreto Militar, destinado a realizar operaciones especiales. Su más destacada labor se concentró durante la Guerra del Pacífico, donde se efectuaron varias misiones exitosas. Fueron recreados en una novela militar muy popular en Chile, llamada Adiós al séptimo de línea, de Jorge Inostroza Cuevas.

La profesionalización llegó con la reestructuración prusiana del Ejército, cuando se creó la Dirección de Inteligencia del Ejército o DINE. Paralelamente, la Armada y la Fuerza Aérea crearon sus propios servicios (Inteligencia Naval y el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea).

Historia

Fue creada en 1974 mediante el Decreto Ley No 521, dictado el 14 de Junio.
«Se trataba de un ‘organismo militar de carácter técnico profesional, dependiente directamente de la Junta de Gobierno y cuya misión será la de reunir toda la información a nivel nacional, proveniente de los diferentes campos de acción, con el propósito de producir la inteligencia que se requiera para la formulación de políticas, planificación y para la adopción de medidas que procuren el resguardo de la seguridad nacional y el desarrollo del país.[1]

Como otros organismos represivos de países del cono sur, la DINA se sumó activamente a la llamada Operación Cóndor, la que promovió la colaboración entre organismos semejantes facilitando el intercambio de prisioneros e información.

Las atribuciones de la DINA fueron secretas, ya que únicamente se publicaron en un anexo de circulación restringida del Diario Oficial. Dotada de abundante personal, dispuso además de recursos cuantiosos y una fuerte infraestructura de locales, medios de comunicación y transporte. Sus actividades trascendieron las fronteras nacionales, habiendo actuado en diversos atentados, entre ellos el que terminó con la vida de Orlando Letelier en pleno centro de Washington. Sus métodos incluyeron el secuestro, el asesinato, la aplicación de torturas y la desaparición.

Formas de tortura

  • La parrilla: esta era la forma más habitual de tortura. Consistía en un catre de metal sobre el que se amarraba desnudo al detenido para proceder a aplicarle descargas de corriente eléctrica sobre distintas partes del cuerpo, especialmente aquellas más sensibles como labios o genitales y aun sobre heridas o prótesis metálicas. Una modalidad particularmente cruel de este método consistía en la utilización de un camarote metálico de dos pisos; como modo de presión y debilitamiento psicológico, se colocaba al interrogado en la cama inferior y en la superior se torturaba a un familiar o un amigo.
  • Colgamientos: la víctima era colgada de una barra ya sea por las muñecas o por muñecas y rodillas. En ambos casos, al dolor producido por el peso del cuerpo colgado por largo tiempo se sumaba la aplicación de corriente eléctrica, golpes, heridas cortantes y vejámenes.
  • Submarino húmedo: hundimiento de la cabeza en un recipiente con agua, generalmente sucia o con otro tipo de líquido; la cabeza era mantenida sumergida hasta un punto cercano a la asfixia. Similar efecto se conseguía mediante el llamado “submarino seco”, que consistía en la colocación de una bolsa plástica en la cabeza de la persona impidiendo la entrada del aire, también hasta un punto cercano a la asfixia.

A los métodos de tortura descritos, se sumaban otras prácticas habituales de tortura y malos tratos: golpes de todo tipo, algunos tan violentos que lograban provocar graves lesiones físicas, o golpes imprevistos dados a una persona con la vista vendada. Las violaciones y vejaciones a mujeres y hombres delante de sus esposos, padres y compañeros era una forma habitual de tortura, ejerciendo incluso la tortura y la violación con perros amaestrados.

Red de recintos de detención

Según los Informes de Verdad, la red de recintos de detención llegó a contar con 1156 establecimientos distribuidos a los largo y ancho del país, donde la mayor parte de ellos correspondió a dependencias e instalaciones propias del funcionamiento institucional de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones; otros se establecieron deliberadamente en sitios e inmuebles que fueron adquiridos (a veces apropiados a la fuerza) para fines de detención y tortura, y que posteriormente en los años previos a la transición democrática, fueron abandonados, traspasados a otros propietarios y a veces destruidos.

La red represiva quedó conformada por el siguiente tipo de recintos, según su actividad, función y grado de conocimiento:

  • Lugares secretos de detención y tortura: la mayor parte insertos en el funcionamiento normal de la ciudad, por lo cual debían mantener una estricta rutina de simulación hacia el exterior en el intento de no generar sospechas en los vecinos, y mantenerse así con su carácter “secreto”. En estos lugares, los prisioneros permanecían completamente incomunicados, virtualmente “desaparecidos”, y sometidos a interrogatorios bajo tortura, además de deplorables condiciones de subsistencia.
  • Lugares de detención donde no se aplicaba tortura: lugares de espera o tránsito, ya sea hacia otros recintos donde se realizaban interrogatorios y se aplicaba tortura, o bien mientras “acompañaban” a agentes de la represión en actividad de identificación y persecución.
  • 'Campamentos de detenidos: también llamados “campos de concentración”, creados en 1973 y que luego se siguieron utilizando, los que muchas veces debieron ampliarse a raíz del aumento de prisioneros. Estos recintos eran de conocimiento público, y muchas veces se permitía el contacto de los prisioneros con el exterior a través de visitas de familiares y abogados.
  • Recintos de detención pertenecientes a instituciones: por tratarse de dependencias institucionales de carácter público, como comisarías, regimientos, escuelas militares, buques de la armada, etc., existía conocimiento de ellos. Estaban destinados a practicar interrogatorios bajo tortura, y en el caso de los navíos de la Armada, además sirvieron de medio de transporte de prisioneros hacia campos de concentración como Isla Dawson, Pisagua, Isla Quiriquina, entre otros.
  • Cárceles y penitenciarías: en ellas se encontraban prisioneros sometidos a procesos y condenados. En casi todas las regiones existió una cárcel que mantuvo presos políticos. Por lo general en estos recintos no se practicaban interrogatorios y tortura, aunque hubo excepciones.
  • Recintos para el funcionamiento interno de los servicios de inteligencia: destinados a actividades administrativas, habitacionales y de entrenamiento de los agentes. Aunque en ellos no se efectuaban interrogatorios y tortura, en casos excepcionales ello sí ocurrió e incluso se cometieron asesinatos.

Posteriormente a 1978, la mayor parte de los recintos descritos, cesaron su actividad represiva, y hubo una mayor concentración en actividades de inteligencia, con lo cual muchos de los lugares que habían sido apropiados por el Estado a privados y utilizados para fines represivos, iniciaron un lento camino hacia la desaparición.

Referencias

  1. Informe de la Comisión Verdad y Reconciliación, 1990. Pág. 55

Fuentes