Diferencia entre revisiones de «Dualismo»

(Página creada con '{{Desarrollo}} {{Definición |nombre=Dualismo |imagen= |tamaño= |concepto=Doctrina filosófica que explica el origen y naturaleza del universo por la acción de dos esencias o...')
(Etiqueta: nuestro-nuestra)
 
m (Texto reemplazado: «<div align="justify">» por «»)
 
(No se muestran 6 ediciones intermedias de 2 usuarios)
Línea 1: Línea 1:
{{Desarrollo}}
 
 
{{Definición
 
{{Definición
 
|nombre=Dualismo
 
|nombre=Dualismo
|imagen=
+
|imagen=Dualismo.jpg
 
|tamaño=
 
|tamaño=
 
|concepto=Doctrina filosófica que explica el origen y naturaleza del universo por  la acción de dos esencias o principios diversos y contrarios
 
|concepto=Doctrina filosófica que explica el origen y naturaleza del universo por  la acción de dos esencias o principios diversos y contrarios
 
}}
 
}}
'''Dualismo'''. Es el concepto de que  nuestra mente es más que sólo nuestro cerebro. Este concepto implica  que nuestra mente tiene una dimensión inmaterial, espiritual, que  incluye la consciencia y posiblemente a un atributo eterno. Una manera  de entender este concepto es considerar nuestro yo como un recipiente,  que incluye a nuestro cuerpo físico y cerebro físico junto con otra  mente, [[espíritu]], o alma no-físicos. La mente, espíritu, o alma, es  considerado la parte consciente que se manifiesta a sí misma a través  del cerebro, de manera similar a como las ondas de la imagen y del  sonido se manifiestan a través de una televisión. Las ondas de la imagen  y del sonido son también inmateriales así como la mente, el espíritu, o  el alma.
+
 
 +
'''Dualismo'''. Es el concepto de que  nuestra mente es más que sólo nuestro [[cerebro]]. Este concepto implica  que nuestra mente tiene una dimensión inmaterial, espiritual, que  incluye la consciencia y posiblemente a un atributo eterno. Una manera  de entender este concepto es considerar nuestro yo como un recipiente,  que incluye a nuestro cuerpo físico y cerebro físico junto con otra  mente, [[espíritu]], o alma no-físicos. La mente, espíritu, o [[alma]], es  considerado la parte consciente que se manifiesta a sí misma a través  del cerebro, de manera similar a como las ondas de la imagen y del  sonido se manifiestan a través de una televisión. Las ondas de la imagen  y del sonido son también inmateriales así como la mente, el espíritu, o  el alma.
 +
 
 +
==Historia==
 +
El dualismo es un  fenómeno proteico y longevo; reviste una gran multiplicidad de  conformaciones,  se ramifica en derivaciones diversas y acompaña la aventura humana del  pensamiento (religioso y filosófico) desde sus comienzos hasta nuestros  días.  Originariamente, el dualismo ha surgido de una reflexión no ontológica,  sino  ética. La pregunta que lo ha generado versa no sobre el origen del  [[mundo]], sino  sobre el origen del mal. El mal, y no el ser, es la preocupación básica  de los  sistemas dualistas. Ante todo porque es demasiado distinto del bien para  que  pueda subsumirse, junto con él, en una realidad única y omnicomprensiva,  como  aseveran los sistemas monistas-panteístas. Además, porque hay tal  cantidad y  calidad de mal en el mundo, el mal posee un tal espesor, que por fuerza  tiene  que ser producto de un principio supremo, tan supremo al menos como el  que  originó el bien. A partir de aquí, el problema ético accede al nivel  ontológico:  hay dos órdenes de ser y, por tanto, hay dos principios de ser,  irreductiblesy  mutuamente incompatibles. Desde este nivel ontológico, el dualismo se  proyecta  hacia la cosmología, la antropología y la soteriología, presentándose ya  en uno  u otro de estos sectores de la realidad, ya en todos ellos.
 +
 
 +
El surgimiento del  dualismo al socaire de la pregunta ética explica el hecho de que sus  formas más  antiguas y originales vean la luz en el ámbito de las creencias  religiosas. Las  grandes religiones orientales, así como las religiones naturalistas de  los  pueblos primitivos, contienen rasgos dualistas muy pronunciados. Y así,  en China  la corriente vital cósmica se explana por la interacción de la díada  [[Yin-Yang]];  Yin, sería el principio femenino, pasivo, y Yang el principio  masculino, activo. La ideología india del [[Samkhia]] opone al espíritu (purusha), que es pura conciencia sin actividad, el elemento material (prakriti), activo mas inconsciente, que suministra el sustrato de la vida  psíquica.
 +
Pero acaso la  propuesta más consistente y abarcadora de dualismo sea la representada  por el  mazdeísmo iranio. Aquí nos encontramos con un dualismo metafísico (que  afirma  dos principios coeternos, recíprocamente autónomos y antinómicos), al  que  acompañan coherentemente los dualismos cosmológico (creación  anticreación),  ético (bien-mal) y antropológico (espíritu-cuerpo). La tensión entre  estos  múltiples binomios sólo se resolverá en el éschaton, con la victoria del bien sobre el  mal:  Ormuz (el principio bueno) termina imponiéndose a Ahrimán (el principio  malo).
 +
 
 +
Es este dualismo  iranio el que parece estar en los orígenes de las tendencias dualistas  presentes  en el pensamiento griego. Las escuelas órfica y pitagórica han sido  tocadas por  el [[mazdeísmo]]; los pitagóricos así lo reflejan en su teoría de los  números, con  la oposición pares-impares, en torno a la cual se polariza una larga  serie de  antítesis (limitado-ilimitado, masculino-femenino,  luminoso-tenebroso..., etc.),  que encuentran finalmente su reconciliación en la harmonía del uno  que, a modo de acorde terminal, representaría una postrera coincidentia  oppositorum.
 +
El dualismo  platónico se establece, en primera instancia, entre el ámbito de la  percepción  (sensible) y el del pensamiento (ideal). El primero versa sobre el mundo  apariencia) de las cosas temporales, cambiantes y corruptibles; el  segundo,  sobre el mundo real de las ideas inmutables, incorruptibles y eternas.  Aquél es  simple mimesis (imitación) de éste, como se muestra en el mito de  la  caverna. Platón ha propuesto también un dualismo cosmológico; el  demiurgo del  Timeo extrae el cosmos del caos de la amórphe hyle, o materia  originaria e informe. En fin, hay igualmente en el [[platonismo]] un  dualismo  antropológico, que identifica lo humano con lo espiritual y considera el  cuerpo  como revestimiento accidental e indeseable del espíritu, como su cárcel o  sepultura (soma =séma).
 +
 
 +
El [[hilemorfismo]]  aristotélico intentó responder al dualismo platónico ubicando la  dualidad no en  el nivel real-concreto, isico, del ser, sino en el nivel metafísico de los principios de ser: materia y forma, principio  indeterminado-principio  determinante. Tanto el platonismo como el aristotelismo se repartieron  el favor  de los teólogos medievales,dando origen a escuelas de pensamiento bien  diferenciadas, que miden sus fuerzas sobre todo en el terreno de la  antropología. Descartada, en efecto (como se verá luego), la  compatibilidad de  los dualismos ontológico y cosmológico con la fe cristiana, la  influencia  platónica quedaba restringida (y ello de forma notablemente mitigada) a  las  concepciones antropológicas, donde la terminología alma-cuerpo se  mantiene  abierta a distintos modos de comprender la relación de ambos y dar razón  de su  sustancial unidad. En este punto la tesis hilemórfica de Aristóteles  (oportunamente remodelada) acabará por imponerse a las versiones  platonizantes,  merced principalmente a la autoridad de Tomás de Aquino.
 +
 
 +
Sin embargo la  síntesis tomista no impedirá la vigorosa reaparición de una nueva forma  de  dualismo antropológico, la acuñada por Descartes con el célebre  paradigma res  cogitans-res extensa, que hace del hombre una conciencia pensante (cogito,  ergo sum) enfundada en una especie de maquinaria orgánica. Torna así  a  plantearse la proverbial irreductibilidad espíritu-materia, alma-cuerpo,  sujeto-objeto, para cuya resolución el filósofo francés no  encontró mejor  salida que el desesperado recurso a la glándula pineal.
 +
El episodio  cartesiano ilustra bien a las claras cuán dificil resulta indagar en el  enigma  de la condición humana, enigma perpetuamente oscilante entre las  tentaciones  extremas del angelismo (monismo espiritualista: el hombre es sólo alma)  y  el animalismo (monismo materialista: el hombre es sólo cuerpo). De  la  vigencia de este dilema da fe la actual disputa en torno al dilema  homólogo:  mente-cerebro. En todo caso, la inviabilidad de la propuesta de  Descartes  confirma que la alternativa a los monismos unilaterales no se encuentra  en una  reedición del punto de vista dualista.
 +
 
 +
===Fe cristiana y dualismos===
 +
*Que la  revelación bíblica resulte incompatible, en sus afirmaciones mayores,  con las  diversas concepciones dualistas es algo demasiado obvio para precisar  ulteriores  justificaciones. El monoteísmo estricto y la doctrina de la creación  superan los  dualismos ontológico, teológico y cosmológico; la [[doctrina]] del pecado  original  trasciende el dualismo ético, resituando el problema del mal (punto de  partida,  según se ha indicado ya, del sistema dualista) desde su enclave en la  naturaleza  a su emplazamiento en la historia; en fin, la fe en la encarnación y la  resurrección, reivindicando la bondad nativa de la materia y del cuerpo,  implica  que tanto la condición somática del hombre como el mundo en el que  despliega su  existencia no están destinados a la aniquilación, sino a una gloriosa  transfiguración y una indeclinable definitividad.
 +
 
 +
Una posición  cercana al dualismo es la de la apocalíptica del judaísmo tardío, con la  característica oposición de los dos eones o mundos, el presente y  el futuro. El mundo presente yace en las tinieblas y está sometido a los  poderes  demoníacos, que operan a través de la muerte y el pecado. El [[mundo]] futuro,  escenario del Reino de Dios, sustituirá a este mundo presente, que será  aniquilado en la conflagración cósmica del éschaton. Los textos  del  Qumram prolongan este dualismo apocalíptico con la tesis de un combate  entre los  hijos de la luz y los hijos de las tinieblas.
 +
Se ha planteado la  cuestión de si este dualismo (mitigado) del [[judaísmo]] extrabíblico ha  penetrado,  en alguna medida, en las escrituras canónicas.
 +
 
 +
Por lo que toca a la  representación apocalíptica de los dos mundos, conviene advertir que en  ningún  texto inspirado (tampoco en el libro de Daniel, única muestra del género  apocalíptico admitida en el canon) se postula una ruptura espacial del  tipo  más acá-más allá. Para la [[Biblia]] es desconocida una comprensión del  éschaton como pasaje de este mundo a otro mundo, una  espera de  un más allá supraterreno, espiritual, como alternativa al más acá  terreno y  material. Lo que sí se aguarda es una ruptura temporal entre el antes  y  el después de la irrupción del Reino. El mundo en sí podría  seguir  siendo materialmente el mismo a ambos lados del límite; más acá de  éste  hay una situación de pecado y déficit existencial; más allá se  instaura  no una infraestructura cósmica diversa, sino la nueva situación de  [[justicia]],  fraternidad universal y plenitud vital que es la salvación consumada.
 +
 
 +
En cuanto al  dualismo antropológico, se ha querido rastrear su presencia en el libro  de la  [[Sabiduría]]. En efecto, hay en él dos textos claramente tributarios de la  antropología platónica (8, 19-20; 9, 15), pero su tenor literal  disuena  en el saldo antropológico complexivo del libro, que se atiene a la  visión  unitaria propia de la antropología hebrea, por lo que dichos textos han  de ser  estimados como expresiones pocofelices que no traducen con fidelidad la  mente  del autor.
 +
En el [[Nuevo Testamento]], la típica contraposición paulina carne-espíritu (sárx  pneúma,  correspondiente al par hebreo basar-ruah), lejos de formular la  tensión  dualista cuerpo-alma, verbaliza la dialéctica (ya conocida por el  [[Antiguo Testamento]]) entre la carne (lo que procede del hombre y le es  connatural) y el espíritu (lo que procede de Dios, la dimensión  trascendente  del ser humano, su estar-abierto-hacia-arriba).
 +
 
 +
Los dos términos de esta  dialéctica remiten, pues, al hombre uno y entero, uno a partes  antagónicas de un  presunto compuesto humano.
 +
La amenaza dualista  al misterio central de la encarnación se acusa ya en el Nuevo  Testamento: el  corpus joánico se hace eco de ella y la rechaza resueltamente en el  prólogo  del evangelio (Jn 1, 14: «el Lógos devino carne») y en 1 Jn 4,  2,  que estipula como criterio de la recta fe la confesión de «Jesucristo  venido en  carne». Ignacio de Antioquía desenmascara este error dualista, que  reducía a  mera apariencia (docetismo) la realidad de la asunción de la condición  carnal  por la persona del Hijo.
 +
 
 +
*A lo largo  de la historia de la [[Iglesia]], las herejías dualistas se van sucediendo  con  sorprendente tenacidad: docetismo, gnosticismo, origenismo, maniqueísmo,  priscilianismo, catarismo. Con la misma tenacidad, la fe eclesial ha  hecho valer  su no cortante a estos errores, que comprometían gravísimamente,  como se  ha señalado más arriba, el núcleo mismo del mensaje cristiano.
 +
En la época  patrística, diversos sínodos provinciales se pronunciaron contra las  desviaciones dualistas. Y así, los concilios de Toledo y Braga (D 21-38,  234-241) anatematizan las herejías marcionita, maniquea y  priscilianista,  mientras que el error origenista de la preexistencia de las almas es  condenado  en el llamado synodos endemoúsa (D 203-205). En suma,  cuantas  veces se alzaron voces condenatorias de la materia o del cuerpo, la  Iglesia no  dudó en condenar a los condenadores, saliendo por los fueros de la  radical  bondad de la carne.
 +
 
 +
Pero sin duda el  más mortal peligro por el que pasó en esta época el [[cristianismo]] fue la  gnosis,  una soteriología que predica la salvación por la vía del conocimiento y  que se  mueve en coordenadas nítidamente dualistas: dualismo teológico (el Dios  Padre de  Jesucristo y el dios demiurgo del Antiguo Testamento), dualismo  cosmológico  (mundo divino, supraceleste, y mundo visible, material, terrestre),  dualismo  antropológico (alma o mente consustancial a la divinidad y cuerpo o  carne  plasmación del demiurgo malo). La gnosis planteaba así la más perentoria  enmienda a la totalidad con que tuvo que vérselas la Iglesia naciente.  Nada  tiene, pues, de extraño que la batalla antignóstica haya movilizado las  mejores  energías de los padres de los primeros siglos.
 +
 
 +
En el medievo, la  secta de los cataros o albigenses es objeto de una primera reprobación  en la  persona de su antecedente próximo, [[Pedro de Bruis]], por parte del  Lateranense II  (D 367). El Lateranense IV (D 428-430) emite una profesión  de fe  contra esta [[herejía]]. En ella la confesión de la Trinidad y la fe en la  creación  aparecen estrechamente asociadas: las tres personas operan como «un  único  principio de todo», que crea «lo visible y lo invisible, lo espiritual y  lo  corporal», «la creatura angélica y la mundana», así como «la humana,  constituida  de cuerpo y espíritu». La conexión [[Trinidad]]-creación aquí establecida  merece,  dada su importancia, una glosa explicativa. La doctrina cristiana de un  Dios  único que, sin embargo, no es soledad, sino comunidad de personas, da  cuenta del  cumplimiento, al interior del ser divino, de la necesidad metafísica de  comunicarse que apremia a todo ser. Bonum est diffusivum sui; a  fortiori, el sumo bien ha de ser sumamente difusivo de sí.
 +
 
 +
Esta  pulsión  necesitante se agota, por lo que a Dios se refiere, en las procesiones  trinitarias, y por cierto de forma suprema e insuperable; se comunica todo el ser divino, no una parcela de divinidad. Supuesto lo cual, lo que  a  partir de ahí haga Dios queda ya sustraído al reino de la necesidad para  instalarse en el reino de la libertad.
 +
De donde se sigue  que queda abierta la posibilidad de la creación, esto es, de una  producción  libre de seres distintos del Ser, surgidos del puro amor, de la  nada, y no  de una teogonía o proceso de autodevenir de [[Dios]]. Tal doctrina de la  creación es  desconocida fuera de la Biblia. No podía formularse, en efecto, mientras  se  partiera de una comprensión impersonal, no trinitaria, de la divinidad.
 +
 
 +
Un  principio no trinitario subyacerá al imperativo ontológico de  comunicarse  necesaria, no libremente. Con lo cual lo que de él procede habrá de ser  igualmente necesario, absoluto y, a la postre, divino. Ese es el  universo  emanatista de los diversos panteísmos yde no pocos dualismos, frente a  los que  se alza la tesis inédita del creacionismo.
 +
El dualismo  antropológico recibe una última y definitiva descalificación en el  concilio de  Vienne (D 480-481), donde, frente a las tesis de [[Pedro Juan Olivi]], que  entendía  la unión alma racional-cuerpo como meramente dinámica y mediata  (mediante la  forma intelectiva), se consagra la unidad sustancial; el alma es  «verdaderamente, por sí misma y esencialmente» forma del  cuerpo.  Así pues, todo esquema antropológico que rebaje el rango ontológico de  esta  relación no sería admisible para la fe cristiana.
  
 
==Expectativas de una mente solamente  material==
 
==Expectativas de una mente solamente  material==
Línea 12: Línea 53:
  
 
==Apoyo racional y  científico==
 
==Apoyo racional y  científico==
Un estudio británico publicado por el periódico "Resuscitation"  proporcionó evidencias de que la consciencia continúa después de que el  cerebro de una persona ha dejado de funcionar, y de que él o ella ha  sido declarado muerto, lo cual apoya la veracidad del dualismo. En su  artículo de periódico, el médico Sam Parnia y Peter Fenwick, un  neuropsiquiatra, describen sus estudios de sesenta y tres víctimas de  ataques al corazón, quienes fueron declarados clínicamente muertos, pero  más tarde fueron resucitados y entrevistados. Cerca de un diez por  ciento reportó tener procesos de pensamiento lúcido, bien estructurado,  con la formación de recuerdos y razonamiento durante el tiempo en que  sus cerebros no estuvieron funcionando. Los efectos de la falta de  oxígeno o de drogas fueron eliminados como factores. Los investigadores  también encontraron que numerosos casos fueron similares.  
+
Un estudio británico publicado por el periódico "Resuscitation"  proporcionó evidencias de que la consciencia continúa después de que el  cerebro de una persona ha dejado de funcionar, y de que él o ella ha  sido declarado muerto, lo cual apoya la veracidad del dualismo. En su  artículo de periódico, el médico [[Sam Parnia]] y [[Peter Fenwick]], un  neuropsiquiatra, describen sus estudios de sesenta y tres víctimas de  ataques al corazón, quienes fueron declarados clínicamente muertos, pero  más tarde fueron resucitados y entrevistados. Cerca de un diez por  ciento reportó tener procesos de pensamiento lúcido, bien estructurado,  con la formación de recuerdos y razonamiento durante el tiempo en que  sus cerebros no estuvieron funcionando. Los efectos de la falta de  oxígeno o de drogas fueron eliminados como factores. Los investigadores  también encontraron que numerosos casos fueron similares.  
  
 
J.P. Moreland, PhD, autor y teólogo, declaró durante una entrevista con  Lee Strobel: "La gente está clínicamente muerta, pero a veces tienen una  posición ventajosa desde arriba, desde donde miran hacia abajo la mesa  de operaciones donde yace su cuerpo. A veces obtienen información que no  habrían podido saber si fuera una ilusión ocurriendo en sus cerebros.  Una mujer murió y vio una zapatilla de tenis que estaba sobre el  edificio del hospital." Esta es evidencia científica sólida a favor de  la validez de su experiencia, y de la existencia de una mente consciente  que se separa del cuerpo al morir. No existe ningún lugar en el cerebro donde la estimulación eléctrica  ocasione que una persona crea o decida.  
 
J.P. Moreland, PhD, autor y teólogo, declaró durante una entrevista con  Lee Strobel: "La gente está clínicamente muerta, pero a veces tienen una  posición ventajosa desde arriba, desde donde miran hacia abajo la mesa  de operaciones donde yace su cuerpo. A veces obtienen información que no  habrían podido saber si fuera una ilusión ocurriendo en sus cerebros.  Una mujer murió y vio una zapatilla de tenis que estaba sobre el  edificio del hospital." Esta es evidencia científica sólida a favor de  la validez de su experiencia, y de la existencia de una mente consciente  que se separa del cuerpo al morir. No existe ningún lugar en el cerebro donde la estimulación eléctrica  ocasione que una persona crea o decida.  
  
Cuando Roger Sperry y su equipo estudiaron las diferencias entre los  hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, descubrieron que la mente  tiene un poder causal independiente de las actividades del cerebro. Esto  condujo a que Sperry concluyera que el materialismo era falso. Nuestros pensamientos pueden ser verdaderos o falsos. Sin embargo, los  estados del cerebro no pueden ser verdaderos ni falsos. Nadie puede decir lo que pensamos por medio de la medición de las ondas  cerebrales. Se nos debe preguntar qué estamos pensando. Cuando la información empírica es usada como una base para validar el  dualismo, podemos llegar a un consenso de que es verdad. Sin embargo, el  dualismo versus el materialismo están ligados al debate de la Creación  versus la Evolución. Consecuentemente, los evolucionistas necesitan  tomar posiciones irreales contra el dualismo para defender la evolución.  Si el dualismo es verdadero, fuimos creados por un Dios, y la macro  evolución es falsa. De manera similar, si sólo los hechos empíricos científicos objetivos  son considerados, la Evolución carece de soporte y la Creación es  verdadera por defecto.  
+
Cuando [[Roger Sperry]] y su equipo estudiaron las diferencias entre los  hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, descubrieron que la mente  tiene un poder causal independiente de las actividades del cerebro. Esto  condujo a que Sperry concluyera que el materialismo era falso. Nuestros pensamientos pueden ser verdaderos o falsos. Sin embargo, los  estados del cerebro no pueden ser verdaderos ni falsos. Nadie puede decir lo que pensamos por medio de la medición de las ondas  cerebrales. Se nos debe preguntar qué estamos pensando. Cuando la información empírica es usada como una base para validar el  dualismo, podemos llegar a un consenso de que es verdad. Sin embargo, el  dualismo versus el [[materialismo]] están ligados al debate de la Creación  versus la [[Evolución]]. Consecuentemente, los evolucionistas necesitan  tomar posiciones irreales contra el dualismo para defender la evolución.  Si el dualismo es verdadero, fuimos creados por un Dios, y la macro  evolución es falsa. De manera similar, si sólo los hechos empíricos científicos objetivos  son considerados, la Evolución carece de soporte y la [[Creación]] es  verdadera por defecto.
 +
 
 +
==Actualidad==
 +
El flanco más  vulnerable del dualismo es el desgarramiento que opera en la contextura  de lo  real. La realidad dualista es esquizofrénica; en los antípodas de  monismo y su  continuismo de niveles, el dualismo nos presenta una realidad no sólo  escindida  sino irreconciliablemente enfrentada. La inverosimilitud de esta  concepción,  tanto desde el punto de vista ontológico o cosmológico como para una  antropología aceptable, la ha puesto fuera de circulación. El descrédito  que  padecen actualmente las doctrinas dualistas es demasiado notorio y hace  superflua la recogida de testimonios al respecto. Baste indicar que,  mientras  hoy resulta de buen tono adscribirse al monismo (materialista, por  supuesto),  casi nadie se confiesa ni desea ser tenido por dualista (con las  notables  excepciones que se mencionarán más abajo).
 +
 
 +
Por otra parte, y  en lo tocante a la [[antropología]] (el último reducto dualista, como se  verá a  continuación), el término dualismo se revela al día de la fecha  no  simplemente fluido o ambiguo, sino decididamente equívoco. Seifert  enumera no  menos de ocho acepciones del mismo; un monista fisicalista como D. M.  Armstrong  no considera la teoría aristotélico-tomista del anima forma corporis como  dualista, sino como una especie de emergentismo; por el contrario, el  cristiano  Laín rechaza últimamente toda distinción real alma-cuerpo (incluida la  tomista)  como convicta de dualismo.
 +
Así las cosas, no  deja de resultar sorprendente la supervivencia en nuestros días de una  forma de  dualismo antropológico, el dualismo interaccionista, avalado por  las  firmas ilustres de K. Popper y J. C. Eccles.
 +
 
 +
Ambos creen que, además de  la  realidad física (Mundo 1) a la que pertenece el cerebro, existen  los  Mundos 2 y 3 (la realidad subjetiva que llamamos mente y sus  productos,  incorporados o incorpóreos); esos tres mundos interactúan  recíprocamente. Así  pues, en el hombre hay cerebro (Mundo 1) y mente (Mundo 2, entidad  inmaterial,  aunque no desencarnada ni, según Popper, desencarnable); ésta interactúa  con  aquél. Es el yo —la mente— quien posee un cerebro, y no el  cerebro el que  posee un yo. Popper llega incluso a manifestar su acuerdo básico con las  metáforas platónicas del timonel y el barco, el auriga y el carro, el  músico y  el instrumento; «como decía [[Platón]], la mente es el timonel»; «pienso que  el yo,  en cierto sentido, toca el cerebro del mismo modo que un pianista toca  el  piano».
 +
 
 +
Desde una óptica  cristiana, el dualismo interaccionista se queda por debajo de las  estipulaciones  de Vienne; en vez de una unidad sustancial, se contenta con explicar la  relación  alma-cuerpo (o mente-cerebro) en términos de simple unión dinámica. Mas  de otro  lado el esquema hilemórfico empleado en Vienne resulta hoy insostenible  por  anacrónico.'Así pues, tanto una antropología filosófica de inspiración  cristiana  como la propia teología deberían retomar el viejo dossier alma-cuerpo y  elaborar  una explicación plausible de la unidad psicosomática en que el hombre  consiste.
 +
En esta dirección  se encaminan las propuestas de un teólogo como [[Moltmann]] (conformación  pericorética de cuerpo y alma) y de un filósofo como [[Zubiri]] (organismo y  psique  como subsistemas que se codeterminan ex aequo para constituir la  unidad  psicoorgánica que el hombre es). En todo caso, la ausencia de una  reflexión  solvente sobre esta cuestión dejaría a la antropología inerme ante las  amenazas  recurrentes de los monismos o los dualismos.
  
 
==Fuentes==
 
==Fuentes==
 
*[http://www.allaboutphilosophy.org/spanish/dualismo.htm/ Dualismo - El concepto]
 
*[http://www.allaboutphilosophy.org/spanish/dualismo.htm/ Dualismo - El concepto]
 +
*[http://www.mercaba.org/DIOS%20CRISTIANO/D/dualismo.htm/ DUALISMO]
  
 
[[Category:Doctrinas]]
 
[[Category:Doctrinas]]

última versión al 14:13 6 ago 2019

Dualismo
Información sobre la plantilla
Dualismo.jpg
Concepto:Doctrina filosófica que explica el origen y naturaleza del universo por la acción de dos esencias o principios diversos y contrarios

Dualismo. Es el concepto de que nuestra mente es más que sólo nuestro cerebro. Este concepto implica que nuestra mente tiene una dimensión inmaterial, espiritual, que incluye la consciencia y posiblemente a un atributo eterno. Una manera de entender este concepto es considerar nuestro yo como un recipiente, que incluye a nuestro cuerpo físico y cerebro físico junto con otra mente, espíritu, o alma no-físicos. La mente, espíritu, o alma, es considerado la parte consciente que se manifiesta a sí misma a través del cerebro, de manera similar a como las ondas de la imagen y del sonido se manifiestan a través de una televisión. Las ondas de la imagen y del sonido son también inmateriales así como la mente, el espíritu, o el alma.

Historia

El dualismo es un fenómeno proteico y longevo; reviste una gran multiplicidad de conformaciones, se ramifica en derivaciones diversas y acompaña la aventura humana del pensamiento (religioso y filosófico) desde sus comienzos hasta nuestros días. Originariamente, el dualismo ha surgido de una reflexión no ontológica, sino ética. La pregunta que lo ha generado versa no sobre el origen del mundo, sino sobre el origen del mal. El mal, y no el ser, es la preocupación básica de los sistemas dualistas. Ante todo porque es demasiado distinto del bien para que pueda subsumirse, junto con él, en una realidad única y omnicomprensiva, como aseveran los sistemas monistas-panteístas. Además, porque hay tal cantidad y calidad de mal en el mundo, el mal posee un tal espesor, que por fuerza tiene que ser producto de un principio supremo, tan supremo al menos como el que originó el bien. A partir de aquí, el problema ético accede al nivel ontológico: hay dos órdenes de ser y, por tanto, hay dos principios de ser, irreductiblesy mutuamente incompatibles. Desde este nivel ontológico, el dualismo se proyecta hacia la cosmología, la antropología y la soteriología, presentándose ya en uno u otro de estos sectores de la realidad, ya en todos ellos.

El surgimiento del dualismo al socaire de la pregunta ética explica el hecho de que sus formas más antiguas y originales vean la luz en el ámbito de las creencias religiosas. Las grandes religiones orientales, así como las religiones naturalistas de los pueblos primitivos, contienen rasgos dualistas muy pronunciados. Y así, en China la corriente vital cósmica se explana por la interacción de la díada Yin-Yang; Yin, sería el principio femenino, pasivo, y Yang el principio masculino, activo. La ideología india del Samkhia opone al espíritu (purusha), que es pura conciencia sin actividad, el elemento material (prakriti), activo mas inconsciente, que suministra el sustrato de la vida psíquica. Pero acaso la propuesta más consistente y abarcadora de dualismo sea la representada por el mazdeísmo iranio. Aquí nos encontramos con un dualismo metafísico (que afirma dos principios coeternos, recíprocamente autónomos y antinómicos), al que acompañan coherentemente los dualismos cosmológico (creación anticreación), ético (bien-mal) y antropológico (espíritu-cuerpo). La tensión entre estos múltiples binomios sólo se resolverá en el éschaton, con la victoria del bien sobre el mal: Ormuz (el principio bueno) termina imponiéndose a Ahrimán (el principio malo).

Es este dualismo iranio el que parece estar en los orígenes de las tendencias dualistas presentes en el pensamiento griego. Las escuelas órfica y pitagórica han sido tocadas por el mazdeísmo; los pitagóricos así lo reflejan en su teoría de los números, con la oposición pares-impares, en torno a la cual se polariza una larga serie de antítesis (limitado-ilimitado, masculino-femenino, luminoso-tenebroso..., etc.), que encuentran finalmente su reconciliación en la harmonía del uno que, a modo de acorde terminal, representaría una postrera coincidentia oppositorum. El dualismo platónico se establece, en primera instancia, entre el ámbito de la percepción (sensible) y el del pensamiento (ideal). El primero versa sobre el mundo apariencia) de las cosas temporales, cambiantes y corruptibles; el segundo, sobre el mundo real de las ideas inmutables, incorruptibles y eternas. Aquél es simple mimesis (imitación) de éste, como se muestra en el mito de la caverna. Platón ha propuesto también un dualismo cosmológico; el demiurgo del Timeo extrae el cosmos del caos de la amórphe hyle, o materia originaria e informe. En fin, hay igualmente en el platonismo un dualismo antropológico, que identifica lo humano con lo espiritual y considera el cuerpo como revestimiento accidental e indeseable del espíritu, como su cárcel o sepultura (soma =séma).

El hilemorfismo aristotélico intentó responder al dualismo platónico ubicando la dualidad no en el nivel real-concreto, isico, del ser, sino en el nivel metafísico de los principios de ser: materia y forma, principio indeterminado-principio determinante. Tanto el platonismo como el aristotelismo se repartieron el favor de los teólogos medievales,dando origen a escuelas de pensamiento bien diferenciadas, que miden sus fuerzas sobre todo en el terreno de la antropología. Descartada, en efecto (como se verá luego), la compatibilidad de los dualismos ontológico y cosmológico con la fe cristiana, la influencia platónica quedaba restringida (y ello de forma notablemente mitigada) a las concepciones antropológicas, donde la terminología alma-cuerpo se mantiene abierta a distintos modos de comprender la relación de ambos y dar razón de su sustancial unidad. En este punto la tesis hilemórfica de Aristóteles (oportunamente remodelada) acabará por imponerse a las versiones platonizantes, merced principalmente a la autoridad de Tomás de Aquino.

Sin embargo la síntesis tomista no impedirá la vigorosa reaparición de una nueva forma de dualismo antropológico, la acuñada por Descartes con el célebre paradigma res cogitans-res extensa, que hace del hombre una conciencia pensante (cogito, ergo sum) enfundada en una especie de maquinaria orgánica. Torna así a plantearse la proverbial irreductibilidad espíritu-materia, alma-cuerpo, sujeto-objeto, para cuya resolución el filósofo francés no encontró mejor salida que el desesperado recurso a la glándula pineal. El episodio cartesiano ilustra bien a las claras cuán dificil resulta indagar en el enigma de la condición humana, enigma perpetuamente oscilante entre las tentaciones extremas del angelismo (monismo espiritualista: el hombre es sólo alma) y el animalismo (monismo materialista: el hombre es sólo cuerpo). De la vigencia de este dilema da fe la actual disputa en torno al dilema homólogo: mente-cerebro. En todo caso, la inviabilidad de la propuesta de Descartes confirma que la alternativa a los monismos unilaterales no se encuentra en una reedición del punto de vista dualista.

Fe cristiana y dualismos

  • Que la revelación bíblica resulte incompatible, en sus afirmaciones mayores, con las diversas concepciones dualistas es algo demasiado obvio para precisar ulteriores justificaciones. El monoteísmo estricto y la doctrina de la creación superan los dualismos ontológico, teológico y cosmológico; la doctrina del pecado original trasciende el dualismo ético, resituando el problema del mal (punto de partida, según se ha indicado ya, del sistema dualista) desde su enclave en la naturaleza a su emplazamiento en la historia; en fin, la fe en la encarnación y la resurrección, reivindicando la bondad nativa de la materia y del cuerpo, implica que tanto la condición somática del hombre como el mundo en el que despliega su existencia no están destinados a la aniquilación, sino a una gloriosa transfiguración y una indeclinable definitividad.

Una posición cercana al dualismo es la de la apocalíptica del judaísmo tardío, con la característica oposición de los dos eones o mundos, el presente y el futuro. El mundo presente yace en las tinieblas y está sometido a los poderes demoníacos, que operan a través de la muerte y el pecado. El mundo futuro, escenario del Reino de Dios, sustituirá a este mundo presente, que será aniquilado en la conflagración cósmica del éschaton. Los textos del Qumram prolongan este dualismo apocalíptico con la tesis de un combate entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Se ha planteado la cuestión de si este dualismo (mitigado) del judaísmo extrabíblico ha penetrado, en alguna medida, en las escrituras canónicas.

Por lo que toca a la representación apocalíptica de los dos mundos, conviene advertir que en ningún texto inspirado (tampoco en el libro de Daniel, única muestra del género apocalíptico admitida en el canon) se postula una ruptura espacial del tipo más acá-más allá. Para la Biblia es desconocida una comprensión del éschaton como pasaje de este mundo a otro mundo, una espera de un más allá supraterreno, espiritual, como alternativa al más acá terreno y material. Lo que sí se aguarda es una ruptura temporal entre el antes y el después de la irrupción del Reino. El mundo en sí podría seguir siendo materialmente el mismo a ambos lados del límite; más acá de éste hay una situación de pecado y déficit existencial; más allá se instaura no una infraestructura cósmica diversa, sino la nueva situación de justicia, fraternidad universal y plenitud vital que es la salvación consumada.

En cuanto al dualismo antropológico, se ha querido rastrear su presencia en el libro de la Sabiduría. En efecto, hay en él dos textos claramente tributarios de la antropología platónica (8, 19-20; 9, 15), pero su tenor literal disuena en el saldo antropológico complexivo del libro, que se atiene a la visión unitaria propia de la antropología hebrea, por lo que dichos textos han de ser estimados como expresiones pocofelices que no traducen con fidelidad la mente del autor. En el Nuevo Testamento, la típica contraposición paulina carne-espíritu (sárx pneúma, correspondiente al par hebreo basar-ruah), lejos de formular la tensión dualista cuerpo-alma, verbaliza la dialéctica (ya conocida por el Antiguo Testamento) entre la carne (lo que procede del hombre y le es connatural) y el espíritu (lo que procede de Dios, la dimensión trascendente del ser humano, su estar-abierto-hacia-arriba).

Los dos términos de esta dialéctica remiten, pues, al hombre uno y entero, uno a partes antagónicas de un presunto compuesto humano. La amenaza dualista al misterio central de la encarnación se acusa ya en el Nuevo Testamento: el corpus joánico se hace eco de ella y la rechaza resueltamente en el prólogo del evangelio (Jn 1, 14: «el Lógos devino carne») y en 1 Jn 4, 2, que estipula como criterio de la recta fe la confesión de «Jesucristo venido en carne». Ignacio de Antioquía desenmascara este error dualista, que reducía a mera apariencia (docetismo) la realidad de la asunción de la condición carnal por la persona del Hijo.

  • A lo largo de la historia de la Iglesia, las herejías dualistas se van sucediendo con sorprendente tenacidad: docetismo, gnosticismo, origenismo, maniqueísmo, priscilianismo, catarismo. Con la misma tenacidad, la fe eclesial ha hecho valer su no cortante a estos errores, que comprometían gravísimamente, como se ha señalado más arriba, el núcleo mismo del mensaje cristiano.

En la época patrística, diversos sínodos provinciales se pronunciaron contra las desviaciones dualistas. Y así, los concilios de Toledo y Braga (D 21-38, 234-241) anatematizan las herejías marcionita, maniquea y priscilianista, mientras que el error origenista de la preexistencia de las almas es condenado en el llamado synodos endemoúsa (D 203-205). En suma, cuantas veces se alzaron voces condenatorias de la materia o del cuerpo, la Iglesia no dudó en condenar a los condenadores, saliendo por los fueros de la radical bondad de la carne.

Pero sin duda el más mortal peligro por el que pasó en esta época el cristianismo fue la gnosis, una soteriología que predica la salvación por la vía del conocimiento y que se mueve en coordenadas nítidamente dualistas: dualismo teológico (el Dios Padre de Jesucristo y el dios demiurgo del Antiguo Testamento), dualismo cosmológico (mundo divino, supraceleste, y mundo visible, material, terrestre), dualismo antropológico (alma o mente consustancial a la divinidad y cuerpo o carne plasmación del demiurgo malo). La gnosis planteaba así la más perentoria enmienda a la totalidad con que tuvo que vérselas la Iglesia naciente. Nada tiene, pues, de extraño que la batalla antignóstica haya movilizado las mejores energías de los padres de los primeros siglos.

En el medievo, la secta de los cataros o albigenses es objeto de una primera reprobación en la persona de su antecedente próximo, Pedro de Bruis, por parte del Lateranense II (D 367). El Lateranense IV (D 428-430) emite una profesión de fe contra esta herejía. En ella la confesión de la Trinidad y la fe en la creación aparecen estrechamente asociadas: las tres personas operan como «un único principio de todo», que crea «lo visible y lo invisible, lo espiritual y lo corporal», «la creatura angélica y la mundana», así como «la humana, constituida de cuerpo y espíritu». La conexión Trinidad-creación aquí establecida merece, dada su importancia, una glosa explicativa. La doctrina cristiana de un Dios único que, sin embargo, no es soledad, sino comunidad de personas, da cuenta del cumplimiento, al interior del ser divino, de la necesidad metafísica de comunicarse que apremia a todo ser. Bonum est diffusivum sui; a fortiori, el sumo bien ha de ser sumamente difusivo de sí.

Esta pulsión necesitante se agota, por lo que a Dios se refiere, en las procesiones trinitarias, y por cierto de forma suprema e insuperable; se comunica todo el ser divino, no una parcela de divinidad. Supuesto lo cual, lo que a partir de ahí haga Dios queda ya sustraído al reino de la necesidad para instalarse en el reino de la libertad. De donde se sigue que queda abierta la posibilidad de la creación, esto es, de una producción libre de seres distintos del Ser, surgidos del puro amor, de la nada, y no de una teogonía o proceso de autodevenir de Dios. Tal doctrina de la creación es desconocida fuera de la Biblia. No podía formularse, en efecto, mientras se partiera de una comprensión impersonal, no trinitaria, de la divinidad.

Un principio no trinitario subyacerá al imperativo ontológico de comunicarse necesaria, no libremente. Con lo cual lo que de él procede habrá de ser igualmente necesario, absoluto y, a la postre, divino. Ese es el universo emanatista de los diversos panteísmos yde no pocos dualismos, frente a los que se alza la tesis inédita del creacionismo. El dualismo antropológico recibe una última y definitiva descalificación en el concilio de Vienne (D 480-481), donde, frente a las tesis de Pedro Juan Olivi, que entendía la unión alma racional-cuerpo como meramente dinámica y mediata (mediante la forma intelectiva), se consagra la unidad sustancial; el alma es «verdaderamente, por sí misma y esencialmente» forma del cuerpo. Así pues, todo esquema antropológico que rebaje el rango ontológico de esta relación no sería admisible para la fe cristiana.

Expectativas de una mente solamente material

Si el dualismo no es verdad, la mente está limitada al cerebro físico. Suponiendo este escenario, ¿qué clase de mente esperaríamos? Ciertamente no esperaríamos tener conocimiento únicamente de materiales. Tal vez podríamos esperar ver una mente mecánica, similar a una computadora, que es gobernada por un programa. No esperaríamos cosas como conciencia, sensaciones, pensamientos, emociones, deseos, creencias, y libre albedrío. Tal mente se comportaría de una manera determinista basada en las leyes de la materia. Muchos científicos y filósofos concluyen ahora, que las leyes de la química y de la física no pueden explicar la experiencia de la conciencia en los seres humanos. No esperaríamos que gente con tal mente sea responsable por su comportamiento, porque todo lo que harían estaría determinado por los atributos de la materia. Todos sabemos que es absurdo. También, no podríamos confiar en nuestras mentes, ya que sólo son una colección de materiales no producidos por una mente inteligente.

Apoyo racional y científico

Un estudio británico publicado por el periódico "Resuscitation" proporcionó evidencias de que la consciencia continúa después de que el cerebro de una persona ha dejado de funcionar, y de que él o ella ha sido declarado muerto, lo cual apoya la veracidad del dualismo. En su artículo de periódico, el médico Sam Parnia y Peter Fenwick, un neuropsiquiatra, describen sus estudios de sesenta y tres víctimas de ataques al corazón, quienes fueron declarados clínicamente muertos, pero más tarde fueron resucitados y entrevistados. Cerca de un diez por ciento reportó tener procesos de pensamiento lúcido, bien estructurado, con la formación de recuerdos y razonamiento durante el tiempo en que sus cerebros no estuvieron funcionando. Los efectos de la falta de oxígeno o de drogas fueron eliminados como factores. Los investigadores también encontraron que numerosos casos fueron similares.

J.P. Moreland, PhD, autor y teólogo, declaró durante una entrevista con Lee Strobel: "La gente está clínicamente muerta, pero a veces tienen una posición ventajosa desde arriba, desde donde miran hacia abajo la mesa de operaciones donde yace su cuerpo. A veces obtienen información que no habrían podido saber si fuera una ilusión ocurriendo en sus cerebros. Una mujer murió y vio una zapatilla de tenis que estaba sobre el edificio del hospital." Esta es evidencia científica sólida a favor de la validez de su experiencia, y de la existencia de una mente consciente que se separa del cuerpo al morir. No existe ningún lugar en el cerebro donde la estimulación eléctrica ocasione que una persona crea o decida.

Cuando Roger Sperry y su equipo estudiaron las diferencias entre los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, descubrieron que la mente tiene un poder causal independiente de las actividades del cerebro. Esto condujo a que Sperry concluyera que el materialismo era falso. Nuestros pensamientos pueden ser verdaderos o falsos. Sin embargo, los estados del cerebro no pueden ser verdaderos ni falsos. Nadie puede decir lo que pensamos por medio de la medición de las ondas cerebrales. Se nos debe preguntar qué estamos pensando. Cuando la información empírica es usada como una base para validar el dualismo, podemos llegar a un consenso de que es verdad. Sin embargo, el dualismo versus el materialismo están ligados al debate de la Creación versus la Evolución. Consecuentemente, los evolucionistas necesitan tomar posiciones irreales contra el dualismo para defender la evolución. Si el dualismo es verdadero, fuimos creados por un Dios, y la macro evolución es falsa. De manera similar, si sólo los hechos empíricos científicos objetivos son considerados, la Evolución carece de soporte y la Creación es verdadera por defecto.

Actualidad

El flanco más vulnerable del dualismo es el desgarramiento que opera en la contextura de lo real. La realidad dualista es esquizofrénica; en los antípodas de monismo y su continuismo de niveles, el dualismo nos presenta una realidad no sólo escindida sino irreconciliablemente enfrentada. La inverosimilitud de esta concepción, tanto desde el punto de vista ontológico o cosmológico como para una antropología aceptable, la ha puesto fuera de circulación. El descrédito que padecen actualmente las doctrinas dualistas es demasiado notorio y hace superflua la recogida de testimonios al respecto. Baste indicar que, mientras hoy resulta de buen tono adscribirse al monismo (materialista, por supuesto), casi nadie se confiesa ni desea ser tenido por dualista (con las notables excepciones que se mencionarán más abajo).

Por otra parte, y en lo tocante a la antropología (el último reducto dualista, como se verá a continuación), el término dualismo se revela al día de la fecha no simplemente fluido o ambiguo, sino decididamente equívoco. Seifert enumera no menos de ocho acepciones del mismo; un monista fisicalista como D. M. Armstrong no considera la teoría aristotélico-tomista del anima forma corporis como dualista, sino como una especie de emergentismo; por el contrario, el cristiano Laín rechaza últimamente toda distinción real alma-cuerpo (incluida la tomista) como convicta de dualismo. Así las cosas, no deja de resultar sorprendente la supervivencia en nuestros días de una forma de dualismo antropológico, el dualismo interaccionista, avalado por las firmas ilustres de K. Popper y J. C. Eccles.

Ambos creen que, además de la realidad física (Mundo 1) a la que pertenece el cerebro, existen los Mundos 2 y 3 (la realidad subjetiva que llamamos mente y sus productos, incorporados o incorpóreos); esos tres mundos interactúan recíprocamente. Así pues, en el hombre hay cerebro (Mundo 1) y mente (Mundo 2, entidad inmaterial, aunque no desencarnada ni, según Popper, desencarnable); ésta interactúa con aquél. Es el yo —la mente— quien posee un cerebro, y no el cerebro el que posee un yo. Popper llega incluso a manifestar su acuerdo básico con las metáforas platónicas del timonel y el barco, el auriga y el carro, el músico y el instrumento; «como decía Platón, la mente es el timonel»; «pienso que el yo, en cierto sentido, toca el cerebro del mismo modo que un pianista toca el piano».

Desde una óptica cristiana, el dualismo interaccionista se queda por debajo de las estipulaciones de Vienne; en vez de una unidad sustancial, se contenta con explicar la relación alma-cuerpo (o mente-cerebro) en términos de simple unión dinámica. Mas de otro lado el esquema hilemórfico empleado en Vienne resulta hoy insostenible por anacrónico.'Así pues, tanto una antropología filosófica de inspiración cristiana como la propia teología deberían retomar el viejo dossier alma-cuerpo y elaborar una explicación plausible de la unidad psicosomática en que el hombre consiste. En esta dirección se encaminan las propuestas de un teólogo como Moltmann (conformación pericorética de cuerpo y alma) y de un filósofo como Zubiri (organismo y psique como subsistemas que se codeterminan ex aequo para constituir la unidad psicoorgánica que el hombre es). En todo caso, la ausencia de una reflexión solvente sobre esta cuestión dejaría a la antropología inerme ante las amenazas recurrentes de los monismos o los dualismos.

Fuentes