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Revisión del 14:06 31 mar 2014 de Antoniomartin (discusión | contribuciones) (PORTAL HISTORIA DEL AZUCAR EN CAMAGUEY)

Huellas de azúcar en los tinajones del Camagüey que a dejado el hombre a través del tiempo. El desarrollo de la agro-industria azucarera en la antigua villa de Puerto Príncipe estimuló el surgimiento de ingenios en la segunda mitad del siglo XVIII y la primera etapa del XIX. En su mayoría, estas manufacturas fueron casi totalmente destruidas por la llamada Guerra Grande o de los Diez Años, entre 1868 y 1878, sin embargo sus restos Permanecen en el espacio como símbolos de una cultura productiva que se fue fortaleciendo hasta constituirse en el renglón económico fundamental de la isla de Cuba.

La pérdida acelerada de estos conjuntos arquitectónicos industriales y de otras instalaciones agro-azucareras de menor data, pero con inestimables valores que los convierten en parte importante del patrimonio cultural:



La industria azucarera en Camagüey

La industria azucarera en Camagüey está ligada al asentamiento de los colonizadores. Las primeras referencias sobre la introducción de la caña de azúcar en la región platean que “…Por el 1515 Pedro Díaz Tabares fletó un barco desde la Española que trajo a la villa de Puerto Príncipe por el puerto del guinche, nuevitas, las primeras cabezas de ganado vacuno, caballar, asnal, caprino y porcino, además de posturas de naranja y caña de azúcar…” Tan importante producto comenzó a cultivarse en Cuba entre los años 1516 y 1524. Debido al agotamiento del oro y a la rápida disminución de los indios, los habitantes de la isla necesitaron contar con algún producto de valor exportable. El rey Fernando II otorgó una licencia para introducir en Las Indias negros esclavos, por nueve años, seguida de una cédula real que impedía ejecutar por deudas las tierras de los ingenios, los esclavos, animales y máquinas. Todo encaminado a fomentar la industria azucarera.

Mucho más específica fue la orden del año 1600 que reglamentaba la entrega de 40.000 ducados durante ocho años a la Hacienda de La Habana, por parte de la Hacienda de México para fundar ingenios.


Surgía así la industria azucarera cubana, en los últimos 5 años del siglo XVI y principios del siglo XVII. Tuvo que sufrir muchas limitaciones desde su creación porque España solo le permitía comerciar a Cuba con el puerto de Sevilla y en pocas ocasiones. Comienza a desarrollarse esta industria dependiente de un mercado irregular y débil.

Durante la Toma de La Habana por los Ingleses (1762) se desarrolla significativamente esta industria al introducirse en La Habana miles de esclavos, y utensilios usados en los ingenios. Reconquistada la Habana fue mejor valorada, y se suprime el monopolio, ya intolerable de la Real Compañía de Comercio, se abrió el comercio libre con los demás puertos de España, suprimiéndose la restricción de Sevilla y Cádiz y se concedió diversos asientos para la introducción de esclavos La Revolución Francesa de 1789 provocó sustanciales cambios en el pensamiento humanista y social mundial, muestra de ello fue el decretar en 1791 la igualdad de derecho entre la población libre negra y blanca. Este decreto provocó la protesta de los blancos y la sublevación de la colonia francesa por conquistar la liberta de su población.

Entre los años 1790 y 1799, el pueblo de Haití en su mayoría esclavo, se rebeló contra sus amos explotadores, los colonialistas franceses y comenzaron a luchar por su libertad. Entre sus principales jefes se encontraba Toussain Louverture, Bouckmany y Jean François. La revuelta tomó increíbles proporciones pues arrasaron y quemaron gran números de plantaciones en el Norte.

Este acontecimiento histórico favoreció como ningún otro el desarrollo del azúcar en Cuba. Haití, que hasta entonces era el primer país del mundo productor de la misma, quedó devastado de la noche a la mañana. La desaparición del cultivo de la caña en este lugar produjo un alza de los precios. El azúcar cubano fue objeto de una gran demanda con un 100% de aumento abriéndose una nueva era de producción azucarera de Cuba. Unida a las concesiones obtenidas por Francisco Arango y Parreño en la corte española con su discurso “Sobre la Agricultura de La Habana y los medios de fomentarlas” estuvieron las guerras entre España y Francia (1793) y la primera de Inglaterra (1795) con la consecuencia forzosa e inevitable de autorización de comercio con los centrales, en ambos casos Estados Unidos. Como consecuencia la producción azucarera se favoreció y continuó su aumento sin cesar.

Una nueva crisis comenzó cuando en 1799 España trató de impedir el comercio con el extranjero, esto provocó la protesta de hacendados cubanos entre los que se destaca Arango y Parreño, que en un informe de protesta dejó manifiesto que el azúcar era ya antes de terminar el siglo XVIII. “La base de toda organización económica de Cuba, la fuente de vida casi única del país”.

Después de comenzar la Guerra de los Diez Años (1868-1878), existían en la jurisdicción de Puerto Príncipe 83 ingenios, de ellos 24 eran movidos por máquinas de vapor y 59 eran de tracción animal. Con la incorporación de sus propietarios a la guerra y con la liberación de los esclavos, la agroindustria azucarera fue prácticamente abandonada y destruida. En la actualidad perduran los vestigios de muy pocos, y en su mayoría como ruinas abandonadas.

A partir de la tercera década del siglo XIX las máquinas de vapor comenzaron a generalizarse en los ingenios, junto a todos los demás adelantos de la mecánica y procedimientos de fabricación. Al finalizar la guerra de los Diez Años, el gobierno colonial se vio forzado a decretar la abolición de la esclavitud que, hasta 1885 fue una grave complicación para la industria.

Cuba solo tenía una mercado para sus productos de exportación en medio del desplazamiento del azúcar de caña por la de remolacha, el norteamericano, que con su ascenso al imperialismo y la ampliación del proteccionismo, contribuyó a consolidar la dependencia comercial de Cuba y a acentuar las deformaciones de su proceso interno de reproducción. La isla no tenía otro camino para resistir que satisfacer la demanda de crudo de las refinerías norteamericanas.

En estas condiciones el país y ante la política norteamericana orientada a firmar tratados comerciales que permitirían imponer sus condiciones. Entre 1882 y 1884 se negoció el Tratado Foster – Albacete. En 1890 MC Kinley, presidente del comité de medios y arbitrios de la cámara de representantes suprimió los derechos del azúcar crudo, pero Jaime Blainer, se opuso a que esto ocurriera sin mediar un tratado, por lo que España se ve obligada en 1891 al firmar el Tratado de Reciprocidad Foster Canovas concediendo rebajas arancelarias a casi todos los productos importados de Estados Unidos o la entrada libre de derechos. Este tratado fue derogado en 1894 por el arancel Wilson Gorman. Trayendo una nueva crisis. También en este contexto en 1880 y 1890 se produjo el proceso de concentración y centralización de la producción en unidades más eficientes, mayores y donde predominaban las máquinas sobre el trabajo manual. Base fundamental del capitalismo industrial.

Con la conversión de ingenios a centrales el rendimiento de la producción fue superior a los ingenios tradicionales. El central implicaba un desarrollo altamente mecanizado y traía como resultado más azúcar y de mejor calidad, pero no todos los hacendados podían obtener estos adelantos, pues carecían de suficiente dinero, debido a esto dejaron de moler cerca de 2/3 partes de los ingenios existentes en Cuba a fines de los años 60 y entre 1886 y 1890 quedaron en producción solo 400. Cienfuegos, Manzanillo y Remedios fueron pioneras en este proceso. El número de las fábricas de los hacendados cienfuegueros como Tomás Terry, Edwin Atkins y E. Ponvit se redujo en más de un 80 % y la cantidad de azúcar se incrementó en más del 228 %.

Asociado a este proceso tiene lugar a fines del siglo de XIX una afluencia de capital extranjero, principalmente norteamericano, orientada al control directo de la producción. Algunos eran hacendados cubanos y españoles que desde los años 70 habían adoptado ciudadanía norteamericana. Una segunda variante fueron las compañías azucareras que se registraban en los Estados Unidos como la Constancia Sugar Company (1894), Victoria Company (1892) y Hormiguero Central Company (1890). Por último, están los casos de Edwin Atkins y las familias Rionda que invirtieron directamente y vivieron por muchos años en Cuba, pero representaban los intereses de grandes compañías y sociedades norteamericanas, el centro de sus negocios permanecían en Nueva York.

La intromisión Norteamericana en la guerra hispano _ cubano _ (1898) la cual dio un frustrante fin, trajo un período de ocupación en el que comienza a reorganizarse la industria azucarera sobre el criterio de las opiniones del entonces presidente de los Estados Unidos: “... si se rehabilita esa industria podremos confiar en que habrá paz, abundancia, orden etc.

Las bases fueron ventajosas para los inversionistas norteamericanos, desapareció la inseguridad y el temor al culminarse la guerra. Se hizo posible una reforma radical de aranceles y del sistema tributario amparada por los ocupantes norteamericanos facilitando el comercio con los Estados Unidos.

Los bancos y sucursales de estos estaban libres de la fiscalización del Estado y pagaban impuestos insignificantes. La aprobación de la circulación en Cuba de la moneda norteamericana provocó un vínculo cada vez mayor de la economía de estos dos países. El gobierno interventor norteamericano dominaba a través de ordenes militares que le permitieron simplificar las viejas haciendas comuneras para convertirlas en objetos de compra – venta. Tan efectiva fue esta orden que en 1905 entre el 7% y 10% de las tierras cubanas se encontraban en manos del capital norteamericano. Dichas órdenes garantizaban además la permanencia de las instalaciones ferroviarias norteamericanas e inglesas, el gobierno subvencionaba generosamente algunas compañías e hizo concesiones para la instalación de ferrocarriles privados fundamentalmente a compañías azucareras, a las cuales benefició también con la concesión de los llamados sub. Puertos.

La industria azucarera particularmente recibió un poderoso estímulo con la reducción del 20% de los derechos arancelarios del azúcar cubano a su entrada a los Estados Unidos.


ingenio azucarero

Se denomina ingenio azucarero o simplemente ingenio a una antigua hacienda colonial con instalaciones para procesar caña de azúcar con el objeto de obtener azúcar, ron, alcohol y otros productos. Tiene su antecedente en el trapiche, cuya escala de producción era muy pequeña y, a su vez, el ingenio vino a ser sustituido por los grandes centrales azucareros modernos que se desarrollaron en el siglo XX. Ingenio El Oriente


Construido en el actual municipio camagüeyano de Sibanicú y a 64 kilómetros de la cabecera provincial, Cuenta con 14 000 m2 de área total.

Su desarrollo se inicia en 1844 como batey azucarero, en 1903 pasa a ser hacienda ganadera y en la etapa revolucionaria posee un uso mixto al convertirse en centro administrativo y de servicio de la granja Oriente Rebelde.

Después de una larga etapa de abandono, en 1987 se somete a un proceso de investigaciones históricas, arqueológicas, arquitectónicas, técnico-constructivas y las relacionadas con el proceso industrial azucarero, y se realizan levantamientos arquitectónicos, fotográficos, de deterioros y de materiales, para poder establecer la línea de conservación a seguir.

Con la información recopilada se pudo corroborar la relevancia histórica del lugar. Fue allí donde el 11 de noviembre de 1868 Ignacio Agramante y Loynaz se incorpora a las filas insurrectas. Sus propietarios, Pertenecientes a una opulenta familia Principeña, los Luaces Iraola, tuvieron una destacada participación en la guerra grande, fue punto de reunión de los principales jefes del movimiento insurreccional en el territorio camagüeyano; el generalísimo Máximo Gómez Báez acampó en El Oriente y el 30 de julio de 1895 combatió en sus potreros. La campana, aún existente, llamaba al inicio de las faenas diarias en el antiguo batey. En 1903 el latifundista Bernabé Sánchez Batista adquiere la finca y la dedica a la cría, ceba y ordeño de ganado mayor; radica en ella una fábrica de queso Gruyere que en 1937 elabora 1000 libras diarias. Durante la investigación arqueológica se realizaron calas, calicatas y trincheras, descubriéndose tres tipos de ladrillos que ayudaron a datar las construcciones del recinto y comprobar la existencia de dos etapas constructivas. Además, se sacaron a la luz conductos, aljibes industriales y la cimentación de la maquinaria utilizada en la producción del azúcar, surgieron las canales soterradas de alimentación del aljibe industrial y doméstico desde colectores pluviales adosados a la fachada de la casa de vivienda. También se pudo determinar la cocina bodega para blancos y perimetral a la casa de molienda. Por su parte las trincheras aportaron la evidencia de los restos de la casa de calderas, casa de purga y casa de tonelería. En la etapa colonial mantiene todos sus componentes como una instalación industrial azucarera. En la república, con el cambio de uso como hacienda ganadera pierde tres grandes edificaciones industriales: la casa de calderas, la casa de purga y la de bagazo; se construye una tapia perimetral y la casa del mayoral; se producen grandes transformaciones en el barracón de negros. En la etapa revolucionaria pierde la casa de tonelería, que ya había cambiado su uso original, usándose para vaquería y ordeño; es la etapa de mayor afectación al conjunto, con la alteración de espacios y la construcción de añadidos. Gracias a la investigación del proceso industrial azucarero del ingenio, se pudo conocer que el mismo atravesó por dos etapas: el inicial trapiche de masas horizontales y tracción animal se sustituye por la máquina de vapor instalada a fines de la década de 1850 con lo que se convierte en el mayor de la jurisdicción. Contaba con 128 caballerías y una dotación de 120 esclavos. En la zafra de 1859 – 1860 se producen 14210 quintales, lo que representa el 5,5% de la producción total de azúcar del Puerto Príncipe. El batey lo forma un grupo urbanísticamente coherente de ocho objetos de obra destacándose por su conservación y originalidad la casa de vivienda, la casa de molienda y el barracón de negras

La Casa de Vivienda consiste en una añeja casona colonial con algunos elementos del neoclásico imperante en la época, fue construida en 1858 y usada posteriormente como oficina y vivienda. De forma octogonal, la Casa de Molienda, con su complicado y genialmente elaborado techo de armadura, fue convertida en círculo social, aula y taller. El Barracón de Negros que llega a nuestros días no es original, se demuele parcialmente en 1920 y con él la segunda planta para montar una fábrica de queso y mantequilla. Se le construyen los sótanos para nevera, este es el objeto de obra que sufre mayores transformaciones. Funcionó como bodega y servicios a la población. La Caballeriza-Enfermería fue punto de embarcadero de ganado para la venta y exposición, aun conserva el embarcadero; se usó además como almacén.

Al convertirse en albergue para los trabajadores y viviendas, la Cocina-Bodega sufre transformaciones. La Casa del Mayoral se edificó en 1919. Anteriormente el mayoral vivía en parte del barracón de negras. Se transforma al convertirse en cocina comedor para los trabajadores albergados. La investigación permitió conocer los materiales y técnicas empleados. En la Casa Molienda un total de catorce horcones de jiquí hincados en el terreno soportan una armadura octogonal compuesta por rollizos, ocho limas y ocho pectorales de sección rectangular que se apoyan en soleras trancadas con cuadrales. En su parte más alta cerrando la estructura se coloca a compresión un piñón de dieciséis rayos asociados con las limas y los pectorales. Perimetralmente a esta estructura se desarrolla un colgadizo formado por rollizos, ocho limas y tablazón, apoyado sobre soleras que descansan en dieciséis horcones hincados en el terreno. En la cubierta de tejas criollas se destacan ocho carreras de tejones en la transición de un faldón a otro. La investigación arqueológica realizada en la parte central de esta construcción sacó a la luz un conjunto de conductos y canales así como la cimentación de las maquinarias utilizadas en la obtención del azúcar, los que aparecieron a diferentes profundidades y confeccionados a base de piedra y ladrillos. Los pisos son de ladrillo.

Las causas fundamentales que han propiciado el deterioro son la humedad, la falta de mantenimiento, las fallas estructurales, la edad y la acción del hombre

Entre los deterioros más comunes se encuentran el colapso generalizado de techos y cubiertas, un fuerte agrietamiento en la torre chimenea y uno de los más graves lo ha propiciado la acción humana sometiendo al conjunto monumentario a diversos usos distantes del antaño batey azucarero. El desuso es el peor uso que se le puede dar a cualquier construcción, esto unido a usos inadecuados y a la falta de mantenimiento ha llevado a esta joya del repertorio industrial azucarero a un estado de deterioro avanzado y a la irreparable pérdida de algunos de sus componentes, los cuáles según referencias de documentos históricos poseían valores arquitectónicos y relevante majestuosidad

Si se le otorga un nuevo uso, garantizamos su permanencia, pero si no somos capaces de dotarlo de una política consecuente y permanente de rescate y mantenimiento perderemos lo que aún queda de lo que fuera el próspero ingenio El Oriente.

El Oriente es motivo de orgullo nacional, su arquitectura e historia integran la configuración de la nación cubana; sus vetustos muros y su gloriosa campana son también testigos y partes de la construcción de nuestra identidad.

Fuentes:

· Expedientes de Patrimonio Provincial · Archivo de la Empresa Azucarera Camagüey · Sitio de Radio Nuevitas · Sitio de Radio Cadena Agramonte · Huellas del Azúcar en Camagüey 2013.