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Putifar o Potifar (en hebreo: פּוֹטִיפַר / פּוֹטִיפָר, en egipcio antiguo: p-di-p-rʿ; ‘al que Ra ayuda’) era un oficial de la corte egipcia y jefe de la guardia de corps del faraón. Según el Génesis, fue el amo de José cuando este fue vendido como esclavo por sus hermanos, y era un hombre rico. Putifar compró a José a unos mercaderes viajeros madianitas, y al observar que era un buen siervo, le nombró jefe sobre todo lo que tenía en la casa y en el campo, y Yahveh bendijo todo lo suyo debido a él.  
 
==José y la esposa de Putifar==
 
==José y la esposa de Putifar==
 
La esposa de Putifar no le era tan fiel como su siervo José. Repetidas veces trató de seducirle, y un día, cuando ninguno de los hombres de la casa estaba cerca, se insinuó, pero José no cedió, sino que huyó. Cuando Putifar regresó a casa, escuchó la falsa acusación de intento de violación de su frustrada esposa. Encolerizado, hizo que le encerrasen en prisión.   
 
La esposa de Putifar no le era tan fiel como su siervo José. Repetidas veces trató de seducirle, y un día, cuando ninguno de los hombres de la casa estaba cerca, se insinuó, pero José no cedió, sino que huyó. Cuando Putifar regresó a casa, escuchó la falsa acusación de intento de violación de su frustrada esposa. Encolerizado, hizo que le encerrasen en prisión.   

Revisión del 15:25 14 dic 2020

El relato egipcio de los dos hermanos y José y la esposa de Potifar
Información sobre la plantilla
Idioma:Hebreo, Arameo y Griego
Lugar:Egipto

Putifar

Putifar o Potifar (en hebreo: פּוֹטִיפַר / פּוֹטִיפָר, en egipcio antiguo: p-di-p-rʿ; ‘al que Ra ayuda’) era un oficial de la corte egipcia y jefe de la guardia de corps del faraón. Según el Génesis, fue el amo de José cuando este fue vendido como esclavo por sus hermanos, y era un hombre rico. Putifar compró a José a unos mercaderes viajeros madianitas, y al observar que era un buen siervo, le nombró jefe sobre todo lo que tenía en la casa y en el campo, y Yahveh bendijo todo lo suyo debido a él.

José y la esposa de Putifar

La esposa de Putifar no le era tan fiel como su siervo José. Repetidas veces trató de seducirle, y un día, cuando ninguno de los hombres de la casa estaba cerca, se insinuó, pero José no cedió, sino que huyó. Cuando Putifar regresó a casa, escuchó la falsa acusación de intento de violación de su frustrada esposa. Encolerizado, hizo que le encerrasen en prisión. Parece que esta prisión guardaba alguna relación con la casa de Putifar, o por lo menos estaba bajo su jurisdicción como jefe de la guardia del rey. El texto dice que el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del Faraón fueron arrojados en ese mismo encierro, "la cárcel de la casa del jefe de la guardia de corps", o "la cárcel de la casa del amo de José". Sin embargo, no parece muy probable que Putifar fuese el oficial principal de la cárcel, el que "entregó en la mano de José a todos los presos que estaban en la casa de encierro". Este oficial probablemente fuese un subordinado de Putifar. La frase “capitán de la guardia” viene de una frase hebrea que literalmente significa “jefe de los carniceros o matarifes”. Por este significado algunos eruditos han considerado que era el principal cocinero o mayordomo en la casa de Faraón, pero otros creen que carnicero o matarife significan, en este caso, verdugo. Por lo tanto, Potifar era el “oficial comandante de la guardia real, el que llevaba a cabo las ejecuciones ordenadas por el rey. En cualquiera de los dos casos, Potifar era un hombre importante, pero la segunda posibilidad, especialmente, le otorgaría gran poder y una buena posición en Egipto. LA CARAVANA de mercaderes avanza por la ribera del gran río Nilo. El aire es cálido y está cargado con el aroma de los lotos y otras flores acuáticas. José puede percibirlo al respirar. Aquí y allá salen volando una garza o un ibis, asustados por la larga hilera de hombres y camellos. La caravana va camino a otra ciudad egipcia. ¡Qué lejos está José de las montañas de Hebrón, el hogar del que fue arrebatado! ¡Qué mundo tan distinto es este! En las copas de las palmeras y los sicómoros que bordean el río se escuchan los gritos y el parloteo de los monos. El idioma de la gente con la que José se cruza por el camino debe sonarle igual de incomprensible. El joven trata de captar todas las palabras que puede. Más vale que aprenda pronto. Lo más seguro es que jamás vuelva a casa. José es apenas un adolescente de 17 o 18 años y ya tiene problemas que asustarían a muchos adultos. Sus hermanos lo envidiaban por ser el favorito de su padre. Lo odiaban tanto que habían planeado asesinarlo, pero al final cambiaron de opinión y lo vendieron a los comerciantes con los que está ahora. Tras varias semanas de viaje, sus dueños se sienten cada vez de mejor humor, ya que están a punto de llegar a la gran ciudad donde venderán a José con el resto de sus mercancías y obtendrán jugosas ganancias. Una vez llegados a su destino, los mercaderes venden a José a un egipcio llamado Potifar. Este hombre es ni más ni menos que el jefe de la guardia personal del faraón, el rey de Egipto José debe sentirse humillado al ser vendido por segunda ocasión. ¡Lo están tratando como simple mercancía! Allí va, caminando detrás de su nuevo dueño, recorriendo las abarrotadas calles de la ciudad por entre tiendas y bazares. Se dirige a su nuevo hogar. Hogar es un decir, por supuesto; el lugar donde vivirá ahora no se parece en nada al hogar que abandonó a la fuerza. José viene de una familia de nómadas, quienes viven en tiendas y se mudan de un lugar a otro con sus rebaños. En cambio, la casa de Potifar es como la de muchos egipcios ricos: elegante y bellamente pintada. Según los arqueólogos, a los antiguos egipcios les gustaba tener hermosos jardines con árboles frondosos y estanques con papiros, flores de loto y demás plantas acuáticas. Algunas casas estaban en el mismo centro de un gran jardín y tenían terrazas donde se podía disfrutar de la brisa, ventanas altas, muchas habitaciones, un amplio comedor y cuartos para los criados. No dejarse vencer por la tristeza. José se puso a trabajar y decidió hacerlo lo mejor posible, lo cual le dio buenas razones a Jehová para bendecirlo. Potifar no tardó en notarlo. Se dio cuenta de que si gozaba de más prosperidad aún era porque Jehová estaba bendiciendo a su esclavo. Poco a poco, José se fue ganando la confianza de su dueño, hasta que este lo puso a cargo de todo cuanto poseía José era un hombre leal. Todo lo contrario a la esposa de Potifar, ella empezó a fijarse en él y a insistirle con estas palabras: “Acuéstate conmigo a lo que el respondió: “Mira que mi amo ignora lo que está conmigo en la casa, y todo lo que tiene lo ha dado en mi mano. No hay nadie mayor que yo en esta casa, y él no ha retenido de mí cosa alguna salvo a ti, porque eres su esposa. Así es que, ¿cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” Como él mismo dijo, Potifar confía plenamente en él. Lo ha nombrado administrador de su casa entera. Lo único que José no puede tocar es a su mujer. ¿Cómo podría traicionarlo? Pero hay algo que lastima todavía más su conciencia: la idea de pecar contra su Dios, Jehová. Él sabe lo que Dios piensa sobre la fidelidad en el matrimonio. Lo aprendió de sus padres. Sabe que Jehová celebró el primer matrimonio y que expresó claramente su deseo de que las parejas se mantuvieran unidas y fueran “una sola carne” También sabe que quienes intentaron romper otros matrimonios estuvieron a punto de despertar la cólera de Dios. Por ejemplo, los hombres que querían acostarse con la esposa de Isaac, su abuelo, y con la de Abrahán, su bisabuelo, se salvaron por poco de sufrir graves consecuencias José conoce el principio detrás de aquellos sucesos y planea obedecerlo toda su vida. La reacción de José ante las insinuaciones de la esposa de Potifar muestra su gran rectitud personal. El rey Benjamín dijo a los nefitas: “Cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, sólo estáis en el servicio de vuestro Dios” Si ese principio fuera expresado negativamente, diría: “Cuando pecáis contra vuestros semejantes, sólo estáis pecando contra vuestro Dios”. José entendía perfectamente este principio, y respondió a la esposa de Potifar señalando que sería terrible aprovecharse de su amo en esa forma. Dio el siguiente paso lógico al expresar: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” A la esposa de Potifar no le gusta nada lo que escucha. ¡Qué atrevimiento! ¡Rechazarla y encima decir que su ofrecimiento es una “gran maldad”! De todos modos, no está dispuesta a rendirse. Han herido su orgullo y eso es razón más que suficiente para insistir hasta salirse con la suya. pero en vez de darse por vencido, esperó a que se presentara “otro tiempo conveniente” aunque la situación continuó “día tras día”, `pero no cedió . Sin embargo, los ataques no habían terminado. Un día, la mujer de Potifar espera hasta que todos los criados estén fuera de la casa y se pone al acecho. Cuando José entra a realizar sus labores, lo sujeta por la ropa y le suplica una vez más: “¡Acuéstate conmigo!”. Sin pensarlo, él se echa para atrás en un intento por escapar. Ella tira con más fuerza. Él se retuerce, se libera como puede de su prenda de vestir y sale huyendo. Lo único con lo que se queda la mujer es con la ropa de José . ¡Y vaya si le costó cara a José su determinación! La esposa de Potifar se pone furiosa y decide vengarse. Se pone a gritar a voz en cuello hasta que los criados corren a ver lo que sucede. Entonces les dice que José trató de violarla, pero que salió corriendo en cuanto ella comenzó a gritar. Para probarlo les enseña la ropa. Cuando su esposo llega a casa, le repite la misma mentira y además le echa la culpa a él por haber traído a alguien como José. ¡A Potifar le hierve la sangre! De inmediato ordena que lo metan en la cárcel.

“Ataron una cadena a sus pies”

Aunque los arqueólogos han hallado las ruinas de algunas prisiones egipcias, se conoce muy poco sobre ellas. Lo que se sabe es que eran una especie de fortaleza en las que había celdas subterráneas. José llamó “hoyo” a la prisión en la que estuvo, lo cual nos hace pensar en un lugar oscuro y deprimente. De hecho, el libro de los Salmos dice que fue torturado: “Ataron una cadena a sus pies y le pusieron un aro de hierro en su cuello”, En ocasiones, a los prisioneros les colocaban los brazos detrás de la espalda y les juntaban los codos con una cadena; a otros los encadenaban por el cuello. José debe haber sufrido muchísimo por aquel castigo tan injusto. Pero lo peor es que su encarcelamiento no fue breve. Según el relato, pasó mucho tiempo en aquel espantoso lugar. Además, él no sabía si saldría de allí. Los días se convirtieron en meses; los meses se convirtieron en años. Al parecer, los presos recibían tareas en la cárcel, así que José puso manos a la obra, trabajó lo mejor que pudo, y Jehová bendijo su esfuerzo. Poco a poco, se fue ganando el respeto del encargado de la prisión hasta que, este “entregó en la mano de José a todos los presos [...]; y resultó que él era quien se encargaba de que se hiciera todo lo que ellos hacían allí. El oficial principal [...] no atendía a absolutamente nada de lo que estaba en su mano.

Cine y televisión

1995 Joseph Película para televisión 2000In the Beginning Miniserie

Referencias históricas

No hay datos históricos o arqueológicos sobre este personaje, dado que es difícil situar a José en una época particular. Immanuel Velikovsky, en su ensayo José y Putifar, postula que Putifar es realmente Ptahwer, un oficial del faraón Amenemhat III. Otros han especulado que el p-di-p-rʿ indica simplemente un egipcio, y no es un nombre, puesto que Putifar no aparece en ningún expediente hasta el Imperio Nuevo, mientras que la historia de José está datada en el Imperio Medio, según esos eruditos. Sin embargo, hay una teoría minoritaria que sitúa a José en el Imperio Nuevo, identificándole como Yuya, basándose en la lista de visires de Manetón, que registra a Yuya como "Osarseph", el visir de Seph.7 Putifar pudo haber sido un nombre dado por el autor o autores bíblicos. Putifar también puede derivar del significado egipcio de p-di-p-rʿ, el que tiene el conocimiento de Ra, lo que apoyaría la teoría de Yuya-José, ya que Rekhmire (nombre de unos de los visires candidatos a Putifar) significa el que ha aprendido de Ra. El nombre que algunos textos antiguos dan a uno de los 'Reyes Magos' que visitaron a Jesús niño, en español: 'Baltasar': 'Bithisarea', 'Pudizar', se puede transformar fácilmente en 'Putifar'.

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Fuente