La Damnatio Memoriae

La damnatio memoriae
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La damnatio memoriae (condena de la memoria) era un castigo reservado para determinadas personas que los romanos -el Senado- decidían deshonrar por una razón u otra. Básicamente la idea era borrar por completo cualquier registro que hiciera alusión al condenado, ya fuese en textos, grabados, murales, estatuas e incluso música popular. Por supuesto, el apoderarse de las posesiones era el primer paso a seguir.
Nombre original:La damnatio memoriae
Categoría:Escritura sagrada
Idioma:Latín
Origen:Antiguo Egipto
Lugar:Bandera de Egipto Egipto

Damnatio memoriae. Denominada condena judicial, que se ejercía en época romana. Consistía en que a la muerte de una persona, considerada enemiga del Estado, se decretaba la condena de su recuerdo, retirando o destruyendo sus imágenes y borrando su nombre en todas las inscripciones donde figurara. Es decir, el Estado decretaba una condena con la intención de borrar su propio pasado, de renunciar a una parte de sí mismo, era literalmente una "condena de la memoria".

Origen de la locución

Damnatio memoriae, es una expresión latina que significa “condena de la memoria”. En el antiguo Egipto ya usaban esta condena. En la época de los grandes faraones, algunos fueron borrados de la historia. La causa de tal ignominia fue porque el pueblo les cobró la factura de sus actos despóticos, eliminando todo vestigio del periodo en que “gobernaron” pues siempre fueron tratados como esclavos y ellos sintiéndose dioses todopoderosos.

El significado literal es «Condena de la Memoria»,y su uso se extendió en la antigua Roma, y venía a ser una especie de condena al recuerdo de alguna persona por parte del Estado tras su muerte. Una vez que el Senado daba el beneplácito, se procedía a eliminar todo rastro y huella que hubiese del desdichado. Se acostumbraba a hacer desaparecer todo tipo de imágenes, monumentos, inscripciones sobre él, incluso a prohibir el uso de su nombre.

Origen de la costumbre

No tiene su origen en la antigua Roma ya que se tiene constancia de que en Egipto ya se había intentado aplicar. A pesar de todo, los historiadores no tienen conocimiento de ninguna civilización que haya aplicado con éxito esta deshonra (esa es la idea), sin embargo, existe una serie de casos en los que se aplicó la "damnatio memoriae", así pues, la eliminación completa del “perfil” de estas personas fue imposible a pesar del esfuerzo de los romanos. Al menos, algunas de las personas que sufrieron la damnatio memoriae aún se encuentran en los libros de Historia…

¿En qué consistía la Damnatio Memoriae?

En tiempos del Imperio, una vez fallecía el máximo gobernante del Estado, el Senado, en una sesión plenaria, se encargaba de analizar cómo había sido su periodo de gobierno. Si este había sido bueno, lo más normal era que se le divinizara y que se le rindiera culto.

En cambio, si su reinado había sido nefasto, tiránico, despótico o impopular, se solía optar por aplicar este procedimiento que le condenaba al olvido. Además de borrar todo rastro físico, se podían también abolir sus decretos y leyes. Incluso en ocasiones, las cosas buenas que había hecho el malogrado, solían atribuirse a sus sucesores para no dejar rastro alguno de él.

Ejemplos de la práctica

Cierto es que los antiguos egipcios cuando ocurría algo malo a su pueblo, efectuaban la damnatio memoriae, de todos los hechos y personas asociados a esos acontecimientos nefastos para su civilización, lo cual significa barrer todo registro histórico y material de tales acontecimientos.

Se debe destacar que no lo hacían por conveniencia, ni por nacionalismo como se ha pensado, sino que el fundamento de la damnatio memoriae, radicaba en que pronunciar nombres indeseables o hechos indeseables y evocarlos en la memoria, significaba para ellos traerlos de nuevo a la existencia. Ellos pensaban que mientras algo fuera recordado existiría de algún modo.

Un ejemplo de damnatio memoriae en el Antiguo Egipto, fue el constituido por el reinado de Hatshepsut, conocida como la Primera Faraona, su sucesor Tutmosis III decidió borrar cualquier rastro de la reina haciendo desaparecer su nombre, condenándola al ostracismo más cruel de la historia: al olvido.

El caso del Éxodo y las diez plagas

Sin perjuicio, de la práctica egipcia de la damnatio memoriae, en casos muy negativos para ellos, como podría ser el Éxodo y las diez plagas, podrían aparecer vestigios de los relatos bíblicos, previos al acto de la damnatio, pero no es así, ¿por qué ocurre esto? No se sabe.

Lo que lleva a preguntarse: ¿Existió José? ¿Hubo realmente un Éxodo? Contestar a estas preguntas es vital para la fe judeo-cristiana. Cierto es que la fe opera en un modo diametralmente opuesto al “ver para creer”, no en vano, las escrituras en Hebreos 11:1 nos dicen que

la fe es “la convicción de lo que no se ve”

uno podría esperar que los descubrimientos arqueológicos descubran vestigios materiales de los hechos que la Biblia relata, y eso es lo que han demostrado algunos textos como el libro "Y la Biblia tenía razón"[1] donde se abordan algunos de esos descubrimientos arqueológicos.

Practicada por los israelitas

Cosa curiosa, los israelitas también practicaban la damnatio memoriae, al igual que los antiguos egipcios ¿influencia directa? Juzgue el lector: Éxodo 17:14-16, y le dijo el Eterno a Moisés:

“Escribe para recordación y ponlo en oídos de Josué como recordación, que borraré la memoria de Amalec de debajo del cielo”. Y construyó Moisés un altar que llamó “El Eterno es mi bandera”. y explicó: “Porque alzó la mano contra el trono de Dios, habrá guerra del Eterno contra Amalec a través de las generaciones.”

Una tradición dentro del judaísmo rabínico, que aplica la damnatio memoriae obedeciendo este mandato de Éxodo 17:14-16, es aquella según la cual durante la fiesta de Purim, en la lectura del rollo de Esther en la sinagoga los asistentes al servicio religioso hacen ruido con las palmas o con las tradicionales matracas cuando se pronuncia el nombre de Hamán (virrey del rey Asuero quien había orquestado la aniquilación de la comunidad judía del Imperio persa) pues de dicha manera, de un modo festivo, buscan dar cumplimiento al mandato de borrar la memoria de los amalequitas, pueblo al cual tradicionalmente se dice pertenecía el malvado virrey.

El pretendido linaje amalequita de Hamán se extrae de la siguiente cita:

“Después de tales cosas el rey Asuero encumbró a Hamán hijo de Hamdata, agagueo, colocándolo por sobre todos los príncipes que eran con él”.(Ester 3: 1)

El término “agagueo” es asociado con Agág, rey amalequita ejecutado por el profeta Samuel.

Otros ejemplos

Majencio, emperador romano que fue víctima de la damnatio memoriae en el 312 a manos del emperador Constantino. Al igual que de su padre Maximiniano que también fue sometido a esa condena, tardó poco tiempo Claudio (después de regresar de su escondite) en intentar aplicarle la pena, fuertemente apoyado por la opinión pública, lo que sugiere que esta tenía un papel importante en esta serie de medidas.

Entre los emperadores que sufrieron esta condena post mortem, se puede encontrar a Domiciano, hijo del gran emperador Flavio Vespasiano. De este, dicen las fuentes clásicas que fue un auténtico tirano que gobernó Roma con extrema crueldad. Otro ejemplo de Damnatio fue el emperador Geta, que tras su muerte recibió esa condena. En parte gracias a la intervención de su propio hermano, el que sería desde entonces el nuevo emperador, Caracalla.

Cabe destacar que no todos los emperadores que sufrieron semejante castigo fueron condenados por el Senado. Hubo casos más clamorosos, como el del infame y retorcido Calígula, que recibió la Damnatio Memoriae por aclamación popular. Sin embargo, a pesar de su objetivo, la condena de la memoria en la mayoría de las ocasiones dejaba huellas de su aplicación.

En cualquier caso, no solo los emperadores fueron sometidos a esa práctica, sino que otros personajes de menos categoría recibieron un trato similar. Ese fue el caso de Sejano, prefecto del pretorio durante el reinado del emperador Tiberio. Tras su muerte por traición contra el propio emperador, se le condenó al olvido.

Fuentes

Referencias

  1. Y la Biblia tenía razón. Libro escrito a finales de los años 50, del siglo XX por el investigador alemán, Werner Keller, el cual se propuso verificar la autenticidad y veracidad de los relatos bíblicos a la luz de la arqueología. Los resultados fueron publicados en este ejemplar que asombró al mundo y se vendió por millones. Debido a las conclusiones científicas, aquel trabajo no pierde vigencia.