Diferencia entre revisiones de «Elpidio Sosa»

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ELPIDIO SOSA (SOSITA),
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ELPIDIO SOSA (SOSITA),
Natural de la finca Angelita, perteneciente al actual municipio de Quemado de Güines, ELPIDIO SOSA (SOSITA), rápidamente siente inclinación por las ideas revolucionarias. Sus lecturas     acerca de la situación de los trabajadores, la discriminación social y racial, dejan en él profundos sentimientos de patriotismo y rebeldía. Sus estudios en la ciudad de Sagua la Grande le forjan el carácter y motivan, con mayor fuerza, sus ansias de libertad.
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Establecido en La Habana hacia 1950, enseguida establece contacto con miembros de la Juventud Ortodoxa, entre los que se encuentran Fidel, Abel, Calixto García, Jesús Montané y otros jóvenes que luego integrarían la Generación del Centenario. Con ellos discute, aprende, realiza prácticas de tiro y toma plena conciencia del momento que vive la Patria.  
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Según relata un estudio de la Sección de Investigaciones Históricas del Comité Provincial del Partido, «la confianza que Fidel y los demás dirigentes del Movimiento tenían en Elpidio Sosa se evidencia en el hecho de que él es uno de los escasos compañeros que conocerá el verdadero objetivo de la acción. Por tal motivo, el 14 de julio marchó, junto con Abel Santamaría y Ernesto Tizol, hacia Santiago de Cuba, con el fin de alquilar la finca Siboney, muy próxima a esa ciudad, donde, bajo la cobertura de una granja de pollos, se establecerá el cuartel general de los combatientes del 26 de Julio en la capital oriental».
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Debido al carácter secreto de la acción, Elpidio manifiesta a sus familiares que marchará hacia Pinar del Río con la finalidad de pasar unos días en una finca dedicada al cultivo del arroz.  
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Solo uno de sus hermanos conoce la verdad, cuando Sosita le dice: «Voy a la muerte; tengo la seguridad de que voy a morir, pero la causa que defendemos no admite demoras. Estoy enfermo de asco desde que se encaramó en el poder el tirano. No puedo ni quiero hablar de eso; lo que hay que hacer, se hará. Y quizás no podré verlo, pero surgirá una Cuba nueva, limpia y diferente».
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Con solo 24 años, Elpidio Sosa cae combatiendo en los muros del Moncada, por los ideales que tanto defendió durante toda su vida. Cuentan que siempre le gustaba decir: «Yo soy un hombre que quiere luchar; yo quiero participar en la Historia». Y sin duda, lo logró.
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Natural de la finca Angelita, perteneciente al actual municipio de Quemado de Güines, ELPIDIO SOSA (SOSITA), rápidamente siente inclinación por las ideas revolucionarias. Sus lecturas acerca de la situación de los trabajadores, la discriminación social y racial, dejan en él profundos sentimientos de patriotismo y rebeldía. Sus estudios en la ciudad de Sagua la Grande le forjan el carácter y motivan, con mayor fuerza, sus ansias de libertad. Establecido en La Habana hacia 1950, enseguida establece contacto con miembros de la Juventud Ortodoxa, entre los que se encuentran Fidel, Abel, Calixto García, Jesús Montané y otros jóvenes que luego integrarían la Generación del Centenario. Con ellos discute, aprende, realiza prácticas de tiro y toma plena conciencia del momento que vive la Patria. Según relata un estudio de la Sección de Investigaciones Históricas del Comité Provincial del Partido, «la confianza que Fidel y los demás dirigentes del Movimiento tenían en Elpidio Sosa se evidencia en el hecho de que él es uno de los escasos compañeros que conocerá el verdadero objetivo de la acción. Por tal motivo, el 14 de julio marchó, junto con Abel Santamaría y Ernesto Tizol, hacia Santiago de Cuba, con el fin de alquilar la finca Siboney, muy próxima a esa ciudad, donde, bajo la cobertura de una granja de pollos, se establecerá el cuartel general de los combatientes del 26 de Julio en la capital oriental». Debido al carácter secreto de la acción, Elpidio manifiesta a sus familiares que marchará hacia Pinar del Río con la finalidad de pasar unos días en una finca dedicada al cultivo del arroz. Solo uno de sus hermanos conoce la verdad, cuando Sosita le dice: «Voy a la muerte; tengo la seguridad de que voy a morir, pero la causa que defendemos no admite demoras. Estoy enfermo de asco desde que se encaramó en el poder el tirano. No puedo ni quiero hablar de eso; lo que hay que hacer, se hará. Y quizás no podré verlo, pero surgirá una Cuba nueva, limpia y diferente». Con solo 24 años, Elpidio Sosa cae combatiendo en los muros del Moncada, por los ideales que tanto defendió durante toda su vida. Cuentan que siempre le gustaba decir: «Yo soy un hombre que quiere luchar; yo quiero participar en la Historia». Y sin duda, lo logró.

Revisión del 15:05 15 oct 2009

Plantilla:Personaje histórico

ELPIDIO SOSA (SOSITA),

Archivo:ELPIDIO SOSA.jpg


Natural de la finca Angelita, perteneciente al actual municipio de Quemado de Güines, ELPIDIO SOSA (SOSITA), rápidamente siente inclinación por las ideas revolucionarias. Sus lecturas acerca de la situación de los trabajadores, la discriminación social y racial, dejan en él profundos sentimientos de patriotismo y rebeldía. Sus estudios en la ciudad de Sagua la Grande le forjan el carácter y motivan, con mayor fuerza, sus ansias de libertad. Establecido en La Habana hacia 1950, enseguida establece contacto con miembros de la Juventud Ortodoxa, entre los que se encuentran Fidel, Abel, Calixto García, Jesús Montané y otros jóvenes que luego integrarían la Generación del Centenario. Con ellos discute, aprende, realiza prácticas de tiro y toma plena conciencia del momento que vive la Patria. Según relata un estudio de la Sección de Investigaciones Históricas del Comité Provincial del Partido, «la confianza que Fidel y los demás dirigentes del Movimiento tenían en Elpidio Sosa se evidencia en el hecho de que él es uno de los escasos compañeros que conocerá el verdadero objetivo de la acción. Por tal motivo, el 14 de julio marchó, junto con Abel Santamaría y Ernesto Tizol, hacia Santiago de Cuba, con el fin de alquilar la finca Siboney, muy próxima a esa ciudad, donde, bajo la cobertura de una granja de pollos, se establecerá el cuartel general de los combatientes del 26 de Julio en la capital oriental». Debido al carácter secreto de la acción, Elpidio manifiesta a sus familiares que marchará hacia Pinar del Río con la finalidad de pasar unos días en una finca dedicada al cultivo del arroz. Solo uno de sus hermanos conoce la verdad, cuando Sosita le dice: «Voy a la muerte; tengo la seguridad de que voy a morir, pero la causa que defendemos no admite demoras. Estoy enfermo de asco desde que se encaramó en el poder el tirano. No puedo ni quiero hablar de eso; lo que hay que hacer, se hará. Y quizás no podré verlo, pero surgirá una Cuba nueva, limpia y diferente». Con solo 24 años, Elpidio Sosa cae combatiendo en los muros del Moncada, por los ideales que tanto defendió durante toda su vida. Cuentan que siempre le gustaba decir: «Yo soy un hombre que quiere luchar; yo quiero participar en la Historia». Y sin duda, lo logró.