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Los  pacientes aquejados de fobias  sexuales sufren con frecuencia  trastornos por [[angustia]] ([[síndrome de ansiedad fóbica]]). Tales  sujetos presentan, desde una base  psico-fisiológica, un umbral anormalmente bajo ante la angustia.  Experimentan intensas  crisis de angustia y tienden a presentar  múltiples fobias,  entre  ellas las de carácter sexual.
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Los  pacientes aquejados de fobias  sexuales sufren con frecuencia  trastornos por [[angustia]] ([[síndrome de ansiedad fóbica]]). Tales  sujetos presentan, desde una base  psico-fisiológica, un [[umbral]] anormalmente bajo ante la angustia.  Experimentan intensas  crisis de angustia y tienden a presentar  múltiples fobias,  entre  ellas las de carácter sexual.
  
Las personas con un umbral de miedo  o angustia normal  también pueden ser víctimas de fobias sexuales.  Cabe suponer que estos  miedos irracionales se adquieren o "aprenden"  en virtud de una  disposición neurótica. Por supuesto, ello no  quiere decir que los  pacientes con trastornos por angustia no  aprendan a sentir terror o no  estén sometidos a procesos neuróticos.  Por el contrario, probablemente  su propensión a angustiarse les hace  más vulnerables a dichos procesos.
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Las personas con un umbral de miedo  o angustia normal  también pueden ser víctimas de fobias sexuales.  Cabe suponer que estos  miedos irracionales se adquieren o "aprenden"  en [[virtud]] de una  disposición neurótica. Por supuesto, ello no  quiere decir que los  pacientes con trastornos por angustia no  aprendan a sentir [[terror]] o no  estén sometidos a procesos neuróticos.  Por el contrario, probablemente  su propensión a angustiarse les hace  más vulnerables a dichos procesos.
  
La distinción entre fobia  sexual “simple” y fobia  dimanante de un trastorno por angustia es  un factor de primordial  interés en el curso de la evaluación, dado  que los pacientes que sufren  crisis de angustia requieren, además  del consabido tratamiento  psicológico, una medicación adecuada ,  mientras que los afectos de  fobias sexuales simples responden a una  gran variedad de enfoques  psicoterapéuticos y no precisan que se les  medique  Las fobias simples  son muy aptas para la aplicación de  la terapia sexual, en tanto que los  pacientes fóbicos con trastornos  por angustia corren el riesgo de  empeorar con dicha terapia, salvo en  el caso de que se hallen  protegidos de las crisis de angustia por los  fármacos pertinentes A  tenor de nuestra experiencia, el pronóstico  de las disfunciones  sexuales generadas por fobias es muy favorable si  se da una sabia  combinación entre la terapia sexual y la  prescripción farmacológica.
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La distinción entre fobia  sexual “simple” y fobia  dimanante de un trastorno por angustia es  un factor de primordial  interés en el curso de la [[evaluación]], dado  que los pacientes que sufren  [[crisis de angustia]] requieren, además  del consabido tratamiento  psicológico, una [[medicación]] adecuada ,  mientras que los afectos de  fobias sexuales simples responden a una  gran variedad de enfoques  psicoterapéuticos y no precisan que se les  medique. Las fobias simples  son muy aptas para la aplicación de  la [[terapia sexual]], en tanto que los  pacientes fóbicos con trastornos  por angustia corren el riesgo de  empeorar con dicha [[terapia]], salvo en  el caso de que se hallen  protegidos de las crisis de angustia por los  [[fármaco]]s pertinentes.
  
Todavía no se han delimitado con  precisión los criterios  clínicos capaces de anticipar qué  pacientes sexualmente fóbicos  necesitarán de una medicación para  combatir la angustia y cuáles no  responderán a la acción  medicamentosa. Según nuestra experiencia, si un  paciente sufre  múltiples fobias y evitaciones y/o presenta una  historia de crisis  de angustia agora-fóbica, así como ansiedad ante la  separación del  compañero y/o una historia familiar con la presencia de  síndromes  de ansiedad fóbica, parece lógico intentar prescribirle una  medicación ansiolítica. Pero si la fobia sexual y la consiguiente,  evitación se dan como síntomas aislados en personas que por lo  demás  son sosegadas y con un sustrato esencialmente no ansioso, es  improbable  que la medicación surta efecto alguno.
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Uno  de los problemas  sexuales que se oculta a menudo es el miedo a  enfrentarse a una relación. Temor  a la [[penetración]], a la [[intimidad]] o el  salto a la [[palestra]] de los valores o  creencias culturales y  religiosas, son factores que inciden de manera  significativa a la hora  de estar a solas con la pareja.
 
 
Uno  de los problemas  sexuales que se oculta a menudo es el miedo a  enfrentarse a una relación. Temor  a la penetración, a la intimidad o el  salto a la palestra de los valores o  creencias culturales y  religiosas, son factores que inciden de manera  significativa a la hora  de estar a solas con la pareja.
 
  
 
== Causas ==
 
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Revisión del 15:32 7 feb 2014

Fobia sexual
Información sobre la plantilla
Fobia1.jpg
Miedo a experimentar cualquier tipo de sensaciones sexuales.
Clasificación:Fobia

Fobia sexual. Se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a experimentar cualquier tipo de sensaciones sexuales.

Fobia sexual

Padecer de fobia sexual, es padecer de algo relativo a la sexualidad. Los pacientes fóbicos o bien evitan por completo el sexo o su ansiedad y evitación se restringen a facetas concretas de la sexualidad: fracaso sexual, los genitales, secreciones y olores sexuales, fantasías sexuales, diversas actividades eróticas, como el beso profundo, el sexo bucal o anal, la masturbación, el orgasmo, el desvestirse delante de la pareja, la visión del compañero/a desnudo, la preñez, etc.

Síntomas

Los pacientes aquejados de fobias sexuales sufren con frecuencia trastornos por angustia (síndrome de ansiedad fóbica). Tales sujetos presentan, desde una base psico-fisiológica, un umbral anormalmente bajo ante la angustia. Experimentan intensas crisis de angustia y tienden a presentar múltiples fobias, entre ellas las de carácter sexual.

Las personas con un umbral de miedo o angustia normal también pueden ser víctimas de fobias sexuales. Cabe suponer que estos miedos irracionales se adquieren o "aprenden" en virtud de una disposición neurótica. Por supuesto, ello no quiere decir que los pacientes con trastornos por angustia no aprendan a sentir terror o no estén sometidos a procesos neuróticos. Por el contrario, probablemente su propensión a angustiarse les hace más vulnerables a dichos procesos.

La distinción entre fobia sexual “simple” y fobia dimanante de un trastorno por angustia es un factor de primordial interés en el curso de la evaluación, dado que los pacientes que sufren crisis de angustia requieren, además del consabido tratamiento psicológico, una medicación adecuada , mientras que los afectos de fobias sexuales simples responden a una gran variedad de enfoques psicoterapéuticos y no precisan que se les medique. Las fobias simples son muy aptas para la aplicación de la terapia sexual, en tanto que los pacientes fóbicos con trastornos por angustia corren el riesgo de empeorar con dicha terapia, salvo en el caso de que se hallen protegidos de las crisis de angustia por los fármacos pertinentes.

Uno de los problemas sexuales que se oculta a menudo es el miedo a enfrentarse a una relación. Temor a la penetración, a la intimidad o el salto a la palestra de los valores o creencias culturales y religiosas, son factores que inciden de manera significativa a la hora de estar a solas con la pareja.

Causas

Las causas que llevan a la evitación del sexo pueden ser múltiples, entre ellas el coito doloroso por causa de una perturbación ginecológica no diagnosticada, la contemplación de la pareja como un ser repulsivo o un conflicto neurótico en torno al placer y el disfrute sexual. Otras veces, el paciente ha desarrollado un patrón sindrómico de evitación en virtud de un síndrome de ansiedad fóbica (trastorno por angustia) no concienciado. En la mayoría de los casos, la evitación fóbica de la sexualidad que deriva de estas etiologías tiene un pronóstico bastante favorable, siempre y cuando se identifique correctamente el agente patógeno y se prescriba la medicación y/o la terapia psicológica adecuadas.

Una de las causas más conocidas frente al padecimiento de la fobia sexual es el haber sido víctima de una violación. Esta experiencia traumática puede gatillar lamentables consecuencias en la persona, quien después de este hecho, puede llegar a sentir incluso repulsión por los encuentros sexuales, evitando a toda costa llegar a la intimidad.


Pese a lo anterior, existen otras circunstancias que llevan a este aborrecimiento y que tienen que ver con la personalidad del individuo, su temperamento o ciertas convenciones sociales como el embarazo fuera del matrimonio. Estos agentes marcan las vidas de los afectados, quienes incluso – y en los estados fóbicos extremos – se mantienen vírgenes de por vida, llegando incluso a formar un odio social importante.


El doctor Álex Oksenberg Shorr es psiquiatra psicoanalista didacta de la Asociación Psicoanalítica Chilena y director ejecutivo del Centro Chileno de Sexualidad Humana. Según su experiencia, comenta que “detrás de cualquier tema fóbico se puede encontrar una gama amplia de escenarios posibles, desde el temor normal a la intimidad, exacerbado por un temperamento tímido o sensitivo, hasta núcleos sicóticos de carácter paranoide”.


Según el médico, este ‘miedo paralizante’ también implica el silencio de parte del afectado, quien además de sufrir por no poder concretar una relación sexual, tampoco será capaz de consultarlo con un especialista.

“Se produce una actitud de fobia secundaria a cualquier consejo profesional relacionado a la solución del problema. Habitualmente llegan a consultar movilizados por sus parejas y/o frente a una crisis desencadenada por el rechazo sistemático al encuentro sexual”
Doctor Álex Oksenberg Shorr


¿Miedo a qué?


Álex Oksenberg cuenta que no hay estudios que den indicios de un aumento o disminución en el temor a la primera relación íntima y que incluso existió en nuestro país un ‘velo fóbico’ en relación a la vida sexual de los chilenos, algo así como una fobia macro que sólo en la década de los noventa ha ido desapareciendo lenta y fragmentariamente mediante estudios serios en el ámbito de la salud sexual.


Esta enfermedad – que por cierto es padecida en su mayoría por mujeres por motivos inherentes al género y a la cultura - tiene diferentes puntos por dónde abordarla, siendo algunos de ellos la repulsión por los genitales, su olor y secreción, la masturbación y cualquier otro indicio de contacto sexual con otra persona.



En el caso de los jóvenes y su visión con respecto a la primera relación de pareja, el miedo a los padres, el embarazo adolescente o las enfermedades de transmisión sexual son algunas de las causas más recurrentes a la hora de enfrentarse a esta situación. Con respecto a esto, el director ejecutivo del Centro Chileno de Sexualidad Humana, afirma que “en esos casos, el joven busca formas alternativas de encuentro, protegiéndose específicamente de la relación sexual con penetración genital”.

Tratamiento

Como toda fobia, existen tratamientos para combatirla. Al respecto, Oksenberg aclara que las terapias dependen de la naturaleza del miedo y que según aquello, habrá ejercicios específicos para los pacientes, lo que los llevará a tener una mejor calidad de vida en el terreno sexual.


De esta forma, para los casos más simples se necesitarán de pocas sesiones de terapia sexual, las que consisten en ejercicios sencillos indicados por un sexólogo o terapeuta entrenado. Este tipo de tratamiento tiene por objetivo “la desensibilización sistemática del temor a través de encuentros sucesivos de creciente carácter erótico y durante los cuales existe una prohibición de tener relaciones sexuales genitales. Esto reduce de inmediato la conducta evitativa del encuentro con caricias sensuales pre-genitales”, afirma el especialista.


En el caso de la fobia producida por un abuso sexual o el que se presenta a través de trastornos de la personalidad, el médico indica que se requerirá de un “tratamiento de psicoterapia de orientación psicoanalítica o psicoanálisis propiamente tal”. En este sentido, la terapia supone un gran esfuerzo y en palabras de Álex Oksenberg, este proceso “vale la pena porque tiene buen pronóstico y ofrece la oportunidad de vivir mejor la vida en un ámbito que puede hacer la diferencia entre una vida significativa versus una insignificante”.



Una fobia es un miedo excesivo, persistente e irracional. Un fóbico sexual es quien evita por completo el sexo o limita ciertas prácticas por temor, dolor u otras cuestiones que considera peligrosas. Hay quienes siquiera pueden hablar de sexo. La erotofobia es uno de los traumas más primarios, que nada tienen que ver con la vergüenza o el pudor. De eso no sólo no se habla, sino que se reprime hasta la palabra.


El hecho de padecer una fobia sexual no significa que no haya atracción, impulso o deseo sexual. En estos casos, el miedo paraliza y quien sufre esta limitación se siente inhibido, bloqueado, incapacitado de concretar el acto. El fóbica sexual desea y teme al mismo tiempo. Y la respuesta más habitual, a modo de defensa, es el escape, el evadir las situaciones de encuentro.

Muchos de los casos de eyaculación precoz, vaginismo o dispaurenia (dolor a la hora de practicar sexo) son consecuencia de este temor. Generalmente, están fundados en experiencias traumáticas previas, creencias y mitos infundados o tan sólo fantasías que paralizan. Así como hay casos extremos de abuso y violación, una inadecuada "educación sexual" también puede ser causa de este temor extremo por el sexo.


Las fobias alcanzan tanto a hombres como a mujeres. Según los especialistas, el número de personas que consultan por este trastorno ha crecido enormemente en los últimos años, así como también ha disminuido considerablemente la edad de quienes llegan al consultorio. Mientras que hace unos años atrás el promedio de pacientes rondaba los 30-40, hoy son los jóvenes de 20 los que piden ayuda.


Por suerte están quienes consultan. Muchos se enquistan en el silencio y el trauma sexual los condiciona de por vida. Así es como existen los "matrimonios no consumados" o quienes, por su aversión, pueden mantenerse vírgenes hasta la muerte. Muchos fóbicos sexuales no logran siquiera masturbarse.


Muchas mujeres tienen miedo a ser penetradas. Y ese pánico se extiende al punto tal que no se animan a consultar a un ginecólogo, ponerse un tampón o permitir el más mínimo roce con su vagina. Este temor al falo (falofobia) es muy común que surja por alguna relación con un hombre que las haya lastimado con su pene o tan sólo por haber escuchado quejas por el estilo.


Los hombres desarrollan miedos acordes a sus genitales y a los viejos mandatos culturales de "hombría y provisión". Están quienes tienen miedo a no satisfacer a su pareja por el tamaño de su pene, ya sea éste extremadamente grande o pequeño. Y si no es por cuestión de centímetros, es la baja autoestima o temor a no responder como ellas esperan (o como ellos creen que ellas esperan).

Están quienes no pueden tener contacto con mujeres bellas. En ellos crece la curva de ansiedad y exigencia. Ni una ni otra, en ningún caso, son buenas consejeras a la hora de gozar en la cama (o donde sea). En materia de "escenarios de placer", hay quienes desarrollan fobias a tener relaciones en algún lugar en especial (lugares cerrados, espejados, vidriados y aparentemente expuestos al exterior, etc). Generalmente, en estos casos, la fobia sexual está asociada a otras fobias (a los lugares cerrados, las alturas, etc).


Sufrir de impotencia o eyaculación precoz sigue en la tabla de los clásicos masculinos de siempre.


No siempre alcanza con reemplazar inseguridades con una pastillita azul, desinhibirse con unos tragos o respirar 20 veces antes de entregarse al encuentro sexual que sea. La consulta al profesional, como siempre, es el pasaje más seguro a conquistar el placer.

Las técnicas clínicas y psicoterapéuticas son eficientes, junto, muchas veces, a ciertos psicofármacos que permiten abordar los episodios de fobia, los trastornos obsesivos y los eventuales ataques de pánico. Será clave la alianza establecida entre profesional y consultante; así como, de ser necesaria, la participación de las parejas. No todos los tratamientos son iguales. Cada quien con su "mambo sexual", su diagnóstico y debido tratamiento. Todo pasa. El goce no quiere otra cosa más que ser encontrado.


La gama de las fobias es muy amplia, pero más allá de las fobias más conocidas y comunes como la claustrofobia o la xenofobia existen otros miedos que están relacionados con el género de la persona y su sexualidad. Realmente el número de fobias sexuales es verdaderamente grande y es que la sexualidad ha sido siempre un foco de tensión para las personas. En ciertas ocasiones la disfunción eréctil, la eyaculación precoz o la anorgasmia en las mujeres tiene en su base un miedo oculto.

Una de las fobias más generalizadas es la coitofobia o genofobia: el miedo a mantener relaciones sexuales. En los hombres normalmente se presentan problemas para mantener la erección mientras que en las féminas se muestran dificultades para alcanzar el orgasmo. Este miedo hace que las personas experimenten una gran ansiedad pues les preocupa fallar de alguna manera en su desempeño sexual. Algunos tienen miedo de sus impulsos sexuales o de perder el control durante el acto sexual (algo que es considerado como una falta de autocontrol imperdonable). Otros simplemente perciben la idea de tener relaciones sexuales como algo desagradable o detestable.

¿De dónde proviene este miedo? Como puede presuponerse las causas son múltiples, las más comunes suelen ser: 1. un trauma sexual vinculado con una violación o un abuso sexual, fundamentalmente en las edades tempranas; 2. haber sido testigo de un acto sexual que haya resultado impactante para la persona, ya sea en su vida real o en un filme y, 3. haber sufrido vaginismo en algún momento de la vida, por lo cual la relación sexual se hizo dolorosa y se estableció un vínculo inadecuado entre el dolor y el sexo. Otras causas pueden ser: la ausencia de sentimientos de amor y cariño hacia la pareja, la experimentación de culpas propiciadas por una educación cultural o religiosa demasiado estricta, perversiones sexuales de parejas anteriores e incluso, muy al contrario de lo que pueda pensarse: haber sostenido una vida sexual muy activa y promiscua.

En estrecha relación con las causas de la coitofobia, puede hablarse de la agrafobia, o sea, el miedo a ser víctimas de un abuso sexual. Esta fobia usualmente se presenta en aquellas personas que han sido violadas con anterioridad o en quienes han visto actos sexuales violentos, incluso en un filme.

También puede encontrarse la erotofobia, que sería el miedo a los temas relacionados con la sexualidad, a las preguntas de índole sexual y en general a todo aquello que pueda relacionarse con el erotismo. Es poco probable que los erotofóbicos hablen de sexo y suelen tener reacciones negativas con respecto al material sexualmente explícito. Por supuesto, esto conduce a que mantengan relaciones sexuales con menor frecuencia y que tengan menos compañeros sentimentales a lo largo de sus vidas. Algunas investigaciones han demostrado una correlación entre puntajes elevados en la erotofobia y un uso menos consistente de anticonceptivos, fundamentalmente debido a que existe un desconocimiento general sobre la sexualidad humana.

Siguiendo esta misma línea que relaciona el sexo y el amor se halla la filofobia, más conocida como el miedo al amor, a enamorarse o a estar enamorado. Se trata de una condición que afecta profundamente la vida de quienes la padecen ya que estas personas no desean enamorarse. El origen del trastorno suele estar en traumas infantiles que degeneraron en complejos de inferioridad y que estaban relacionados con la familia o con el entorno afectivo. Quines padecen esta fobia suelen adoptar los siguientes comportamientos: eligen relaciones imposibles donde nunca podrán enamorarse, escogen hombres o mujeres que terminarán dejándolos para así evitar el enamoramiento y escapann de alguien que se haya enamorado de ellos buscándole defectos inexistentes. En sintonía con el miedo romántico, se devela la existencia de otra fobia, filematofobia: el pavor por los besos y la negación a ser besados.

También pueden hallarse personas que temen a los juegos amorosos, a este miedo se le denomina: sarmasofobia o malaxofobia. El término sarmasofobia proviene de "Sarmatia", una antigua región próxima al Mar Muerto de la cual descendían las legendarias amazonas que según la leyenda tenían aversión al contacto con los hombres.

Un tanto desligada de la relación sexual propiamente dicha pero siempre relacionada con el género, se presenta la gimnofobia, nudofobia o miedo a la desnudez. Quienes padecen esta fobia temen, tanto ser vistos desnudos como ver a otras personas desnudas, aún en aquellas situaciones donde la desnudez es socialmente aceptable. Los gimnofóbicos pueden experimentar miedo o ansiedad frente a todos o, por el contrario, sólo frente a ciertas personas en particular. Una causa posible de esta fobia es el sentimiento de inferioridad con respecto al propio cuerpo, en especial debido a que se compara con las imágenes mostradas en los medios que idealizan la belleza humana al punto de que las imperfecciones naturales llegan a ser vivenciadas como un padecimiento.

Por otra parte, existen personas que le temen a los hombres, en este caso nos referimos a la androfobia, el miedo a los hombres. Se trata de una aversión hacia las personas de sexo masculino, probablemente causado por un evento traumático sufrido en la edad temprana, ya sea con un hombre o con un niño. Quienes padecen esta fobia experimentan gran ansiedad, incluso cuando se den cuenta de que las otras personas no representen una amenaza real.

Finalmente, apunto que otras personas sufren de onirogmofobia, miedo a los sueños húmedos y parafobia, el miedo a tener una perversión sexual.

Tratamiento

Ya sea que presentes una fobia sexual o cualquier otro tipo de fobia, es muy importante visitar a un terapeuta sexual. Solo un especialista podrá ayudarte a encontrar el origen de tu miedo y trabajar en ello para superarlo con éxito. El sexo y la intimidad es de suma importancia para la salud de la pareja, por ello no dudes en consultar a un médico para encontrar las herramientas que te ayuden a superar ésta situación.

Fobias específicas

Otras

  • Vaginismo: Hay muchas mujeres que tienen miedo a ser penetradas y llevan este miedo hasta tal punto que sienten pánico hasta a colocarse un tampón o ir al ginecólogo.
  • Fetichismo: Es la práctica sexual que conlleva el uso de artículos inanimados tales como ropa o juguetes sexuales para la consecución del placer sexual. No se convierte en fobia hasta llega a la obsesión.

Fuentes